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PROYECTO HONORARIAS. ¿QUIÉN TRABAJA PARA QUIÉN?

En su muestra actual en la Galería Macchina, el colectivo Las Honorarias aborda nuevamente la noción de trabajo en la cultura contemporánea desde una perspectiva crítica. En esta ocasión, invitan a 18 artistas a idear obras que ellas mismas interpretarán, producirán y exhibirán. Este planteamiento desencadena una dinámica singular en la que Las Honorarias trabajan bajo las directrices de otros artistas, dando lugar a obras originales sin una autoría claramente definida.


Un curioso objeto geométrico llamó mi atención al ingresar a la sala. Se trata de una especie de prisma, elaborado con espejos, de no más de 11 centímetros de altura. A pesar de su pequeño tamaño, su ubicación privilegiada en una esquina de la galería le otorgaba cierta aura de importancia. Intrigada, busqué información sobre él en la hoja de sala, pero no la encontré. Me pareció particularmente desconcertante.

A diferencia de lo habitual en este tipo de documentos, la hoja de sala del Proyecto Honorarias no proporcionaba información sobre el nombre ni las dimensiones de las obras. Tampoco incluía a su autor/a, o al menos no de manera convencional. En su lugar, figuraba el nombre de un ‘protoautor’, quien había sugerido la idea de lo que sería la obra, pero no había participado en su desarrollo conceptual, ejecución y montaje. Todas las propuestas materializadas en las obras expuestas en Galería Macchina fueron principalmente realizadas por Las Honorarias.

Este colectivo, compuesto por Roery Herrera y Loreto Muñoz, concibió el proyecto con un enfoque en obras de arte por encargo. Para ello, invitaron a un conjunto de artistas de mediana y larga trayectoria a proponer sus ideas, entre ellos Gonzalo Díaz, Cristóbal León y Pablo Ferrer. Este último es el autor del objeto geométrico que me cautivó, parte de la gran instalación que ocupa una esquina diagonal en la sala, una estructura púrpura adornada con flores de plástico.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

La obra, que me pareció una suerte de lavadora con un toque glamorosamente kitsch, busca reflejar el estado emocional de Ágathe y Ulrich, los hermanos incestuosos que protagonizan la novela El hombre sin atributos. Ferrer basó su propuesta en torno a uno de los capítulos del libro, que adjuntó a un mail en el que solicitaba “hacer el intento de cifrar el estado de percepción” de los protagonistas “en el trabajo”.

En términos concretos, el capítulo se podría considerar poco acontecido, pues se centra en la conversación entre ambos personajes en un paisaje maravilloso. El diálogo comienza a partir de los colores de las plantas que los rodean, y termina transformándose en una reflexión metafísica acerca de la existencia de Dios y la muerte. Si bien la actitud de los hablantes resulta difícil de precisar, un aspecto innegable es el éxtasis que los invade en aquel ambiente paradisíaco. Un escenario que Las Honorarias interpretaron como un jardín burgués.

La posibilidad de adueñarse de un paisaje como el descrito en el cuento les parecía tan ajena que decidieron modificar su estética divina para acercarlo a su realidad. A través de pasto sintético, flores artificiales, pintura morada y cartón holográfico, las artistas ironizan sobre aquel jardín idílico, exagerando su belleza al punto de alcanzar la ridiculez.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte
Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

Al interior de la instalación se puede ver un video de Las Honorarias trabajando a martillazos. Esta pieza audiovisual es proyectada sobre una mica, creando una sensación acuática y ligeramente surrealista en la imagen. Mediante una pseudo hipnosis provocada por el objeto en los visitantes, las artistas recrean un paralelo con el éxtasis experimentado por los protagonistas en el jardín, quienes en el relato se muestran absortos ante el placer estético de las flores. Los espejos del cuerpo geométrico parecen aludir a la falsedad que subyace en esos momentos de confusión tan característicos de nuestra sociedad consumista, donde la gratificación instantánea se percibe como felicidad genuina.

La imagen de Roery y Loreto, inclinadas sobre estacas de madera mientras trabajan, contrasta con la de los personajes del cuento, que conversan recostados en reposeras de playa. El lenguaje florido empleado por los hermanos es reemplazado por el sonido de los martillos, anclando la experiencia en la realidad.

Esta búsqueda de realismo, que atraviesa todas las obras del colectivo, se refleja en el gesto de cubrir las paredes de la galería con cartón reciclado, transformando así el cubo blanco en un taller de vulcanización. En línea con esta estética, las artistas pintaron una franja azul que recorre un metro de la pared desde el suelo, imitando los escudos cromáticos antisuciedad que se encuentran en los muros de las vulcanizadoras.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

KUNG FU INSTALATIVO

El golpeteo de los martillos en el video se entrelaza con el relato proveniente de otra pieza audiovisual, basada en la propuesta del artista Pablo Rivera. En la pantalla, vemos a Roery haciendo un molde de la oreja de Loreto, la cual luego es empaquetada en una caja de pizza y enviada por delivery a la casa de Rivera, junto con un molde de la oreja de Roery. Durante los primeros minutos del video, una voz en off narra que el empresario José Menéndez Menéndez ordenaba cortar las orejas de los Selk Nam, un hecho histórico que Rivera buscaba denunciar en su propuesta para Las Honorarias.

Inicialmente, el artista les había encargado remover las orejas de siete estatuas de soldados y hacer un collar con ellas. Sin embargo, esta tarea resultaba extremadamente difícil de llevar a cabo, ya que no solo vandalizar monumentos constituye un delito, sino que también hacía imposible exhibir las obras en la galería de una universidad católica. Ante este desafío, Las Honorarias se vieron forzadas a adaptar la propuesta original, aprovechando la situación para hacer una declaración: crear moldes de sus propias orejas y enviarlos a Rivera en cajas que contenían mensajes estratégicos, incluyendo entre ellos el lema ‘quien no asume un riesgo nunca ganará una partida’.

Estas cajas se exhiben junto al video, acompañadas además por un libro de Enrique Campos Menéndez, descubierto por Loreto. Según relatan en la producción audiovisual, este libro pertenecía al encargado cultural de Pinochet, quien defendía a José Menéndez Menéndez argumentando que su abuelo no había cometido ninguna agresión, ya que solo había dado la orden de realizar el crimen, pero no lo había llevado a cabo personalmente.

A través de esta obra, Las Honorarias establecen una conexión entre la tercerización del corte de orejas de los indígenas y el encargo hecho por Rivera, ya que, si hubieran cumplido con la tarea, habrían sido consideradas culpables de vandalizar un monumento. Ante este dilema, las artistas decidieron cambiar el rumbo de la situación, adaptando la obra para generar un nuevo discurso.

En lugar de realizar la extracción de orejas, Las Honorarias optaron por crear réplicas; en vez de despojarlas, las regalaron. Al reproducir sus propias orejas en moldes, Las Honorarias se apropian de la idea; al enviarlas al autor de la idea, manifiestan su postura desafiante. De esta manera, la instalación/performance de Roery y Loreto se configura como una suerte de «Kung Fu conceptual», mediante el cual subvierten las estructuras de poder inherentes a la dinámica de quien encarga y quien ejecuta, destacando así el poder transformador de su autodeterminada condición de obreras.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

La manera en que el trabajo de Las Honorarias es percibido o entendido se refleja nuevamente a través de la obra que crearon en respuesta al desafío propuesto por Gonzalo Díaz: investigar el concepto de trabajo de campo inspirándose en los libros Las muy ricas horas del Duque de Berry y Las geórgicas. El primero es un manual de oración encargado por el duque francés a los hermanos Limbourg, mientras que el segundo es un libro con propósitos pedagógicos, comisionado a Virgilio para promover las labores agrícolas.

El Duque de Berry encargó a los miniaturistas Limbourg la creación de un libro de horas, un tipo de manuscrito distintivo de la Edad Media que contiene una serie de pinturas iluminadas relacionadas con las estaciones del año. Este detalle estético fue el que Las Honorarias visualmente trasladaron a su obra: una escultura colgante de trupán pintada en dorado, el color característico de las miniaturas que acompañan estos manuscritos.

A su vez, las artistas se inspiraron en el cuarto capítulo del texto de Virgilio, que trata sobre la cría y el cuidado de las abejas. Asesoradas por un apicultor, cosecharon miel de ocho colmenas y seleccionaron una de ellas para incluirla en su obra. En el centro del panal incrustaron el símbolo de una hoz y un martillo, cuyo significado adquiere mayor fuerza con la inscripción ‘uno es para todas el descanso, uno para todas el trabajo’, ubicada en el extremo central inferior del marco.

Tal y como en el caso de Las Honorarias, la labor de las abejas es realizada de forma colectiva, bajo la premisa de que cada una de sus integrantes es igual de relevante para el funcionamiento global del panal. Las comunidades de abejas se apoyan mutuamente en las tareas de cuidado de las crías, construcción y mantenimiento de la colmena y recolección del néctar de las flores, distribuyendo equitativamente el alimento entre ellas.

Las artistas utilizan la metáfora de la comunidad de abejas para resaltar la importancia de la colaboración y la igualdad en su trabajo, cada una especializándose en una tarea específica. Loreto se dedica a la fabricación de estructuras tridimensionales, mientras que Roery se enfoca en la animación y la pintura, elementos clave de su enfoque multidisciplinario. Bajo esta filosofía colaborativa, desafían la concepción tradicional de autoría en su producción artística.

En su exposición en Galería Macchina, Las Honorarias refuerzan este discurso al presentar obras en las que comparten la autoría con otros artistas que participaron en su conceptualización. Este enfoque cuestiona si el valor de una obra radica en la idea original o en su producción, desafiando la noción del artista como poseedor de genialidad única, una idea arraigada en el capitalismo como sistema económico. En cambio, resalta el valor del trabajo colectivo como una práctica que se ha consolidado desde el siglo XX con el surgimiento de las vanguardias artísticas y los avances en la tecnología y la comunicación.

Uno de los grupos más destacados del siglo XX fue la Asociación de Artistas de Vanguardia (VAKhN), ligada al Constructivismo ruso, un movimiento con el que Las Honorarias se identifican ideológicamente y del que extraen referentes para la identidad visual de su producción artística. En Proyecto Honorarias, el diálogo formal con la VAKhN se hace evidente en la atención prestada a las cualidades físicas de los materiales. Sin embargo, la estética industrial del Constructivismo ruso se adapta a las obras del colectivo mediante un enfoque más bien artesanal, lo que les confiere una apariencia genuina y humana.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte
Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

OBSESIONES REINTERPRETADAS

Se dice que la animación stop motion tuvo sus inicios alrededor de 1910, cuando Vladislav Starevich, entonces director del Museo de Historia Natural de Lituania decidió utilizar cadáveres de cucarachas para realizar un cortometraje. La idea surgió al notar que los insectos no dejaban de moverse o de frentón morían debido al calor de los focos utilizados para iluminarlos. Esa historia es una de las fascinaciones de Cristóbal León y se refleja tanto en sus producciones junto a Joaquín Cociña (León & Cociña) como en su propuesta para Proyecto Honorarias.

Está viva
Tiene pelo
Hace ruido
Tiene agujeros
Esconde un secreto

La descripción atañe a la muñeca bicéfala de hojalata propuesta por Cristóbal León. Detrás de ambos rostros/máscaras de plástico, dos parlantes reproducen el audio de una conversación entre Las Honorarias. La desnudez absoluta del mecanismo, así como los rostros que articulan el sonido de cada una de las voces, generan una sensación ligeramente perturbadora.

No obstante, a diferencia del trabajo de León & Cociña, la muñeca de Las Honorarias tiene un componente humorístico. No solo por la originalidad de la creación, sino también por la naturaleza del diálogo que mantienen ambas cabezas. En él, se retoman algunas frases del manifiesto que escribieron para su anterior exposición en Espacio218, El Sudor de la Frente, en relación con la precariedad del trabajo cultural en Chile.

R: No sacrificarlo todo, pero sí una gran parte de algo.
L: Una vez leí de una artista que prefería comprar materiales que almuerzo.
R&L: Nunca haremos eso.

Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte
Vista de “Proyecto Honorarias”, del colectivo Las Honorarias, en Galería Macchina, Santiago de Chile, 2024. Foto: Benjamín Matte

Si la obsesión Frankensteiniana de Cristóbal León es reinterpretada por Las Honorarias mediante una aproximación artesanal-humorística, el interés por la estética de la maldad de Víctor Hugo Bravo es reconceptualizado a través de una instalación/performance que hace referencia al Servicio Mejor Niñez, el encargado de proteger a niños, niñas y adolescentes que fueron gravemente vulnerados en sus derechos.

La instalación incluye un sonajero pintado con un diseño militar, un motivo recurrente en las obras de Bravo, solo que las características tonalidades verdo-terrosas son reemplazadas por la paleta de colores de los caramelos Skittles. El sonajero está fijado sobre una escultura de metal cobrizo que representa una casa. Un sistema robótico lo activa periódicamente, produciendo sonidos. En la pared, diagonal al sonajero, las artistas colocaron un papel que documenta una donación al Servicio Mejor Niñez. El documento acredita la recepción de un conjunto de sonajeros artesanales destinados a sesiones de musicoterapia.

El papel establece un vínculo entre la sala expositiva y el mundo exterior, creando un paralelo entre el sonajero que forma parte de la instalación y los donados al servicio, invitándonos a reflexionar sobre la situación de estos niños. Fue inevitable pensar en la fugacidad de la posible alegría causada por la donación de estos juguetes; imaginar a los niños del Servicio con los sonajeros durante su sesión terapéutica.

La imagen se desvaneció rápidamente cuando recordé la historia de una abuela cuyo nieto llevaba más de cinco años esperando para acceder a un Programa de Reparación de Maltrato Grave. Me puse a pensar en las condiciones de las residencias familiares, donde los menores carecen de amor, donde muchas niñas son víctimas de explotación sexual y los niños son reclutados por bandas de narcotraficantes.

Esta obra, que encapsula el corazón de la propuesta de Víctor Hugo Bravo, Trabajar con el concepto de lo NEFASTO, fue la que más me impactó. Mientras recorría el resto de la exposición y veía otros trabajos que abordaban otros temas, el sonajero no dejaba de golpetear la estructura metálica de la casita, insistiendo en su presencia. A veces, parece que aún lo escucho.


Proyecto Honorarias está abierto hasta el 24 de abril de 2024 en Galería Macchina, Santiago de Chile.

La/os artistas invitada/os son: Mónica Bengoa, Víctor Hugo Bravo, Carlos Costa, Gonzalo Díaz, Pablo Ferrer, Manuela Flores, Ricardo Fuentealba, Rainer Krause, Lukas Kuhne, Cristóbal León, Adolfo Martínez, Luis Montes, Mario Navarro, Bernardo Oyarzún, Leonardo Portus, Pablo Rivera, Pablo Suazo/Editorial Plo, Iván Zambrano.

Victoria Abaroa

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad del Desarrollo (UDD - Chile), donde se desempeñó como ayudante de Periodismo Interpretativo. Cuenta con una especialización en Social Marketing de Northwestern University, y ha realizado múltiples cursos sobre comunicaciones en el campo de las artes visuales dictados por Node Center for Curatorial Studies (Berlín). Sus textos han sido publicados en Artishock y en la Revista Ya.

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