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NO TODO LO VESTIBLE ES MODA

Hablar del vínculo entre arte y moda se ha convertido en un tema popular de conversación, reflexión e incluso tensión en diversos ámbitos culturales. Aunque comúnmente se percibe a estos dos campos como opuestos, la realidad es que interactúan y coexisten de manera simultánea en sus respectivos procesos creativos. La idea de que no se entrecruzan o se menosprecian proviene de una aprehensión adosada a la supuesta banalidad y feminización de lo que significa “el mundo de la moda”.

Esta manera de acercarnos a la moda, al despolitizarla, también limita su capacidad de servir como un puente común para entenderla y discutir diversos fenómenos culturales, sociales, políticos y económicos que nos afectan.

Este texto es una invitación a comprender de mejor manera a qué nos referimos e imaginamos cuando hablamos de moda, indumentaria y ropa desde una perspectiva artística en América Latina.

En Chile, a lo largo de los últimos seis años, diversos espacios culturales como el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), Matucana 100, Espacio218, el Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago y el Museo Histórico Nacional, entre otros, han presentado proyectos y obras que exploran la relación entre arte y moda, pensándola como un elemento intrínseco al entramado de lo político en las artes

Artistas como Cholita Chic, Ximena Zomosa, Colectivo Malvestidas y Not Enough Collective, a quienes tuve la oportunidad de entrevistar, se valen de su trabajo para interpretar, exponer e interpelar distintas problemáticas acuciantes, tales como género y raza, saberes indígenas, maternidad, clase social, decolonialidad, innovación y educación.

Sus trabajos toman elementos cotidianos como ropa, accesorios, uniformes y atuendos folclóricos para convertirlos en dispositivos que representan una diversidad de procesos culturales. De esta manera, invitan a reflexionar desde la sensibilidad inherente a la rutina de vestir-nos.

Colectivo Malvestidas (Loreto Martínez y Tamara Poblete). Foto: Jon Jacobsen
Colectivo Malvestidas, Encuentro Moda Desobediente II “Moda y Fealdad”, 2018. Cortesía de las artistas

La indumentaria, un lienzo político

Colectivo Malvestidas, integrado por Tamara Poblete y Loreto Martínez, adopta la desobediencia como praxis de liberación, considerando la vestimenta no solo como un artefacto biopolítico de dominio y control, sino también como una herramienta de empoderamiento y subversión. Para ellas, la moda es democrática, ya que otorga a cada individuo la autoridad para expresar sus opiniones. “Todxs nos sentimos legitimadxs para opinar porque todxs poseemos alguna experiencia con la ropa”.

Loreto enfatiza que vestir es tan potente como la palabra, llegando al punto de que, si alguien no desea escuchar, la vestimenta seguirá comunicando. La elección de la textura y los colores y la libertad de intervenir la ropa son, en sí mismos, actos políticos.

El hábito de vestir-nos es también una síntesis de acciones y opciones personales que se manifiestan de manera consciente o inconsciente a través de la ropa. “Nuestrxs cuerpxs vestidxs encarnan discursos opresivos por medio de la ropa”, dice Tamara.

Estas artistas construyen narrativas sensibles y emocionales al trabajar con sus propias experiencias y memorias, utilizando la ropa como un medio para relatar su presencia, contexto y posición en la vida. 

Ximena Zomosa en la exposición «Anónimas», Matucana 100, 2021. Cortesía: M100

Ximena Zomosa, quien aborda en su obra la condición femenina, confecciona prendas del universo de la mujer, como vestidos, jumpers, trajes de dos piezas y delantales de cocina, en un formato a gran escala, a modo de amplificar el carácter simbólico de la ropa.

Lo gigante de las prendas nos empequeñece y hace que los vínculos personales y sociales que hemos construido con ellas se nos vengan encima. Ximena nos recuerda así que el delantal de dueña de casa, de amplio uso en América Latina, es otro mecanismo de ordenamiento biopolítico.

“El delantal existe para la mujer que está en la casa, que la limpia y la cuida, sea la dueña de casa o la nana. Creé esta pieza en un momento existencial de mi vida: me había convertido en madre hace poco, al mismo tiempo que era esposa, era dueña de casa”.

Al preguntar a las artistas sobre la elección de trabajar con moda e indumentaria en el ámbito de las artes, así como acerca de las conexiones que observan entre moda y memoria, quedó claro que no todas decidieron abordar sus obras desde la perspectiva de la moda. Es evidente que, al hablar de moda, reconocemos a la ropa como parte de una industria, del Sistema de la Moda; sin embargo, es importante destacar que no todo lo vestible se enmarca dentro de la categoría moda.

Esta desarticulación es finalmente la respuesta a por qué hoy vemos “exposiciones de moda” en los museos, al mismo tiempo que tomamos conciencia de que la indumentaria es una producción cultural y, por lo tanto, se manifiesta con su propia voz, utilizando al cuerpo como medio para relatar su historia.

Cholita Chic, Serie La Última Heredera de Atahualpa, 2014. Cortesía de la artista
Cholita Chic, "Inti", de la serie "Última heredera de Atahualpa", 2015. Cortesía: Cholita Chic
Inti, de Cholita Chic. Cortesía de la artista

Cholita Chic, fotógrafa, diseñadora y artista visual residente en Arica, reinventa el imaginario colectivo de las mujeres Aymara, quienes han sido fetichizadas por la mirada europea. A través de su obra, aborda el origen tripartito y la exclusión colonial y social de las cholitas, invitándolas a posar para su cámara. En series como La Última Heredera de Atahualpa las vemos representadas en clave Warholiana: a todo color, de manera repetitiva, reinterpretando la cultura andina desde una intencionada mirada chic.

“Cholita Chic somos todas. Sin embargo, si te fijas, todas las cholitas de las serigrafías tienen algo distinto, ninguna es igual. La idea es poder mostrar eso, sus ropas, lo que simbolizan y significan, pero desde la mirada de la ‘moda’. Cito a Andy Warhol y cómo él usa el color, la serialidad de la imagen… Utilizo lo pop en mi trabajo, pero desde acá, desde el norte de Chile”.

La actual diversificación en las formas y soportes artísticos ha permitido la incorporación de técnicas que anteriormente se percibían como distantes. En este contexto, la moda ha logrado infiltrarse en la obra de estas artistas, quienes hábilmente exacerban e interpelan el lenguaje hegemónico, colonialista, racista y heteropatriarcal.

Hacen de su dominación un soporte para crear obras feministas y decoloniales que nos acercan a la ropa desde su aspecto más emocional: el vínculo con nosotrxs, la manera en que nos acompaña, cómo envuelve nuestros recuerdos o marca la historia personal y nacional.

«Con una prenda, puedes ir atrapando los distintos tiempos que suceden en la historia y en tu vida; van de la mano. Tomas algo y en un momento significa algo, y 10 años después significa otra cosa», expresa Loreto del Colectivo Malvestidas.

Not Enough Collective, Fashion as Encounters, State of Fashion Biennial – Ways of Caring, 2022. Foto: Eva Broekema
Wei-Chi Su, Ateliê Vivo, Danayi Madondo en Fashion as Encounters, State of Fashion Biennial – Ways of Caring, 2022. Foto: Eva Broekema

¿Cómo puede la moda contribuir a un mundo mejor?

Not Enough Collective, formado por tres mujeres sudamericanas radicadas en Europa, examina de forma crítica el papel del opresor y del oprimido en la moda. A través de su práctica, exploran las asimetrías presentes en la sociedad, donde la ropa, su dictaminante rol y control en lxs cuerpxs son cuestionados por medio de instancias educativas de arte, moda y diseño.

Andrea Chehade, parte de la colectiva, explica que en su decisión radical de descentrar el circuito tradicional de las bellas artes y la moda europeas buscaban la creación de espacios educativos mediante convocatorias globales. Esta estrategia de invitar a postular a personas y colectivos fuera de Europa y Estados Unidos tuvo un impacto significativo en la Bienal State of Fashion 2022, celebrada en los Países Bajos, y de la que fueron co-curadoras junto a Fashion Open Studio.

La exposición Fashion as Encounters presentada en la bienal fue un repositorio de intercambios de imaginarios colectivos de países como Chile, Indonesia, Taiwán y Brasil. A partir de diálogos horizontales, decoloniales, feministas y disidentes, lxs participantes se centraron finalmente en una pregunta fundamental: ¿cómo puede la moda contribuir a un mundo mejor?

El arte y su vínculo con la moda, que analizo aquí desde la obra de las artistas Cholita Chic, Ximena Zomosa, Colectivo Malvestidas y Not Enought Collective, comparten la base de intentar entendernos desde algo cercano, íntimo y lleno de memorias. Sus trabajos nos invitan a hallar respuestas colectivas e innovadoras a las diversas dificultades sociales que enfrentamos en la actualidad.

Quisiera advertir nuevamente que interpretar todos estos trabajos desde la perspectiva de la moda es una elección intencionada, no necesariamente tomada por las artistas al presentar sus obras. Vestirse es un acto personal: preparamos nuestros cuerpos para enfrentar el mundo a través de esta práctica colectiva que nos une.

Esta expresión material nos disciplina, tensiona, separa y une a través de su historia. La indumentaria sobre nuestras corporalidades es un proyecto en constante evolución, una práctica corporal contextual que nos ayuda a descifrar las múltiples intersecciones entre nuestro yo, la sociedad, la cultura, la ropa, el cuerpo y la memoria.

Paula Contreras Sánchez

Paula Contreras conforma la dupla Sarita Rodríguez junto a Erick Labra. El colectivo es una parodia a lo aspiracional que también es parte del mundo de la moda y su exclusividad. La lógica de los cuerpos canónicos también es puesta en juicio. Sus modelxs son sus amigxs, quienes se hacen cómplices en este entramado de looks, afectos y arte. A través del humor y un planteamiento estético, Erick y Paula nos adentran en una realidad que es mucho más compleja que glamorosa.

@esquefrancamente

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