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ADRIANA LESTIDO: DONDE TODO EMPIEZA

Lo que hace que el trabajo de Adriana Lestido sea tan inusual y misterioso es la naturaleza de su presencia (la de la fotógrafa). Aquello que vemos suceder -existir- lo logra como si no hubiera estado ahí. Nadie da la impresión de estar siendo fotografiado. Y, sin embargo, al mismo tiempo, cada imagen ha sido elegida y concebida con tanto amor y compasión. Adriana está absolutamente ahí, con aquello y aquellos a quienes está fotografiando, ¡y a la vez no está ahí en absoluto!

John Berger


Adriana Lestido (Argentina, 1955), referente clave de la fotografía latinoamericana, ha dedicado los últimos 40 años a contemplar y capturar sin impostura tanto los conflictos cotidianos como las situaciones extraordinarias del ser humano. Desde la mirada femenina y con una estética directa y testimonial, la artista intenta comprender, a partir de su propia historia, las vivencias de otros cuerpos y lo inasible del paisaje.

Lo vemos en sus más emblemáticos ensayos fotográficos e icónicas obras presentadas por Rolf Art, a manera de exhibición antológica, en Donde todo empieza, abierta hasta el 11 de agosto. En ella se reúnen desde su icónica imagen Madre e Hija de Plaza de Mayo (1982) hasta sus series Mujeres Presas (1991-1993), Madres Adolescentes (1988-1990) y Madres e Hijas (1995-1998). Además, se exhiben Metrópolis (1888-1999) y La Antártida (2012) para dar cuenta del complejo y amplio universo fotográfico de Lestido.

Su obra está impulsada por la fuerza vital de sus propias experiencias: un padre encarcelado, su activismo en la vanguardia de los años 70, la dictadura argentina, la desaparición de su marido, sus días como estudiante de enfermería y como fotorreportera.

Mi trabajo surge de la necesidad. Creo que la necesidad es lo único que legitima lo que se hace. En mi caso, lo que desencadenó la pulsión creativa tuvo que ver en principio con lo femenino, lo maternal, la falta de familia, la injusticia, el desamparo, con las cosas que necesité comprender para pasar mis propios límites. Miro desde mi vida y desde mi historia, pero lo que me importa es el conflicto humano, las dificultades de las relaciones humanas.

Adriana Lestido, Madre e hija de Plaza de Mayo, 1982. Gelatina de plata sobre papel fibra, 21,7x 28 cm. Ed: 15 + A/P
Adriana Lestido, Madre e hija de Plaza de Mayo, 1982. Gelatina de plata sobre papel fibra, 21,7x 28 cm. Ed: 15 + A/P. Cortesía: Rolf Art

MADRE E HIJA DE PLAZA DE MAYO | 1982

Esta imagen, seguramente la más conocida de Lestido, se convirtió en un símbolo de lucha, de injusticia, supervivencia y resistencia. Con el tiempo, la misma autora la ha reconocido como la fundante de todo su trabajo: “Es el origen, todo viene de ahí”.

Era un acto contra la dictadura a la semana de haber entrado en La Voz, que fue mi primera redacción. Me había presentado en varios medios, pero no me daban cabida por ser mujer. La Voz fue el único diario en el que aceptaron ver mis fotos. Lo único que había hecho por mi cuenta, como reportaje, era una serie sobre la inundación en Villa Albertina. Y me mandaron a cubrir el acto de las Madres en Avellaneda. La nena del pañuelo blanco en la cabeza estaba parada, llorando, cuando todos la fotografiaron. Pero me dio pudor y no pude levantar la cámara. Mis colegas se fueron y me quedé al lado de ellas. En un momento la madre levantó a la nenita y pude hacer la foto. Las quise ubicar, siempre preguntaba por ellas, a Nora (Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo), a todos. Muchos las recordaban, pero no sabían dónde vivían. Siempre pensé que era el marido de la chica y el padre de la nena, pero no: se trataba de su hermano (y tío), Avelino Freitas, un dirigente obrero de Molinos. La mujer (Blanca Freitas) tenía treinta años en ese momento, era una Madre de Plaza de Mayo atípica, no pedía por su hijo. Finalmente, hace tres años me escribió una docente del sur, de Sarandí, que está trabajando con Blanca y ahí las pude contactar.

Adriana Lestido, de la serie Madres adolescentes,1990. Gelatina de plata sobre papel fibra, 29,9 x 20,5 cm. Ed: 15 + A/P. Cortesía: Rolf Art
Adriana Lestido, de la serie Madres adolescentes,1988-1990. Gelatina de plata sobre papel fibra, 14,5 x 21 cm. Ed: 15 + A/P. Cortesía: Rolf Art

MADRES ADOLESCENTES | 1988 – 1990

Este proyecto, realizado por Lestido entre 1988 y 1990, refleja el ambiente de desamparo y consternación, fruto de la situación de desprotección y de segregación social que sufren las adolescentes de bajos ingresos cuando se convierten en madres.

“Esas madres-niñas que atienden y acarician a sus hijos como si fueran juguetes, viviendo aparentemente en total inocencia y fuera de toda racionalidad, nos llenó de congoja”, escribe Sara Facio sobre este trabajo en el prólogo del libro Adriana Lestido. Madres e hijas (La Azotea Editorial, Buenos Aires, 2003).

Adriana Lestido, de la serie Mujeres presas, 1991-1993. Gelatina de plata sobre papel fibra, 50 x 33 cm. Ed: 15 + A/P. Cortesía: Rolf Art
Adriana Lestido, de la serie Mujeres presas, 1991-1993. Gelatina de plata sobre papel fibra, 50 x 33 cm. Ed: 15 + A/P. Cortesía: Rolf Art

MUJERES PRESAS | 1991 – 1993

Lestido concibió Mujeres presas, una serie que retrata la belleza del dolor a principios de los 90, luego de convivir durante todo un año, un día a la semana, con las mujeres del penal Nº 8 de La Plata (Argentina). Este ensayo registra la vida cotidiana de las presidiarias con humildad y respeto. Muestra su hacinamiento, las relaciones de poder y sororidad puestas en juego, así como las dramáticas separaciones de sus hijos cuando estos -por reglamento- debían salir tras haber cumplido los dos años.  

Argentina es uno de los únicos países del mundo que permite a los niños permanecer con sus madres en prisión; ellos juegan un papel secundario y silencioso: algunos son amados y cuidados, otros son maltratados. Son las únicas posesiones que pueden tener las madres encarceladas.

La realidad es mucho más dura… estar con un hijo en la cárcel es secundario, lo fuerte es estar preso. Fue muy duro hacer ese trabajo, mucho más duro de lo que imaginaba. Tuve momentos de crisis fuertes mientras lo hacía. Pensé que no iba a poder terminarlo, pero por suerte pude y así logré sacarme un gran peso de encima.

No pudo volver a hacer fotos allí. Cuando la convocó el Ministerio de Justicia para proponerle que hiciera otro libro sobre la cárcel de Ezeiza, Lestido les propuso dar un taller con las presas y que fueran ellas las que sacaran sus propias fotos. “Se hizo y estuvo buenísimo. Fue quizás una manera de devolver algo de lo mucho que me habían dado”.

Adriana Lestido, Eugenia y Violeta, de la serie Madres e hijas, 1995-1998. Gelatina de plata sobre papel fibra, 35 x 23 cm. Ed: 15 + A/P
Adriana Lestido, Mary y Stella, de la serie Madres e hijas, 1995-1998. Gelatina de plata sobre papel fibra, 35 x 23 cm. Ed: 15 + A/P

MADRES E HIJAS | 1995 – 1999

Durante tres años, Lestido siguió a cuatro mujeres con sus hijas: Eugenia y Violeta, Alma y Maura, Mary y Stella, Marta y Naná. Todas fueron retratadas de cerca. La serie, que cierra la trilogía de obras dedicada exclusivamente a las mujeres, logra mostrar algunos de los momentos más emotivos y sagrados entre madre e hija: momentos de cariño, complicidad, conflictos, agotamiento, desamparo, simbiosis.

“Adriana Lestido siempre nos ha sorprendido por los temas abordados en sus ensayos fotográficos”, dice Sara Facio en el mismo prólogo. “Es innegable su tendencia a hacer visible los lazos de comunicación entre mujeres, en especial los conflictos sentimentales, diríamos ocultos, que se dan entre madres e hijos, y que llegan a crear una simbología diferente y personal de la maternidad”.


ADRIANA LESTIDO: DONDE TODO EMPIEZA

Rolf Art, Esmeralda 1353, Buenos Aires, Argentina

Del 29 de junio al 11 de agosto de 2023

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