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RAPHAEL MONTAÑEZ ORTIZ, PIONERO DEL ARTE DESTRUCTIVO

El Museo del Barrio presenta Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective, la mayor exposición desde 1988 dedicada al artista, activista, educador y fundador de El Museo del Barrio. Bajo la curaduría de Rodrigo Moura, curador en Jefe de El Museo, y Julieta González, curadora invitada, la retrospectiva abarca varias décadas de su producción, desde 1950 hasta principios de los 2000, en diferentes medios como el cine, pintura, fotografía, videoinstalaciones, documentos y ensamblajes. Un recorrido que ahonda en los intereses recurrentes de su práctica desde la década de 1960, como el colonialismo, la destrucción, la autenticación, la magia y el animismo.

«Esta muestra ofrece una excelente oportunidad para conocer el amplio espectro de la trayectoria de Montañez Ortiz y atestigua la radicalidad de su obra. A lo largo de su carrera, este auténtico pionero unió su práctica artística con una visión única como educador y activista, de la que El Museo es su resultado más perdurable», afirma Moura.

Vista de la exposición “Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective” (con obras de la serie “Archaeological Finds”), en El Museo del Barrio, Nueva York, 2022. Foto: Martin Seck. Cortesía: El Museo del Barrio.
Raphael Montañez Ortiz, Archaeological Find #22: The Aftermath, 1961, sofá destruido y soporte de madera. Colección El Museo del Barrio, Nueva York. Foto: Bill Orcutt. Cortesía: El Museo del Barrio
Vista de la exposición “Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective” (con obras de la serie “Archaeological Finds”), en El Museo del Barrio, Nueva York, 2022. Foto: Martin Seck. Cortesía: El Museo del Barrio.

La práctica precursora de Raphael Montañez Ortiz (Brooklyn, Nueva York, 1934) comenzó en 1957 con obras cinematográficas experimentales de vanguardia. En la década de 1960, fue una figura clave en el movimiento internacional del Arte Destructivo, realizando acciones performativas que darían lugar a poderosas esculturas derivadas de objetos domésticos destruidos -sillas, sofás y colchones-, que podrían interpretarse como sustitutos del cuerpo.

Su práctica amplía las referencias históricas del arte, desde el expresionismo abstracto estadounidense hasta el dadaísmo, así como las relaciones identitarias a partir de sus raíces mixtas. Nacido en Nueva York y de ascendencia puertorriqueña, mexicana y nativo-americana, esta mezcolanza es la base de la agenda decolonial de Montañez Ortiz, considerando, particularmente, la relación colonial de Puerto Rico con Estados Unidos, según narra Julieta González en un recorrido por la exposición: “Para él, los latinos habían sido despojados de sus auténticas raíces artísticas, privados de sus derechos por la intolerancia racial y de clase”.

La obra de Montañez Ortiz también ha estado influenciada por su profundo interés en el psicoanálisis y la antropología, lo que se tradujo en la exploración de prácticas chamánicas y del potencial terapéutico y curativo del arte, paralelamente a su investigación sobre las culturas prehispánicas. Esta es una preocupación constante en su obra, que va desde las primeras piezas de destrucción -como los Archaeological Finds (Hallazgos Arqueológicos)– hasta sus más recientes acciones performativas que referencian las culturas indígenas de las Américas.

“¿Para qué existe el arte? ¿Para quién existe el arte? ¿Existe tal cosa como una corriente dominante en el arte? ¿Cuál es la relación de razas y clases con el arte? En la cultura de occidente, ¿existe algo así como un arte moderno y contemporáneo que se distinga de la extensa historia mundial del arte nativo y popular? ¿Qué relación tienen la raza y la clase social con la historia mundial del arte? ¿Qué distingue al patriarcado del matriarcado en todo esto? Estas y muchas más interrogantes se plantean y necesitan ser resueltas para despejar el aire del gran engaño perpetuado por la institucionalización del racismo por parte de los eurocéntricos historiadores e historiadores del arte europeos y estadounidenses”.

Raphael Montañez Ortiz, Henny Penny Piano Dada, Dis-Assemblage Concert (Death of Henny Penny), Nueva York, 1967. ©️ Raphael Montañez Ortiz. Cortesía del artista y UCLA Chicano Studies Research Center.


Estas palabras escritas por Montañez Ortiz en 1977 definen una práctica en la que, durante más de sesenta años, el artista se ha dedicado a desmontar la hegemonía del conocimiento occidental, algo que esta exposición se propone explorar.

“Los Hallazgos Arqueológicos se encuentran entre los conjuntos de obras más importantes de Montañez Ortiz y son fundamentales en su estética. Ejecutadas entre 1961 y 1965, son el resultado directo de la interacción física del artista, que destruye objetos durante acciones performativas. Estas obras desplazan la noción de objeto de arte autónomo, terminado, hacia una definición más porosa de temporalidad. Esta idea está implícita en el término ‘hallazgo arqueológico’, que alude tanto a las reacciones excavadoras a las que han sido sometidos los objetos como a la idea de ruinas que estos evocan”, señala Moura. “Montañez Ortiz realiza sus acciones como rituales y, con sus gestos destructivos específicamente dirigidos al piano, explora las potencialidades sonoras de este instrumento y su fuerte asociación con los ideales occidentales de la alta cultura”.

Raphael Montañez Ortiz, The Memorial to the Sadistic Holocaust Destruction of Millions of Our Ancient Arawak-Taino-Latinx Ancestors Begun in 1492 by Columbus and His Mission to, With the Conquistadores, Colonize and Deliver to Spain the Wealth of the New World No Matter the Human Cost to the New Worlds Less Than Human Aborigine Inhabitants…, 2019-2020, técnica mixta. Colección El Museo del Barrio. Foto: Martin Seck
Vista de la exposición “Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective”, sección ‘Ethnoaesthetics’, con obras de Raphael Montañez Ortiz, Alejandro Puente y Ana Mendieta. El Museo del Barrio, Nueva York, 2022. Foto: Martin Seck. Cortesía: El Museo del Barrio

La muestra está dividida en cuatro secciones que exploran las contribuciones de Montañez Ortiz al arte de los siglos XX y XXI. Entre ellas se encuentran Destruction (Destrucción), que se centra en sus primeras películas y ensamblajes y en un amplio grupo de Hallazgos Arqueológicos, con obras procedentes de varias colecciones de museos estadounidenses y europeos vistas juntas por primera vez.

“Los colchones, sofás y sillas presentados aquí hacen referencia al contexto doméstico y al cuerpo humano”, explica Julieta González. “Al destruirlos, el artista cree liberar los espíritus de los objetos y, metonímicamente, a sus usuarios de su materia física real”.

En 1957, Montañez Ortiz cortó en pedazos la cinta de una película de vaqueros de Hollywood, utilizando una Tomahawk, un tipo de hacha originaria de varios pueblos originarios de América del Norte. Luego colocó los fragmentos en una bolsa medicinal, para sacarlos, seleccionarlos y recomponerlos al azar mientras cantaba un grito de guerra nativo americano. La obra resultante, Cowboy and «Indian» Film, destruye así la narrativa original y la integridad audiovisual de la película Winchester ​’73 (1950). Ortiz consideraba que su proceso chamanístico resonaba con su herencia indígena. Su acto destructivo también critica la manera en que los medios de comunicación representan a los indígenas americanos.

Vista de la exposición “Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective”, sección ‘PhysioPsychoAlchemy’, con obras de Raphael Montañez Ortiz de la serie ‘Potlatch’. El Museo del Barrio, Nueva York, 2022. Foto: Martin Seck. Cortesía: El Museo del Barrio.

Otro núcleo de la muestra, Decolonization and Guerrilla Tactics (Descolonización y tácticas de guerrilla), aborda su origen puertorriqueño y su activismo, incluyendo su participación en la fundación de El Museo del Barrio y su compromiso con otros grupos activos de la época, como la Art Workers Coalition (Coalición de Trabajadores del Arte), el Guerrilla Art Action Group (Grupo de Acción Artística Guerrillera), el Taller Boricua y la Galería Judson.

La sección Ethnoaesthetics (Etnoestética) hace referencia a un término acuñado por el artista que indaga en los modos de resistencia al etnocentrismo cultural, mientras que Physio-Psycho-Alchemy (Fisio-Psico-Alquimia) explora el concepto central de su tesis doctoral y las obras que realizó en esta dirección, donde la meditación, el ritual y las prácticas de respiración son el centro de una serie de obras performativas y participativas. Acá se presentan sus videos producidos en la década de 1980, en los que el corte y el montaje se emplean para producir efectos casi hipnóticos.

«La noción de un arte autentificador, a la que se refiere Montañez Ortiz, proporciona el marco para esta exposición, un concepto singular que adquiere una gama de significados interconectados en su práctica, apuntando a una serie de temas, experiencias y construcciones epistemológicas que informan su producción: desde la etnoestética como resultado de un impulso decolonial, hasta la dimensión curativa del arte que exploró con su fisio-psico-alquimia», afirma Julieta González.

Acertadamente, los curadores contextualizan el trabajo de Montañez Ortiz a lo largo del recorrido mediante una serie de presentaciones que dialogan con otros artistas de distintas cronologías, geografías y afiliaciones estéticas, como Jorge Soto Sánchez, Gordon Matta-Clark, Marta Minujín, Eduardo Paolozzi, Kenneth Kemble, Bruce Conner, y Gustav Metzger.

Situado en el contexto del arte de posguerra neo-vanguardista de Estados Unidos y mediante la exploración de sus orígenes indígenas, latinoamericanos y puertorriqueños, Montañez Ortiz aporta una voz única al arte de nuestro tiempo, convirtiéndose en un referente para las nuevas generaciones de artistas.

Vista de la exposición “Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective”, con obras de contexto de Jorge Soto Sánchez, Gordon Matta-Clark, Marta Minujín, Eduardo Paolozzi, Kenneth Kemble, Bruce Conner, Gustav Metzger. El Museo del Barrio, Nueva York, 2022. Foto: Martin Seck. Cortesía: El Museo del Barrio.

Acerca de Raphael Montañez Ortiz

Raphael Montañez Ortiz nació en un hogar puertorriqueño en Brooklyn, Nueva York, donde creció experimentando la transformación de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. Comenzó a pintar en la línea del expresionismo abstracto, pero pronto convirtió su obra en una particular síntesis de creación de objetos y performance. Su crianza como hijo de inmigrantes latinos es fundamental para su práctica y, sobre todo, influye en el modo en que conceptualiza su proceso destructivo ritualista a finales de la década de 1950, en referencia a su ascendencia indígena.

Fue en esta década cuando comenzó a crear su primer cine “destructivo” o “deconstruido”, editando material de archivo relacionado a los estereotipos de Hollywood, la desigualdad social de América y la amenaza de una guerra tecnológica. En 1958 –el mismo año en el que se lanzó A Movie, la icónica película assemblage de Bruce Conner–, Montañez Ortiz creó Newsreel, reestructurando un noticiero cinematográfico de Castle Films: una serie de cortometrajes mudos presentados en un solo rollo de 16mm y distribuido como una película casera semanal. El material original contenía imágenes de espectadores viendo una prueba de armas nucleares en Bikini Atoll en el Pacífico, del Papa Pío VII nombrando un nuevo cardenal en el Vaticano, de carreras de caballos en el Derby de Kentucky y de once nazis sentenciados a muerte en los Procesos de Nuremberg de Alemania. El estructuralismo del resultado final, donde el Papa parece bendecir la guerra nuclear una y otra vez, es fruto de un proceso ritual inspirado en la exploración del artista de su herencia ancestral Yaqui. Recitando cantos de guerra, Montañez Ortiz hachó las imágenes de 16mm para “liberar su mal” antes de reorganizarlas en narrativas visuales discordantes.

En 1966, el artista viaja desde la ciudad de Nueva York a Londres para participar en el primer Simposio sobre la Destrucción en el Arte (DIAS, por sus siglas en inglés). Organizado principalmente por el emigrante polaco Gustav Metzger, DIAS reunió a un grupo internacional de artistas, poetas, músicos y psicólogos para explorar el tema de la destrucción en el arte. Entre la cacofonía de lecturas, happenings y performances, los siete actos públicos de Ortiz se presentaron como los más violentos. Se destrozaron sillas, colchones y pianos en rituales colectivos, mientras se proyectaba una película que él había filmado previamente en un matadero de pollos.

Esta presentación pública de los actos destructivos de Montañez Ortiz se basó en casi más de una década de experimentación privada o mediada (actos destinados al registro fotográfico o a ser artefacto material). En su manifiesto de 1962, Destructivismo, Montañez Ortiz expresa el poder simbólico de esta metodología de manera similar al artista argentino Kenneth Kemble en su manifiesto de 1961. Según Montañez Ortiz, el deseo innato de destrucción en la humanidad, que se reprime frente al miedo y se proyecta externamente en el impulso caótico hacia la guerra mundial y la fascinación sensacionalista por la violencia, puede ser trascendido a través del poder simbólico del arte.

Raphael Montañez Ortiz, Children of Treblinka, 1962, papel, tierra, zapatos quemados, clavos, pintura negra sobre respaldo de madera. Colección El Museo del Barrio, Nueva York. Foto: Bill Orcutt

La historiadora del arte chilena Rocío Aranda-Alvarado, quien fue durante años curadora en El Museo del Barrio, ha sugerido que “para Montañez Ortiz, excavar el objeto se convirtió en un proceso a través del cual buscaba el espíritu” [1]

“Estos artistas son destructores, materialistas y hedonistas que trabajan directamente con procesos. Estos artistas son destructivistas y no pretenden jugar al juego feliz de creación divina; al contrario, su respuesta es al deseo innato de matar. Al destructivista no le preocupa el trauma del nacimiento, ya que entiende que en la vida no hace falta la magia; es la mortalidad la que requiere el alimento vivificante del ritual trascendental”, escribió el artista [2].

Según Chon Noriega, Profesor en el Departamento de Cine, Televisión y Medios Digitales de UCLA y Director del Centro de Investigación de Estudios Chicanos de UCLA, “el objetivo de Montañez Ortiz era, concretamente y mediante performances de ‘destrucción ritualista’, desplazar la violencia presente en el mundo hacia el ámbito simbólico del arte” [3]. La obra del artista exigía, por lo tanto, una nítida distinción entre el mundo del arte y las relaciones sociales, proponiendo, paradójicamente, una práctica tanto autónoma como contingente en la cual se abordaba lo social exclusivamente dentro del contexto del ámbito del arte. Noriega opina que este enfoque explica su ausencia y supresión de los anales sobre el arte étnico, de los cines de las minorías y de las vanguardias durante esta época, puesto que su obra se asentaba sobre múltiples categorías. En este sentido, Noriega considera que las paradojas de la obra de Ortiz constituyen estrategias adecuadas del momento posmoderno contemporáneo, donde las categorías modernistas y las relaciones de poder todavía persisten.

Montañez Ortiz ensalza el objetivo del museo de educar y aumentar la conciencia cultural como forma de apoyar y animar a los grupos marginados, especialmente a los puertorriqueños, que viven en El Barrio (East Harlem). En 1969 concibió y fundó El Museo del Barrio -el primer museo de la Ciudad de Nueva York dedicado al arte puertorriqueño, latino y latinoamericano-, y colaboró con los fundadores del Taller Boricua -colectivo de artistas puertorriqueños fundado en 1970 en East Harlem, Nueva York- durante los primeros años de los setenta.

Profesor de Bellas Artes de la Universidad de Rutgers, la obra y los escritos de Ortiz sobre el tema del arte, la etnicidad y el vanguardismo han inspirado a las nuevas generaciones de artistas. Su obra ha sido incluida en varias exposiciones internacionales, como el mencionado Destruction in Art Symposium (Simposio sobre la Destrucción en el Arte). En 1988, fue objeto de la retrospectiva Raphael Montañez Ortiz: Years of the Warrior, Years of the Psyche, 1960-1988, en El Museo, y en 2015 fue parte de la exposición colectiva Arqueologías de destrucción 1958–2014, curada por Jennifer Burris Staton. Sus obras se encuentran en colecciones importantes de museos como la Tate de Londres, el Museum of Modern Art (MoMA) y el Whitney Museum of American Art de Nueva York, y Los Angeles Museum of Contemporary Art. Entre sus exposiciones más recientes se encuentran una revisión de su carrera en LAXART (Hollywood) y la muestra colectiva Home – So Different, So Appealing, en Los Angeles County Museum of Art (LACMA).

Traducido por Catalina Guerrero.


[1] Aranda-Alvarado, R. (2007) Unmaking: The Work of Raphael Montañez Ortiz. Jersey City Museum, p.7

[2] Burris Staton, J. (2015). Arqueologías de destrucción 1958–2014. Recuperado 4 de mayo de 2022, de https://exhibits.haverford.edu/arqueologias/raphael-montanez-ortiz-es/

[3] Noriega, Chon A. (1997) Raphael Montanez Ortiz: Early destruction, 1957-67. New York: Whitney Museum of American Art.


Raphael Montañez Ortiz: A Contextual Retrospective se presenta del 14 de abril al 11 de septiembre del 2022 en El Museo del Barrio, 1230 5th Avenue, 104th Street, Nueva York.

Tras la presentación en El Museo, la retrospectiva viajará al Museo Tamayo en Ciudad de México, donde podrá verse desde el 15 de octubre de 2022 hasta el 2 de abril de 2023.

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