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IL POSTO DOCUMENTOS. UN “ESPACIO ANÓMALO” EN LA CONSTELACIÓN DE ARCHIVOS DE ARTES VISUALES EN CHILE

Para todo investigador de artes visuales contemporáneas es habitual visitar bibliotecas, archivos y centros de documentación. En Santiago, existen diversas instituciones que entregan acceso a materiales escasos y únicos, considerados históricos en las artes visuales, el diseño y la arquitectura chilena contemporánea.

Recientemente, en agosto del 2022, abrió sus puertas al público general Il Posto Documentos, un espacio diseñado para el estudio y la investigación especializada de las artes visuales, que custodia una colección de documentos de la producción experimental que se desarrolló entre las décadas del 60 y el 80 en la capital.

Con la inauguración de esta nueva institución la ciudad suma más de siete espacios de la misma naturaleza, con características y colecciones similares, ya sean instituciones públicas, académico-universitarias o privadas[1], que conservan la documentación de la historia reciente de las artes visuales chilenas[2].

Cortesía: Il Posto Documentos

Il Posto Documentos se ubica en la zona cultural cercana al Museo Nacional de Bellas Artes, en el centro de Santiago, en un espacio concebido para cubrir las necesidades de usuarios/investigadores y para albergar los encuentros y seminarios que han venido desarrollando desde sus inicios. Por estos días se encuentran próximos a lanzar su página web, junto al catálogo de la colección de documentos y al de obras de arte que pertenecen a la institución matriz, Il Posto.

Sus conjuntos documentales fueron procesados por Joaquín Henríquez y Josefina Lewin mediante el software Collective Access (el cual permite, entre otras cosas, gestionar la colección de obras y las publicaciones), y han sido organizados en fondos y expedientes artificiales de artistas y materias, sumando cerca de 600 materiales.

La página web, a su vez, alojará los registros y materiales de las exposiciones, el catálogo de su biblioteca (con más de 1.600 títulos), y sus actividades de difusión, como publicaciones producidas por la institución y los registros de sus programas públicos. El lanzamiento del sitio web terminará de consolidar el acceso y la comunicación de sus colecciones, activando aún más este espacio para el uso del público general.

Cortesía: Il Posto Documentos
Cortesía: Il Posto Documentos

Antes de avanzar, cabe señalar brevemente el desarrollo de una suerte de institucionalización de los “documentos de artistas” a lo largo de los años en Santiago. Destaca el Centro de Documentación de las Artes (CeDoc), que cuenta con más de quince años de trayectoria, estableciéndose hoy como un referente a nivel regional. El CeDoc ha facilitado el acceso público a documentos históricos de las artes visuales, mediante la catalogación y custodia de una amplia colección, que la ubica en una posición equivalente a museos, universidades y otras instituciones culturales públicas[3].

La relevancia de su misión es innegable: por primera vez, en el año 2006, se dispuso al público general un espacio que concentra, custodia y clasifica documentación dispersa y casi perdida sobre la producción artística nacional durante los años más conflictivos de nuestra historia reciente.

Podemos señalar además que el CeDoc ha promovido el desarrollo de un conjunto de investigaciones y estudios que, a partir de las fuentes que se encuentran en sus colecciones, ha generado nuevas interpretaciones, lecturas y relatos de la historia reciente del arte chileno. Así fue como surgió el Concurso de Ensayos de Artes Visuales organizado desde la institución, que anualmente publica una selección de textos analíticos, críticos e historiográficos, y que actualmente cumple 10 años de vigencia[4].

Desde entonces, el interés por los “documentos de arte” ha crecido a nivel local. Observamos el surgimiento progresivo de iniciativas que se enfocan en aquellos documentos producidos por artistas que complementan, registran o dan cuenta del proceso de creación de su obra y que, por cierto, se ubican en un lugar ambiguo entre piezas de colección de museos y unidades documentales de un fondo de archivo[5].

Así, estas iniciativas van acompañadas de una mayor consciencia de parte de herederos, custodios y, sobre todo, de coleccionistas, acerca de los beneficios que comprende investigar y estudiar la historia y trazabilidad de las obras de arte que constituyen sus patrimonios y colecciones privadas.

Cortesía: Il Posto Documentos

En el 2009, pocos años después del surgimiento del CeDoc, el coleccionista y galerista chileno Pedro Montes inauguró el espacio de exhibición D21 Proyectos de Arte con una línea curatorial equivalente a la de su colección de obras. A lo largo de su trayectoria, D21 ha facilitado el acceso a estudiosos, académicos y curadores que rastrean ciertas fuentes primarias que orbitan la colección de Montes, apoyando con patrocinio e infraestructura para sus proyectos de investigación.

Luego de varios prolíficos proyectos asociados a D21 Proyectos de Arte[6], en el 2017 inaugura el Centro de Estudios de Arte (CEDA) bajo la dirección de Justo Pastor Mellado. Este espacio se planteaba como un área paralela a la galería que fomentaría la investigación sobre artes visuales. En sus inicios, contó con un directorio compuesto por coleccionistas[7] que compartían los mismos intereses y que reconocieron rápidamente el rendimiento especulativo de este modelo que cruza investigación y piezas de sus colecciones privadas. De esta manera, este proyecto se presentaba como una institución sin colección propia, pero que facilitaba el acceso a las obras y documentos de las colecciones de su directorio, siendo las fuentes fundamentales sobre las cuales se apoyarían y erigían las investigaciones que promovía CEDA.

Vista de la exposición «Y de pronto ya no había más orilla… Primera parte», curada por Gala Berger y Miguel A. López, en Il Posto, Santiago, 2022. Foto cortesía de Il Posto
Vista de la exposición «Y de pronto ya no había más orilla… Segunda parte», curada por Gala Berger y Miguel A. López, en Il Posto, Santiago, 2022. Foto cortesía de Il Posto

Es a partir de la experiencia en el CEDA de donde surge Il Posto Documentos. Los fondos documentales de este centro se conforman a partir de las obras de arte de la colección de Carlos Solari y Paula del Sol, quienes, al igual que Montes, han creado una figura filántropa en torno a sus nombres y han facilitado la difusión del arte chileno contemporáneo en su espacio de exhibición: Il Posto.

Esta galería, ubicada en la zona oriente de la capital, se encuentra abierta al público general desde el año 2017, articulando exposiciones en colaboración con renombrados curadores de la región, como Amalia Cross (CL), Sophie Halart (FR), Miguel López (PE) y Gala Berger (AR), entre otros. Actualmente, bajo la dirección artística de Sergio Parra, Il Posto realiza publicaciones y documentos audiovisuales que alimentan la colección.

A raíz de esta iniciativa, la institución emprendió un nuevo proyecto para diferenciar la colección de obras de la colección de documentos. De esta manera describe Antonio Echeverría, director de Il Posto Documentos, el espíritu de Il Posto Documentos:

“Carlos y Paula tienen una vocación pública en relación a esto. No tienen ningún interés en que el proyecto esté personalizado en ellos. Por el contrario, ellos buscan que Il Posto tenga una voz institucional y no personal, si bien las instancias de exhibición producen intercambios, ya sea entre artistas, curadores, investigadores, coleccionistas, o también audiencias que sobrepasan estas categorías. Il Posto Documentos pretende generar una comunidad en torno a lo que se está haciendo, que se puedan sentir parte y que entiendan este lugar como un espacio que puedan habitar”[8].

Junto con dedicar energías a la gestión y catalogación de su colección documental de una manera rigurosa y profesional, Il Posto Documentos busca ir más allá de las funciones de un centro de documentación.

La idea es tensionar el archivo, quitarle lo ceremonioso, lo sagrado”,  señala su director. “No solamente se está preservando este material sensible, sino que también se busca darle vida, que circule bajo otros marcos críticos, otras miradas”.

Por este motivo, su director lo denomina como “un espacio anómalo”.

La institución impulsa también un programa público de conferencias que, como señala Echeverría, tienen el objetivo de, por un lado, desarmar la historiografía local y latinoamericana, y por el otro, invitar a los investigadores a que se apropien de estos documentos, estas historias, para que desarrollen un proyecto de investigación/curatorial propio.

Así, la propuesta es de “activar el archivo” para que devenga en documentos en uso, que al ponerlos a disposición del público general, de investigadores y de artistas, aportaría a difundir un fragmento de la historia del arte chileno que se encuentra en la narrativa de la colección Il Posto, encajándolo en la historiografía local.

La tarea que tenemos nosotros, más que encapsular estos documentos en ese período y tiempo específico, es ver cómo, a través de la investigación, se pueden vincular también con temáticas que artistas latinoamericanos contemporáneos que están produciendo en el presente”.

Vista de la exposición «Distanciamiento social», de Paz Errázuriz, en Il Posto, Santiago, 2020. Foto cortesía de Il Posto
Vista de la exposición «La Parte Maldita», con obras de Christian Salablanca (izq) y Josefina Guilisasti (der), en Il Posto, Santiago, 2021. Foto cortesía de Il Posto

Para Echeverría, lo que diferencia a Il Posto Documentos de otros centros como CEDOC o CEDA, es el esfuerzo por vincular su colección con la producción actual de artistas del cono sur, como Carlos Motta (CO), Teresa Margolles (MX), Regina José Galindo (GT), Christian Salablanca (CR), Amalia Pica (AR) y María Abbadon (PE), entre otros, para que desde diferentes territorios latinoamericanos, o desde la posición de migrantes habitando el norte global, dialoguasen con las piezas (obras y documentos) más históricas del acervo de Il Posto, aquellas que se inscriben en el contexto específico de la dictadura chilena.

Entre sus proyecciones futuras, Il Posto Documentos ofrecerá una beca de investigación para el desarrollo de un proyecto curatorial que, mediante el estudio de su colección de documentos (Archivo Il Posto, Biblioteca Il Posto y Colección Libros de Artistas) y de obras (Colección Il Posto), culmine en una exposición en la sala que se inaugurará como nuevo espacio dedicado a la exhibición de archivos al interior de Il Posto Documentos[9].

La primera exhibición que esperamos inaugurar a comienzos de abril será para dar cuenta de este espacio y será sobre una muy generosa donación que recibimos de documentos de Francisco Smythe[10], adelanta Echeverría.

Para concluir, y luego de este breve y general repaso por algunos centros de documentación de artes visuales de la capital, me pregunto qué pasa con las instituciones públicas. Si bien es destacable el esfuerzo de iniciativas privadas por aportar a la difusión del patrimonio y la cultura nacional, no puedo evitar preguntarme por los efectos de circunscribir nuestro archivo de las artes visuales chilenas al acceso concedido a piezas que son propiedad de privados. Nuestro archivo cultural se aloja en las colecciones de museos, bibliotecas y otras instituciones culturales de carácter público. La disposición y acceso de sus recursos forma parte de sus mandatos; sin embargo, sus esfuerzos han sido excedidos con creces por los de estas otras iniciativas de carácter privado.

Boris Groys ha señalado que “los museos son tradicionalmente comparados con los cementerios” (Art Power, The MIT Press. 2013, 54). Esta analogía tanatológica se vincula más con la trascendencia y la eternidad que con el fin o la desaparición. Refiere a una separación radical de ciertos objetos del flujo del tiempo y de la relación profana o terrenal que podemos establecer con ellos, situándolos fuera de él de modo que sean inalterables.

Desde mi punto de vista, estas prácticas en las cuales la custodia se entiende como un rol absoluto, controlador y restrictivo, reflejan una postura anacrónica de lo que actualmente comprende la gestión de colecciones. Al perpetuar esta postura, mediante el hermetismo, la falta de acceso y difusión de sus colecciones, las colecciones de instituciones culturales públicas van quedando obsoletas frente a las iniciativas de índole privada que rápidamente las han despojado de una de sus funciones como fuente de las culturas y el patrimonio nacional.

Si permitimos que los principales centros de estudio sobre las artes visuales chilenas sean gestionados por privados estaríamos sustituyendo la relevancia de las instituciones públicas por narrativas y colecciones diseñadas y articuladas por intereses personales, que no necesariamente tienen relación con el ámbito de la cultura o el patrimonio.


Il Posto Documentos se encuentra abierto al público de lunes a viernes de 14 a 18 hrs. Para agendar una visita, escribe al correo info@ilposto.cl  


[1] Ver: https://www.redesyenlaces.org/category/archivos/centros-de-documentacion/
El número es aún mayor si contamos los proyectos digitales que facilitan el acceso de sus colecciones en sitios web de forma remota.

[2] Por ejemplo, en el acervo de Il Posto Documentos podemos encontrar ejemplares de publicaciones fundamentales de la historia del arte chileno, como Cuerpo Correccional de Nelly Richard sobre Carlos Leppe, o La Manzana de Adán de la artista Paz Errázuriz junto a la escritora Claudia Donoso; catálogos de históricas exposiciones en galerías extintas como Galería Época, Cromo, o CAL; revistas sobre arte de tiraje limitado como La Separata, Pájaro de Cuentas o Muro Sur, entre muchos otros valiosos y únicos materiales. Materiales que, por cierto, se alojan en las colecciones del CeDoc desde sus primeros años.

[3] Es necesario mencionar que, en sus orígenes, el CeDoc fue una unidad al interior de la arquitectura organizativa del proyecto del Centro Cultural Palacio La Moneda (CCPLM) y que, por lo tanto, ha transitado (y sobrevivido) numerosas administraciones y subordinaciones a lo largo de su trayectoria, siempre sujeta a los vaivenes de la política coyuntural. El CCPLM es una institución compleja administrada por una fundación privada cuya fuente de financiamiento proviene del Estado. El CeDoc se trasladó, junto a su colección a modo de comodato, al Centro Nacional de Arte Contemporáneo (CNAC), pasando a formar parte de la arquitectura organizativa de la institución cultural del Estado.

[4] Ver: http://centronacionaldearte.cl/investigacion/cedoc/

[5] Esta diferencia, que parece simplemente semántica, constituye la base de las ciencias de la información para identificar los ámbitos en común y diferenciados entre las disciplinas que la conforman y para establecer los campos concretos de acción de cada una. Por ejemplo, en una institución cultural con departamentos de colección, biblioteca, y documentación y archivo, debido al valor estético y cultural de un boceto de algún proyecto de obra de cierto artista visual, pueden tomar la decisión de extraerlo del entorno al cual pertenecía en el expediente (orden original) para introducirlo como parte de la colección especial o la colección de obras. Esta decisión modifica el estatuto del documento y, de paso, el tratamiento y procedimiento particular que va a recibir (en términos de descripción, conservación, clasificación, etc).

[6] Ver: https://www.d21virtual.cl/category/lineas-de-tiempo/archivos/

[7] Paula del Sol, Andrés Giaconi, Gabriel Ossandón, Pedro Montes, Sergio Parra, Ana María Raad y Carlos Solari.

[8] Entrevista realizada el 09 de noviembre del 2022 en Il Posto Documentos.

[9] Los proyectos que postulen a la Beca de Investigación Il Posto, Convocatoria Otoño 2023, deberán desarrollarse en un período de 4 meses, entre principios de mayo y fines de agosto del 2023. 

[10] Comunicación vía correo electrónico el 31 de enero 2023.

Alejandro de la Fuente

Santiago, 1989. Es licenciado en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile. Se ha desempeñado en trabajos de investigación y documentación de colecciones privadas como galería D21 Proyectos de Arte. A su vez, de archivística con diversos artistas chilenos (Yeguas del Apocalipsis, Víctor Hugo Codocedo). Ha desarrollado investigaciones sobre estética contemporánea, especialmente sobre el uso de la tecnología, y sobre la historia de las artes visuales chilenas de las últimas décadas.

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