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REGINA JOSÉ GALINDO: EL CANTO SE HIZO GRITO

Como artista de performance y poeta, Regina José Galindo (Guatemala, 1974) trabaja superando sus propios límites, recreando y representando actos violentos y criminales de manera radical con los que da voz a sus víctimas. En sus performances, coloca al público en situaciones incómodas o desde la perspectiva de la víctima, con el fin de generar empatía y despertar la reflexión y el pensamiento crítico.

Su más reciente muestra, El canto se hizo grito, inaugura el nuevo espacio en Milán de la Galleria Prometeo Ida Pisani, con la que la artista ha colaborado durante más de quince años. La presentación incluye algunas piezas icónicas de la artista junto con varias obras nuevas en las que investiga temas universales, como las implicaciones éticas de la injusticia social, las discriminaciones raciales y de género, y otros abusos inherentes a las relaciones de poder en la sociedad.

Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio
Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio
Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio

Conducida por la urgencia de justicia social, Regina José Galindo aboga por los derechos humanos y las causas de los oprimidos, una lucha abiertamente política y comprometida con la condición humana en la que su cuerpo se convierte en medio.

“Creo en el poder del arte para generar diálogos entre las personas; creo en su capacidad de comunicar, de romper el orden preestablecido y de hacer preguntas”, declara la artista. “Creo que el arte es un espacio libre, uno de los pocos que quedan. Descubrí el potencial artístico del cuerpo en los años 90 en Guatemala, y desde entonces fue y ha sido mi mayor área de investigación”.

En la obra de Regina José Galindo, el cuerpo femenino -vulnerable, marcado, pero vivo y combativo- típicamente retrata cómo los sistemas de opresión y violencia están arraigados en nuestras sociedades. Sus performances muestran la indefensión, las heridas y agresiones; denuncian las estructuras de poder patriarcales y coloniales, lo que en última instancia da visibilidad a la violencia sexual y, finalmente, al asesinato de mujeres, o feminicidios.

“La violencia de género no solo está presente en contextos de pobreza y marginación: debemos considerarla un fenómeno transversal de larga data, que no conoce diferencias sociales, raciales, religiosas o de edad”, escribe Rischia Paterlini en un ensayo sobre la obra de Galindo, titulado To shake the soul awake.

“Por una razón u otra”, dice la artista, “a lo largo de la historia varias culturas han reaccionado colectivamente hacia otros individuos de manera arbitraria y acusatoria, generalmente por miedo. Por este miedo fueron reprimidos, agredidos, castigados, incluso asesinados y presuntos culpables. Durante la inquisición, la caza de brujas fue un fenómeno centroeuropeo en el que las mujeres fueron acusadas falsamente y luego perseguidas; la mera duda fue motivo suficiente para condenar».

Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio
Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio

La muestra incluye los trabajos recientes Desaparición de cuatro sirenas, Guatemala Feminicida y Aparición, testimonios de la injusticia contra las mujeres concebidos durante el 2020, en medio del confinamiento que trajo la pandemia.

Aparición (2020) es una manifestación contemporánea inesperada de mujeres muertas y “virtualmente” muertas, víctimas de (en su mayoría) violencia doméstica. “Si bien no es una experiencia espiritual en un sentido religioso, sí personifica un espíritu, un espectro o un fantasma, una imagen casi arquetípica que, durante el desarrollo de los performances, sobre todo los niños pudieron entender de inmediato”, escribe Lutz Henke en un texto que acompaña la muestra.

“Las esculturas vivientes y recurrentes de Aparición también funcionan como personificaciones de la compleja realidad social de los feminicidios en todo el mundo”, continúa. “Por un lado, las figuras fantasmales parecen imitar a los protagonistas alegóricos de una pintura renacentista, mientras son una representación casi irónicamente literal del ‘lenguaje (visual) velado’. Por otro lado, los cuerpos humanos completamente cubiertos son la mayor abstracción y reducción posible de una figura alegórica. La tela esconde lo inefable y lo hace visible al mismo tiempo. Los performances producen una dicotomía directa entre la estetización del lugar y la forma, capturada en una sola imagen o experiencia, y la cruda realidad de los feminicidios. El acto de equilibrio entre esas contradicciones hace que este trabajo sea tan poderoso y atractivo”.

Henke se pregunta “para quién erigen memoriales nuestras sociedades y en qué forma. Quien está en el poder determina las narrativas e historiografías para las generaciones venideras. Hasta ahora, las esculturas vivas o el tema de las mujeres asesinadas no forman parte de nuestra cultura pública de conmemoración (Una rara excepción es un pedestal vacío de Jenny Holzer etiquetado con el lema «Los hombres ya no te protegen», en el patio Colonnade)”.

Vista de la exposición «El canto se hizo grito», de Regina José Galindo, en Prometeo Gallery Ida Pisani, Milán, Italia, 2021. Foto: Filippo Ferrarese / OKNO Studio

El canto se hizo grito, de Regina José Galindo, se presenta del 22 de junio al 30 de julio en Prometeo Gallery Ida Pisani (Via Giovanni Ventura, 6, Milán, Italia).

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