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INÉS SCHMIDT: ETERNO RETORNO

Por Claudio Herrera | Artista

Es difícil ya hacer una sistematización de las obras realizadas por Inés Schmidt, pues bajo sus formas traslapadas desde la estética moderna, ella acostumbra a variar sus estrategias de producción. Infalibles en su trato con el material, sus pinturas y objetos resemantizados buscan anotarse bajo la historia de los formalismos constructivistas.

Como primera cosa ya visible de sostener en la lógica de su trabajo, vemos el proceso subjetivo por el cual ha llegado a tal templanza estética. Indicar, por ejemplo, que la factura formal precisa -según ella- de nuevos contornos, acentúa los privilegios del tacto y la mirada.

Borroneando lo anecdótico del formalismo académico, Inés Schmidt logra una nueva evidencia simbólica de lo que debe ser tratado con interés suprasensible. La contextura y densidad de su imaginación quedan así pactadas en el trato que le imprime a la tela, a la madera o al object trouvé.

De modo que, entre todos aquellos gestos que pretendían un lugar en el régimen contextual de su obra, la artista ha elegido los que atestiguan un rigor inmemorial; aquel que desde antaño nos sirve de antropología inconclusa.