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TODA LA TEORÍA DEL UNIVERSO: COSMOPOLÍTICA Y LOCALIDAD

Sobre el mapa en el que se dibujan los tránsitos y flujos del campo artístico contemporáneo, las residencias se muestran como una de las iniciativas que ha cobrado mayor fuerza en las últimas décadas. Hoy en día, siempre y cuando cuenten con los medios para hacerlo, lxs artistas tienen a la mano un amplio abanico de posibilidades para postular y participar en programas de residencia de la más diversa índole, incluso en los lugares más remotos del planeta. Es tal su preeminencia, que para muchxs artistas representa, si no la única, una de las principales vías de entrada a las redes globales del arte y un importante medio de subsistencia económica.

Evidentemente, el crecimiento y diversificación de las residencias artísticas puede ser leído como una consecuencia propia de la globalización económica y cultural, en línea con las transformaciones del trabajo contemporáneo en todas sus escalas. En las residencias –o en la mayoría de ellas– ya no importa tanto la “obra” como la performatividad de las relaciones que esta logra desplegar, de ahí que el verdadero trabajo de lxs artistas consista en el proceso, el intercambio de conocimientos y la generación de redes.

Si bien es cierto las residencias artísticas reproducen las lógicas de la globalización, también pueden transformarse en activas plataformas contestadoras del sistema, de la misma manera en que por entre los intersticios del capital brotan cartografías y modos de hacer disidentes. Operando desde la ciudad de Concepción, región del Biobío (Chile), el colectivo Toda la Teoría del Universo (TTU) ha venido desarrollando desde el año 2015 un sostenido trabajo de articulación que responde a este posicionamiento crítico que estamos apuntando.

Residencia de Josefina Abara. Intervención en el túnel que une caleta El Rauche con Colcura, Chile. Foto: Constanza Flores. Cortesía: TTU

Uno de sus proyectos emblemáticos es el Festival Latinoamericano de Artes y Tecnologías, el cual cuenta con cinco versiones realizadas y en el que se entrelazan encuentros, conversatorios, talleres, exhibiciones e intervenciones en el espacio público. Tal como ellxs se definen, “el arte es el eje que articula nuestro hacer, transformándose en una conversación transdisciplinar de la cultura y su relación con las tecnologías”[1]. Esta aproximación a la relación entre arte y tecnología –que puede condensarse en el concepto “tecnopoéticas” de Claudia Kozak[2]– tiene un espacio de activación en los territorios a través de su programa de residencias, entendido como un ejercicio de práctica y reflexión que invita a lxs artistas participantes a situarse en localidades de la región y a hacerse parte del entramado de sus comunidades en la más amplia concepción de estas (humanas y no humanas). 

Las residencias organizadas por TTU tienen la característica de activar una red en la que participan distintos espacios e iniciativas, entre ellas Casa Trewa,en el borde costero de la ciudad de Lota, y Casa 916 en Concepción. Ambos espacios, y los grupos humanos y no humanos que les dan vida, reciben a lxs artistas participantes y colaboran con el funcionamiento del proyecto, en un trabajo conjunto que genera las condiciones de hospitalidad necesarias para el desarrollo de las investigaciones de lxs residentes desde un fuerte componente colectivo. Frente a la tendencia a naturalizar la relación que tenemos con la tecnología (casi como una entidad abstracta a nuestro servicio), las residencias de TTU permiten explorar el carácter concreto y tangible de una tecnoesfera que atraviesa urbes y entornos naturales.

En octubre del 2021 tuvo lugar la residencia de Raimundo Nenen Villarroel, cuya participación se gestó a partir de un intercambio entre TTU y LiquenLab Magallanes. Raimundo residió en Casa Trewa, ubicada en la Caleta Entre Túneles de la localidad de Colcura, en Lota. Se trata de un lugar en el que coexisten la vegetación, el mar y la ruina heredada de la industria de la minería del carbón. Casa Trewa se encuentra a un par de metros de la vía férrea, vector del proceso de modernización industrial que sufrió Lota y por el que hoy se desplazan trenes cargados con la madera extraída del monocultivo forestal. En este contexto, en donde las heridas provocadas por el extractivismo conviven con la inclinación a romantizar el pasado, Raimundo se planteó reimaginar las temporalidades del territorio para poder así vislumbrar, colectivamente, otras posibilidades tecnológicas frente al por-venir de Lota.

El eje que articuló su propuesta fue el (E)co-laboratorio de lectoescritura posindustrial, un taller que invitaba a desterrar los fantasmas del pasado industrial por medio de ejercicios de escritura, lecturas, caminatas y actividades, tales como la invitación a la víctima de torturas Niza Solari, quien realizó un viaje de tambor para la “exploración del subconsciente territorial”, una forma de reparar la herida colonial y extractivista del territorio. El proceso desarrollado durante el taller se materializó en un fanzine impreso que reúne las contribuciones de lxs participantes y las distintas aristas de esta experiencia colaborativa.

Taller en Casa Trewa, por Gabriela Munguía, sobre uso de dispositivos para realidad aumentada e impresión 3D. Foto: Constanza Flores.
Muestra final de la residencia de Gabriela Munguía, donde se reflexionó sobre los maritorios. Foto: Constanza Flores.
Robot diseñado, programado y construido por Gabriela Munguía junto a Germán Pérez, el cual dibuja los datos captados por una boya y sonda de los movimientos mareomotrices. Foto: Constanza Flores.

Eterno Retorno

En noviembre del mismo año, bajo el concepto curatorial Eterno Retorno, se iniciaron las residencias con participación de artistas latinoamericanxs. Luego de recibir y revisar postulaciones de distintos lugares del continente, fueron invitadxs lxs artistas Gabriela Munguía (México/Buenos Aires) y Jerónimo Reyes-Retana (México). Tal como ha ocurrido en ediciones anteriores, lxs residentes habitaron un contexto determinado, que a su vez se enmarcaba en un eje específico: «Relaciones Marítimas Territoriales» (Colcura, Lota) y «La ciudad como dispositivo tecnopoético» (Concepción). En la primera participó la artista Gabriela Munguía, con su proyecto Señales de Ultramar, y en la segunda, Jerónimo Reyes-Retana con x-o. global.

El proyecto de Gabriela Munguía tenía por premisa el “reconocer al mar como un órgano vivo, una co-inteligencia específica que reúne lo humano y lo no humano”. Bajo esta concepción, los dispositivos y métodos utilizados para registrar y representar los movimientos, ondas o sonidos que provienen de la naturaleza no son entendidos como meras herramientas para la obtención de datos sino como medios técnicos que nos permiten acceder a la actividad cognitiva de ella.

Gabriela residió en Casa Trewa, frente al mar de Colcura en Lota, donde desarrolló una boya oceanográfica opensource con el propósito de censar los movimientos oceánicos. En paralelo, construyó una máquina –denominada por la artista como un “artilugio náutico especulativo”– que tomaba los datos enviados por la boya y los reinterpretaba dibujando trazos sobre la arena de la playa. Para lograrlo, Gabriela y su compañero, Germán Pérez, realizaron un trabajo de lectura y traducción de los datos que permitía a la máquina dibujar lo que el mar enunciaba.

La propuesta nos acerca a la materialidad de entidades no humanas con las cuales nos relacionamos cotidianamente, pero siempre desde nuestra propia subjetividad; por el contrario, el gesto maquínico que se produce a través de la interpretación de los datos entendidos como enunciados del océano nos hace ver los ciclos profundos de un otro, en este caso el mar, que manifiesta su cognición.

Deriva por las ruinas de Enacar, como parte de la residencia de Josefina Abara. Foto cortesía de la artista
Exploración sonora en tiempo real de un diseño sonoro sobre la cancha de fútbol La Frontera en Concepción, Chile. Parte de la residencia de Jerónimo Reyes-Retana. Foto: Sebastián Rivas
Fede Gloriani en su presentación de cierre de residencia, explicando en un trayecto por microbús cómo funciona el dispositivo que interviene la señal de radio FM, hackeándola y transmitiendo lo que se programó en su taller. Foto: Constanza Flores

Jerónimo Reyes-Retana residió en Casa 916 en la ciudad de Concepción y propuso desarrollar un proyecto en curso: x-o. global. Esta plataforma surge en 2017 a partir de la concepción del mundo como un dispositivo, un escenario en el cual se entrelazan desde los cables submarinos de fibra óptica hasta una compleja trama de tecnología satelital que gobierna el espacio. Dentro de este marco, x-o. global se constituye como un espacio que indaga en el uso y reapropiación de la tecnología que proveen los teléfonos inteligentes por parte de grupos humanos en situación de desplazamiento migratorio. La investigación previa de Jerónimo apuntaba a vincularse con la comunidad haitiana en Concepción, pero al llegar y comprobar la disminución de su presencia en la región decidió aproximarse a la comunidad migrante venezolana en el norte de Chile, específicamente, en los campamentos “Campus Lobito” (Iquique) y “La Mula” (Alto Hospicio).

Luego de compartir y conocer a la colectividad migrante establecida temporalmente en ese lugar, Jerónimo reparó en la intensidad del recuerdo que las personas tenían del trino de los pájaros de su país, lo que le llevó a realizar un ejercicio con el sonido de las aves venezolanas. Lo anterior se traduce en una experiencia auditiva generada a través de los teléfonos móviles, la cual se activa por medio de la tecnología de geoposicionamiento de estos. Los mapas sonoros actúan como una instancia de acompañamiento a las comunidades migrantes y representan un gesto tecnopoético disidente en relación con un instrumento tecnológico –el GPS– que se encuentra monopolizado por la industria militar y de vigilancia.

Resulta difícil describir en detalle la complejidad de las artistas y el cúmulo de experiencias de cada residencia[3], con todo, podemos afirmar que la fortaleza de las investigaciones reseñadas se encuentra en la capacidad que tuvieron para reformularse y dejarse permear por la contingencia, dando cuenta de un aprendizaje mutuo entre lxs artistas y las comunidades involucradas. Dada la fuerte impronta territorial que poseen las residencias organizadas por TTU, las investigaciones de lxs artistas son puestas a prueba en situaciones que muchas veces son inesperadas, o que simplemente no responden al plan concebido por lxs artistas antes de relacionarse directamente con las localidades. Pero esta adaptación solo adquiere potencia en la medida en que existen las condiciones de hospitalidad para tal efecto, lo cual pasa por la consistencia de los ejes curatoriales definidos por lxs organizadores (la carta de navegación para el desarrollo de los proyectos) y la red de colaboración que permite a lxs artistas generar una efectiva implicación con los contextos, más allá de los giros o cambios que se vayan produciendo en el camino.

Jan Araujo en una exploración vegetal e hídrica por la reserva Nonguén. Foto: Constanza Flores.
Presentación final de la residencia de Jan Araujo. Instalaciones en los cerros de Concepción en conjunto con una deriva que reflexionó sobre el paleocauce del Biobío. Foto: Constanza Flores.

Cosmopolítica y localidad

Hito Steyerl[4] afirma que las residencias artísticas se asemejan a una estación espacial o a una embajada, ya que están sobredeterminadas espacialmente, pero, al mismo tiempo, producen desterritorialización. Esta condición ambivalente a la que alude Steyerl es propia de la experiencia espacio-temporal que se expresa en las residencias. Efectivamente, dado que en ellas se producen encuentros entre agentes diversos y se ponen en práctica modos de hacer que escapan a las lógicas convencionales del trabajo, es posible pensarlas como un ejercicio de desterritorialización que, sin embargo, ocurre en contextos muy específicos y localizados. ¿Qué nos dice esto? ¿Podrían las residencias constituirse en formas experimentales de acción y pensamiento de cara al futuro?

La globalización tecnoeconómica impuesta por el capital y las epistemologías eurocéntricas han implosionado, y este escenario de crisis bien puede ser tomado como una oportunidad para reimaginar otros modos de estar juntxs. El pensador chino Yuk Hui[5] puede ayudarnos a comprender la potencia política que se vislumbra en el tipo de experimentaciones que llevan adelante las residencias artísticas, particularmente a través de dos conceptos clave: cosmopolítica y localidad.

Yuk Hui señala que hemos llegado al fin de la globalización unidireccional y que diversas fuerzas luchan por establecer la ruta hacia el futuro; oponiéndose al aceleracionismo tecnológico y transhumanista de autores como Alex William y Nick Srnicek[6], propone “desarrollar una cosmopolítica, entendida no solo en el sentido del cosmopolitismo, sino también de una política del cosmos”. La cosmopolítica –de la cual se desprende otro concepto acuñado por Yuk Hui, la tecnodiversidad– implica una apertura hacia otras formas de pensar e imaginar la tecnología, rompiendo la camisa de fuerza de la racionalidad moderna.

Si comprendemos que tal liberación corresponde a una emancipación de prácticas y temporalidades anteriormente ocluidas por la tecnificación colonial-capitalista, entonces lo local adquiere una presencia fundamental: “Lo local no significa aquí política identitaria, sino la capacidad de reflexionar sobre el devenir tecnológico de lo local y evitar replegarnos a alguna forma de tradicionalismo para que múltiples localidades puedan estar en condiciones de inventar su propio pensamiento y futuro tecnológico”. Esta es precisamente la potencia político-afectiva que aflora en las residencias de Toda la Teoría del Universo, pero ¿apuntando a qué localidad? A Latinoamérica toda, en todas sus pulsiones espaciales y temporales.

Por último, cosmopolítica y localidad tienen un lugar preponderante en las residencias de TTU porque la imaginación e invención de “futurologías” implica, necesariamente, adentrarse en la dimensión de lo sensible, y es aquí en donde la práctica artística juega un rol imprescindible como espacio de producción, pensamiento, formación y divulgación. Acaso en las residencias, con sus formas experimentales de hacer comunidad, despunte lo que Mark Fisher[7] veía como el proyecto político de mayor urgencia frente al realismo capitalista: crear esfera pública; a lo cual agregaríamos, en lo que toca a esta reflexión, crear una esfera pública que pueda familiarizarnos con la diversidad de concepciones y prácticas tecnopoéticas latinoamericanas.

Residencia de Viviana Arango en Caleta Cocholgüe, que buscaba rescatar las tecnologías de pescadores y lugareños. Foto: María José Mendoza.
Revista Rudimentos, sobre arte y tecnología en Latinoamérica. Foto de Arturo Barra
Charla «Canibalizar las Tecnologías y Decolonizar el Futuro», de Juliana Gontijo, que dio apertura al Segundo Festival TTU. Futurologías Latinoamericanas, Pinacoteca Universidad de Concepción, Chile. Foto: Constanza Flores.

[1] https://todalateoriadeluniverso.org/centro-cultural/

[2] Claudia Kozak. Un recorrido por las tecnopoéticas de América Latina (entrevista), Centro de Cultura Digital (marzo 2017), México.

[3] El resultado de las propuestas desarrolladas durante las residencias fue exhibido en la muestra “Procesos de Emergencia”, en el Punto de Cultura Federico Ramírez de la ciudad de Concepción. El trabajo de lxs artistas residentes se presentó junto con las propuestas desarrolladas en la Escuela de Sensibilización Tecnológica, iniciativa realizada en el marco del Festival Latinoamericano de Artes y Tecnología 2021/2022, organizado por Toda la Teoría del Universo.

[4] Hito Steyerl & Boris Buden. The Artist as Res(iden)t, Etcetera 104 (December 2006), Belgium.

[5] Yuk Hui. Fragmentar el futuro: Ensayos sobre la tecnodiversidad. Buenos Aires: Caja Negra (2021).

[6] Alex William y Nick Srnicek. Manifiesto por una Política Aceleracionista, en Aceleracionismo: Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo. Buenos Aires: Caja Negra (2017).

[7] Mark Fisher. Realismo capitalista: ¿No hay alternativa? Buenos Aires: Caja Negra (2021).


El próximo evento de TTU es el seminario Cuerpos, Territorios y Disidencias máquinicas, que se realizará del 9 al 12 de noviembre, en formato presencial en Balmaceda Arte Joven, Colo Colo 1855, Concepción (Chile), y en formato streaming en su canal de YouTube.

El cronograma de actividades se encuentra disponible aquí.

David Romero

Artista, investigador y editor independiente de la Región del Biobío, Chile. Trabaja como editor en Almacén Editorial (www.almaceneditorial.cl) y es integrante fundador del colectivo Mesa8 (www.mesa8.org). Ha participado en la realización de proyectos editoriales como Revista Plus y Revista Isla, y ha escrito y publicado diversos textos críticos sobre temas de arte contemporáneo. Es co-autor del libro “La puesta a prueba de lo común. Una aproximación a los discontinuos trazos de la dimensión colectiva en el arte contemporáneo penquista” (2014).

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