
ANA NAVAS: AURA SIGNIFICA SOPLO
Por Fabiola Iza | Curadora
Durante los últimos años, el trabajo de Ana Navas (Quito, 1984) ha tomado como punto de partida las múltiples interpretaciones, apropiaciones, lecturas e iteraciones que experimenta el arte moderno bajo los campos del diseño, la moda y la mercadotecnia, entre otros, así como sus inserciones en la vida cotidiana. Recurriendo a distintas estrategias de producción como la traducción, la apropiación y la copia, su obra se interesa por los procesos de circulación en los que se inscriben objetos e ideologías y, principalmente, por lo que ocurre –a la manera del teléfono descompuesto– en ese tránsito.
Aura significa soplo, exposición individual en Pequod Co., reúne cuatro series recientes, realizadas durante la estancia de la artista en la Fondation Fiminco, París, y una oblonga pintura sobre linóleo realizada ex profeso para la muestra. El denominador común entre las más de veinte piezas exhibidas es una exploración, cargada de humor e ironía, sobre cómo se conforman distintos sistemas y agrupaciones para ordenar al mundo.

Transparencias (2020-2021) se ocupa por categorizaciones asociadas con una mirada imperial/colonial y surge del interés de la artista en las narrativas que se desprenden de objetos etnográficos y las formas en que éstos han sido mostrados. La serie toma como punto de partida fotografías de displays en museos ya desaparecidos –como el Musée de l’Homme y el Musée Ethnographique du Trocadéro en París– donde se albergaban objetos “exóticos” en vitrinas, siguiendo modelos museográficos con un enfoque científico.
Estas puestas en escena, un lenguaje visual que delimita a los objetos dentro de una ideología específica, son desarticuladas meticulosamente por la artista, quien descompone las fotografías en capas y plasma cada una de ellas en telas traslúcidas que son colocadas sobre percheros y rieles metálicos. Aunque estas formas de representar al mundo hayan desaparecido –o simplemente hayan sido reemplazadas por nuevas modas–, ¿realmente es posible proclamar la extinción de esa mirada?


Si Transparencias aborda construcciones abstractas como contenedores de marcos ideológicos, las series Patrones (2020-2021) y Disfraces (2020-2021) evocan un interés declaradamente material por distintos empaques en los que se encuentra también la impronta, así sea diluida, de las formas del arte moderno. Navas replica los volúmenes de una democrática selección de objetos –botellas de plástico, trapeadores ergonómicos, asientos para bebés, bustos y esculturas– y los traduce en vestimentas que actúan como una segunda piel.
Estos trajes están realizados con textiles industriales que imitan gestos manuales (el trazo de una línea, la firma de unx artista, el escurrimiento de un pincel) y telas en las que la artista ha plasmado, de forma manual, ese mismo gesto transformado en un patrón. Por ejemplo, al reproducir a mano una sábana adquirida en Ikea con un estampado Shibori, una técnica artesanal japonesa para formar motivos tiñendo telas, Navas restituye en la copia –jerarquizada desde una lógica occidental como menor o una imitación– el estado original y el vigor de la calidad manual. Así, los objetos son insertados en un recorrido circular cuyo punto inicial es una naturaleza industrial y son reintroducidos en el campo del arte.
Como una suerte de pintura expandida, Patrones es mostrada a muro, y en cada tela se despliega una forma tridimensional convertida en una superficie plana. Las obras crean contornos tanto inesperados como evocativos –sugieren formas fálicas o animales– y sus estampados muestran el repertorio de un vocabulario visual fuertemente influenciado por la abstracción pictórica.
Por su parte, Disfraces emplea los mismos textiles y figuras de la serie Patrones como un recubrimiento de volúmenes curvos y orgánicos que dialogan con el lenguaje de la escultura o presentan una versión domesticada de sus formas modernas. Navas se interesa aquí por lo que constituye, actualmente, la idea misma de «escultura», es decir, cuáles son las características que debe poseer un objeto para ser considerado como tal, y propone a la ya mencionada selección –las botellas, el trapeador, el asiento, etcétera– dentro de este rubro artístico, partiendo de las repeticiones visuales de sus siluetas.


Sobre el piso de la galería, cubriendo casi la totalidad de su superficie, se despliega una pintura que funge como una nota al pie de las referencias disímiles que informan la idea de «escultura» para la artista e inspiran su búsqueda de los ancestros artísticos lejanos de objetos de uso diario: electrodomésticos, instrumentos médicos, accesorios de cocina, mecanismos como manijas y demás. Esta investigación visual traza, además, vínculos entre categorías ya obsoletas como las bellas artes y las artes menores o decorativas, incluyendo por igual a «objetos bastardos» del diseño. La abolición de estas fronteras da pie a la creación de familias de objetos, agrupados en este caso por ser productos residuales de un movimiento artístico: son versiones domesticadas del mismo.
Por último, la serie Platos (2019-en curso) condensa los intereses presentes en las demás series. Haciendo un guiño a las colecciones de platos como souvenirs de viaje, la serie utiliza como soporte una gran variedad de platos (en su mayoría con divisiones para separar alimentos) donde la artista crea escenas en miniatura de espacios que la inspiran. Un café hipster, una tienda de vidrio, un jardín de esculturas o un museo de «historia natural» son conjurados utilizando pequeños pedazos de utilería, elementos de bisutería, hebillas y demás materiales empleados para la producción de objetos decorativos. Con ellos, Navas retrata espacios donde se hacen patentes formas de ordenar y exhibir objetos, respondiendo a la sobreestetización de la vida diaria y haciendo manifiesta la circulación y transformación de las estéticas de las vanguardias y neovanguardias artísticas del siglo XX.


En Aura significa soplo, Ana Navas realiza distintos actos de disección material –aplana formas, desarma vitrinas, descompone imágenes en múltiples planos, despedaza elementos de utilería– e incurre en disecciones más complejas: desmenuza significados y los consensos detrás de las cosas (sea el planteamiento colonial de un museo o la lógica espacial de una tienda turística) al irlas pelando en capas. Es a través de estas disecciones –que podemos entenderlas como movimientos: tránsitos, circulación, recorridos– que emprende un ataque contra las formas originales de un objeto y provoca que desaparezcan para revelar su «aura», aquello que las envolvía: imaginarios como lo moderno, el buen gusto, la elegancia, lo civilizado, lo primitivo –y un largo etcétera– detrás de estos objetos.
En latín, «aura» significa viento, brisa, soplo, y en griego está emparentada con ese mismo verbo, soplar. En esta exposición, es gracias a esos movimientos sutiles, suaves y vaporosos –como el soplo que desarma poco a poco a un objeto– que se resignifican conceptos inmateriales a través de la materialidad.
ANA NAVAS: AURA SIGNIFICA SOPLO
Espacio Pop-Up de Pequod Co., Laguna (Dr. Erazo 172), Ciudad de México
25.09.2021 – 26.11.2021
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