CLIMA FITNESS
(O ESPECULACIONES SOBRE CÓMO HABITAR LAS CUERPAS DEL FUTURO)
Ser de un lugar implica estar integrado en la red de la vida de dicho lugar. Lleva miles de años y la mentalidad de construir relaciones que mantengan a la gente en permanente comunicación con los seres vivos con quienes comparten espacio. ¿Cuánta enfermedad está relacionada con gente que la lleva a lugares que no les son familiares y donde el genoma no puede proteger a los nativos? ¿Qué hay del microbioma endémico y las oportunidades genéticas que ofrecen estas entidades?
Rupa Marya[1]
En diciembre pasado, tuve la gran fortuna de hacer un paseo de cuatro días en barco por el Amazonas peruano con mi familia. Saliendo de Iquitos, recorrimos unos 400 km hacia el sur en contracorriente, parando en las reservas de Ayacucho, Pacaya y Samiria, para luego regresar al punto de partida.
Al llegar a Iquitos, me perseguía el fantasma herzoguiano de Fitzcarraldo. Para mi decepción, constaté que los palafitos a orillas del río que aparecen al principio de la película están ya abandonados, en parte por la sequía, en parte por el Puente Nanay, inaugurado en 2021, que pasa justo por encima y que los guías nos mostraron con orgullo.
Me di cuenta de que mi conocimiento del Amazonas viene del cine, de cierta cultura de masas que ha transformado a la aorta de la madre tierra en imagen y objeto. Muchas de sus maravillas, como las bromelias, orquídeas, monos araña, ficus, perezosos y anacondas, se han convertido desde la colonia en productos de exportación global, integrándose así en nuestra vida cotidiana.
El barco funcionaba como burbuja para aislarnos del calor, los mosquitos y las vicisitudes e incomodidades de la selva. La pantalla del celular, como próstesis del paisaje, me permitía verlo más nítido y perfectamente bien iluminado. Más de alguna vez, los compañeros de viaje expresaron miedo a la anaconda en su versión gigantesca, o a las pirañas devorando a un cuerpo en segundos, imágenes plantadas por Hollywood en nuestras imaginaciones.
¿Cómo evocar lo que se perdió tal y como lo registra El abrazo de la serpiente del cancelado Ciro Guerra? ¿Cómo escuchar, sentir la selva después de haber comido hamburguesas en el Rain Forest Cafe, una cadena de restaurantes temáticos estadounidenses donde se reproducen grabaciones de los sonidos selváticos entre imponentes representaciones de plástico de su flora más característica? ¿Cómo no enfurecerse ante la visión de un barco canadiense buscando petróleo a lo lejos, mientras que en primer plano veía chapotear delfines rosados?
¿Cómo saberse cómplices del emprendimiento extractivista? ¿Podrá la humanidad desaprender el conocimiento racional de los exploradores europeos y norteamericanos, los mapas ahora convertidos en datos, desechar la idea de que partes de la selva todavía son territorios “vírgenes” explotables? ¿Que El Dorado no existe y que es urgente reencantar, resacralizar los territorios, resarcir los lazos de los humanos con la tierra?
Los guías a cargo de la expedición de nuestro Molly Aida versión Calatrava nos mostraron la versión más kosher del Amazonas, las partes no tan contaminadas o asediadas por el capital trasnacional. Visitamos lugares muy alejados de los sucesos que narra Eliane Brum en sus escritos denunciatorios sobre la situación en el Amazonas brasileño: de la catástrofe medioambiental y humana en Belomonte; de la intensificación del asedio extractivista con Bolsonaro; de la violencia que acecha a las comunidades devastadas; la destrucción del paisaje; la contaminación de los ríos con mercurio y pesticidas y cómo las cuerpas de otros seres vivos se convierten en espejos del arrasamiento, enfermos de cáncer. El cáncer es el destino de los descendientes de esclavos, nietxs de indígenas[2].
Nuestros guías repetían hasta el cansancio que el color marrón oscuro de las aguas no se debe a la contaminación, sino a la vida propia que lleva el río en su cauce, un sedimento riquísimo en nutrientes. Nos contaron que los pobladores todavía tienen que aprender a no atrapar a los manatíes, hormigueros, monos o perezosos como mascotas (¿qué accesorio más significativo de “civilización” que una mascota?), así como a recoger la basura.
Yo trataba de desviar mi mirada de las partes donde veía flotando botellas de plástico, pero me decía que el plástico anuncia la modernización y es el síntoma de la desconexión entre los miembros de las comunidades con los territorios. Que necesitamos habituarnos a los paisajes regados de plástico porque así se ve el planeta en el s. XXI. Vivimos en la utopía de modernidad que nuestros abuelxs europexs imaginaron, donde el plástico se convierte en parte de nuestra herencia, como dice Heather Davis[3].
El día de Navidad visitamos la comunidad 20 de enero en una de las reservas estatales del río. Quisimos ser buenas turistas y reprodujimos la coreografía transaccional del encuentro del extranjero con los locales, llevando a los niños tetrabriks con chocolate, panetones miniatura y juguetes bien definidos por género para distribuirlos.
Les llevábamos ejercicios de heteropatriarcado, azúcar procesada y plástico. Todo esto conforma un dispositivo de mutación corporal y comunitaria que preparará a les niñes para el papel que el régimen capitalista racializado les ha asignado en la división global de trabajo. Así, las nuevas costumbres sociales y de nutrición generarán mutaciones y deseos que se expresarán en sus fisiologías y el ecosistema.
A pesar de las noticias inquietantes sobre incendios brutales, asesinatos de defensores del territorio, sequía, violencia impensable, devastación y granjas masivas de ganado, para nosotras el viaje era una manera de constatar que la aorta de la madre tierra sigue latiendo, aliviando en cierta medida nuestra ansiedad ante la crisis medioambiental global.
A mí me faltó sentir más la selva en mi cuerpo, aunque se me había metido expresándose en retención de líquidos, picaduras de mosquitos, constipación, un ligero dolor de cabeza y la sensación en los huesos de existir de manera violenta. ¿Qué pensaran los pobladores del Amazonas que desean “modernizarse” acerca de lxs humanxs privilegiados “modernos”, que habitan grandes ciudades y se comportan como los perezosos? Aislados todo el día, drogados con el hongo que coloniza las hojas del manglar rojo, no son muy distintos a lxs humanxs adictxs a la dopamina generada por el consumo permanente de datos en las pantallas.
Bajo la luz de la necesidad urgente de una emancipación cognitiva del régimen del heteropatriarcado, de formas injuriosas para sostener la vida humana en el planeta, de la crisis del dispositivo del Estado-Nación y las limitaciones de la descolonización, artistas, pensadores y productores culturales se están dando la tarea de explorar cómo repensar la existencia humana, especialmente a partir de la posibilidad de trascender la dicotomía artificial entre la naturaleza y lo humano como una manera de encarar los retos del Antropoceno.
Todo esto en el contexto de la versión fundamentalista y academizada de las políticas de la identidad y la polarización masiva, genocidio y limpieza étnica, la creación de poblaciones redundantes gobernadas por el necropoder, el cambio climático y las epidemias de enfermedades inflamatorias y toxicidad medioambiental.
En nuestro actual contexto post-político, artistas por todo el planeta están experimentando con la idea de que mientras que los humanos no somos los agentes centrales en la regulación climática, sí estamos haciendo que la biosfera sea inhabitable a mediano plazo. A partir del concepto de simbiosis, que significa reconocer creativamente el hecho de que el mundo está conformado por actantes comprometidos en procesos temporales de “realismo agencial,” como lo pone Karen Barad[4], estos creadores están experimentando con lo que sería una “ontología” no-humana.
Tales desarrollos implican también abordar la producción artística desde lo “posthumano”, tanto en el sentido que le da Rosi Braidotti como Silicon Valley, así como desde el concepto de “lo planetario” de Gayatari Spivak y el interdicto de Donna Haraway de “mantenerse con el problema”.
En otras palabras, los urgentes temas planetarios y el callejón sin salida en el que se ha convertido la política han dado lugar a investigaciones interdisciplinarias de naturaleza epistemológica, ontológica y estética que convergen en exposiciones como Symbionts. Contemporary Artists and the Biosphere (MIT, 2022-2023), curada por Caroline Jones.
Esta muestra y las investigaciones sobre simbiontes abrazan el principio de «vivir con» como una condición que es a la vez biológica y cultural. A través de sus obras, lxs artistas reconocen el enredo simbiótico y la interdependencia como una crítica al individualismo extractivista[5].
También cabe mencionar la 11ª Bienal de Liverpool (2021), titulada The Stomach and the Port, curada por Manuela Moscoso durante la pandemia. Esta bienal presentó obras públicas, exposiciones en realidad virtual y videos que permitían realizar un recorrido curatorial.
El punto de partida de la bienal fue adoptar formas no occidentales de pensamiento para desafiar la comprensión del individuo como una entidad definida y auto-suficiente. Al mismo tiempo, planteó al cuerpo como un organismo fluido que se forma y da forma a su ecosistema de manera continua.
El Puerto de Liverpool funcionó como una metáfora site-specific del estómago, como el centro del cuerpo y punto de contacto global. En última instancia, el puerto fue concebido como una alegoría de la porosidad, como una forma de comprender las fronteras, así como la piel, los lazos afectivos y el tejido social[6].
Otra exposición que aborda temas similares es Sex Ecologies (2021-2022), curada por un equipo de cinco personas lideradas por la exdirectora del Kunsthall Trondheim en Noruega, Stefanie Hessler. Lxs artistas exploraron el género, el sexo y la sexualidad en el contexto de la ecología; cuestionaron la distinción entre naturaleza y cultura, y reflexionaron sobre cómo el género, la sexualidad y la raza pueden utilizarse para naturalizar esta distinción.
Se exhibieron obras que abordaron temas como la gestación subrogada y masculina, las analogías entre el pelo y las raíces de los árboles, el BDSM ecológico con toxicidad y microplásticos, la contaminación productiva de las almejas, las mitologías groenlandesas, la conectividad entre un cuerpo humano y el río, una pista de baile inmersiva microbiana, las rutas de comercio y las bacterias como agentes decoloniales. La exposición se concibió a través de reuniones virtuales programadas para que los artistas trabajaran en sus piezas en compañía de las curadoras[7].
Está también Gut_Brain 1: Destructive desires and other destinies of excess (2023-2024), la exposición que curé con Christine Shaw en la Galería Blackwood en Toronto. Gut_Brain traza los orígenes y síntomas de las formas injuriosas de interdependencia, el necropoder y sus relaciones con el hedonismo individualista, la pulsión moderna hacia el consumo excesivo y las actuales epidemias de enfermedades inflamatorias y adicciones.
Específicamente, las obras exploran la masculinidad tóxica, el feminicidio, el deseo y el amor por las máquinas y la tecnología, la contaminación y el extractivismo, las relaciones laborales racializadas, las demandas de los pueblos originarios y su transformación histórica en mano de obra explotada y poblaciones redundantes, el anzuelo de la modernidad y la destrucción que esta ha dejado tras su paso, incluyendo vidas que no merecen la pena ser vividas, genocidio y militarización.
En esta lista, por supuesto, se debe incluir Clima Fitness. Rituales de Adaptabilidad en Matadero Madrid (2023-2024), curada por Maite Borjabad a partir de su preocupación por lo alter y no-humano. La exposición reflexiona en torno a la simbiosis y especula con ideas de futuro desde otras maneras de pensar las cuerpas más allá las categorías artificiales del género y la especie, junto con las tecnologías capitalistas que transformaron a las cuerpas en máquinas-fuerza-de-trabajo y en objetos de optimización tecnológica.
Estas exposiciones tienen en común que crean tensión entre la simbiosis como horizonte utópico y el constructivismo como principio de organización y epistemología modernos, que funcionan como ancla del horizonte del futuro. A su vez, examinan la negación del cambio climático, la dependencia y la fe en la tecnología y el progreso, así como el deseo de modernización que promete optimizar las cuerpas.
Las exposiciones son críticas y, al mismo tiempo, utópicas, experimentales y pragmáticas en el sentido científico. A través de la especulación, dibujan tensiones y contradicciones en el presente, mientras tratan desesperadamente de señalar más allá de los límites de la comprensión de los humanos occidentales sobre lo no-humano.
¿Cómo soltar a nivel material, cognitivo, político y económico la excepcionalidad humana para pensar más allá de la división entre tecnósfera y biósfera y reconocer a la simbiosis como una misión post-civilizatoria urgente? ¿Cómo desenredarnos del constructivismo y reconocer nuestra complicidad con los procesos extractivistas?
La premisa de Clima Fitness es la expansión del concepto de Planet Fitness tal y como lo desarrolla en un texto Common Accounts, el dúo conformado por Igor Bragado y Miles Gertler. Para los diseñadores-arquitectos, la idea del fitness planetario significa que la especie humana está recurriendo a prácticas de adaptación para reconfigurar al cuerpo. De este modo, Common Accounts revindica al cuerpo como lugar legítimo para la intervención por medio de la inteligencia arquitectónica y el auto-diseño[8] como estrategias de adaptación al cambio climático.
Una provocativa pregunta que plantea la exposición es si la promesa de la auto-mutación por medio de las tecnologías será una forma de emancipación, de necesaria adaptación, o si constituirá un nuevo régimen disciplinario del necropoder, caracterizado por la negación del cambio climático y la individualización de los problemas de salud planetarios.
La idea de rehacer o diseñar nuestras cuerpas es de hecho bastante antigua, tanto como lo es el deseo de trascender sus límites. Desde la capacidad de volar hasta las modificaciones cranianas, la musculación o los tatuajes, las cuerpas han sido históricamente sitios de inscripción de los regímenes de poder, al tiempo que sitios expresivos. En nuestra era, y tal como lo apunta Silvia Federici, el deseo de transformar las cuerpas es, como nunca antes, objeto de un intenso deseo en un contexto en el que la reconstrucción del género se vive como algo emancipador[9].
Clima Fitness abarca y expande el concepto de Planet Fitness al abordar temas como el trabajo, el género, la raza, la cultura del fitness, el deseo de mutación, la bioingeniería como solución para fortalecer el cuerpo frente al cambio climático, la inseminación cuir, la forma premoderna de relacionarse con el «mundo natural» a través de la mitología y el devenir transespecies como protesta contra la humanidad.
Las obras se sitúan conceptualmente más allá de la determinación sociocultural para dirigir una crítica a la individualidad y al biopoder (presente en las subculturas inclinadas a la derecha del fitness, el wellness y el sobrevivencialismo), hacia la posibilidad de abrazar la vida a nivel de los actantes moleculares, así como otras formas no modernas de codificar las interacciones interespecies que conforman la vida.
Las obras se exhiben en la instalación creada in situ por Common Accounts para la exposición, una matriz que ocupa la Nave 17 de Matadero. Consiste en dispositivos que se asemejan a plataformas con ruedas (o adminículos, como los llamarían Las Hijas de Felipe en su performance), equipadas con objetos que usualmente encontramos en los gimnasios, como pesas, esterillas y toalleros, además de goteros intravenosos que hacen un guiño al wellness.
En la nave encontramos esparcidos asientos hechos de costales de boxeo y barras similares a las que usan los estudios de gimnasia para delimitar ciertas áreas. En el centro de este gimnasio de alta tecnología hay un escenario redondo con bicicletas estacionarias, esterillas de yoga, un reloj digital y dos pantallas. Las estructuras de Common Accounts funcionan como soportes de las obras de arte y del programa público, al tiempo que dibujan el contorno del cuerpo fit contemporáneo sujeto a prácticas como el sobrevivencialismo, el cross fit o el wellness.
Ejercicios a Ofelia (2021), de Irati Iñoriza, es una videoinstalación que registra una performance sobre la construcción del individuo y su identidad dentro de un colectivo en una sociedad en flujo constante, sostenida por la tecnología desde una perspectiva feminista.
La instalación hace referencia a dos criaturas míticas: Ofelia, la víctima trágica representada por Dante Rosetti entre la vida y la muerte, dando su último suspiro antes de hundirse para convertirse en sirena; y Lamia, la criatura seductora, mortífera y semihumana de la mitología griega y vasca que habita ríos y cuevas.
Ofelia y Lamia representan la dualidad de la feminidad tal y como la determina el heteropatriarcado: sometida y sufriente, o poderosa y peligrosamente seductora. En el video vemos a un grupo de nadadoras sincronizadas que fusionan sus cuerpos a través del movimiento como si multiplicaran su propia individualidad. Encarnan criaturas híbridas en el sentido imaginario y mitológico, al tiempo que aluden a una civilización líquida poblada por seres interespecie. En el audio escuchamos el sonido del ciclo de respiraciones de las nadadoras entrelazado con los sonidos emitidos por el instrumento de música vasco, la txalaparta.
El performance es registrado por el ojo de una cámara que busca los momentos en los que el cuerpo está entre el aire y el agua, flotando entre los dos medios. El video está enmarcado por una escultura que proyecta su sombra en la imagen en movimiento. Titulada Elevarse, escultura-escaleras (2023) estructuralmente apunta al momento en el que el cuerpo está dentro-fuera del agua.
La instalación evoca la situación postfeminista de haber trascendido los arquetipos femeninos para ser reemplazados por criaturas interespecies que viven y respiran dentro y fuera del agua, criaturas también post-individuales que florecen en la simbiosis.
Las colaboraciones de Carlos Motta con Tiamat Legion Medusa están registradas en dos videos que se mostraron como parte del programa público de Clima Fitness. Se trata de When I Leave This World (2022) y Legacy (2019), que son parte de la obra de Motta sobre las contra-historias cuir.
Tiamat transitó simultáneamente de hombre a mujer y a reptil con la intención de convertirse en dragón, y los videos de Motta presentan un retrato doble de elles: en Legacy hablan de su vida, obra y modificaciones corporales, sobre trabajar y vivir y transicionar en mundos marginales. Su búsqueda de la hibridez entre especies tiene que ver con su deseo de salirse de la categoría de “humano” como una forma de protestar en contra de la humanidad.
When I Leave This World registra la suspensión de Motta (en bondage) y Medusa (con ganchos). Suspendides entre el pasado y el futuro, la nada y la comunidad, Motta y Medusa realizan juntes un viaje a sus espacios oscuros para explorar su vulnerabilidad, pero también su poder. Ofrecen su sufrimiento el une al otre y a les espectadores, en un acto de empoderamiento a través de la sumisión previamente negociada como una apertura radical y ética a la alteridad.
El largometraje Robota MML (2023) de Itziar Barrio aborda la intersección entre tecnología, trabajo, cuerpo, identidad, materia e imaginación. El video está basado en la obra de teatro de ciencia ficción R.U.R. (1920), de Karel Capek. Ambientada en una fábrica que construye robots para reemplazar a los humanos en el trabajo, lo que emerge en la versión de Barrio es la actualidad del sueño moderno de ser liberades a través de la tecnología, así como el miedo a la amenaza que representan las máquinas para la humanidad.
La narrativa se desdobla en un set que emula una oficina poblada por criaturas y esculturas robóticas. Resulta que los robots de la fábrica están en huelga, y la hija del dueño simpatiza con su causa y decide investigar. La trama es intermitentemente interrumpida por imágenes de un fisicoculturista haciendo un performance, lo que abre la interrogante de si podemos liberarnos a través de la tecnología y “ser dueñxs” de nuestrxs cuerpxs a través del fitness.
Al mismo tiempo, señala la transformación capitalista de nuestros cuerpos en fuerza de trabajo, donde el trabajo y el fisicoculturismo son disciplinas corporales que han moldeado cuerpos sobre los cuales se inscribe el biopoder.
Los personajes de la obra en la versión de Barrio borran los límites entre lo humano y lo inhumano, al tiempo que resaltan la artificialidad del género y la construcción de los cuerpos humanos. La aparición intermitente de una niebla sugiere la posibilidad de imaginar y existir de manera radicalmente distinta.
El performance de Mary Maggic Faster, Higher, Stronger, comisionado específicamente para Clima Fitness abordó la cuestión de la construcción de nuestros cuerpos a través de las relaciones interespecies, como la mutualidad, el parasitismo y la interdependencia.
El performance comienza con tres atletas en ropa deportiva beige y lentes oscuros que suben al escenario/gimnasio de Common Accounts para montar las bicicletas estacionarias; comandades por una voz robótica, comienzan a pedalear. En las pantallas que cuelgan vemos imágenes de un mecanismo girando: se trata de biorreactores produciendo celulosa bacteriana de SCOBY, o cultivos simbióticos de bacteria que encontramos en la kombucha.
Les performers están obviamente en una misión para devenir sobrehumanos, trabajando para optimizar sus cuerpos por medio de la tecnología y los SCOBY, que a su vez crecen con la energía de los atletas pedaleando.
Después de un rato, se bajan de las bicicletas para cosechar scabies (también conocidas como sarna), comérselas y untárselas en el cuerpo. El performance señala un estado post-humano de búsqueda y la reflexión que constituye el principio –especulativo, distópico, liberador, esperanzador- de Clima Fitness: el reconocimiento de que los humanos y los no-humanos existen en una relación simbiótica, en este caso, aumentando mutuamente sus capacidades físicas para lograr la optimización sobrenatural (o superar la condena climática).
The Carriers (2020-2023), de Faysal Altunbozar, son esculturas tanto discretas como bellas, que resultan de la superposición de las historias culturales en relación con los cuerpos, la materia no-humana, su circulación en el espacio y las prácticas normativas de poder. Las obras resultan de una investigación en el santuario de aves de Chicago conocido como Magic Hedge, un antiguo espacio militar transformado en parque público clave para el pasaje de aves migratorias y para el cruising.
En los años 90, el parque fue renovado sin considerar a los cruisers, por lo que las esculturas de Altunbozar abordan esta historia escondida del lugar. Las esculturas consisten en suelas de zapatillas deportivas que llevan semillas en sus grietas, simbolizando la transición entre los cuerpos humanos y el suelo. Los cruisers, como las abejas, pájaros o el viento, se convierten en portadores-inseminadores que transportan semillas de violetas, girasoles, amapolas y madreselvas.
Como parte del programa público, fui invitada a compartir escenario con las grandiosas Hijas de Felipe, que hicieron una performance-conferencia titulada Púlpito, gimnasio y dispositivo. Montadas en las bicicletas del podio de Common Accounts, hablaron, pedalearon y sudaron de principio a fin[10].
En sus podcasts, Las Hijas (Ana Arriga y Carmen Urbita) comienzan siempre por lo más terrenal, contándonos lo que han comido y mostrándonos una imagen precisa de nuestra época: hamburguesas de carne certificada orgánica con foie gras, papas fritas con trufa, chocolate sin gluten. También se toman el tiempo de describir sus estados corporales: «comatosas, risueñas y sudorosas».
Su punto de partida fue la noción barroca del cuerpo humoral, entendido como un cuerpo en constante adaptación cuyo reverso oscuro son las prácticas barrocas de predicación. Así, Las Hijas trazaron una analogía entre un predicador barroco y un entrenador de crossfit contemporáneo, partiendo de los extremos delirantes del fitness de Greimas (cantante y ex esposa de Jeff Bezos), que también se asemejan a los de los predicadores barrocos.
Por ejemplo, en un post infame de Instagram (citado por Common Accounts), Greimas declaró pasar de dos a cuatro horas al día en un flotarium, inmersa en aislamiento sensorial total para maximizar la neuroplasticidad y prevenir la depresión. Para Las Hijas, esta práctica es comparable al ritual barroco de purgarse los humores, o a la costumbre de sumergir los ojos en agua caliente y luego abrirlos en el aire.
De este modo, Las Hijas plantean similitudes y analogías entre la mutabilidad del cuerpo contemporáneo y el cuerpo humoral barroco y sus flujos. Basado en la noción hipocrática, durante el período barroco el cuerpo se concebía como poroso, mutable y en constante intercambio con el exterior, lo cual provocaba ansiedad barroca. Por ejemplo, los europeos que llegaban al Nuevo Mundo temían que los nuevos alimentos y paisajes les arrebataran su europeidad. Del mismo modo, recomendaban a los nativos comer alimentos europeos para transformarse. En ese sentido, era imperativo defender los mecanismos del cuerpo humoral del desequilibrio de sus líquidos -bilis negra, amarilla, flema y sangre- para evitar que los cambios micro y macro climáticos lo trastornaran (como un yogurt caduco, según Las Hijas).
Desde esta perspectiva, la concepción barroca del cuerpo como “esponja”, poroso, mutable y en constante cambio con el exterior, es menos supersticiosa que la concepción del cuerpo contemporáneo como una máquina perfectible a través de la tecnología.
En la segunda parte de su performance, Las Hijas hablan de los predicadores y sus púlpitos como sitios de despliegue performativo sin precedentes en España. Como entrenadores de crossfit, los predicadores ejercían la disciplina corporal para llegar con los humores bien purgados a dar sermones, “al igual que al final de cualquier clase de spinning”.
De un golpe, Clima Fitness critica nuestra miopía frente a los paradigmas que rigen las empresas sociales, científicas y tecnológicas, los cuales se fundamentan en epistemologías heteropatriarcales modernas, y especula radicalmente sobre futuros posibles alternativos.
Todas las obras de Clima Fitness se centran en la cuestión de la constructividad (mutabilidad) de las cuerpas y de la “naturaleza” en relación con el cambio climático, y por eso plantean a la mutabilidad como una forma de adaptación. Las obras parten de una crítica al legado de la construcción moderna del cuerpo como máquina, como condición de la existencia de la fuerza de trabajo, y también exploran las identidades cuir y trans como formas de subvertir esa condición. Esto, para reivindicar las formas de vida que no son compatibles con la lógica capitalista y desde las cuales es posible visualizar la posibilidad del futuro.
Clima Fitness también aborda la urgencia de crear una epistemología no moderna que podría ayudarnos a comprender los ensamblajes heterogéneos y las alianzas que conforman la vida, así como las bases comunes de las materialidades de los cuerpos humanos y no humanos. Reconoce que nuestra interconexión con lo no humano es tan significativa como nuestras relaciones con los demás.
La exposición no busca representar una realidad alternativa, sino especular con posibilidades, consecuencias y potenciales al reconocer la «inter-actancia» con el mundo, en palabras de Myra J Hird[11].
Clima Fitness nos invita a pensar también en cómo el poder se inscribe en lxs cuerpos, haciéndolos mutar, pero también determinando cuáles están destinades a ser violentades. Nos lleva a considerar la mutación como una reconceptualización del cuerpo como poroso y en simbiosis, lo que nos permite comprender que el cuerpo es todo.
Con esta conciencia necesitaría regresar al Amazonas, para dejar que me abrace como una anaconda y desdibuje mi “yo” en una sobredosis del “exterior”, que es en realidad sentir la existencia como porosidad y, como dice Elianne Brum, poder devenir selva, sentir la violencia para reforestar mi cuerpo (el todo). Así, podría escucharlo todo vaciándome de mi visión del mundo, mis creencias y prejuicios. Desblanquearme reconociendo que sólo existimos con relación a les otres, que el afuera es también el adentro, y que nuestras decisiones y acciones no están influenciadas por nuestras pulsiones sino por las colonias de bacterias que lo constituyen todo.
Clima Fitness está comisariada por Maite Borjabad. Instalación espacial de Common Accounts. Con obras de Faysal Altunbozar, Itziar Barrio, Ibiye Camp, Irati Inoriza y Mary Maggic.
[1] Post de IG por Rupa Marya, 10 de marzo de 2023. Disponible en: https://www.instagram.com/p/CpkUPw_L6T4/?utm_source=ig_web_copy_link&igsh=MjM0N2Q2NDBjYg==
[2] Eliane Brum, Banzeiro ÒKÒTÓ: The Amozon as the Center of the World. Trad. De Diane Whitty(Minneapolis: Graywolf Press, 2023), p. 45
[3] Heather Davis, Plastic Matter (Durham and London: Duke University Press, 2022)
[4] Myra J. Hird, The Origins of Sociable Life: Evolution after Science Studies (London: Palgrave McMillan, 2009), p. 18
[5] Con obras de Krystal Z Cambell, Gilberto Esparza, Jes Fan, Pierre Huyghe, Candice Lin, Alan Michelson, Nour Mobarak, Claire Pentecost, Špela Petrič, Pamela Rosenkranz, Miriam Simun, Jenna Sutela, Kiyan Williams y Anicka Yi. Caroline A. Jones, “Symbiontic: A Polemic for our Time”, Symbionts (Cambridge, Mass. MIT Press, 2023)
[6] Fuente: https://liverpoolbiennial2021.com/about/ Con obras de Julien Crauzet, Isa Do Rosario, Ayesha Hameed, Diego Bianchi, Eric Beltrán, Binta Diaw, Albert Ibokwe Khoza, Belinda Kazeem-Kaminski, entre otrxs.
[7] Con obras de Margrethe Pettersen, Alberta Whittle, Anne Duk Hee Jordan, Ibrahim Fazlic, Jes Fan, Jessie Kleemann, Okowi Okpokwasili y Peter Born, Pedro Neves Marques, Soñ Gweha.
[8] Publicado originalmente en 2019 por Log Journal como suplemento del Log Issue 47: Overcoming Carbon, ed. Elisa Iturbe. Disponible online: https://www.commonaccounts.online/Planet_Fitness.pdf
[9] Silvia Federici, Beyond the Periphery of the Skin: Rethinking, remaking and Reclaiming the Body in Contemporary Capialism (Oakland, PM Press, 2020) pp. 111-113.
[10] Una versión de la lectura performática de Las Hijas de Felipe, “Púlpito, Gimnasio y dispositivo” se puede escuchar en https://www.podiumpodcast.com/podcasts/las-hijas-de-felipe-podium-os/
[11] Myra J. Hird, The Origins of Sociable Life: Evolution after Science Studies (London: Palgrave McMillan, 2009)
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