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TURBA TOL HOL-HOL TOL: SER LA TURBERA, DEJAR AFECTARSE

Los diálogos entre especies, los procesos colectivos de investigación y los afectos como articuladores de la relación entre cultura y naturaleza son los principales aspectos que conjuga Turba Tol Hol-Hol Tol, el proyecto que ocupa desde el pasado 23 de abril el Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Venecia.

Esta edición, The Milk of Dreams, está dedicada a cuestiones contemporáneas que la curadora Cecilia Alemani agrupa en tres áreas temáticas: la representación de cuerpos y sus metamorfosis, la relación entre los individuos y las tecnologías, y la conexión entre cuerpos y el planeta Tierra. El título de la Bienal [Leche del sueño] es una frase prestada de un libro de Leonora Carrington (1917–2011) en el que la artista surrealista describe “un mundo mágico donde la vida se replantea constantemente a través del prisma de la imaginación, donde todos pueden cambiar, transformarse, convertirse en alguien o en algo más”.

A unos metros de distancia del antiguo astillero Arsenale, uno de los principales espacios para la bienal, está el pabellón chileno albergando Turba Tol Hol-Hol Tol, proyecto multidisciplinar con un título de potencial onomatopéyico, que proviene de una abreviación de turbera o humedal cercana a “turba” (masa, muchedumbre) y Hol-Hol Tol (el corazón de las turberas en lengua Selk’nam).

Turba Tol Hol-Hol Tol, Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Arte de Venecia, 2022. Cortesía de Turba Tol y Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile. Foto: © Ugo Carmeni
Turba Tol Hol-Hol Tol, Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Arte de Venecia, 2022. Cortesía de Turba Tol y Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile. Foto: © Ugo Carmeni
Turba Tol Hol-Hol Tol, Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Arte de Venecia, 2022. Foto: Macarena Ruiz-Tagle/Artishock

Los humedales o turberas son los principales territorios de captación y transformación de CO2 del planeta, llegando al doble de capacidad de los bosques y cubriendo solamente un 3% de la superficie de la Tierra. El espacio del pabellón chileno es un laberinto de una o dos soluciones: solo un corredor nos lleva por entre medio de planchas de musgo traídas desde Noruega hacia una construcción circular del arquitecto Alfredo Thiermann. La estructura abierta y de tubos de metal está recubierta por un tejido de origen orgánico y sintético, similar a la piel, generando un muro temporal en el que se proyecta la inmersión en un pantano. Los visitantes entran guiados por Fernanda Olivares (presidenta de la Fundación Hach Saye e hija de la escritora Selk’Nam Hema’ny Molina), o la artista chilena Isabel Torres, “guarda-turbas” que, por medio de gestos, ofrecen solución a un problema espacial y una invitación a ser afectados por lo natural: dejarse encerrar en esta hoya técnica y viva en medio del pantano, volverse aquel intermedio entre sujeto y cosa viva -o no- y, por último, sumergirse en el pantano, donde una muchedumbre también nos enseña nuevos nombres de las cosas y los seres.

La dinámica interactiva, transmedial y de gigantesca colaboración interdisciplinaria e institucional llega a un horizonte de lo que la artista chilena Cecilia Vicuña llama “lo precario-tecno”, y una metodología de trabajo que la curadora del envío chileno, Camila Marambio, ha definido desde hace más de diez años como Ensayos, mediante la cual invita a personas de diferentes ámbitos de producción de conocimiento a investigar en y en torno a Tierra del Fuego sobre la relación entre culturas, medio ambiente y diferentes prácticas artísticas, científicas, políticas y culturales.

Turberas en el viaje exploratorio al Parque Karukinka, Tierra del Fuego, Chile, enero 2022. Foto: © Bárbara Saavedra

Cosecha de Sphagnum en el Greifswald Mire Centre, Alemania. Foto: © Chrysty Gast

«El fundamento de la práctica de Ensayos tiene que ver con el cuidado más allá de la pertenencia. If you don’t belong (si no perteneces), ya porque no seas de esa nación, de ese pueblo, ¿cómo puedes, de todas maneras, tenerle cariño?, ¿cómo puedes verter ahí tu energía creativa, tu accionar?… Y eso empieza a establecer una ética muy distinta. Que viene por una responsabilidad voluntaria, no por aquellas determinadas por nosotros al nacer».

Cosecha de Sphagnum en el Greifswald Mire Centre, Alemania. Foto: © Chrysty Gast


Teobaldo Lagos Preller: Ensayos es una suerte de plataforma conceptual que sirve de base para el proyecto Turba Tol Hol-Hol Tol. ¿Podrías contarme a grosso modo de qué se tratan estos “ensayos”? En cierto modo, es una conflagración de sujetos. Por otra parte, es una cierta forma de aproximación metodológica, sin método… Básicamente, un ensayo a muchas voces.

Camila Marambio: Sí. Qué lindas esas dos descripciones, muchas gracias. Ensayos se ha venido definiendo a lo largo de su historia, de muchos años. Partió siendo una idea para crear un formato de residencias en Tierra del Fuego con la Wildlife Conservation Society Chile. Muy rápidamente nos dimos cuenta de que el concepto de residencia era inapropiado porque ninguno de los que se comprometían a hacer trabajos en Tierra del Fuego iban a residir allá. Podía haber pasantías, períodos de estudios de campo. Pero además ya existía una economía que rodea a las residencias en el mundo del arte que era contraria a lo que estábamos pensando que iba a ser Ensayos. Iba a ser un ejercicio a larguísimo plazo, indefinido, en el cual la repetición era algo muy importante. Y las residencias no suelen tener eso. Vas por tres meses, seis meses, dos semanas. Pero vas más bien por instantes, son únicas. Y Ensayos pedía, de una u otra manera, una responsabilidad para con un asunto específico: una investigación. Eso quedó sentado en uno de los primeros capítulos que hicimos.

Los científicos chilenos de la World Conservation Society llevaban más tiempo entendiendo que el arte se opera fuera de lo que se ha denominado hasta ahora el campo de las artes -espacios museales, instituciones, incluso espacios públicos, aunque siempre más urbanos-, y sin caer en la tradición del arte que representa a la ciencia muy ilustrativamente. Todas esas cosas las hablamos y yo invité a gente que tenía la capacidad de hablar de eso, críticamente, con experiencia. Entonces ahí sentamos estas bases, asumiendo que ya existían ciertos hitos o focos de conservación, como el manejo del borde costero -que es un tema más de legalidad y político- y la cuestión de las especies invasoras, en específico los castores que, en ese momento, hace doce años, era la amenaza más grande.

También estaba el mito o paradigma de que el pueblo originario Selk’Nam o los pueblos originarios no estaban, no existían en el territorio, o eran extintos. Había dos artistas sami con nosotros en esa primera instancia. Ellos fueron muy tajantes en decir “hay que romper este mito de que hay pueblos indígenas ‘extintos’. No sé cómo lo van a hacer, pero esta tiene que ser una misión de Ensayos”. Esa etapa fue la más larga de todas porque implicó aprender a leer entre líneas y ver cómo estos documentos instalan a la extinción como una verdad histórica. Eso fue en el 2010. Obras como Distancia, una serie para Internet creada junto a Carolina Saquel, nacen de ese trabajo, de una asociación en primer lugar con (las personas Selk´Nam) Martín y Julio Gastón Contreras. Ellos fueron Ensayistas, participaron del proyecto. Y lo que pasó fue que de las 18 personas que fueron a ese viaje, algunas gravitaron hacia ese punto. Se armó un grupito que trabajaba con especies invasoras, se armó un grupito que se interesaba por temas de borde costero, y otro grupo que trabajaba con temas de la geografía humana de la Tierra del Fuego. Y empezaron de formas paralelas a llevarse a cabo estas investigaciones, aunque no con las mismas intensidades. Los castores tomaron muchísima más presencia. Internamente decidimos que cada tres años íbamos a repactar la pregunta de investigación. Entonces la pregunta de investigación sobre los castores fue cómo incluirlos en el bienestar de ellos mismos en la isla, lo que fue una pregunta súper generativa. Hemos tenido aciertos y desaciertos en el proceso de investigación, lo que ha sido muy rico.

Hoy en día definimos a Ensayos como una práctica. Porque hoy ya tenemos casi doce años y podemos mirar atrás y entender qué tipo de práctica es. A mitad de camino le llamamos “un colectivo”. A ratos le agregamos la palabra feminista o eco-feminista. Hay muchas diferencias, hay muchas nacionalidades. También hubo muchas preguntas a ese respecto: ¿por qué no son todos chilenos? ¿Por qué no viven en los territorios? Y ahí es donde empieza a crecer el fundamento de nuestra práctica, como una práctica que tiene que ver con el cuidado más allá de la pertenencia. If you don’t belong (si no perteneces), ya porque no seas de esa nación, de ese pueblo, ¿cómo puedes, de todas maneras, tenerle cariño?, ¿cómo puedes verter ahí tu energía creativa, tu accionar?… Y eso empieza a establecer una ética muy distinta. Que viene por una responsabilidad voluntaria, no por aquellas determinadas por nosotros al nacer. Y cuando cumplimos diez años, yo propuse que revisáramos lo que habíamos hecho. Tal vez Ensayos había llegado a su fin… Porque, pensé, algún día tendremos que dejar de ensayar. Y justo coincide con que el New Museum en Nueva York nos ofrece una residencia, en su quinto piso. Estamos todos en diferentes lugares y entonces yo escribí un guion basado en Fefu and her Friends, de María Eugenia Fornés, una escritora cubano-estadounidense. Ahí nace Cucú y sus pececillos. Es un video en el que cada una de los personajes está en un espacio privado hablando entre sí. Con ayuda de una pantalla azul simulamos un fondo marino y con vegetación.

La residencia iba a ser en vivo y entra COVID a la escena global. Y pasa que nos convertimos en los primeros artistas en residencia virtual en el New Museum. Acordamos en un momento juntarnos en el futuro adentro de una turbera, en un contexto de ciencia ficción: dar a conocer al mundo que las turberas en la Patagonia son el bastión de la vitalidad del sur del planeta. Entonces, es muy emocionante para mí constatar que eso es lo que estamos haciendo ahora. Y para hacer eso, tuvieron que entrar nuevos colaboradores Ensayistas que se agarran de toda esa ética, de todo ese trabajo territorial, pero que se especializan para este desafío.

En ese sentido, Turba Tol nace de Ensayos. Hay participantes del círculo original de ensayos como Ariel Bustamante, Carla Macchiavello y otros dos que nunca habían estado en Tierra del Fuego, que son Dominga Sotomayor y Alfredo Thiermann. Yo los invito porque siento justamente que necesitamos personas de distintas disciplinas que están entrando por primera vez al tema de las turberas, la colaboración multidisciplinaria para generar una dinámica que nos permitiera vivir ahí y presentar esto en Venecia, que no recurriéramos a algunas de las cosas de Ensayos que dábamos por sentadas o que las teníamos muy habituadas. Y que hubiera personas que hicieran preguntas un poco incómodas y que incluso nos sacaran de una zona de confort que nosotros pudiéramos haber creado para nosotros mismos. Y en cierta medida ha sido incómodo eso.

TLP: ¿Ah, sí? Pero, ¿son dificultades a nivel operativo u obstáculos de aquellos que enriquecen el conocimiento?

CM: Que enriquecen. Yo creo que enriquecen, que uno aprende de ellas. En Ensayos hemos afinado ciertas metodologías. Como las diferentes personas vienen de otras disciplinas, también operan en otros campos, como el arte, el cine, la arquitectura, etc. Son prácticas que requieren trabajar con “otros”, requieren de grandes equipos y de otras maneras de entender esos otros trabajos. En Ensayos somos muy horizontales. Si bien yo lo fundé y soy la directora, es solo porque estoy todo el tiempo.

TLP: O sea, hay dinámicas por medio de las cuales se delegan responsabilidades.

CM: Mucho… me fascina delegar y que alguien resuelva cosas en lugares en los que yo no las resolvería.


TLP: En términos de conservación, hay varios puntos fuertes en este proyecto. Por una parte, está el diálogo inter-especies. A ratos se puede leer un poco un guiño a Bruno Latour y la actor-network theory…

CM: Sí, yo estudié con Bruno Latour. Soy amiga de él. Bruno estuvo en Tierra del Fuego conmigo.

TLP: Ah, mira…

CM:  Sí. Sí, de todas maneras, hay una alusión.

TLP: Y, por otra parte, está un componente indígena. Desde los 90 se piensa que el equilibrio del ecosistema tiene que estar directamente vinculado a las culturas y comunidades locales, con lo indígena en lo más amplio del término. Pero mientras tú trasladas a gente indígena de un lugar a otro, Ensayos plantea que la afectividad permite una conexión con esos espacios otros, o alterizados… Tú contabas de la visita de personas Sami, de la región más al norte de Escandinavia y parte de Rusia, a la Tierra del Fuego, y el input que eso significó para el proyecto.

CM: Sí. No sé si has escuchado el último “rumor” que publicamos hace pocos días.

TLP: Sí, uno en la página web, en inglés y español. Es literalmente un rumor a diferentes voces que parece situar y dislocarnos en un espacio diferente…

CM: Sí. Ensayos trabaja hace tiempo con la triada cultura-medio ambiente y esas afectividades que nos permiten enlazar la recurrencia del pensamiento colonial que es justamente “el otro” y “yo”. En este espacio afectivo que creamos Hema’ny Molina (artista Selk’Nam), Bárbara Saavedra (de Valdivia, Chile) y yo, sobre todo, y que va permeando al resto e incluye al resto, aparece el comadrerismo: una mujer indígena, una artista y científica, una “gringa” -porque yo nací en Estados Unidos-, una porteña (mujer de Valparaíso) y una valdiviana… Las tres hemos tenido cáncer… Empiezan a aparecer otras cosas que nos “igualan”. Eso deja mucho espacio para ir enseñándonos las unas a las otras, sin que nos reemplacemos ni que nos representemos las unas a las otras o manipulemos los discursos de las otras. Bárbara escribió la primera ronda. Yo escribo frases entre medio de ellas, usando el texto de Bárbara como plataforma o software, desdibujando los bordes de esta “otredad”.

TLP: Es interesante, porque entonces se da vuelta todo y se vuelve un complejo de relaciones…

CM: Sí. Y eso quizás tiene una relación con la actor-network theory, pero quizás más cercano a Tim Ingold… Yo soy muy querida de Bruno Latour, mucho. Yo siempre le digo: “está bien, tú sacas tus ideas de ciertas tradiciones más continentales, pero las ideas que tú compartes preexisten a tu llegada a ellas. Son ideas que en el mundo indígena son parte de la realidad, común y corriente”. Siempre tenemos el debate acerca de la práctica. Todas estas ideas se ensucian en la práctica. Ahora, respecto a lo de inter-especies… Cuando comenzamos a trabajar acerca de los castores, abordamos esta pregunta que insinúa que el castor tiene agencia. Y esto quiere decir que hay que preguntarle sobre su bienestar y que eso significa desarrollar un nuevo lenguaje y que para ello hay que practicar un nuevo tipo de escucha o una suerte de observación del lenguaje del otro, crear traducciones posibles o sensualidades que te permitan sentir al otro. Eso ha sido interesante de ver, cómo aflora en el mundo del arte en general, como un reventón. De cosas que venían hace tiempo diciendo los “new materialists”, que me han influenciado. Estas cosas se asientan en una práctica. En la incomodidad de lo que estas cosas dicen y quieren decir. Volvemos entonces a esta discusión en torno al desdibujo de la otredad, encontrándonos con que esto no significa que no haya distinción entre un cuerpo y sujeto y el otro: puedo modelar una escultura en la que mi cuerpo se parece al cuerpo del castor, ponerme aceite de castor en el cuerpo, pero hay una distinción, hay una diferencia. Entonces, ¿cómo mantener la diferencia?: Mind the difference, mind assymetries in difference (“La diferencia importa, las asimetrías de la diferencia importan”). No es anular la idea de que hay privilegios distintos por ser humanos o ser castores, hay culturas que reinan sobre las otras. Por ejemplo, como hablo mejor inglés que otras personas, puedo acceder a otras informaciones. Entonces, reconociendo nuestras diferencias podemos comenzar a transarlas. Puedo decirle a Hema’ny Molina: “Ahora yo voy por nosotras, luego tú vas por nosotras.”

TLP: Ese dispositivo que tú planteas aquí rompe con dos modelos que, hasta hace poco, creo, eran hegemónicos: por una parte, la globalidad sin fronteras (un discurso, básicamente) y, por otra parte, un aparato del arte contemporáneo que se supone siempre hace coincidir tiempos diferentes en el presente, volviéndose una zona de negociación de conflictos, dar vuelta a los enfoques y permitir más interpretaciones y subjetividades comunes. En ese sentido, pasan cosas que trascienden al arte como tal.

CM: Sí.


TLP: ¿Qué puedo esperar ver yo en el pabellón chileno, en ese espacio físico en el que se cristalizan las operaciones?

CM: Sí, gracias. Qué rica la conversación. Si quieres yo sigo acá (risas). Ya… ¿Cuándo llegará el momento en que digamos algo diferente a qué es lo que debo esperar ver? ¿Cuándo va a dejar de primar el ver? Es una pregunta que está en el pabellón. Es una pregunta que no está resuelta, pero es una apuesta a una experiencia multisensorial. El ver no es donde reside el mensaje o la realización de lo que nosotros estamos queriendo revelar –también para nosotros mismos. Entonces la oralidad es muy importante. De ahí que el pabellón se llame Turba Tol Hol-Hol Tol, que sea difícil de pronunciar; es onomatopéyico, hay repeticiones, una hibridez, entre que es español y se mezcla con el Selk´Nam… Y cuando tú entras, es lo primero que vas a ver: Tol Hol-Hol Tol dibujado en la pared, dibujado a mano por una diseñadora. Es un pabellón muy artesanal, en cierto modo.

Cecilia Vicuña entró hace pocos días y dijo “es precario-tecno, un futurismo aterrizado”. Y lo es. Y es por opción. Y es algo muy bonito que nos ha regalado la amiga, poeta, artista y ensayista Cecilia Vicuña, que es la dignidad de la precariedad. Es un pabellón humilde, porque la humildad es húmeda (sonrisas). Tenemos mucha agua. Todos los días tenemos que regar, alimentar de agua a casi tres toneladas de musgo que están vivas y que nos exigen atención y cuidado. Crecen. Hoy vimos que estaban creciendo unos nuevos hongos. Tengo que sacarles fotos y enviárselas a nuestros colaboradores científicos en Alemania. Y ellos me advierten: “Oh, ese hongo es parasítico de la turbera. Hay algo que está fallando”. ¿Qué hacemos? Hay que ajustar el nivel del agua, hay una sobredosis de minerales, etc. Es un pabellón que tiene un grado de participación y permeabilidad. Por eso y desde un principio, cuando postulé a la convocatoria, planteamos que la plataforma web Turba Tol sería para aquellos que no vendrían a Venecia a la Bienal a ver el Pabellón de Chile. Por medio de la plataforma pueden percibir, sentir a través de textos y poesía, audios que están ahí, la oralidad. Es un pabellón donde la lengua, el lenguaje, tanto por medio de la escucha o de lo escrito se hace presente. Y luego esa escucha, esa lengua, recae sobre los cuerpos, cuerpos que emiten y re-emiten esas palabras. Esos cuerpos son la turbera.

El viaje a esta Bienal de Venecia implicó necesariamente antes un viaje a Tierra del Fuego. El viaje a Venecia es el viaje a Tierra del Fuego, lo que para mí es un movimiento súper importante: consistió en viajar, pedir permiso, dar las gracias y a buscar ahí las posibles soluciones y desafíos que podíamos tener acá. Ariel Bustamante entra en la turbera con ayuda de una cámara que capta en 360º la acción de sumergirse y la reproduce en el espacio de exposición. Está esta pantalla de biomaterial que logra que la imagen se proyecte de forma irregular, borrosa. El paisaje no está. Y entonces, ¿qué pasa con la escucha? Hay veinticuatro canales de sonido que pasan a primer lugar, una composición de Ariel Bustamante junto a Hema’ny Molina, en una consulta de ires y venires que tiene que ver con parar y no recaer en el trabajo tradicional, colonialista del etnógrafo que va con una grabadora, le hace entrevistas a una mujer indígena y después eso es usado por fuera del diálogo con esa persona. Al revés, Ariel establece un diálogo con una mujer indígena, no asume autoría y es más bien un artesano de esa parte de la obra. Ariel conoce programas, Hema’ny no; Ariel le manda cápsulas, conversan, luego se genera una sincronía, hay puntos de encuentro y todo esto recae sobre una estructura creada por el arquitecto Alfredo Thiermann con ayuda de su socio Sebastián Cruz. Es una pieza de arquitectura sonora que responde a la cuestión de cómo hacer una infraestructura para la escucha. Isabel Torres y Hema’ny Molina inventan este rol de “guarda-turbas” aludiendo a la figura del guardabosques. Ellas están todo el tiempo ahí haciendo mediciones de temperatura y humedad para mantener a las tres toneladas de musgo viviendo en el pabellón.

TLP: Lo interesante de este método de trabajo, para terminar, es que lleva a romper también con la idea de extinción de pueblos o especies, en la medida en que son documentos que prolongan la vida más allá del evento, para llegar a un “convivir”.

CM: Sí, a mí me gusta la idea de co-habitar, de co-habitación, porque tiene que ver con crear hábitos colectivos. Yo soy muy nómade, entonces habito más en los hábitos que en casas. No son cosas muy rebuscadas, sino la hora en que me preparo mi café, por ejemplo. Nosotros somos siempre forasteros, sea en Tierra del Fuego o en cualquier otro lugar. Carla Macchiavello y yo trabajamos en esos hábitos, buscando antecedentes, pensando en nuestras abuelitas, pensando en dónde se asentaron las bases para pensar y trabajar así. De esa forma, editamos juntas un libro que aparecerá en diciembre del 2022, en lugar de un catálogo como tal, y que reúne a 43 mujeres que escribieron de eco-feminismo cuando no era algo de importancia para todos, ni en la academia. Nosotros llamamos a esos textos germinales, porque pese a no haber sido reconocidos por mucho tiempo, plantarán semillas para nosotros, para el futuro, un trabajo sumamente hermoso que sustenta efímeramente al pabellón pero que documenta esta situación. No me interesa mostrar esta obra en Chile u otro lugar del mundo. Es esta situación, este momento y este lugar. Este libro es una obra pensada para Chile y el más allá.

Turba Tol Hol-Hol Tol, Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Arte de Venecia, 2022. Cortesía de Turba Tol y Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile. Foto: © Michele Agostinis
Turba Tol Hol-Hol Tol, Pabellón de Chile en la 59° Bienal de Arte de Venecia, 2022. Foto: Macarena Ruiz-Tagle/Artishock

Turba Tol Hol-Hol Tol reúne a un equipo multidisciplinar de creativos chilenos: el artista sonoro Ariel Bustamante, la historiadora del arte Carla Macchiavello, la cineasta Dominga Sotomayor y el arquitecto Alfredo Thiermann. A estos artistas se unen como co-guionistas del proyecto la ecóloga Bárbara Saavedra, experta en biodiversidad; la escritora Selk’nam Hema’ny Molina; y el productor cultural Juan Pablo Vergara, entre muchos otros: Rosario Ureta (diseño), Mateo Zlatar (diseño web), Carola del Río (desarrollo web), Freja Carmichael, Caitlin Franzmann, Christy Gast, Randi Nygård, Renee Rossini, Karolin Tampere, Agustine Zegers, Simon Daniel Tegnander Wenzel (olor), Sebastián Cruz (museografía), Nicolás Arze y Christy Gast (dirección de arte), Benjamín Echazarreta (dirección de fotografía), Isabel Torres (voz rumores), Constanza Güell (catálogo), Fernanda Olivares (guía Selk’nam), Nicole Püschel (cambio climático y biodiversidad), Antonia Peón-Veiga (iluminación), Susanne Abel, Matthias Krebs, Jan Peters (Sphagnum Lab) y Alessandra Dal Mos (producción Italia).

Curadora: Camila Marambio
Comisaria: Ximena Moreno (Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Gobierno de Chile)
Coordinadoras: Daniela Aravena – Comisaria adjunta, DIRAC | Carolina Martínez – Gestión de proyecto, MINCAP
Organiza: Ministerio de las Culturas, Las Artes y el Patrimonio – Gobierno de Chile | DIRAC- División de Culturas, Artes, Patrimonio y Diplomacia Pública del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile

PABELLÓN DE CHILE
59° Bienal de Arte de Venecia
Isolotto Dell’Arsenale, Artiglierie, Campo de la Tana, 2169/f, Venecia, Italia

Del 23 de abril al 27 de noviembre de 2022

Teobaldo Lagos Preller

Nace en Puerto Montt, Chile, en 1978. Es autor, curador y Doctor en Historia y Teoría del Arte por la Universidad de Barcelona y M.A. en Estudios Latinoamericanos Interdisciplinarios por la Freie Universität Berlin. El eje de su trabajo son las prácticas artísticas en diferentes medios y lenguajes que buscan generar zonas de contacto al interior del espacio expositivo y en la vida cotidiana. En 2021 trabajará con un equipo curatorial interdisciplinario en "Museo de la Democracia", una exposición inmersiva en la Nueva Asociación de Artes Visuales de Berlín (nGbK). Ha colaborado en proyectos editoriales y curatoriales con artistas, colectivos e instituciones como la Fundación Jumex (México), el Transart Institute (Berlín/Nueva York), y el Ministerio Alemán de Relaciones de Exteriores, entre otras. Vive y trabaja en Berlín.

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