CRUCES ARTÍSTICOS DESDE EL SUR DE CHILE

Al entrar en La Leñera dos grandes alfombras azules en aspa desafían el orden de los factores. Los cuatro brazos de la cruz que forman señalan los puntos cardinales, pero el norte es el este. La orientación es guiada por la representación de origen mapuche Meli Witran Mapu, adecuada al lugar de salida del sol. Una guía ancestral determinada por la naturaleza, sus tiempos y sus necesidades. Una estrategia que no deja de ser una destreza: una tecnología.

Indisciplinas. Encuentro de prácticas artísticas y tecnodiversidades es una exposición que desafía el orden de los factores. Desbarajusta de manera desobediente el mandato temporal y atenta contra la ley espacial. Incluso la frontera entre lo vivo y lo muerto, lo humano y lo sobrehumano, lo orgánico y lo cyborg.

Dislocaciones que se basan en las y los cruces. Un mundo revuelto que incita al replanteamiento de los conceptos bajo los que se sustenta nuestro habitar. Para acercarse a La Leñera hay que pasar al lado de las ruinas, puede que permanentes, del museo de arte contemporáneo de Valdivia. Al interior del antiguo galpón de la Cervecería Anwandter se apilan varias vigas de madera roídas. Son restos del muelle destruido tras el terremoto de Valdivia de 1960. La exposición, en este enclave y leída en este contexto, es el muestrario del después de.

Paula Salas, Soledad Pinto, Patricia Domínguez, Claudia González, Hypereikon, Valentina Serrati, Alejandro Albornoz y el colectivo O.R.G.I.A. agrupan trabajos bajo la curaduría de Gabriela Urrutia. La muestra bascula entre varios cargos. El de las propuestas alineadas con el movimiento feminista: el video Sostener las herramientas (2022), de O.R.G.I.A.; las Cariátides (2021), de Soledad Pinto y Paula Salas, que aguantan el peso del trabajo y las maternidades de unas y otras; el de la intercalación de un presente continuo, un pasado tozudo y un futuro inhabitado del dúo Hypereikon, con sus hiperobjetos[1] generados mediante Inteligencia Artificial; el del mundo digital, el espiritual y el terrenal en la instalación de Patricia Domínguez.

Matrix vegetal (2022) es una sugestiva y brillante -en todos los sentidos- experiencia que parte del deseo de, como se afirma en uno de los videos, “eliminar vestigios del mundo digital de tu ser”. Esa limpieza será vía el mundo vegetal. Para acercarse a los dos audiovisuales dispuestos frente a unas plataformas luminosas, hay que pasar por unas ristras de rudas colgadas del techo, plantas utilizadas por los chamanes de Perú.

Ya frente a la pantalla, Amador Aniceto, un chamán de la selva de Madre de Dios, nos habla de los poderes de la ayahuasca y de la conexión entre esta vida y la siguiente. “Cuando mueras serás una planta” o “planeo seguir viviendo”, son afirmaciones de Aniceto, que promete una estancia eterna en el planeta gracias al componente alucinógeno del yagé.

En el otro trabajo audiovisual un personaje femenino procede a la liberación de la dimensión digital del yo gracias de nuevo a las propiedades de las plantas. En esta pieza, sin embargo, se intuye la crítica a la publicidad y al corporativismo, añadiendo un matiz irónico al matrix vegetal. La creencia ciega por las promesas de la sanación a través de las drogas naturales nos puede llevar a profesar una nueva religión: las dos pantallas se enmarcan en altares triangulares que refuerzan esa idea de templo.

De hecho, Urrutia concibe el espacio de arte como un santuario tecnológico, presidido por las columnas de mujeres desnudas de Cariátides, que acaban de parir y que expelen sus flujos materializados en hilos de lana roja (sangre), blanca (leche), o verde (vómito, moco). Una obra en la que las artistas se preguntan si la maternidad puede ser un lugar de planteamiento del rol de la mujer, en equilibrio entre lo que la sociedad espera de ellas y “la indisciplina propia de nuestra naturaleza animal (los caminos inesperados que toman las artistas”) [2]. Estas columnas-mujer imitan a las sostenedoras del Erecteón de Grecia, templo dedicado a dioses belicosos. Regreso al futuro o devolución al pasado reflexionando sobre problemas tan antiguos como el ser humano, o casi.

La performance audiovisual de Valentina Serrati y Alejandro Albornoz Descenso (2023) es un viaje sensorial hacia el cercano alerce milenario, considerado el ser vivo más viejo del planeta.

Indisciplinas es una exposición fluctuante. Las propias Cariátides mutan. El día después de la inauguración tuvo lugar una jornada de recolección de fibra vegetal ñocha en las cercanías del espacio cultural. Las participantes crearon nuevas formas naturales que se agregaron a la columnata.

También la obra de Claudia González Godoy, Hidroscopia/Mapocho (2016), se transforma día a día. Un análisis poético de la marca de agua que trastoca el lecho del rio, que cae, no verso en verso, sino gota a gota, sobre una clepsidra de metal que se va erosionando.  El paisaje fluvial sobre una placa de Petri, contaminando con su indisciplina el curso del tiempo y del espacio.

[1] Timothy Morton acuñó el término en su libro “Hiperobjetos. Filosofía y ecología después del fin del mundo” (2013) para referirse a las cosas que se distribuyen masivamente en tiempo y espacio en relación con los humanos. Un agujero negro, un campo petrolero, la biosfera o el sistema solar, todos los materiales nucleares de la Tierra, son hiperobjetos.

[2] En Pinto, Soledad y Salas, Paula (eds.). Sostener el techo. Exploraciones sobre arte y maternidad. (2023). Ed Metales Pesados.

La muestra se presenta del 13 de octubre al 9 de noviembre de 2023 en el Espacio Cultural La Leñera, Campus de los Museos UACH, Isla Teja, Valdivia, Chile. Organizada por Galería Réplica, Valdivia.