HUMO, VIENTO, BARRO Y RÍO EN LA OBRA DE FLORENCIA SADIR
La obra de Florencia Sadir (Tucumán, Argentina 1991) surge de una aguda y sensible exploración del territorio, enfocándose especialmente en el conocimiento histórico arraigado en las comunidades de los Valles Calchaquíes.
A través de instalaciones, esculturas y dibujos, Sadir resalta las formas en que los materiales naturales son transformados por tecnologías ancestrales que, al entrar en contacto con el calor, la humedad o el viento, se convierten en cerámica, adobe o tierra fértil para el cultivo.
Su producción contribuye a la construcción de la casa y el hogar, a la conservación y cocción de los alimentos, a la trasferencia de agua o al cobijo. Sin embargo, la artista busca desviar estos procesos de su funcionalidad intrínseca, revelando las formas crudas de estos objetos a través de instalaciones depuradas que exhiben órdenes, texturas, patrones y métodos.
Actualmente, Florencia presenta tres proyectos en simultáneo: No es el infinito del mar, sino la profundidad del río, en walden naturae (Pueblo Garzón, Uruguay), exposición resultante de su residencia en FAARA (José Ignacio, Uruguay) curada por Miguel A. López; Geometría de humo, una instalación en el patio de W-Galería (Buenos Aires); y Donde nace el viento. Dibujos a cielo abierto, instalación site-specific en Quebrada de las Conchas (Cafayate, Salta, Argentina) que fue parte del recorrido post-conferencia del CIMAM.
Compartimos textos e imágenes de estas exposiciones.
NO ES EL INFINITO DEL MAR, SINO LA PROFUNDIDAD DEL RÍO
Por Miguel A. López | Curador
El nuevo proyecto de Florencia Sadir (Tucumán, Argentina,1991) toma como punto de partida los significados y la memoria del agua, un recurso permanentemente amenazado por los efectos de la contaminación, la privatización de los territorios indígenas, la voracidad de las industrias extractivas y el cambio climático debido al uso de combustibles fósiles.
En los últimos años, su obra ha tenido a la tierra y el fuego como protagonistas principales. Gran parte de su producción se compone de barro quemado, el cual toma la forma de esferas, ladrillos, tejas y bloques con los que construye esculturas que evocan la poética del paisaje donde vive y las múltiples formas de vida que habitan en ese suelo arcilloso, rodeado de luz y formaciones rocosas.
Su práctica creativa es un diálogo con el trabajo artesanal de alfarería y cerámica de Salta y otros poblados de los Valles Calchaquíes, un sistema de montañas del noreste de Argentina, cerca de la frontera con Chile y Bolivia. La artista ha aprendido de los oficios y técnicas presentes en ese territorio andino desde hace cientos de años así como de las posibilidades de cultivo en un terreno en gran medida eriazo.
A inicios de este año, como parte de su residencia en FAARA (José Ignacio, Uruguay), la artista visitó San Carlos, al sur del país. San Carlos es también el nombre del pequeño poblado en Salta, Argentina, en donde ella vive y trabaja.
Lo significativo no se reduce a la coincidencia del nombre sino al hecho de que en ambos lugares se mantiene viva la producción de ladrillos artesanales. En esos días, Florencia se dedicó a experimentar y aprender de las cualidades del barro de esa localidad, la creación de moldes, los procesos de quemado y sus usos constructivos según las necesidades específicas del lugar.
A su vez, sus visitas a la costa del océano Atlántico, donde se encuentra la residencia, la llevaron a indagar en las corrientes de agua que fluyen y desembocan en el mar. Prestar atención al movimiento del agua, su presencia y ausencia, se encontraba ya presente en su vida cotidiana en forma de interrogantes sobre qué tipo de vínculo establecemos con un recurso natural que los humanos suelen dar por sentado.
Uno de los hilos que organiza esta nueva exposición es el río Calchaquí que nace del Nevado de Acay, en Salta, el cual corre de norte a sur cambiando de nombre a lo largo de su curso, hasta desembocar en el Río de la Plata y, finalmente, en el océano Atlántico. Sus más de 3.000 km lo hacen el río más extenso de Argentina.
La imagen de las aguas de un nevado en Salta, cerca de su casa, bañando las costas de Uruguay, activó inquietudes afectivas que la llevaron a explorar, en esta nueva exposición, los significados del curso del agua y la casualidad de la producción ladrillera de los dos San Carlos.
Poco después del final de la residencia, Uruguay atravesó una crisis hídrica sin precedentes que dejó a Montevideo sin agua potable por varios meses. Eso activó nuevas conexiones con la vida diaria en su tierra en donde ella no tiene tampoco acceso a agua potable.
El agua de su localidad –un agua no sana, contaminada con metales pesados– no puede ser usada para beber o cocinar, lo cual tiene efectos concretos en las condiciones de vida y salud de las personas. Esa agua barrosa así como la pregunta sobre cómo es el agua que cada uno de nosotros tiene al alcance se encuentran al centro de muchas de las piezas de la exposición.
La pieza principal es una gran serpiente escultórica, hecha de ladrillos colocados de forma horizontal, sobre un espejo de agua. Los ladrillos oscuros que componen el cuerpo del animal tienen inscripciones que evocan los signos de una escritura antigua o los fragmentos de geoglifos –figuras dibujadas en las laderas de montañas o planicies por culturas prehistóricas.
La serpiente es una habitante habitual de los Valles Calchaquíes y de las quebradas húmedas y orillas de cursos de agua en Uruguay, junto a ranas, sapos y lagartijas, pero es también un ser con cualidades míticas desde varias perspectivas indígenas de las Américas –desde el pueblo Navajo a las civilizaciones Maya y Azteca y muchas comunidades amazónicas.
Estas son entendidas como vehículos de comunicación espiritual y cósmica así como símbolos de múltiples formas de renacimiento. La laguna barrosa sobre la cual está colocada la serpiente nos remite a cómo aquella agua que no es digerible para los humanos es la morada de múltiples formas de vida que nos anteceden y nos sobrevivirán.
Un conjunto de tejones parcialmente manchados de humo compone otra de las obras. Allí, Florencia ha dibujado representaciones cartográficas. Una de ellas es la imagen cenital de una espiral que sugiere el movimiento de una serpiente. En otras, se observan los mapas en donde el sur y el norte son presentados de forma invertida, así como el nacimiento del río en Salta y su desembocadura en el océano Atlántico.
Otra escultura está hecha de jarritos metálicos –usados por ella para recolectar agua de lluvia– que ha colocado bajo una caída lenta de gotas, creando una suerte de tictac que nos recuerda el tiempo faltante para una inminente escasez del agua (el llamado estrés hídrico) que para el 2050 se prevé que afectará a un 40% de la población mundial.
Florencia también ha realizado una serie de dibujos en donde narra el proceso de producción asociado a la exposición, su relación afectiva con la producción ladrillera, el cultivo realizado de forma cotidiana, así como algunos de los símbolos presentes en las cerámicas.
Uno de ellos retrata los hornos en donde los ladrillos han sido colocados bajo un fuego intenso. Otro, observa el rol fertilizador del viento que desplaza las semillas no solo de un territorio a otro sino que también alimenta los océanos. Esta fuerza germinadora desconoce fronteras nacionales y los límites artificiales impuestos por la perspectiva humana.
La artista dibuja las combinaciones de plantas usadas para crear perfumes naturales como aquellos que están presentes de forma sutil en la sala de exposición. Florencia registra alguna de estas plantas como la jarilla, un arbusto silvestre con propiedades medicinales que vive principalmente en las zonas montañosas del oeste argentino.
Otro dibujo muestra un paisaje de siembra de arvejas, leguminosas, porotos y maíz acompañados del sol y la luna. Allí las semillas parecen lágrimas-gotas que humedecen el campo y hacen posible la vida.
Esta nueva exposición de Florencia Sadir es un testimonio de historias afectivas y circunstancias geográficas que se activan para subrayar la fragilidad del ecosistema del agua terrestre. La escasez del agua dulce es un fenómeno natural pero es también consecuencia de la acción humana. Estas obras nos lo recuerdan.
GEOMETRÍA DE HUMO
Por Andrei Fernández
Florencia Sadir es una artista que creció y vive en los Valles Calchaquíes, en la provincia de Salta. Desde allí, con materiales, saberes y personas de ese territorio desarrolla su práctica artística. Allí ha aprendido a esperar que una semilla se transforme en frutos.
Su obra alza monumentos, a escala humana, a lo que se transforma y también a lo que permanece. Hace preguntas sobre las distancias y une significantes enajenados. Realiza módulos para una construcción poética, que se levanta pero también puede desarmarse. Módulos que se pueblan de escrituras a modo de viñetas, rasguños, abstracciones que hacen presente a una imaginación común, comunitaria.
Es guardiana de imágenes que brotan en una cortada, lugar donde se trabaja con el propio cuerpo, unas pocas herramientas y el fuego, para transformar el barro en techos y pisos. Ella también construye un hábitat, pero no intenta entrar ahí con su cuerpo, sino que abraza a la materia que lo compone, y se acompañan mutuamente, ella y la materia vibrante.
Une en su hacer temporalidades, da lugar a una unión protagonizada por retazos de montañas, semillas, piedras y cáscaras de vida. Sus gestos componen una convocatoria a atender los rastros de las acciones humanas y mágicas para proteger, acompañar, alimentar. Dibuja las sombras de los días, sus luminiscencias, los contornos de aquello que se mueve a su lado y a veces la atraviesa, con un cuchicheo de fantasías de futuro.
En este paisaje que la artista ofrece, una sinécdoque de su forma de vivir un lugar del que el arte es parte, hay una reserva de significación que sale desde adentro de un ardor, que trae una musiquita al compás de los latidos del corazón emocionado.
En Geometría de humo, instalación a cielo abierto en la nueva sede de la Galería W, podemos quedarnos, un poco, y la obra puede quedarse en nosotres, quién sabe cuánto. Así, quizás, podamos ser parte de un movimiento que nos aliente a atizar el fuego, comprender la fragilidad y todo lo que crece y nos cuida.
YO VIVO CON EL VIENTO EN ESTA CASA DE TIERRA
Por Florencia Méttola
Imaginando que la tierra mira también al espacio
o que nosotros miramos allá al espacio
porque la tierra es nuestra casa.
Uno sale de ahí y ¿adónde va? No tenemos ningún
otro lado.
Calixto Mamaní
quebrada, quebrada de corazas tu vida se hunde
quebrada la concha yacía en el monte
debajo del océano
una cama llena de flores
eran rocas
la tierra habla, la tierra tiembla, la tierra se rompe
como tu vida
agarra tu vida de las mechas para que no se rompa
dialoga con el viento
es su casa
le tienes que pedir permiso para que no se rompa a
pedazos
para que no sople
quebrada, quebrada de caracolas tu vida se
arrepiente
quebrada la carcasa duerme en el monte
debajo del mar
una rama llena de pestañas
eran perlas
la tierra vacila, la tierra treme, la tierra se derrumba
como tu vida
agarra tu vida de los cabellos para que no se
desmorone
dile algo al viento
es su hogar
le tienes que pedir permiso para que no se rompa a
pedazos
para que no sople los retazos
todo lo que está vivo se rompe
hay que asirlo de los pelos para que no se muera
yo no soy digno de entrar en tu casa
pero si me dejas, si me haces un lugar
prometo volverlo un lugar posible, habitable
decirte gracias de todas las formas que existen
puedo hacerlo en tu propio idioma
si hablas como las estrellas en la noche
como el firmamento durante un día de cielo
despejado
cielo abierto
si hablas la oración que rezo cada día
mi mente mi imaginación
que se desborda
como la tierra, como el agua que antes la cubría
como el barro cuando no está seco
si quieres tu fuerza desatar sobre mí
no te olvides que soy la arcilla de la que vienes
la línea hacia la que vas y te dispensa
hace el recorrido de la arena
desde arriba te ven las aves
se ve mejor dicen allá por los cielos
soy una fortaleza calchaquí dice la leyenda
la tierra pregunta cuál
el viento le dice la mía
porque yo soy yo
millones de años atrás yo también era yo
dulce vida nueva soy
también soy la riqueza de los pobres
la riqueza de los padres, las madres
me adentré, me vi toda por dentro
tenía viento y agua
tuve que venir a buscarte a vos, tierra
tuve que hacerte ladrillo por ladrillo
barro por barro, grano de arenilla
me puse de acuerdo con las nubes para adorarte
y aquí estoy y soy parte de vos
aunque rotos los pedazos jamás se irán
aquí está mi rancha, donde mi corazón palpita
y se acostumbra al viento
en la ciudad el viento ruge sin calma, con llora
acá el viento vive y no te destroza
tu vida es la que se destroza
cuando estás lejos mío de esta tierra estás
cuando lejana gozas sin entender el verdadero latir
de un sueño ardiendo en el espacio
y así moriremos como un sueño ardiendo en el
espacio
soplando vida cuando ya no podamos tirarnos más
de los pelos
cuando el brillo de las estrellas se extinga y no nos
quiera ver más
como tus ojos que se fueron y ya no viven en mí
porque yo vivo con el viento en esta casa de tierra.
Florencia Méttola nació en Tucumán en 1981. Es escritora, traductora, artista visual, compositora, cocinera y DJ. Sus textos han sido publicados por editoriales independientes como Brillovox, Gato Gordo, Charqui, Rusia/galería (Archipiélago), entre otras. Desde el 2009 lidera la banda de rock indie Florencia y los monos de la odisea del espacio.
Andrei Fernández creció y estudió en San Miguel de Tucumán, Argentina. Es curadora, gestora cultural y artista visual. Licenciada en Artes Plásticas (UNT) y maestranda en Antropología Social y Política (FLACSO). Trabaja en proyectos de economía social, soberanía alimentaria y memorias con comunidades de pueblos originarios del norte argentino.
Miguel A. López (Lima, 1983) es un escritor, investigador y curador de arte contemporáneo. Su práctica se enfoca principalmente en los procesos colectivos, el arte experimental, arte feminista, y las temáticas de género y sexualidad atravesadas por los procesos de la memoria política. López es autor de numerosas publicaciones sobre arte peruano contemporáneo y latinoamericano.
No es el infinito del mar, sino la profundidad del río se presenta hasta el 30 de noviembre de 2023 en Walden Naturae, Los Cerrillos c/El Faro, Pueblo Garzón Maldonado, Uruguay.
Geometría de humo estará hasta el 26 de enero de 2024 en el jardín de W-Galería, Defensa 1369, Buenos Aires, Argentina.
Donde nace el viento. Dibujos a cielo abierto se presentó exclusivamente el 13 noviembre de 2023 en Quebrada de las Conchas, Cafayate, Salta, Argentina.
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