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GRACIELA ITURBIDE: HELIOTROPO 37

La Fundación Cartier pour l’art contemporain presenta Heliotropo 37, la primera gran exposición en Francia dedicada a la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, en la que se reúnen más de 200 imágenes, desde sus fotografías más icónicas hasta sus obras más recientes, así como una serie en color creada especialmente para la ocasión.

Bajo la curaduría de Alexis Fabry, junto a Marie Perennès como curadora asociada, este oportuno homenaje a Iturbide (1942) también nos adentra en su estudio ubicado en la calle Heliotropo 37 de la Ciudad de México, una de las obras maestras del arquitecto Mauricio Rocha, quien también es el encargado de la museografía de la exposición.

Ganadora del Premio W. Eugene Smith Memorial Fund en 1987 y del Hasselblad en 2008 –la máxima distinción de la fotografía–, Graciela Iturbide es una figura central de la fotografía latinoamericana.  Durante más de cincuenta años, ha creado imágenes que oscilan entre un enfoque documental y una mirada poética. “He buscado la sorpresa en lo cotidiano, ese cotidiano que podría encontrarse en cualquier parte del mundo”.

«En definitiva, creo que la fotografía es un ritual para mí. Salir con mi cámara, observar, capturar la parte más mítica del ser humano, luego entrar en la oscuridad, revelar, elegir el simbolismo…«

Graciela Iturbide, Velo negro para el viento, Juchitán, Oaxaca, 1988, impresión en gelatina de plata. Cortesía: Fundación Cartier

Si bien hoy es famosa por sus retratos de los indios Seri en el desierto de Sonora o de las mujeres de Juchitán, así como también por su trabajo fotográfico en torno a las comunidades y tradiciones ancestrales de México, Iturbide también se aproxima de una manera casi espiritual a los paisajes y los objetos. Esta singular exposición presenta las dos caras de la artista para ofrecer así una nueva perspectiva de su trabajo.

Graciela Iturbide se inició en la fotografía en la década del 70 junto a Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Lo siguió en sus viajes a pueblos y fiestas populares mexicanas, donde lo observaba buscando el lugar correcto, esperando que pasara algo prácticamente invisible o que no le molestara a nadie, para luego fotografiar cualquier cosa de su interés. Se convirtió en el mentor de la joven Graciela Iturbide y compartió con ella su sensibilidad y su enfoque humanista del mundo.

La exposición presenta una gran cantidad de fotografías de personas que Iturbide conoció y objetos que le llamaron la atención en el transcurso de sus diversos viajes no solo por México, sino también por Alemania, España, Ecuador, Japón, Estados Unidos, India, Madagascar, Argentina, Perú y Panamá, entre los años 70 y 90.

Entre las series que destacan de este período se encuentran Los que viven en la arena (1978), para la cual la artista vivió durante mucho tiempo con la comunidad Seri en el desierto de Sonora, en el noroeste de México; Juchitán de las mujeres (1979-1989), dedicada a las mujeres y a la cultura zapoteca en el Valle de Oaxaca, en el sureste del país; y la serie White Fence Gang (1986-1989), centrada en los cholos, pandillas de origen mexicano en Los Ángeles y Tijuana.

Graciela Iturbide, Mujer zapoteca, Tonalá, Oaxaca, 1974, impresión en gelatina de plata. Cortesía: Fundación Cartier
Graciela Iturbide, Benarés, India, 2000, impresión en gelatina de plata. Cortesía: Fundación Cartier
Graciela Iturbide, Cholas, White Fence, East Los Angeles, 1986, impresión en gelatina de plata. Cortesía: Fundación Cartier

Más que el realismo mágico con el que suele asociársele, Iturbide prefiere la idea de un “toque de poesía e imaginación” que expande la interpretación de lo documental, encontrando siempre la oportunidad de aprender y sorprenderse a través de sus diversos viajes por todo el mundo. “El conocimiento es dual: cuando viajas, descubres cosas tanto fuera como dentro de ti, a través de tu soledad”.

Además de las fotografías que hicieron famosa a la artista, Heliotropo 37 revela su producción fotográfica más reciente y poco vista hasta ahora. A lo largo de los años, las imágenes de Graciela Iturbide han perdido presencia humana y su atención se ha centrado en los materiales y las texturas, lo que revela el vínculo metafísico que une a la artista con los objetos, la naturaleza y los animales. Naturata, ejecutada entre 1996 y 2004 en el jardín botánico de Oaxaca, anuncia el comienzo de este cambio progresivo: plantas y cactus, sostenidos por cuerdas y envueltos en sacos de arpillera, se desdibujan bajo velas y redes.

A finales de la década del 90, la artista viajó por Luisiana y contempló los paisajes desolados del sur de los Estados Unidos. En el 2000 y luego en 2010, continuó su búsqueda de objetos y símbolos en la India e Italia y fotografió carteles publicitarios, montones de zapatos y cuchillos en las vitrinas de las tiendas, mástiles de relevos que se balancean con el viento y casas abandonadas cubiertas de vegetación.

“Por el momento, me atrae trabajar con los elementos. En lugar de ir hacia la abstracción, uno probablemente podría hacer referencia a una gran concentración de símbolos […] Las fotografías tomadas en la India dan fe del desafío que me había propuesto de no mostrar ningún rostro, sino solo símbolos que representen tradiciones culturales o simplemente situaciones cotidianas”.

Graciela Iturbide, Chalma, México, 2008, impresión en gelatina de plata. Cortesía: Fundación Cartier

Una serie única de fotografías en color

En 2021, por iniciativa de la Fundación Cartier, Iturbide viajó a Tecali, un pueblo cerca de Puebla en México, donde se extraen y cortan alabastro y ónix. De manera excepcional en su carrera, abandona el blanco y negro para fotografiar en color las piedras rosadas y blancas durante el proceso de pulido. Los bloques de alabastro, en los que ocasionalmente se ven marcas y grabados, se destacan sobre el cielo cristalino, como tótems.

Graciela Iturbide, Piedras, Tecali, Puebla, México, 2021. Cortesía: Fundación Cartier

Heliotropo 37

La exposición toma su título de la calle donde se ubica el estudio de Iturbide, en el municipio Coyoacán de la Ciudad de México. El edificio de ladrillo fue diseñado en 2016 por su hijo, el arquitecto Mauricio Rocha, a petición de la fotógrafa. Ella quería una torre de ladrillos protegida de las miradas externas, donde fuera posible meditar y trabajar.

En la exposición, una serie de fotografías del artista Pablo López Luz documenta esta singular vivienda y lugar de trabajo, donde los negativos más antiguos de Graciela Iturbide cuelgan junto a obras de arte popular mexicanas, plantas y cactus, así como grandes estanterías llenas de libros de los fotógrafos que la inspiraron. Ahora, en colaboración con la artista, Mauricio Rocha es responsable de la escenografía de esta importante exposición.

Espectacular y radical, pero no exento de cierta moderación, su diseño juega con la materialidad de los elementos utilizados y las aperturas de luz natural, lo que crea una atmósfera propicia para la contemplación. Un templo heredado del modernismo y la tradición arquitectónica mexicana que espeja las composiciones de Graciela Iturbide y sirve como vitrina para su fotografía.


Traducido por Gabriela Cacciuttolo Provoste

Vista de la exposición «Heliotropo 37», de Graciela Iturbide, en la Fundación Cartier pour l’art contemporain, Paris, 2022. Foto: ©Michel Slomka
Vista de la exposición «Heliotropo 37», de Graciela Iturbide, en la Fundación Cartier pour l’art contemporain, Paris, 2022. Foto: ©Michel Slomka
Vista de la exposición «Heliotropo 37», de Graciela Iturbide, en la Fundación Cartier pour l’art contemporain, Paris, 2022. Foto: ©Michel Slomka
Registro del Estudio Iturbide por Pablo López Luz, en la exposición «Heliotropo 37», de Graciela Iturbide, en la Fundación Cartier pour l’art contemporain, Paris, 2022. Foto: ©Michel Slomka
Retrato de Graciela Iturbide por Luis Poirot, 2015

GRACIELA ITURBIDE: HELIOTROPO 37

Fundación Cartier pour l’art contemporain, 261, Boulevard Raspail, Paris

Del 12 de febrero al 29 de mayo de 2022

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