TRADUCIR LO INTANGIBLE. MAGIA Y MUERTE EN LA OBRA DE ISIDORA KAUAK
Aclaración: todos los animales utilizados por Isidora Kauak en sus obras han sido donados o encontrados luego de morir por causas naturales o en accidentes.
¿Hay alguna relación entre arte y magia? Durante mes y medio he sido parte de la producción de Traducir lo intangible, la primera exposición individual de Isidora Kauak en Galería Espora. Entre reuniones formales y juntas amistosas, hemos formado una linda cercanía; sin embargo, me gusta pensar que el momento en que realmente nos conectamos fue cuando le pregunté si los cuerpos naturalizados estaban vivos. Aunque sabiendo de antemano que no era así, mi primer impulso al ver sus obras fue creer que los animales solo dormían. Isidora, con alegría en los ojos y mucha complicidad, me respondió que le encantaba que yo así lo creyera. Aún me paseo por la sala de la galería con la sensación, y la esperanza, de que el cordero instalado en el centro del espacio en algún minuto despertará de un sueño profundo.
La muestra, compuesta por siete obras que atraviesan la escultura y la instalación -la mayoría realizada mediante la delicada técnica de la taxidermia-, instala desde este oficio y el trabajo con el trauma la pregunta por la relación entre magia y arte. En el contexto del pronto cierre de su exposición, el próximo 23 de julio, conversamos sobre su investigación.
Abigail Valenzuela (AV): ¿Cómo surge tu interés por la magia?
Isidora Kauak (IK): Surge en mi infancia, cuando mi mamá enfermó de cáncer mamario. La primera vez que leí algo relacionado con la magia fue a los ocho años cuando me regalaron un libro de hechicería para niñas/os. En el libro había un capítulo de herbología en donde se indicaba que las hojas de la planta Taraxacum Officinale (diente de león) tenían poderes mágicos y curativos. Cuando mi mamá estaba en la etapa final del cáncer, yo iba dos o tres veces por semana al jardín y recolectaba hojas de diente de león para hervirlas y prepararle una infusión, con convicción absoluta de que esta pócima sería capaz de salvarla.
En el momento en que ella murió dejé de creer en la magia y me reproché durante mucho tiempo que había sido ridículo e inútil haber pensado con tanta firmeza que un té de hojas iba a mejorar su estado de salud. Hasta el día de hoy me enternece recordar la forma en que ella se tomaba el té. Nunca rechazó una taza por más mal que se sintiera. La mayoría de las veces lo endulzaba con una cucharada de miel y cuando terminaba la taza siempre me decía que se sentía mejor. Supongo que ella no quería que dejara de creer en la magia. Después de mucho tiempo, cuando me encontraba en el último año de la carrera de Artes Visuales, encontré un artículo de medicina ayurvédica que hablaba sobre los beneficios para el cuerpo al consumir diente de león y las propiedades medicinales de la planta. Una de ellas era la desintoxicación diurética del organismo al padecer alguna enfermedad. Haber leído aquel texto me entristeció profundamente, porque me hizo reconocer lo dura que había sido conmigo misma después de la muerte de mi mamá. Quizás ese té no la sanó a ella, pero de algún modo me sanó a mí.
AV: ¿Cómo conectas la magia con tu obra?
IK: Pienso que el arte y la magia son formas de resistir y de permanecer, y que ambos conceptos —intercambiables el uno por el otro— hablan de un mismo lenguaje: producir cambios en la consciencia mediante el uso de imágenes, realizando ciertas acciones o manifestando palabras. Cuando hago obras, me es inevitable cuestionar si hay algo mágico en mis procesos y resultados, y cuál sería su eficacia. He llegado a la conclusión de que la mayor libertad se encuentra en el arte. Las y los artistas tenemos la suerte —a veces desgracia— de no tener la obligación de entregar respuestas correctas, sino de plantear interrogantes que activen el pensamiento, que remuevan la conciencia. En ese sentido, me parece fascinante que el arte pueda proveer herramientas para cambiar vidas, para modificar a la sociedad y (re)escribir la historia. Es decir, el arte tiene la capacidad de influir directamente en cómo nos relacionamos, en y con el entorno, desde nuestra propia autonomía… ¿No es eso entonces algo liberador, algo mágico? La magia y eficacia de mis obras está en la transformación que se produce cuando yo misma u otras personas se enfrentan a ellas, cuando algo se despierta. Por más minúsculo que sea el efecto generado, se estará cumpliendo un acto mágico.
AV: Me parece interesante cómo la experiencia traumática se vuelve el motor de tu trabajo y luego se termina por conectar con tu propia definición del arte y el rol del artista. De nuestras conversaciones he podido inferir que planteas el arte como algo sanador y que trasciende, y al mismo tiempo, propones al artista como un mediador. Por otro lado, trabajas con la técnica de la taxidermia y la muerte ¿Cómo se va articulando todo esto en tu proceso creativo? ¿Cómo vas eligiendo los temas a abordar? ¿Parte desde la experiencia, desde la materialidad, desde la investigación sobre la magia?
IK: Considero que la práctica y la investigación son dos factores que coexisten en un mismo plano, por lo que la metodología de trabajo que antecede a la producción de mis obras oscila entre ambos. Para concretar una idea, intento comprender los relatos contenidos en las técnicas y materiales elegidos, sometiéndolos a ejercicios deconstructivos, por así llamarles: distintas pruebas, averiguaciones históricas, estudio de las posibilidades de un material y/o de un procedimiento. Posteriormente, recurro al dibujo de bocetos como una herramienta que me permite visualizar de mejor manera la idea planteada en un inicio y así avanzar en su confección.
Por otra parte, sin duda la herida se ha vuelto un estímulo creativo en mi proceso. Cada vez que naturalizo el cuerpo de algún animal lo veo como un acto de resistencia o una declaración de prevalencia ante la muerte, la cual generalmente es percibida como un acontecimiento final en nuestra sociedad occidental. En cada proceso de obra trato de aproximarme al cuerpo como un espacio reflexivo en donde pueda plantear inquietudes en torno a la mortalidad, al tiempo, a la permanencia y a la trascendencia, entre otras cosas. Me parece interesante enfrentarme a la materia orgánica para detener el proceso natural de la descomposición. En ese sentido, me consuela pensar que de cierta forma “rescato” los cuerpos de los animales al resignificarlos y darles —paradójicamente— una segunda vida.
AV: Sobre tu muestra ¿por qué la Recta Provincia y el territorio de Chiloé se vuelven relevantes en tu investigación? Al leer la propuesta de exposición en un principio se me vinieron muchas ideas a la cabeza. Teniendo en cuenta el concepto de la magia, pensé en la experiencia privada o profana, porque asociaba erróneamente la magia con la brujería. También pensé en lo colectivo, porque culturalmente al sur de Chile se entiende como una experiencia mágica, ya sea por las tradiciones, los mitos, las leyendas o por la majestuosidad de los paisajes. Sin embargo, es mucho más complejo que esto.
IK: Si bien el folclore y la mitología popular son características propias de Chiloé, quise indagar sobre los vínculos y diálogos relacionados al arte y a la magia presentes en estos imaginarios. Un antecedente que llamó mi atención fue la declaración entregada por Mateo Coñuecar, uno de los imputados en el juicio de los brujos y brujas de Chiloé, en 1880. Al ser interrogado sobre los orígenes de la Recta Provincia, Coñuecar contó que, a principios de la conquista española, el cartógrafo y ocultista José Manuel de Moraleda llegó al archipiélago en un gran barco. Queriendo reclutar nativos que lo respetasen y lo guiasen en sus exploraciones, Moraleda comenzó a presumir sobre sus conocimientos ocultistas. A pesar de su insistencia no logró el objetivo y, en respuesta, los nativos decidieron ir en busca de la poderosa machi Chillpila de Quetalco, conocida por dominar saberes ancestrales y prácticas ocultas, para que desafiara a Moraleda en un combate de magia. Al ver a la machi desprender sus pies del suelo y controlar las aguas del mar mientras levitaba, Moraleda se rindió y en reconocimiento le obsequió un grimorio sobre conocimientos mágicos europeos, conocido como el Libro de Arte.
Lo narrado por Coñuecar sobre el origen de una de las sociedades mágicas más grandes y respetadas en nuestro país evidencia la presencia vincular que mi investigación persigue: ¿por qué se le llamaba el Libro de Arte al gran manual mágico? ¿la Recta Provincia solo fue una sociedad de brujas y brujos o también fue (y quizás siga siendo) una organización de resistencia creativa? Me parece importante reflexionar sobre esta historia cultural, social y territorial oculta y/o privada —muchas veces rezagada— que encarna algo tan poderoso como lo es la esencialidad del arte y la vigencia de la magia. Más aún al tratarse de un territorio tan enigmático como Chiloé, con sus mitos, leyendas, creencias y una vasta simbología que constituyen una verdadera riqueza cultural y espiritual.
AV: ¿Por qué se habla sobre brujería en Chiloé? ¿Qué diferencias hay entre brujería y magia?
IK: En algunas de las transcripciones del juicio recopiladas en el libro Los brujos de Chiloé. Célebre proceso del Juzgado de Ancud. Declaraciones de los reos (disponible en Memoria Chilena), se menciona que siempre hubo personas con conocimientos ocultos en el territorio, incluso antes del gran combate de magia entre Chillpila y Moraleda. También se explicita que en un principio la Recta Provincia no era una sociedad maliciosa ni brujeril, por lo que aquel encasillamiento fue producto de injurias que se popularizaron y se mantuvieron en el tiempo.
Es necesario aclarar que la concepción de “brujería” es construida y condenada bajo ciertos modelos socioculturales relacionados a la religión en un determinado periodo de la historia. Específicamente en Chile, consistió en un proceso gradual en donde las nociones de brujería europea se entremezclaron con las cosmovisiones originarias de Sudamérica. En un principio, la inquisición apostólica no podía condenar a los nativos debido a que se les consideraba herejes per se. Sin embargo, con el paso del tiempo y la expansión de la conquista, se comenzaron a castigar los delitos bajo sospecha de fe; primeramente, entre eclesiásticos y colonos, luego se aplicó a la población mestiza y finalmente se comenzó a enjuiciar a indígenas por delitos de brujería.
Una de las principales diferencias entre brujería y magia es que ésta última siempre ha estado presente en la humanidad, siendo natural que en cada grupo humano hubiesen individuos relacionadas a ella de alguna u otra manera: ya sea a través de la realización de ritos que actuasen sobre la psique individual o colectiva, tuviesen conocimientos sobre la transmutación de elementos materiales como, por ejemplo, las capacidades curativas o venenosas al combinar ciertos ingredientes orgánicos, o la confección de imágenes y figuras animistas. Incluso, la propia etimología de la palabra revela su antigüedad, al provenir de la civilización griega. En cambio, el término brujería o bruja recién comienza a componerse después de Cristo y era utilizado para referirse a mujeres tramposas o ingeniosas. Sin embargo, la palabra fue relacionada a pactos demoniacos y se convirtió en sinónimo de herejía.
AV: A pesar de que Bardo y Mal augurio. Pies no me fallen ahora de alguna forma abren el diálogo en tu exposición a las conexiones sobre el arte y la magia en nuestro país, hay otras obras que generan otro tipo de reflexiones, como la instalación Ilusión del óbito. ¿Cómo esta obra se hace parte de la investigación en esta muestra?
IK: Podría decir que Ilusión del óbito (2019) fue una obra que marcó el inicio de la investigación de postgrado sobre la magia. Para comenzar con la realización de esta pieza me introduje en el ilusionismo clásico. Este fue mi primer punto de referencia. Siendo una práctica y doctrina antigua, registrada por primera vez en el Antiguo Egipto, quise entender por qué se asocia el ilusionismo a la magia con tanta frecuencia y qué semejanzas o disimilitudes se podían presentar. Quise comprender no solo desde lo conceptual, sino también desde el aprendizaje de la prestidigitación, la idea de que las ilusiones forman parte de un espacio virtual, en donde los límites de lo posible y lo visual interactúan constantemente. Por ende, decidí ingresar durante un periodo de dos meses a una academia de ilusionismo clásico. Gracias a esta primera aproximación me fue posible identificar que el engaño de los sentidos, el dominio de la persuasión y la sugestión eran componentes básicos del ilusionismo, no así de la magia ni del arte.
AV: Cuando veo tus obras y te escucho hablar individualmente de ellas, pienso en la importancia que tiene el relato como un recurso artístico más en tu trabajo. No es una simple explicación, sino la narración de una historia que me conecta de una u otra manera con fábulas: por los animales naturalizados, por el trauma —que como mencionabas anteriormente es el motor de tu trabajo— y también, porque pareciera que, siguiendo la lógica de la fábula, creer en el poder de la magia sería la lección de cada historia. No sé si esto te hace sentido, pero en ese momento es como si se volviera a ser niño/a, es lo que he podido notar observando a otros, y en lo personal, es lo que más me fascina. ¿Lo ves de esta manera?
IK: Cada vez que alguien me pregunta si las obras están vivas, como bien dijiste Abigail, mis ojos se iluminan porque me parece una pregunta hermosa y reveladora. Siento que en ese momento se cumple parte de mi intención por sumergir a quienes se enfrentan a mi trabajo —e incluso a mí misma— en un relato visual que sea eficaz, es decir, que logre generar algo. Esta investigación artística ha significado un camino de conmoción, contemplación y revelación, aunque se haya construido en un terreno personal áspero en donde la muerte estuvo presente y lo sigue estando. Sin embargo, me es evidente que la línea entre arte y magia se ha difuminado por completo, que las asperezas se transformaron en estímulos, y estoy convencida de que haciendo uso de nuestra creatividad la muerte no sería el fin. Ni nuestra propia muerte, ni la de un ser querido. Como mencioné anteriormente, arte y magia son formas de permanecer y de resistir. De resistir a la normatividad, a la censura, a la opresión y, por qué no, a la muerte.
Traducir lo intangible, de Isidora Kauak, se presenta hasta el 23 de julio de 2022 en Galería Espora, Av. Apoquindo #5972, primer piso, Santiago, Chile.
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