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MÁS ALLÁ DEL HOMUS POLITICUS DE PISAGUA. CONVERSACIÓN CON MARIO OPAZO

Durante gran parte de su carrera, desde Colombia, el artista visual Mario Opazo (Tomé, Chile, 1969) ha creado una serie de paisajes que se conectan tanto a la escritura como a las geografías de lugares siempre roídos por la violencia y el abandono estatal.

De la mano de este preludio, Opazo, durante uno de sus incontables viajes a Chile, visitó Pisagua para comenzar a escribir un nuevo proyecto. Este pueblo costero de la región de Tarapacá fue un estratégico puerto para las exportaciones de salitre, el llamado ‘oro blanco’.

Lamentablemente, después del colapso global del nitrato, Pisagua fue convertida, en las primeras décadas del siglo XX, en un campo de prisioneros de diversos regímenes autoritarios en Chile, tales como los de Carlos Ibáñez del Campo y Gabriel González Videla.

Años más tarde, las estrategias represivas de estos gobiernos fueron reutilizadas por la vapuleada dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990) con el objetivo de torturar, ejecutar y desaparecer a las y los opositores al régimen.

A raíz de estas crónicas, Mario Opazo presentó recientemente en la galería Espacio Continuo de Bogotá el video-performance Aparecer (en pena) (2022), pieza clave de la exposición El fondo del aire es rojo. Conversé con el artista sobre este trabajo que comparte espacio con otras obras, así como con las ánimas del desierto.

Vista de la exposición “El fondo del aire es rojo”, parte del proyecto "Aparecer (en pena)", en la Galería Espacio Continuo, Bogotá. Foto cortesía de la galería.
Vista de la exposición “El fondo del aire es rojo”, parte del proyecto «Aparecer (en pena)», en la Galería Espacio Continuo, Bogotá. Foto cortesía de la galería.
Vista de la exposición “El fondo del aire es rojo”, parte del proyecto «Aparecer (en pena)», en la Galería Espacio Continuo, Bogotá. Foto cortesía de la galería.

Rodolfo Andaur: Tomando en consideración esta necesaria introducción y además el montaje que has presentado dentro de la Galería Espacio Continuo, me gustaría preguntarte cómo dialoga la pieza Aparecer (en pena) con el homus politicus que te presentó la comunidad de Pisagua. 

Mario Opazo: La principal intención de este trabajo ha sido producir una contra-efectuación a la desidia, una gesticulación que promulgue el estupor y lo gestione hacia una participación (hacia una acción como actividad del homus politicus, o una movilización de la conciencia); ese estupor que resulta del horror y se despliega en la población de Pisagua como base o fundamento estratigráfico de la memoria. Aparecer (en pena) pretende un ‘dejar ver’ el abandono y el ocultamiento sistematizado de la memoria por parte del Estado chileno. Es decir, pretende desocultar la imagen en la conciencia.

R.A: ¿A qué te refieres con la frase “la gesticulación que promulgue el estupor”? Ahora que la escucho, luego la escribo, la vuelvo a escuchar y la leo, me lleva a pensar en las contingentes declaraciones del clamor negacionista que se inserta – no sólo en Chile– como arma política.

M.O: En realidad, desde el concepto de estupor recalco la ´dificultad de hablar y de ver´. Esta cuestión sigue latente en la escabrosa ruina moral y humana que se acunó en el caso de Pisagua. Quiero decir que el estupor es un ´estado de inconsciencia parcial caracterizado por una disminución de la actividad de las funciones mentales, físicas y de la capacidad de respuesta a los estímulos´ que persiste allí, objetivada en la apatía y en la indiferencia administrativa del Estado, en la carencia de lo elemental, carencia de la labor como actividad de la vitalidad, del trabajo como actividad del desarrollo de la mundanidad; y, también, de la acción como actividad política. Muchas de estas cuestiones han servido para la promoción del fascismo.

R.A: Trabajar desde los cimientos de un espacio tan conflictuado por la historia reciente de Chile, pero, al mismo tiempo, tomar nota de la reconstrucción de Pisagua desde la rúbrica de ‘nación´, me invita a remirar Pisagua desde sus playas hasta lo que ya aparece destruido físicamente. ¿Cuál o cuáles fueron tus primeras improntas en este lugar?

M.O.: La primera impresión que tuve de Pisagua fue que este lugar y su potencia histórica siempre habían estado en mi memoria; reconocí inmediatamente su presencia como resonancia lítica, como una roca fundacional en la profundidad de mi suelo sensible, dando forma a mi relieve político. Seguramente, esto fue el resultado de mi educación y de la influencia de mi padre perseguido, de los relatos familiares en mi infancia, de las fogatas quemando ‘cosas rojas’ en el patio de la casa, etc.

En Pisagua experimenté una activación de la memoria, un Aparecer (en pena). Claro, la primera vez que estuve allí no estuve solo, fue contigo y un grupo aproximado de 20 artistas y curadores. Fue una experiencia muy fuerte porque recuerdo que todos, sin excepción, en un momento dado, en el cementerio, buscamos la forma de habitar una dimensión íntima; nos apartamos en silencio como quien se desplaza en un peregrinaje interior hacia un encuentro con las ánimas, con las imágenes, como buscando un ´refugio´ en la conciencia. 

R.A: Pero ¿qué ocurre con el dolor? Esa sensación puede leerse bastante en tus propuestas y, en especial, en esta pieza que mezcla cierta intangibilidad que no da espacio para describirla en palabras.

M.O: Ciertamente, desde mi biografía,experimenté un profundo dolor in situ, que en ese momento me hizo sentir como ´delegado de testigo´; de ahí en adelante, en el año 2016, avancé en la escritura del Tótem Dormido, relato literario que nace como un monólogo para el teatro de Pisagua y que en su desarrollo se va abriendo al paisaje, al punto de instalar en él la presencia errante del “Capitán ciego de la memoria”. Fue en un nuevo peregrinaje, filmado el año pasado, que a través de Aparecer (en pena) experimenté por primera vez en mi vida un trascender del dolor.

Mario Opazo, “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Still de video. Cortesía del artista y Espacio Continuo
Mario Opazo, “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Still de video. Cortesía del artista y Espacio Continuo
Mario Opazo, “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Still de video. Cortesía del artista y Espacio Continuo
Mario Opazo, “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Still de video. Cortesía del artista y Espacio Continuo

R.A: Durante años, y marcadamente en estas últimas semanas, Pisagua sigue esperando respuestas concretas por parte del Estado ¿Te parece que el abandono sistemático de este lugar y sus memorias es un símil a otras realidades de esta índole que ya has experimentado? 

M.O: Es claro que la historia “arroja por la ventana sus botellas vacías” y la memoria aparece como una herida sin cuerpo, como embriaguez que reclama un cuerpo público, un testigo. He experimentado realidades que producen una desmemoria, por ejemplo, producto del conflicto armado en Colombia, donde la desaparición de la imagen, la ausencia de testigo se da como desmembramiento y ocultamiento de los cuerpos. Una cuestión similar es la que he experimentado en mis visitas a Pisagua.

R.A: Me gustaría confirmar que cada capítulo de este video-performance invita a reconstruir nuevos paisajes de Pisagua, sin omitir la complejidad de los actuales aconteceres tarapaqueños. ¿Cuáles serían los otros componentes que destacan el sitial audiovisual de Aparecer (en pena)?

M.O.: Este proyecto también visibiliza el prolongado y nefasto replicar de las formas de explotación encarnadas en la extracción, consumo y desgaste de lo humano y lo no humano. Aquello que he mencionado como cadena de actos nefastos y discurrir de modos de usurpación: la antropofagia cultural colonial, la usura republicana, y hasta la actual, vil y clandestina profanación moderna de yacimientos arqueológicos terrestres y marítimos.

Habría que sumar los nuevos modos de burocracia política, que hoy también son la ‘burocracia del alma y de la sensibilidad’, las talanqueras al desarrollo económico y cultural petrificando la producción poiética, frustrando el ornamento y la expresión, el rasgo de las nuevas formas. Hay que añadir también el maltrato al inmigrante, la indiferencia administrativa frente a la diáspora y la amenaza postcolonial a la cosmovisión ancestral, una amenaza a epistemes complejas, vinculantes y diversas.

Mario Opazo, Procesión del pan kaka, 2022. Cerámica, pan quemado y plomo y una fotografía en Morro Norte de Pisagua. Foto cortesía de Espacio Continuo
Mario Opazo, “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Registro fotográfico de video-performance. Cortesía del artista y Espacio Continuo
Vista de la exposición “El fondo del aire es rojo”, parte del proyecto «Aparecer (en pena)», en la Galería Espacio Continuo, Bogotá. Foto cortesía de la galería.
Mario Opazo, Suspensión, 2023. Vestuario y elementos del Capitán ciego de la memoria, personaje creado para la obra “Expulsión del Paraíso” (2009) y que persiste al interior de algunos proyectos de Opazo, como “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Foto cortesía de Espacio Continuo
Mario Opazo, Suspensión, 2023. Vestuario y elementos del Capitán ciego de la memoria, personaje creado para la obra “Expulsión del Paraíso” (2009) y que persiste al interior de algunos proyectos de Opazo, como “Aparecer (en pena)” (2022-2023). Foto cortesía de Espacio Continuo

El fondo del aire es rojo, de Mario Opazo, se presentó del 29 de junio al 17 de agosto en Espacio Continuo, Calle 77A#12A-35, Bogotá.

Rodolfo Andaur

Curador y gestor cultural originario de Iquique, en el norte de Chile, ha trabajado como director, promotor y divulgador de proyectos transdisciplinarios. Ha formado parte de equipos curatoriales enfocados en el análisis crítico del antropoceno, el cambio climático y la eco-geopolítica en América Latina. Como curador de arte contemporáneo en el denominado Eje Norte del Sur de América, ha promovido y difundido las prácticas artísticas chilenas en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Perú.

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