ARTE ECOSENSORIAL: EXPERIENCIAS PARTICIPATIVAS DESDE LAS ARTES VISUALES

Desde 2022, las artistas visuales Jocelyne Rodríguez Droguett (Chile) y Ana Laura Galarza (Ecuador), residentes del litoral central chileno, han estado trabajando en un proyecto que invita a las comunidades locales a conectarse con la naturaleza a través de talleres centrados en los sentidos, promoviendo la valoración y protección de los ecosistemas desde una perspectiva estética y sensible.

Arte Ecosensorial investigó cinco ecosistemas del litoral central amenazados por proyectos inmobiliarios y portuarios. Las obras y materiales resultantes de esa reflexión colectiva de artistas, arte y comunidad se presentan en la exposición Arte Ecosensorial: experiencias participativas desde las artes visuales, abierta hasta el 28 de enero en el Parque Cultural de Valparaíso.

A continuación, te presentamos el texto escrito por la curadora e investigadora chilena Carolina Castro J., acerca del proyecto.

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Ecología es estar adentro de la tierra, adentro de la naturaleza.
Es ubicarte dentro del gusto de la naturaleza.
Ailton Krenak

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Habitamos lugares culturales donde la naturaleza parece ser algo allá afuera, y a menudo nos olvidamos de que la naturaleza es la manifestación más inconmensurable de toda forma de vida. La naturaleza nos da forma y nos desborda, desde el agua que compartimos con los ríos hasta el aire que respiramos junto a los árboles.

Somos seres ecológicos: pertenecemos a una ecología diversa, heterogénea, con múltiples formas de inteligencia y sensibilidades que, a lo largo de millones de años, han sido capaces de tejer un equilibrio cósmico profundo.

Sin embargo, ha sido en las décadas recientes que nuestros hábitos humanos han adquirido una transformación inusitada, acelerando los procesos de la naturaleza y causando daños irreparables a los ecosistemas, a nuestra salud y al planeta entero.

Ante la creciente crisis climática, la naturaleza se ha convertido en un importante tema de reflexión y acción para lxs artistas. Ya no se trata sólo de contemplarla, interactuar con ella o representarla, sino de regenerar vínculos dañados, revalorar ecosistemas fragmentados y, en especial, de repoblar nuestras vidas, a veces demasiado humanas, con la gran diversidad de seres con los que coexistimos y compartimos el planeta. Sin embargo, ¿cómo integramos verdaderamente la ecología y el arte, tanto en el pensamiento como en la práctica?

“Estamos ante un florecimiento de prácticas contemporáneas artísticas y activistas que, ante el fracaso del sistema de gobernanza global, se ocupan y negocian el conflicto ecológico de manera distinta, aportando un sólido análisis sobre la destrucción del medioambiente, ofreciendo mediante distintas propuestas creativas modelos para la sostenibilidad ecológica y la formación de estructuras de vida más equitativas, solidarias y sensibles”, señala TJ Demos en su libro Descolonizar la naturaleza.

En este contexto, el proyecto Arte Ecosensorial que las artistas Jocelyne Rodríguez Droguett y Ana Laura Galarza han realizado en ecosistemas vulnerables de la zona central de Chile, se plantea como una práctica donde arte, territorio y defensa ambiental son ejes fundamentales para sensibilizar a las comunidades locales y comprometerlas en el cuidado de la naturaleza.

Empleando metodologías participativas de arte relacional, que fomentaron la exploración estética, emocional y sensorial, han convocado a habitantes y organizaciones que cuidan y defienden cinco ecosistemas de la Provincia de San Antonio: Humedal Tunquén y Punta Fraile en Algarrobo, Humedal de Córdoba en El Quisco – El Tabo, Gota de Leche en Las Cruces, y Humedal Ojos de Mar en Llolleo, todos seleccionados en base a criterios de desprotección, amenaza y vulnerabilidad, incluyendo humedales y áreas costeras naturales.

Una de las características de la propuesta de estas artistas es que los lugares escogidos son espacios urbanos-naturales, donde la naturaleza se ha desprovisto de su carácter virginal o prístino, para mostrarse en su vulnerabilidad y decaimiento, permitiéndonos escuchar sus lamentos e invitándonos a resignificar nuestras ideas sobre ella con relación a nosotros.

Hasta ahora, hemos visto el problema de la crisis ecológica casi únicamente desde la mirada de la ciencia, lo que nos ha llevado a mantener ciertas distancias y a entorpecer la comprensión de que, bajo la mirada puramente científica, la experiencia de la naturaleza se declara imposible.

Es por ello que, al incorporar metodologías de las artes y la educación, como el juego y la imaginación, este proyecto nos insta a reflexionar sobre la presencia de otras formas de vida en nuestro entorno natural inmediato. Revela que nuestro problema con la naturaleza no radica solamente en la ilusión de separación, sino también en la escasa presencia de seres distintos a los humanos en nuestras vidas urbanas.

A partir de estas experiencias, las acciones de este proyecto permiten abrir la posibilidad de imaginar acciones de siembra en sensibilidades sumergidas, que de germinar y florecer pueden llegar a transformar los hábitos de las comunidades de pobladores, despertando en ellos un sentido de responsabilidad y afecto hacia su territorio, hacia las comunidades de seres con quienes compartimos nuestros hábitats, y junto a quienes constituimos eso que llamamos naturaleza.