CRISTIÁN SALINEROS: EL SONIDO INESTABLE DE LAS AVES
Se ve que uno no comprende lo que no quiere que suceda.
Hebe Uhart
No sé cuáles son mis diez libros favoritos, pero estoy seguro que uno de ellos es Mi filosofía de A a B y de B a A de Andy Warhol. Es cotidiano e impopular, escrito a través de llamadas telefónicas, perfecto. Está lleno de frases notables, una de ellas: “El espacio vacío es un espacio que jamás se desperdicia”.
Cuando veo exposiciones pienso en el artista y en el esfuerzo que hay detrás de la obra y digo: mejor no lo hubiera hecho. Cualquier cosa se ve bien cuando no hay fuerzas mal aprovechadas. Si la humanidad aprendiera esta lección el mundo sería un lugar menos dañino.
En el arte son escasas las fuerzas bien aprovechadas. Incluso podemos decir que todo se trata de intentos fallidos. Por eso no hay que tomarlo tan en serio. Cristián Salineros en Patricia Ready optó por la astucia de la desidia, conocida como economía de mínimo esfuerzo.
Un ave inerte, suspendida de cabeza, contraviene las leyes de la física. Representa lo imposible. “La jaula se ha vuelto pájaro y se ha volado”, dice Alejandra Pizarnik en El despertar. Salineros, por su parte, ha reemplazado la jaula por el pájaro. La levedad de su pequeña anatomía asfixia el vacío. Un juego de escalas que releva los elementos que anteceden a la obra. Aparecen desnudas las dimensiones y las características espaciales. No como medio o soporte de otra cosa, sino amplificadas por un único gesto, mínimo, omniabarcante. De nuevo Warhol: “Un espacio desperdiciado es cualquier espacio con arte dentro”.
Lo que alguna vez fue un organismo vivo ha ingresado a una etapa de suspensión. Encapsulado por el estatismo de su entorno tensiona la arquitectura del vacío, busca su polo magnético, escenificando la ausencia de flujo temporal.
Inestable es una exposición sobre el desarraigo. Sobre la fragilidad de la consciencia del presente. Esto explica que la petrificación taxidérmica del tránsito entre la vida y la muerte parezca un desajuste. Algo perceptible.
Del mismo modo, la administración ornamental y repetitiva de osamentas de oro recuerda la condición finita de los cuerpos y las multitudes que en cada época se extinguen. Un símbolo glorificado de la muerte o un arma frente a la fría oscuridad de un monolito. Lo intempestivo anuncia por contraste la fragilidad incondicional del cambio. La materia en su multiplicidad abstracta se desconoce a sí misma, pero intuye el presente como verdad. Cada partícula es alucinatoria.
Inestable, de Cristián Salineros, se podrá visitar hasta el 13 de diciembre en Galería Patricia Ready, Espoz 3125, Vitacura, Santiago de Chile
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