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QUIZÁ UN DÍA EL CIELO SERÁ SILENCIO

Por Lupe Álvarez | Curadora

La muestra colectiva Quizá un día el cielo será silencio, en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito, reviste un significado especial. En ella exponen algunos de los artistas imprescindibles para bosquejar genealogías de la escena del arte contemporáneo local.

La idea surgió de la cercanía generacional entre los creadores que la conforman, del vínculo que muchos tienen con la educación artística, pero, sobre todo, de una necesidad colectiva de conversar en torno a sus propuestas, reactivando afinidades estéticas y puliendo sus proyectos en ese intercambio. Se trata de artistas con trayectoria y reconocimiento que, en algunos casos, por compromisos con su formación, mantuvieron una presencia discreta en la palestra cultural.

Lo que podremos ver resulta consecuente con los cauces que estos creadores han ido perfilando en años de trabajo. Jenny Jaramillo, Gabriela Rivadeneira Crespo, César Portilla y Nelson Santos son figuras que, en los noventa, se enfrentaron críticamente a la hegemonía de las bellas artes cuestionando nociones asentadas del objeto artístico, el lugar del espectador, el rol de los medios expresivos. Apuntaron con ello al borramiento de las fronteras entre estos y exploraron maneras en las que el acto creativo puede inscribirse en espacios y formas que discuten la artisticidad misma.

El performance, la intervención, la pintura expandida, el arte procesual y los desplazamientos de la figura del artista individual araron el campo de la escena local con las contribuciones de estos artistas. Sus obras, desde entonces, ayudaron a complejizar los modos en los que el arte comenta la conflictividad de nuestras sociedades, alejándose de estéticas edulcoradas mediante estrategias que expandían los vínculos del arte con prácticas y campos de saber diversos. Ellos podrían ser calificados con esa categoría de artista-etc que Ricardo Basbaum ha erigido para nombrar a esos creadores y algo más, que han contribuido a “pensar la práctica artística desde otros espacios”[1].

Más joven, Javier Escudero se incorpora a este colectivo contingente con una propuesta afín a la raigambre conceptual que se respira en la muestra, y asistimos a la incursión del conocido músico Hugo Idrovo formando dupla con Rivadeneira.

Nelson Santos A, Intervalos: Entre las nubes y la tierra, 2022, acrílico y grafito sobre papel. Foto: Edgar Dávla Soto

Las propuestas exhibidas ostentan la dimensión procesual y de investigación desde metodologías variadas, entre las que destacan el uso crítico de archivos; estéticas situacionales donde arbitra la experiencia directa con el material y el espacio; variables del objet trouvé, del andar como agencia y desplazamientos intermediales que producen sentido mediante asociaciones donde el espectador juega un papel fundamental.  

En Huelo a quemado, de Jenny Jaramillo, hay desasosiego y pulsión que se liberan mediante el hallazgo fortuito y el trabajo obsesivo. Como en otras de sus obras, insiste sobre lo que tiene, recicla, como si dar forma a una experiencia emergente con lo que hay o lo que queda fuera la oportunidad para abrir la obra a un horizonte que cancela la finitud del acto creativo y se niega al agotamiento. Ampliación sin objeto ni finalidad movida por el potencial estiramiento del “hacer–cosiendo”, es como ella lo define. Por ello su pieza se mueve más allá de una economía restrictiva, pudiendo mutar a nuevas formas de existencia urgidas por una contingencia específica donde el cuerpo es vital y presente.

“Un estado mental neurótico gobierna el mundo”, “depresión y aburrimiento por doquier”, son textos extraídos de una de las piezas de César Portilla. Pero este pareciera ser el estado de ánimo que domina en las dos obras del artista que aquí se exhiben. En ellas, con medios diversos y un fuerte arraigo en la literatura, Portilla construye una narrativa alienada y fragmentaria presta a afectar al espectador atento, en dependencia de su capacidad asociativa. 

Jenny Jaramillo, Huelo a quemado, 2022, dimensiones variables. Foto: Edgar Dávla Soto

El recolector nos sorprende con el acopio de uñas del artista usadas como unidad de medida del tiempo, rastros de duración que pasa por el ciclo biológico poniendo en escena al cuerpo de manera elusiva, pero potente. Aquí la errancia está presente en lo que su experiencia dilatada, sin rumbo ni propósito fijo, deja.

Vejestorium nace del reciclaje de materiales de diversa procedencia que, ensamblados, perfilan modos de trabajo propios de este artista. Apuntes, esbozos de relatos e ideas inconclusas que aparecen en formatos de proyecto, se desplazan al lenguaje del video desestendiéndose del relato lineal y superponiendo intencionalmente diferentes técnicas y formatos audiovisuales. 

Ambas piezas acusan una intención autoexploratoria que se regodea en el examen de ciertos procedimientos organizativos donde se prioriza la aleatoriedad y se da espacio a un modelo de recepción que permite conexiones más libres y subjetivas. 

César Portilla, El Recolector, mapa de Quito, uñas de artista, lámina de acetato, dibujos de técnica mixta. Foto: Claudio Muñiz
César Portilla, El Recolector, mapa de Quito, uñas de artista, lámina de acetato, dibujos de técnica mixta. Foto: Claudio Muñiz

La noción de paisaje como laboratorio de experimentación sensible es fundamental en la propuesta Intervalos: entre las nubes y la tierra, de Nelson Santos. En ese concepto se asienta su metodología de trabajo cifrada en el andar y en los efectos de sus periplos sobre los modos de abordar el género. El paisaje, más que representación, se expone como acontecimiento de la mirada y lugar donde ocurren cosas en forma de asociaciones e improntas subjetivas. Santos pone en evidencia el carácter transitorio del punto de vista e interpela el legado paisajístico abocándolo a una relación con el ojo-cuerpo que mira, se desplaza y reordena.

El artista se comporta como un explorador con su diario de viaje, herramienta que le permite temporalizar la bidimensionalidad de sus piezas vinculándolas con ese deambular. Desde el apunte y el comentario de cada impresión o hallazgo, se articulan las posibles y a veces inciertas relaciones que traslada al soporte.

Sus pinturas y dibujos se definen por sus formas evanescentes y difusas en las que la tendencia monocroma y el dibujo mismo como materialidad, juegan un papel fundamental. Cualquier referencia se torna vaga e imprecisa, una cualidad reforzada por la presencia de textos tratados como entidades visuales que incitan al espectador a fraguar sus propias resonancias.

Nelson Santos, Intervalos: Entre las nubes y la tierra, de la serie Constelaciones, encuentros y despedidas. 2022, tres pinturas (acrílico y grafito sobre papel), 120 x 100 cm. c/u. Foto: Edgar Dávla Soto
Nelson Santos, Intervalos: Entre las nubes y la tierra, de la serie Constelaciones, encuentros y despedidas. 2022, tres pinturas (acrílico y grafito sobre papel), 120 x 100 cm. c/u. Foto: Claudio Muñiz

La traducción y el vacío son nodos conceptuales en las obras de Javier Escudero. Objetos diversos con destinos estructuralmente manifiestos son intervenidos para desviar sus funciones. Todos, mediante acciones como borrar o sustraer, se apartan de sus usos ordinarios y adquieren otras materialidades que, aunque resguardan algo de sus sentidos originarios, los derivan hacia otros lenguajes buscando nuevas formas de existencia.

Preguntarse por la naturaleza de esos objetos implica enfrentarse a su presencia, tasando el calibre inventivo detrás de raros artefactos que existen entre el object trouvé, el objeto esculturado y entidades potencialmente sonoras.

Escudero prefigura un abanico de sensaciones al desplazar esos objetos y tratarlos como realidades que han conquistado un tipo de autonomía limítrofe con otros lenguajes. Hay una voluntad de temporizar, de enajenar materialidades finitas y ponerlas en situación de devenir. También podríamos hablar de intensificar cualidades que se desdibujan en la función primigenia rebajando otras modalidades imbricadas en la propia forma: una apuesta por lo inestable que abre lo clausurado al deseo de un otro posible.

Javier Escudero, Línea de vida, 2021, disco en resina del surco de la línea de la vida de la mano izquierda repetido en loop. Disco a 33 1/3rp, con agujero pequeño, 2021. Foto: Edgar Dávla Soto
Javier Escudero, Línea de vida, 2021, disco en resina del surco de la línea de la vida de la mano izquierda repetido en loop. Disco a 33 1/3rp, con agujero pequeño, 2021. Foto: Edgar Dávla Soto

La dupla Rivadeneira-Idrovo contribuye con algunas piezas concebidas para diferentes morfologías que acentúan su relación con el espacio y el contexto. Quizás estas sean las obras de la muestra cuyo talante subjetivo reclame un vínculo con las circunstancias actuales del país.

En general, la propuesta de Gabriela Rivadeneira y Hugo Idrovo está abocada a exorcizar esas narrativas teleológicas que han moldeado nuestro inconsciente colectivo: la de la nación, la del progreso, la de las vanguardias. Se trata de una poética del desvarío que, en la materialidad de los signos y en su interacción con los sujetos, suscita otras derivas.

Si en Ecuador se abriera una encuesta para designar cosas que le tomen el pulso al siglo XX, ¿cuál sería el resultado? ¿Será posible algún consenso sobre esos modos emblemáticos en los que el siglo se reconoce? Estas serían preguntas sobre las que versa El Siglo,pieza que requirió una investigación en algunos de los principales archivos nacionales.

Gabriela Rivadeneira Crespo y Hugo Idrovo, El Siglo, 2021-2022, técnica mixta sobre madera y lienzo. Foto: Claudio Muñiz
Gabriela Rivadeneira Crespo y Hugo Idrovo, El Siglo, 2021-2022, técnica mixta sobre madera y lienzo. Foto: Edgar Dávla Soto
Gabriela Rivadeneira Crespo, Las cruces sobre el agua (de la serie Especie de Espacios), 2022, marcador sobre pared. Dimensiones variables. Foto: Edgar Dávla Soto

Como conjunto, la obra no prioriza un material específico. Se complace en el recorrido por repertorios diversos: hechos, imágenes cuya conexión no se adscribe a relatos fundados en argumentos causales ni en perspectivas plausibles de historicidad. Parecen residuos carentes de ilación que en su devenir abierto a la exégesis y al comentario, pudieran activarse en otros posibles relatos.

Arqueología Futura se inscribe en la misma tesitura: una memoria cifrada en signos dispersos. En este caso, la narrativa desarrollista fundamentada en la noción de progreso es removida como referente maestro cuestionando, en sus residuos, la autoridad de los sentidos que en algún momento representaron las ideas de avanzada.

En vez de reproducir verdades, el archivo en estas obras está para ser interrogado, leído desde una experiencia presente que lo reconfigura señalándolo no sólo en lo que hay, sino más bien en lo que falta, lo forcluído en su representatividad, lo ausente en su permanente presencia.

Las cruces sobre el agua de Rivadeneira es al mismo tiempo una remembranza y una invitación a retomar reflexivamente el hecho histórico: la masacre de obreros que próximamente conmemorará su centenario. El referente literario sirve de pretexto para abrir el suceso al tiempo presente, evocándolo mediante la acción de poner el cuerpo reescribiendo íntegramente el texto en el espacio: una temporalización que desafía al propio carácter acotado de la expectación. 

«Lo que no puede verse ni decirse, el arte debe mostrarlo», dijo Gerard Wajman. Esta muestra que sondea la mostración de lo inaprehensible nos deja ver que no existe completitud trascendente, solo fragmentos; indicaciones cuyo criterio de selección se torna huidizo y nos alude de forma oblicua abriendo camino al dejarse llevar.

Gabriela Rivadeneira Crespo y Hugo Idrovo, Arqueología Futura (de la serie Futuro Perfecto), 2021-2022. Objetos de dimensiones variables, materiales mixtos (cemento, bondex, arena, yeso, pigmentos). Foto: Edgar Dávla Soto
Gabriela Rivadeneira Crespo y Hugo Idrovo, Arqueología Futura (de la serie Futuro Perfecto), 2021-2022. Objetos de dimensiones variables, materiales mixtos (cemento, bondex, arena, yeso, pigmentos). Foto: Claudio Muñiz

[1] http://www.lugaradudas.org/archivo/publicaciones/fotocopioteca/44_amo_artistas.pdf

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