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AD MINOLITI & CATALINA SCHLIEBENER: MANIFESTO OF IMMATURE ABSTRACTION

La inmadurez, culturalmente, suele ser un estado de valoración negativa que utilizamos para sentenciar una amplia serie de insuficiencias que son vividas como un fracaso subjetivo, o como parte de una economía de poder que sostiene formas jerárquicas de organización y reconocimiento de lo social. Se trata de una expresión que aparece cuando un comportamiento, una idea, un cuerpo, o también una obra de arte, no logra alcanzar aquella expectativa de eficiencia cognitiva, de pureza moral, de capacidad física o de profundidad epistémica que se exige como condición de verdad en la versión normalizada del dispositivo de la persona.

Esta sanción sobre aquello que no presenta un justo desarrollo, aquello que se percibe como liviano, como endeble, como incoherente o falto de efectividad, es decir, como una experiencia debilitada del ser, como un borrador que no ha alcanzado su versión final, es decir, su verdad, ha sido históricamente analogado con la expresión de lo infantil. De hecho, pensamos en la inmadurez en el curso del crecimiento como indicador de una falta de profundidad ontológica, como una marca que nos orienta en el camino de ser adultos, sujetos completos, es decir, lo suficientemente humanos.

Ese aun no, ese no suficiente, es la insatisfacción reguladora sobre la que se construye la separación simbólica entre el orden social adulto-humano-racional, y su necesaria contracara, la descontrolada animalidad-inmadura-infantil, una experiencia inadaptada que se corrige lentamente a partir del imperativo disciplinante sobre su condición como malestar cultural.

Ad Minoliti. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Manifesto of Immature Abstraction toma como punto de partida una política de la amistad entre el trabajo de Ad Minoliti y Catalina Schliebener Muñoz para explorar modos queer de aproximación a la abstracción, a partir del empleo de colores y formas que articulan narrativas no binarias sobre el género, la sexualidad, la edad y la vida entre especies, a partir del desmantelamiento crítico de los imaginarios coloniales de lo infantil desde el Sur Global.

A través de esta aproximación, Minoliti y Schliebener Muñoz se dedican a descomponer y reinterpretar en un diálogo enriquecido por sus respectivos estilos artísticos, las tecnologías materiales, los aparatos semióticos y las culturas visuales que componen tanto la complejidad como la fluidez de la identidad como un constructo social.

Las obras de Ad Minoliti presentadas en esta exposición son un vívido testimonio de cómo el lenguaje de la geometría, al encontrarse con la potencia vital del color, puede utilizarse para codificar un ecosistema alternativo. Las formas geométricas y orgánicas se combinan para sugerir rostros humanos, alienígenas o androides y siluetas de animales, pero lo hacen de manera enigmática, casi como si estuvieran ocultando secretos dentro de sus contornos definidos por círculos, puntos y líneas curvas.

La paleta de cada lienzo es un espectro que abarca desde la calidez de naranjas, amarillos y rojos, hasta la frescura de azules, verdes y morados, estableciendo cada una un diálogo entre sí, sobre fondos que alternan la temperatura visual y emocional del espacio pictórico.

Ad Minoliti. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Su obra retoma de la pintura Metafísica de vanguardia, la reflexión crítica sobre los vínculos entre el cuerpo y la espacialidad del poder, un modo de organización cultural que se propone desmantelar en todas sus formas binómicas: cultura-naturaleza, masculino-femenino, razón-experiencia, humano-animal, y finalmente adulto-niño.

A su vez, el acto de descomponer y recomponer los elementos básicos que constituyen a toda forma lo retoma del collage, empleándolo como una poderosa crítica de la identidad: una estructura no estática sino dinámica, siempre en devenir.

Paralelamente, la estética de la decoración se canaliza para proyectar una visión del mundo donde la visibilidad es celebrada en toda su desinhibida y colorida gloria. En su trabajo, la alegría trasciende su rol como mera emoción para convertirse en un acto de resistencia, un compromiso con la multiplicidad de la vida y una afirmación de las infinitas posibilidades de coexistencia.

El empleo de estas formas y colores que realiza Minoliti no solo constituye herramientas para ir más allá de la simple representación, cuestionando y desafiando las construcciones sociales del género y la sexualidad, sino también un desafío a las estructuras normativas que significan la inteligibilidad de lo vivo y de le Otre, celebrando a partir de un modo de aproximación queer y un desenfado infantil a la abstracción, la belleza intrínseca de la variabilidad infinita.

Catalina Schliebener Muñoz. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Por su parte, Catalina Schliebener Muñoz, a través de estrategias de apropiación crítica de personajes del mundo Disney, junto con la incorporación fragmentaria de ilustraciones infantiles y la inclusión de objetos decorativos encontrados, ha desarrollado con su obra un largo proyecto de investigación sensible sobre los sentidos enigmáticos de la infancia y, especialmente, los lenguajes en que les niñes expresan, encarnan o actúan la potencia sensible de su extrañeza.

Si bien la técnica del collage ha sido el recurso central para dar cuenta de forma crítica de los sentidos normativos que socialmente intentan significarlos, trastocando los regímenes de asignación biopolíticos mediante la potencia sensible del ensamblaje humano-animal, las imágenes de esta exhibición, que componen la serie Coloring Book, introducen la relación entre el trazo lúdico de lápices de colores y el bordado.

Los elementos repetitivos, el fragmento y la simetría que componen estas imágenes no proporcionan una sensación de orden y equilibrio, mientras que las ligeras variaciones y las líneas orgánicas y fluidas añaden un movimiento dinámico a cada pieza.

La percepción inicial en sus obras es desafiada por materiales e imágenes que transmutan un dispositivo de subjetivación infantil en una práctica queer, simplificando y estructurando su complejidad. En lugar de procesarlas fácilmente como un conjunto organizado, el trabajo de Schiliebener Muñoz ofrece dificultad e incomodidad al obstruir, a través de su apropiación crítica de una aparente ingenuidad formal la coherencia funcional del sistema perceptivo que necesita hacer de la realidad un todo unificado para poder significarlo.

De esta manera, estas obras ofrecen una idea sobre la naturaleza ilusoria del yo normalizado, presentando figuras que se confrontan con una imagen especular que es todo menos íntegra. No hay un reflejo coherente que permita el reconocimiento de un yo unificado; en cambio, lo que se revela es una imagen fragmentada que desafía la noción de un yo cohesivo.

La simetría y la duplicación intentan, en vano, reconstruir una identidad completa a partir de fragmentos dispersos: piernas, manos, brazos, colas, cada uno distante del otro. Este juego de espejos no sólo refleja, sino que también revela la multiplicidad inherente al yo, mostrando que la identificación es un proceso constante y dinámico, plagado de inconsistencias y alteraciones.

Las distorsiones que aparecen en estas imágenes no son meros errores de percepción, sino manifestaciones de la tensión entre el ser y su representación. La obra, en su conjunto, se convierte en una poderosa declaración sobre la naturaleza fragmentada de la autopercepción inmadura que desmonta la construcción binaria del yo.

Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, de Ad Minoliti y Catalina Schliebener Muñoz, en Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería
Catalina Schliebener Muñoz. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Manifesto of Immature Abstraction reúne estos dos modos particulares de aproximación queer a la abstracción, para exponer el vínculo deconstructivo que existe entre las operaciones geometrizantes de Ad Minoliti y la fragmentación en Catalina Schliebener Muñoz, como herramientas lúdicas que componen un método difuso desde el cual deshacer la autoridad binaria que organiza la separabilidad moderno colonial.

A partir de estos procedimientos, les artistas transforman el insospechado universo de lo infantil, y en particular la subordinación capacitista que lo rodea, en un lenguaje que deshace y rehace tanto la identidad, el cuerpo, como la historia del sexo y las relaciones sociales desde una perspectiva que no olvida las economías geopolíticas que las determinan.

Contaminando la pureza formal, la seriedad ideológica y la neutralidad moral de la abstracción con la economía afectiva que define la abyección del posicionamiento infantil, desplazan el acumulado histórico de su supremacía simbólica, transformando la ingenuidad, la debilidad y el deseo de cuidado en un elemento indócil.

Volver a lo infantil, para les artistas, es decir, retomar el contacto con los dibujos animados, expresar preocupación por las especies de compañía, crear ambientes emocionalmente livianos y misteriosamente ambivalentes, que privilegian sensaciones vinculadas con la calidez, el juego y la fantasía especulativa de lo inocente al recuperar procedimientos técnicos menores, como el boceto, el ensayo, el colorear y el bordado, es un modo de potenciar la condición salvaje (wild) de lo queer en tanto fuerza inadecuada ante la rectitud normalizante de lo real.

Un empleo de lo animal y lo infantil que desafía las jerarquías establecidas y redefine las relaciones entre los humanos adultos y estos “otros” percibidos como diferentes e inferiores. La fuerza de sus obras desmonta y reconstruye conceptos relacionados con la ética, la cognición y la humanidad, invitando a una reflexión profunda sobre la interrelación de estas categorías, al mismo tiempo que revela el poder insospechado que contienen las formas suaves, las representaciones infantiles, los objetos tiernos, como las operaciones humorísticas, en tanto agencia subestimada, en la desobediencia vitalista ante las exigencias opresivas que diagraman los regímenes heterocoloniales y capacitistas en su continua vigilancia de aquello verdaderamente político y suficientemente artístico.

Gracias a este ecosistema tan animal como infantil, creado en el diálogo amistoso de Ad Minoliti y Catalina Schliebener Muñoz, la inmadurez deviene en un undoing que intersecta, como mencionamos anteriormente, la continuidad sexo-raza, a través del desmontaje de la ficción moderno colonial del cuerpo.

Catalina Schliebener Muñoz. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Ya sea a través de la convivencia indiferenciada entre personajes aparentemente humanos y animales, como a través de animales antropomorfizados cuya organicidad es desorganizada abstractamente hasta adquirir una condición próxima a lo monstruoso, estamos ante el desdibujamiento juguetón de la condición de especie que revela la ansiedad de la condición de lo humano una vez que se ponen en jaque los contornos estables de su dominio histórico.

Este ejercicio llevado adelante por les artistas, en tanto de crítica, ofrece el desmontaje de la especie, como el camino necesario para finalmente desmontar la condición social del yo y, en particular la adultez, como una de sus más sofisticadas tecnologías de jerarquización sensible de lo vivo.

Un tipo de crítica que moviliza una epistemología diminuta, que a pesar de su posicionamiento marginalizado como insuficiente, funda condiciones para hacer del arte abstracto, un ambiente fantasioso en el cual ensayar infantadas, confrontaciones en voz baja y temporalidades raras sobre la materialidad de la interdependencia y los modos no violentos de cohabitación que, hoy, urgen al presente.

—Nicolás Cuello, Syd Krochmalny

Catalina Schliebener Muñoz. Vista de la exposición “Manifesto of Immature Abstraction”, Barro, Nueva York, 2024. Foto cortesía de la galería

Manifesto of Immature Abstraction curada por Nicolás Cuello y Syd Krochmalny se podrá ver hasta marzo de 2024 en Barro Nueva York.

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