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CAROLINA YRARRÁZAVAL: PLEGANDO SILENCIOS

Carolina Yrarrázaval (Chile, 1960) es un referente muy importante para quienes nos hemos acercado al textil como medio de expresión. Su obra, sensible, austera y solemne, revela un cuidado y un tiempo invertido en el hacer, que se entrega generoso. La belleza de sus tapices y la consistencia de su propuesta le han hecho merecer el reconocimiento y la admiración de la crítica y de sus pares.

Pero su trabajo es relevante también porque, en buena parte, es gracias a ella y a artistas como Inge Dusi, Paulina Brugnoli, Patricia Velasco, María Teresa Riveros y otras grandes maestras que por varias décadas han cultivado y desarrollado este lenguaje que hoy, por fin, parece haber alcanzado la visibilidad y la atención que se merece el arte textil.  

Conversé con ella con motivo de su actual muestra Plegando Silencios, abierta hasta el 9 de noviembre en D21 Proyectos de Arte.

Vista de la exposición «Plegando Silencios», de Carolina Yrarrázaval, en D21 Proyectos de Arte, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer. Cortesía: D21

Catalina Bauer: Te agradezco mucho que aceptaras esta entrevista, estoy feliz de poder conocerte y aprender más en profundidad de tu obra. Quería primero preguntarte sobre tus inicios. Me encantaría saber de dónde nace tu interés por el textil. Si estaba presente en tu familia o si fue más bien un camino propio.

Carolina Yrarrázaval: De bien chica comencé a explorar en esto, sola. Tenía un telar pequeño y me gustaba también enrollar cosas, embarrilar, todo como un juego. Mi papá es artista, así que sin duda el arte fue parte de mi vida siempre. Ya de más grande entré a estudiar arte en la Universidad de Chile porque no había quedado en diseño textil en la Católica, y creo que fue para mejor, porque descubrí el taller de tapicería mural y desde ahí en adelante no tuve duda que mi opción era el textil. 

No alcancé a terminar la carrera y me instalé con un taller donde además de hacer mi obra, daba clases. Di clases por muchos años, me encantaba.

Por ese tiempo sucedió que se formó un grupo de artistas textiles con quienes expuse varias veces acá y en otros países como Argentina y Estados Unidos.

Vista de la exposición «Plegando Silencios», de Carolina Yrarrázaval, en D21 Proyectos de Arte, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer. Cortesía: D21

CB: Qué interesante… ¿Y cómo fue que se dieron las cosas? Me da curiosidad porque creo que en general y sobre todo al comienzo es difícil encontrar espacios y hacerte de un contexto con el cual resonar. ¿Eran solo artistas textiles o había artistas que trabajaban en otras disciplinas?

CY: Recuerdo que Inge Dusi tuvo la iniciativa; éramos un grupo numeroso, de textileras sobre todo. Estaban la Tatiana Álamos, la Paulina Brugnoli, María Teresa Riveros, que era mi profesora de la U. Chile, otras de la U. Católica y así, gente como de la vieja guardia, muy profesionales.

Nos reuníamos periódicamente a conversar y ver nuestras obras. Eso fue muy bueno, porque entre todas nos potenciábamos. 

Yo creo que antes todo era mucho más simple. Organizar la exposición y trabajar en el montaje colectivamente fue muy enriquecedor. Pero teníamos la suerte de no tener que funcionar con todas las formalidades que se exigen hoy día.

Vista de la exposición «Plegando Silencios», de Carolina Yrarrázaval, en D21 Proyectos de Arte, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer. Cortesía: D21

CB: Entonces fue un período muy significativo, de estar conectada con tus pares…

CY: Creo que fue súper importante tener una experiencia así, sobre todo en los primeros años. Manteniendo igual el espacio de trabajo en solitario, porque el momento de creación para mi es algo tan personal, que necesito estar sola, a mi ritmo, muy presente en lo que una está haciendo.

CB: Si, te entiendo. Me imagino perfecto ese momento muy íntimo, en un diálogo silencioso con tu trabajo. Eso se percibe en las obras. Y a eso se refiere, me imagino, el título de la exposición actual, ¿no? Plegando silencios.

CY: Claro, es más que nada eso de trabajar en silencio, como guardando silencio. El tejido avanza a un ritmo pausado, y uno entra en un estado de meditación, y a veces -me ha pasado- que te sorprendes de lo que hiciste. Uno no sabe bien en qué estaba pensando cuando tomó ciertas decisiones, pero ya están ahí.

Obra de Carolina Yrarrázaval. Foto cortesía de la artista

CB: Cierto, eso es algo que yo agradezco del tejer, es bien mágico. Me interesa saber un poco más de esas decisiones que vas tomando en el proceso, y también preguntarte por los materiales, qué tipo de telar utilizas, tu paleta de colores, todos esos aspectos formales que en definitiva vemos que van determinando el carácter y el sentido de la obra.

CY: Lo que ha sido una constante en mi trabajo, desde siempre, es el telar vertical. Me interesa mucho porque es muy versátil y te permite ver el total todo el tiempo. En cambio, el telar horizontal se enrolla, entonces el tejido se va ocultando.

El telar vertical es una herramienta fantástica, uno puede ir cambiando de idea en el proceso; si te das cuenta de que algo no queda como te lo imaginaste puedes modificar la urdimbre, aumentar, separar, incorporar otros tejidos u otras fibras, lo que tú quieras en realidad.

Yo trabajo con yute principalmente; me gusta porque es firme y le da cuerpo al tapiz. A veces mezclo otros materiales como hilos de seda, o papel incluso.

Obra de Carolina Yrarrázaval. Foto cortesía de la artista

CB: ¿Y cómo sientes que ha ido evolucionando tu trabajo? ¿Lo ves como una obra continua, o para ti son series que empiezan y terminan para luego dar paso a otra cosa?

CY: Ha sido un camino que ha fluido suavemente, yo creo. Al principio trabajaba con una geometría bien rígida y usaba mucho la diagonal, los triángulos. De a poco fui soltando eso y me interesé por las texturas, probar materiales nuevos para ir descubriendo sus cualidades y sacar el mayor partido posible de lo que estuviera trabajando.

En esta exposición trabajé con la fibra de coco, que descubrí en la calle Rosas hace un tiempo y me encantó. Me puse a experimentar con estos rollos que ya venían con colores que no necesariamente son los que yo uso. Entonces, ya había ahí un primer desafío. Comencé a probar distintas cosas, los intervine primero tiñendo, luego comencé a plegarlos, desplegarlos, y así jugando con el material. Me encantó su transparencia.  

CB: Claro, es muy linda la transparencia. Y en ese sentido es muy acertado el recurso del pliegue, que es un gesto más escultórico y deja a la vista justamente su trama irregular, más orgánica, que contrasta con la constancia del tapiz que tú has tejido tan parejo, aparentemente muy simple, pero en realidad, cuando uno lo observa más detenidamente comienzan a verse las sutilezas de la trama. ¿Como logras esas variaciones tonales y de espesor de la trama?

CY: Si. Las variaciones tonales las hago antes de tejer. Yo tengo mucho material ya listo, teñido, en distintos tonos, entonces voy tomando de a tres, cuatro hebras, agregando de manera muy suelta los distintos colores; se producen estos cambios cromáticos que le dan cierta calidez al trabajo, o juego con las degradaciones, etc.

Y el cambio en la trama, la variación se da cuando tomas la urdimbre doble o simple; eso hace que la superficie se contraiga o se expanda. También puedes agregar más urdimbre y luego ocultas los hilos, o los dejas a la vista, que ha sido también un recurso que he utilizado y que me gusta mucho.

Detalle de obra de Carolina Yrarrázaval. Foto: Jorge Brantmayer. Cortesía: D21

CB: Me parece muy especial ese elemento de los hilos colgando, me atrae mucho. Hay algo un poco salvaje contenido en ese material que aún no ha sido tejido. Pero también tiene algo de pelo, entonces la verticalidad del tapiz y estos hilos colgando hacen que uno piense que está frente a un ser. De hecho, hay algunas obras tuyas que me evocan mucho a una figura, tienen algo de vestimenta, de atuendo ceremonial incluso.

CY: Claro, es una serie que hice hace algunos años, muy influenciada por un viaje a la India, donde me impresionaron mucho los trajes espectaculares que llevan en el día a día. Un vestuario tan distinguido, a pesar de estar en medio de la tierra. Eso me llamó mucho la atención. Después fui a Japón y también, quedé fascinada con todo lo que vi.

Cuando volví, me puse a trabajar y de pronto me di cuenta de que lo que estaba haciendo parecían unos personajes, entonces le di ese énfasis. Eso me llevó a experimentar más y probar cosas más complejas. Trabajé con dobles urdimbres, distintos planos, uniones, y con una paleta de color muy simple.

Todo ese trabajo lo presenté en una exposición en el MAC en el 2013: veinte tapices que titulé Formas, y que resultó premiada como la mejor exposición del año por el Círculo de Críticos de Arte. Eso fue muy increíble.

CB: Me imagino que debe haber sido una gran celebración colectiva, porque siendo tu maestra de tantas artistas textiles, ese reconocimiento de alguna manera las alentaba a todas.

CY: Fue bien impresionante que una exposición de arte textil recibiera ese premio tan importante. De verdad sentimos que se le estaba empezando a valorar de igual manera como se valora la pintura, la escultura, etc.

CB: Qué interesante pensar que desde ese momento han pasado diez años, y ver cómo el textil ha ido logrando cada vez más visibilidad y también más protagonismo en el arte contemporáneo. Sin duda que ese premio era una señal.

Vista de la exposición «Plegando Silencios», de Carolina Yrarrázaval, en D21 Proyectos de Arte, Santiago, 2023. Foto: Jorge Brantmayer. Cortesía: D21

Mientras conversábamos mirando los textiles me pasó que me fui aproximando al trabajo de una manera mucho más sensorial. Al recorrer con la mirada los surcos que se forman entre la urdimbre y la trama, sentía el tejido en la piel.

Luego observaba estas composiciones sobre las que la artista vuelve una y otra vez. Estructuras muy simples formadas por partes, como capas que se acoplan y se superponen. Nuevamente pensaba en el cuerpo, en la vestimenta, pero también en un espacio interior, como un tejido que es piel y al mismo tiempo es un lugar que te contiene.

Carolina hablaba de su necesidad de despejar todo lo que pudiera ser adorno, y dejar lo realmente esencial. Uno agradece esa simpleza, esa radicalidad, que te invita y te acoge en un plano sutil.

Catalina Bauer

1976. Artista

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