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CUANDO ESCRIBO OBRAS, MIS MANOS PIENSAN LIBROS

Una «N» traspasa las puertas de vidrio del CCE y cruza, atrevida, Avenida Providencia. Micros, autos y motos la interrumpen al ritmo del tráfico de la ciudad. Entrecortada como un código morse, la letra-lámpara es un señuelo luminoso que conecta el espacio de exhibición con el mundo, el adentro con el afuera.

En uno de los capítulos de La poética del espacio en que Gaston Bachelard examina el vínculo entre la casa y el universo, acude a una escena de los diarios de Reiner Maria Rilke en la que el poeta narra el encuentro nocturno con «una ventana iluminada de una cabaña distante». La luz lo cautiva, siente que ve la noche por primera vez. Como la cabaña de Rilke, la calidez de la «N» espiralada del CCE llama la atención del caminante. Al igual que una lámpara en un arrimo, recibe y da la bienvenida, genera una sensación de hogar.

Desde lejos pero también de cerca, Cuando escribo obras, mis manos piensan libros replica la experiencia de estar en el espacio íntimo donde viven y trabajan Sebastián Arancibia y Sebastián Barrante. A menos de un metro del letrero, encerrados en dos pantallas de televisión, los dueños de casa leen atentos el mismo libro sentados a la mesa. Es la edición facsimilar de Poesía visual: proyecto para hacer un libro de Guillermo Deisler. Obedientes a las instrucciones del autor, ambos doblan, abren, cortan, desatan, tiran y rasgan las páginas del libro. Cada uno a su ritmo, terminan y vuelven a comenzar.

Sebastián Arancibia y Sebastián Barrante, Video-performance, 17:16 minutos. Foto: Sebastián Barrante.
Vista de la exposición Cuando escribo obras, mis manos piensan libros, de Naranja Publicaciones, CCE, Santiago, 2023. Foto: Sebastián Barrante.
Vista de la exposición Cuando escribo obras, mis manos piensan libros, de Naranja Publicaciones, CCE, Santiago, 2023. Foto: Sebastián Barrante.

A su lado, cuelga un inventario visual con los acontecimientos que han marcado sus nueve años de trabajo. Son las fotos familiares de Naranja Publicaciones. Ordenado aleatoriamente, el panel da cuenta de que lo afectivo, lo accidental y lo colaborativo forman parte central de su quehacer editorial.

Registran, también, su constante y minucioso proceso de búsqueda y experimentación con diferentes materiales y técnicas de impresión. Para evitar que el tiempo les juegue una mala pasada, han sujetado cada acontecimiento a un número, y cada número tiene su descripción. En un afiche que es también calendario, leemos:

«002 El viaje a Porto que en su escala en Madrid produjo un encuentro con la exposición “Querido lector. No lea” de Ulises Carrión en el Museo Reina Sofía».

«019 Encotrarnos con 193 diapositivas botadas en la calle».

«024 Trasladar resmas de papel entre Quilicura y Providencia».

«029 La sugerencia de Catalina de la Cruz de traer el rollo de papel reciclado encontrado en la calle».

«040 Imprimir por primera vez en July».

«046 Recibir una postal de un personaje no identificado».

«071 Poner una librería en la casa».

«081 Tomar once donde Laura Coll y comer kuchen».

«105 Comprar una hermosa guillotina azul».

Sala 1, «Publicarnos». Cuando escribo obras, mis manos piensan libros, de Naranja Publicaciones, CCE, Santiago, 2023. Foto: Sebastián Barrante.

En la primera sala, las publicaciones se despliegan entre elementos poco probables para una exposición, como una cama, un estante o un comedor. Estamos en la casa de los Sebastianes, tomamos once con ellos mientras de fondo suena un programa de televisión abierta. La mesa se levanta, alguien se anima a tomar una siesta sobre el colchón.

La habitación ofrece un recorrido por la producción de Naranja Publicaciones como artistas y colectivo. Leemos una carta y sus derivas mediales, conocemos una editorial efímera que trata con amor a un tesoro fotográfico encontrado en la calle. Nos asomamos, también, a la inevitable trasmutación del relato de un padre y somos el reflejo de una partida de nacimiento incompleta.

En uno de los muros se despliegan las escrituras ilegibles de Sebastián Barrante, que adquieren la forma de cartas y diarios de vida. En otro, la minuciosa obsesión de Sebastián Arancibia por el pasaje de Bachelard de la cabaña iluminada. La repetición, la borradura y la ausencia son los motivos más recurrentes en esta parte de la casa-galería.

Sala 2, «Publicar con otr_s». Cuando escribo obras, mis manos piensan libros, de Naranja Publicaciones, CCE, Santiago, 2023. Foto: Sebastián Barrante.

Al fondo, el pasillo. Pasamos del comedor y la pieza al taller y la sala de reuniones. El espacio se llena de voces, acentos, procedencias: Amsterdam, Nueva York, Madrid, Halle, Santiago.

Muchas de las publicaciones que ya conocemos, esta vez exploran sus posiblidades espaciales. Las paredes ofrecen su verticalidad como una secuencia espacio-temporal. «¡A desarmar cuadernillos, a invertir el orden!», exclaman los editores durante el montaje.

Al recorrer la sala, nos perdemos entre publicaciones grandes como una puerta, pequeñas como una caja de fósforos, minimalistas en su diseño, escultóricas en sus dimensiones, únicas o múltiples, efímeras y también imperecederas.

Si la conversación con cada libro no se extiende demasiado, hay tiempo para sentarnos en el escritorio, revisar la biblioteca, husmear los objetos atrapados por las planchas de acrílico: una peineta de gato, una colección de servilletas, una baldosa de cerámica. Sobre nuestras cabezas, el calor de una lámpara anaranjada guía nuestra lectura. Miramos hacia afuera por la ventana. Somos nosotros la luz en la cabaña, la luz que atraviesa la avenida. ¿Vemos el libro por primera vez?


Cuando escribo obras, mis manos piensan libros es la primera exposición dedicada a la producción de Naranja Publicaciones: editorial, librería y colección especializada en publicaciones de artista conformada por Sebastián Arancibia y Sebastián Barrante. La muestra, que reúne nueve años de trabajo, se inauguró en el Centro Cultural del España de Santiago el pasado 27 de abril y se podrá visitar hasta el 29 de julio.

«El trabajo realizado por Naranja Publicaciones explora, desde la producción editorial, las posibilidades de la publicación de artista desde una mirada expansiva que desdibuja los límites y propicia los encuentros con otras disciplinas y soportes. De este modo la exposición relata la historia no lineal de 9 años de intenso trabajo de experimentación y reflexión desde la voz de sus editores y artistas-colaborador_s, tejiendo una red afectiva e íntima que permea las obras exhibidas y la práctica artística en su totalidad.

La exposición divide el trabajo editorial de Naranja Publicaciones en dos áreas: la primera que recoge la acción de editarse / publicarse entre editores, comprendida en la producción de Sebastián Arancibia y Sebastián Barrante como artistas y colectivo; y una segunda sala que aborda la acción de editar / publicar con otr_s, a través de obras editoriales realizadas en conjunto con otr_s artistas en el marco de proyectos colaborativos».

[Texto curatorial de Naranja Publicaciones]

Artistas: Valentina Améstica, Sebastián Arancibia, Fernanda Aránguiz M., Sebastián Barrante, Mauricio Benítez Figari, Gregorio Berchenko, Christian Compagnon, Guillermo Deisler, Catalina de la Cruz, Claudia de la Torre, Ana María Fernández, Camila Estrella, Pablo Fante, Sofía Garrido, Magdalena Jordán, Martín La Roche, Ana Lea-Plaza, Catalina Mena Ürményi, María P. Vila, Ximena Pérez Grobet, Fernando Pérez Villalón, Javiera Pintocanales, Luz Sciolla, Pablo Vindel.

Megumi Andrade Kobayashi

Nace en 1985. Doctora en Estudios Americanos IDEA-USACH. Magíster en Estudios de la Imagen de la Universidad Alberto Hurtado y Magíster en Literatura de la Universidad de Chile. Enseña en la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Finis Terrae y la Licenciatura en Teoría e Historia del Arte de la Universidad Alberto Hurtado. Dirige el Grupo de Publicaciones Artísticas (GPA) de la Facultad de Artes de la Universidad Finis Terrae. Fundó, junto a Felipe Cussen y Marcela Labraña, La oficina de la nada.

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