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POEMAS FOSILIZADOS PARA UN MUNDO (NO) HUMANO

Imaginar el origen del lenguaje nos lleva a un laberinto de relaciones imposibles de situar en un sólo punto de inicio. La disputa por el lenguaje en el sistema del devenir humano busca encontrar sus orígenes de manera espontánea en la evolución, desconectándolo de su naturaleza intrínsecamente animal. Sin embargo, al habitar micro mundos propios no podemos evitar el roce de nuestras pieles con otras pieles que nos conectan en una cadena de interrelaciones [1] con otros seres vivos.

En este sentido, la práctica artística de Lucía Hinojosa Gaxiola (Ciudad de México, 1987) nos invita a cuestionarnos sobre cómo podemos imaginar la existencia del lenguaje y de las palabras sin la diversidad de ecosistemas de los que formamos parte actualmente. En nuestro(s) lenguaje(s), ¿quedan rastros sonoros de nuestra animalidad o de los ecos planetarios?

La obra de Lucía se desarrolla a través de diversos medios como la práctica sonora, performativa y audiovisual. Para ello, lleva a cabo procesos de largo aliento centrados en la investigación de archivo y en un quehacer continuo de escritura poética. Su poesía se revela como un contenedor de memorias fragmentadas que se hilan hasta transformarse en acciones, rastros de lenguaje y gestos mínimos.

En tanto, el uso del archivo sobresale como vestigio de historias —familiares, sociales, ecológicas— casi diluidas que se resisten a desaparecer ante el paso del tiempo. En este cruce, las palabras son un sustrato que recubre los indicios del lenguaje en la historia profunda de su fosilización, que subyace en el transcurrir entrópico de la naturaleza.

Lucía Hinojosa Gaxiola, Cartas a letras desconocidas, 2023. Escultura sonora (audífonos, hojas, rocas, objetos encontrados, caja de luz) 20 minutos en loop. 2023. Foto: Aimée Suárez Netzahualcóyotl. Cortesía de la artista.

Así, Lucía atiende a los lenguajes ocultos de la tierra y los despoja de su jerarquía como producto cultural netamente humano, recuperando en su práctica los sonidos terrestres y sus posibles orígenes en nuestras propias formas de comunicación. Estar frente a la práctica performativa y sonora de Lucía es una invitación a agudizar la escucha para atender a las líneas invisibles del lenguaje y “recordarnos de su origen poético” [2] más allá de lo humano.

salieron flores salvajes y no había ojos humanos
todavía

su formación evolutiva
tomó miles de racimos
mitologías oxidadas
carburando
bajo la oración de sus cráteres
minerales subterráneos

brotan
alfabetos
escrituras
asémicas
y ritmos
[3]

Entre la caricia de nuestros cuerpos con los cuerpos de agua se exaltan las relaciones sociales, culturales y espirituales que inevitablemente llegan a contarnos una historia que rebasa la historia humana. En la pieza de largo aliento Acción fértil (2018),Lucía propone una serie de interacciones con el agua de un pozo de roca volcánica en La Candelaria, Santa Cruz, en Ciudad de México. Esta zona, conformada por pueblos que en su momento se conectaban a través de mantos acuíferos, ha sido absorbida por la mancha urbana. Con ello, los cuerpos de agua que rodeaban la tierra se han secado gradualmente hasta casi desaparecer. Lo que queda son sus “microgeografías», en las que se resguarda la memoria del agua.

teníamos / acuífero manto / constelación [4]

Lucía Hinojosa Gaxiola, Acción fértil, 2018. Video instalación con sonido para La oficina del agua, Bienalsur 2021, Museo de la Inmigración (MUNTREF), Buenos Aires, Argentina. Cortesía de la artista.
Lucía Hinojosa Gaxiola, Acción fértil, 2018. Stills de video-performance

La artista le dedica a este sitio un ritual de nudos, piedras y libros con historias que la contienen entre sus hojas; reúne fragmentos de historias compartidas por las personas que habitan la zona y realiza una ofrenda en donde, en un acto de sanación, sus manos recogen agua del pozo con un cuenco. En Acción fértil (2018), el agua es una potencia narrativa que guarda un archivo vivo y, al mismo tiempo, desentraña la ancestralidad de un ecosistema que busca caminos de supervivencia en el complejo entramado urbano.

Entre una espiral, veo cómo el viento impacta contra las hojas caídas que levantan su vuelo, asemejando el aleteo de las aves al abrir sus alas [5]. En esta relación, no puedo evitar pensar en cómo Hinojosa Gaxiola juega constantemente con la poesía y residuos de paisaje que recoge en su camino.

En cierto sentido, las hojas contienen palabras y fragmentos de un paisaje en descomposición. En duelo de viento (windgrief) (2016-17), la noción de residuo cobra un doble sentido al fragmentar el poema La tierra baldía, de T.S Eliot, en el que la vida y la muerte son parte del mismo ciclo.

La pieza es un ritual de despedida de la abuela de la artista, fallecida en esos años, y a su vez, un desmembramiento del poema de Eliot, considerado uno de los más importantes en la literatura del siglo XX.

La acción de Lucía despoja al autor de su figura emblemática de la “literatura universal” —y patriarcal— y materializa el poema con gestos poéticos que lo regresan entre las plantas caídas de los árboles, para llevarlo a un estado de desgaste causado por los cambios meteorológicos. En el registro fotográfico, vemos cómo las palabras se van confundiendo entre la hojarasca y el poema se disuelve, como un cuerpo que regresa a la tierra a modo de materia orgánica.

Lucía Hinojosa Gaxiola, duelo de viento (windgrief), 2016 – 2017.

La materia orgánica se acumula entre las arboledas. Entre ellas, se escucha el ligero tránsito de gusanos e insectos y se revelan los micelios que aceleran su estado de putrefacción. Los hongos juegan un papel primordial de un sistema que se interconecta posibilitando un estado perpetuo de regeneración y descomposición.

En la obra Micelios sonoros (2021), la artista expande la noción de “grabación de campo” al improvisar en vivo para –y con– el paisaje. En esta intervención sus colaboradores son el musgo, las piedras y la hojarasca, con quienes crea texturas de sonidos subterráneos.

Con el uso de un sintetizador análogo y a través de ejercicios de respiración, este paisaje sonoro es un concierto secreto dedicado a la gran masa o red infinita de fungi, compuesta por largos filamentos denominados hifas.

Este poema sonoro, carente de palabras humanas, está habitado por “voces” de diversos organismos que muestran el tránsito de un entorno dinámico y vivo, mezclado con los ruidos antropocéntricos que invaden al planeta, como la presencia de un avión en el cielo que se integra con los sonidos generados por la artista en sitio específico.

En este caso, el sonido es micelio en un sistema de comunicación que conecta las ecologías sonoras humanas y no humanas que habitan el paisaje en una tensión poética-política.

Lucía Hinojosa Gaxiola, sincronía (2017), registro de electrocardiograma utilizado como poema/partitura y pieza sonora.
Lucía Hinojosa Gaxiola, sincronía (2017), registro de electrocardiograma utilizado como poema/partitura y pieza sonora.

La obra de Lucía se enmaraña entre hilos de relaciones, como las hifas, en los que la poesía deriva en acción y esta, a su vez, en partituras sonoras fragmentadas en poesía. En sincronía (2017), durante un electrocardiograma la artista lee en silencio cuatro poemas distintos; su lectura se convierte en una partitura que da cuenta del cambio de ritmo y pulso cardíaco entre la lectura de un poema a otro.

La poesía deja un registro de su vitalidad —y residualidad— en la partitura/ electrocardiograma, que no tiene una forma definida de interpretación, sino que permite especular sobre su significado al igual que una huella fósil desconocida.

Si la pieza sincronía (2017) propone la regulación de la palpitación a través de la poesía, Cartas a letras desconocidas (2023) nos sitúa en un futuro donde sólo quedan los rastros poéticos de un lenguaje humano. El lenguaje forma parte de las capas profundas de los orígenes de la vida y su putrefacción-petrificación son ineludibles en un mundo sin humanos.

En un panorama desolador frente a nuestra, en apariencia, irremediable extinción, Cartas a letras desconocidas (2023) se despliega como una instalación sonora con los fragmentos —ramas, hojas y piedras— de palabras en descomposición que, con el arrastre del agua, el viento y la tierra, van erosionándose; mientras tanto, nosotrxs dislocando la temporalidad de donde nos encontramos, escuchamos al futuro planetario sin lograr descifrar lo que queda de la poesía en este mundo ya sin humanos.

Lucía Hinojosa Gaxiola, Cartas a letras desconocidas, 2023. Escultura sonora (audífonos, hojas, rocas, objetos encontrados, caja de luz) 20 minutos en loop. 2023. Foto: Aimée Suárez Netzahualcóyotl. Cortesía de la artista.
Lucía Hinojosa Gaxiola, Cartas a letras desconocidas, 2023. Escultura sonora (detalle, caja de luz). Foto: Aimée Suárez Netzahualcóyotl. Cortesía de la artista.

a quien corresponda:

un futuro indocumentado
un futuro que no se promociona
un futuro que no depende de medidas
un futuro que no requiere resistencia
un futuro que no será premiado
un futuro que se concibe desde el deterioro
un futuro que aún no es

un futuro [6].


Notas

  1. “Ni el ser humano ni ninguna otra criatura están encerrados en sí mismos, aprisionados en la cápsula de su piel; más bien somos pasajeros de un viaje que se hace junto a toros, que parece iniciar en el momento de nuestro nacimiento y acabar en el momento de la muerte, pero que más bien es un viaje mucho más largo hecho de constantes transformaciones, de trayectorias impensadas, por las cuales hemos estado deambulando a través de distintas escalas y tiempos. Omar Felipe Giraldo, Ingrid Toro, Afectividad ambiental: Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar, versión e-book.
  2. “El lenguaje es poesía fósil. Así como la piedra caliza del continente está formada por masas infinitas de conchas de animálculos, el lenguaje está formado por imágenes o tropos que ahora, en su uso secundario, hace tiempo que han dejado de recordarnos su origen poético. Pero el poeta nombra la cosa porque la ve, o porque se acerca un paso más a ella que cualquier otro. Esta expresión o denominación no es arte, sino una segunda naturaleza, que surge de la primera, como una hoja de un árbol”. Ralph Waldo Emerson, “El poeta”, consultar aquí. Una versión en español se puede conseguir en Editorial Buenos Aires Poetry.
  3. Lucía Hinojosa Gaxiola, The Telaraña Circuit, Tender Buttons Press, 2023.
  4. Cuadernillo de poemas en torno a la pieza Acción fértil.
  5. Esta frase hace alusión al poema It’s the Season I Often Mistake (Es la estación que suelo confundir) de la poeta estadounidense Ada Limón.
  6. Poemario leído como parte de la instalación Cartas a letras desconocidas de Lucía Hinojosa que formó parte de la exposición a dúo con la artista Bernke Klein Zandvoort, Estas voces enmarañadas, Vernacular Institute, Ciudad de México (18 de noviembre, 2023 al 20 de enero, 2024).

fernanda ramos mena

Ciudad de México, 1991. Curadora y gestora. Su investigación se centra en la noción de activismo curatorial con el objetivo de dar salida a proyectos que cuestionen las narrativas lineales, patriarcales y hegemónicas del arte. Entre 2019 y 2022 formó parte del equipo curatorial del Museo de Arte Moderno en CDMX. Además, ha curado proyectos independientes para el ASU Art Museum (Tempe, Arizona, 2022-23) y Salón Silicón y Pequod Co (2023) en CDMX. Es curadora de la obra/repositorio “Último día del verano” de la artista chilena Paulina Silva Hauyon, que desde la literatura activa los archivos personales vinculados a mujeres y sexodisidencias. Es cómplice permanente de Dinamita plataforma, iniciativa editorial enfocada en el cruce entre los activismos transfeministas, el arte y la cultura, donde co-editó la publicación de dibujo “Trazar las disidencias”.

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