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TRANSITAR EL DUELO EN COLECTIVO. UN ARCHIVO DE FINALES SIEMPRE CAMBIANTES

Para escribir este texto, le di vueltas una y otra vez a lo que pondría de fondo, queriendo seguir el hilo conductivo-afectivo que teje el proyecto Último día del verano de la artista Paulina Silva Hauyon[1]. Quería compartir parte del proceso de duelo por la pérdida de mi abuela, sublimado a través de una escritura desbordada sobre la página, tal como Paulina hizo en este proyecto editorial y de vinculación comunitaria; tejiendo aflicciones e intimidades desde la reescritura de memorias personales, ceñidas en colectivo a través de la lectura en voz alta y el estar juntxs.

Después pensé que ese nebuloso capítulo de mi vida era una fibra vulnerable como para dejarlo al ojo crítico delx lectorx. Si todxs alguna vez hemos atravesado despedidas y duelos por la pérdida de un ser, entonces ¿de dónde viene ese pudor por transparentar afecciones y dolores íntimos en la escritura?

Pensé en el potente ensayo de la escritora argentina val flores sobre la subjetivación política de la escritura y en las preguntas que lanza en la primera página: ¿podría una misma escribir en su contra? ¿Qué empresa política podría deducirse de una escritura que litigue contra sí, contra una, contra la sedimentación de un yo que tiende a estabilizarse? (2009, 3)[2]

Párrafo final del libro «Poco hombre» del escritor chileno Pedro Lemebel, reescrito sobre muro en la exposición «Ultimo día del verano», 2017. Mite Galería, Buenos Aires, Argentina.

A lo largo del ensayo, la autora sacude el estatismo de la práctica escritural infectada por formas hegemónicas que higienizan el relato de nuestras pulsiones, deseos y placeres del cuerpo dando como resultado una escritura estéril y al mismo tiempo despolitizada de nuestra propia identidad. Propone, en cambio, una contra-escritura que reprograme los códigos del yo y busque en los bordes e intersticios donde las prácticas y saberes se confunden, para encontrar ahí, donde todavía todo está por inventarse, la fuerza para des-encantarnos del paisaje de mundo y des-acomodar lo que está solidificado, silenciado e invisibilizado.

No quería que la gracia de las anécdotas de mi abuela cayese en el limbo de memorias invisibilizadas y olvidadas. Concilié esta angustia escribiendo todo lo que recordaba sobre ella, pero ¿cómo haría yo para encarnar su voz, sus gestos y el aroma de su piel? Quería darle cuerpo y textura a la imagen de su recuerdo, con palabras que ella usaba, lejos de una idealización y más cerca del humor socarrón que nos unía. Más aún sabía que no podía hacerlo sola: necesitaba de las demás voces que crecimos bajo su matriarcado.

A pesar de que el duelo es una experiencia humana universal, suele ser en soledad donde se busca el desenlace de estas experiencias y, en ocasiones, como sucede en los libros, el final no siempre se resuelve como unx quiere. Así comenzó el proyecto de Último día de verano, en el ocaso de una relación amorosa. Al atravesar este duelo, la artista invitó a sus amigos a compartir los párrafos finales de sus libros favoritos y conformar un espacio comunitario para la reimaginación de la vulnerabilidad y el procesamiento de una pérdida, bajo un ejercicio de lectura y reescritura.

Último día del verano, 2023. Taller de vinculación comunitaria en Palacio Pereira Santiago de Chile. Cortesía de la artista

El proyecto creció en 2023 bajo la curaduría de fernanda ramos mena, a través del concepto de archivo de sentimientos, y al lado de Javiera Silva Hauyon, con quien se realizó una serie de talleres que abrían espacio a voces de la diversidad de subjetividades que se nombran desde la feminidad.

Mediante la intervención de finales de los libros compartidos por lxs participantes, estxs podrían moldear aquella historia, vaciarse en la reescritura y la lectura colectiva como espacio de experiencias con un final siempre vivo. Haciendo precisamente como lo propone val flores, un ejercicio de contra-escritura que permite situar recuerdos desde unx mismx, desde el yo y las voces que nos acompañan.

Pienso en el acompañamiento colectivo y la urdimbre que se entreteje entre las voces de lxs participantes. Pienso en lo poderoso de la escritura para hablar de una misma, desde los bordes blandos del tejido del cuerpo, atravesado por desvaríos, anécdotas y duelos. Pienso que, al dar voz a estas experiencias, en voz alta, colectivamente, se dispone un telar que da espacio para la empatía, la imaginación y la alteridad de mundo(s).

Último día del verano, 2023. Taller de vinculación comunitaria en Escuela de Arte, Universidad Católica de Temuco. Cortesía de la artista

“Desapropiándose de esos párrafos finales, la lectura brotaba del cuerpo lector que se mueve y baila, que grita y vibra, para narrar una experiencia personal en un proceso de regurgitamiento de la voz que necesita un espacio para sanar, para cerrar la herida o para simplemente acompañar y celebrar la vida”, menciona fernanda ramos mena, curadora del proyecto. 

Si la escritura es un dispositivo de nombramiento de la realidad que nos rodea, es también una tecnología que construye subjetividades, siendo preciso entonces hacer de esta práctica un proceso de decodificación del yo, dejar que se desborden sobre la página el eco de las voces que nos conforman y dar espacio para la imaginación, la vulnerabilidad desde donde contar nuestras historias, como un órgano de piel sintiente de nuestro cuerpo como archivo vivo.

Después de todo, ¿para qué sirven las experiencias que se convierten en recuerdos, si no para renovar la memoria y transformarla o incluso descartarla?

Último día del verano, 2023. Taller de vinculación comunitaria en Escuela de Arte, Universidad Católica de Temuco. Cortesía de la artista
Último día del verano, 2023. Taller de vinculación comunitaria en Escuela de Arte, Universidad Católica de Temuco. Cortesía de la artista

[1] Para conocer más sobre la memoria del proyecto visita: https://ultimodiadelverano.com/acerca-del-proyecto/

[2] flores val, Escribir contra sí misma: una micro-tecnología de subjetivación política. Texto presentado en el I Coloquio Latinoamericano sobre “Pensamiento y Praxis Feminista” realizado en el Museo Roca, Ciudad de Buenos Aires -24, 25 y 26 de junio de 2009 – Grupo Latinoamericano de Estudio, Formación y Acción en Sexualidad, Género y Cultura (GLEFAS) y el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE) de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.

Adriana Flores

Ciudad de México, 1993. Historiadora del arte de formación, curadora y gestora de profesión. Le interesan las redes que se tejen entre agentes independientes del circuito del arte, para visibilizar formas colaborativas de trabajo al margen de la institución. Ha curado exposiciones en distintos espacios independientes y galerías, como Studio Croma y Espacio Cabeza, y ha impartido talleres sobre historia del arte y curaduría contemporánea. Actualmente es directora de Lava, plataforma curatorial que propicia encuentros transversales entre curaduría, gestión e investigación de prácticas artísticas.

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