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LA ROPA SUCIA SE LAVA EN CASA. UNA OBRA MULTICULTURAL EN ÉPOCA DE DESINFECCIÓN

Por Cristina Bianchi

La ropa sucia se lava en casa nos introduce de manera desafiante a una acción que el artista Máximo Corvalán-Pincheira realizó el pasado 23 de junio en Gotemburgo, Suecia. El refrán, que se refiere a no hacer públicos los problemas y dejarlos escondidos al interior de la casa, abre una reflexión sobre el espacio público como sitio donde no se deben advertir las violencias (o vergüenzas) ejercidas en lo privado. Este performance ironiza con humor negro el absurdo, el delirio y el drama de las políticas identitarias como bandera; el nacionalismo que alimenta el odio al diferente y a las diferencias.

Corvalán-Pincheira se encuentra desde abril en Suecia por una beca IASPIS, del Ministerio de Cultura de Suecia, para investigaciones artísticas. Su trabajo en este caso está dirigido a explorar conceptos de inclusión/exclusión, integración/asimilación de personas migrantes de primera y segunda generación en el contexto europeo. El trabajo parte de una reflexión acerca de la deshumanización de los fenómenos de migración, particularmente referida a refugiados o aspirantes a tales y a las manifestaciones sociales que se presentan hoy en día en Suecia, como el Síndrome de Resignación.

Al performance asistieron curadores, directores de museos de arte contemporáneo, funcionarios regionales y el Cónsul de Chile en Gotemburgo, además de unas 90 personas entre artistas, gestores y público en general. Ellos no sólo asistieron a la ejecución de la obra, sino que se convirtieron en testigos de un acto que se está cometiendo: un blanqueamiento rápido y feroz. Utilizando la metáfora del blanqueamiento, en un gesto tanto poético como tremendamente simbólico que abre distintas posibilidades de lectura, Corvalán-Pincheira trabaja temas complejos, que cruzan la integración migrante, las segundas generaciones y el multiculturalismo de la sociedad líquida post-moderna. Desde un punto de vista plástico, los colores de la ropa simbolizan también el arte en sus múltiples colores y expresiones, y el blanqueamiento social nos habla, de alguna forma, también de la limitación de la acción artística.

El performance se enfoca en el gesto de lavar y colgar ropa de niños migrantes. Se trata de una limpieza muy agresiva, porque el lavado se realiza con cloro puro, como gesto dirigido a sacar toda mancha posible. Los perritos de colgar asumen una fuerte potencia simbólica para el artista: “Para mí estas pinzas para colgar la ropa pueden significar algo parecido al entre-comillas que aparece flanqueando palabras inusuales, citas o usos metalingüísticos en los escritos. Aquí, en este performance, estas pinzas-comillas sujetan aquello que es foráneo, supervisando de manera simbólica en qué grado esas identidades se integran”.

La desinfección asume, en época de Covid-19, un significado muy actual, identificando al otro como un peligro. De igual forma, el término “blanquear” incorpora asunciones preocupantes en el terreno de lo político, porque afecta a postulados básicos de la democracia. Por otro lado, y más grave todavía, asume una denuncia de la impureza presente en el otro y una superioridad de algunos como pulcros y virtuosos. En este sentido, el gesto de blanquear y de higienizar es portador de una potencia fuerte y peligrosa, que Corvalán-Pincheira tensiona aún más con el uso de prenda de niños donada por personas migrantes.

“Desde la primera vez que realicé una acción con ropa, estas prendas han tenido un gran valor simbólico para mí. Estos objetos constituyen, por sí mismos, cargas simbólicas que incluso pueden construir otros tipos de memorias, logrando generar, por cada prenda, historias que establecen vínculos emocionales. Trazo un paralelo entre la ropa usada y una especie de segunda piel como prolongación de cuerpos humanos. Me pregunto con esto ¿quién ha usado esta ropa, cuáles niños y qué miedos han tenido?”.

La acción toma forma en el país que ha visto nacer el Síndrome de Resignación [1] en niños y niñas migrantes, como forma de huida de una sociedad que los obliga a una constante inseguridad y vida bajo amenaza de repatriación de donde escaparon.

El performance La ropa sucia se lava en casa, que llega con ésta a su tercera edición, toma en Suecia el título Albayalde, nombre de origen árabe que recuerda un antiguo pigmento blanco ya casi inutilizado por su alta concentración de plomo, haciendo así memoria del plomo de las balas de proyectiles. El blanqueamiento se presenta en esta ocasión como nuevo proyectil, poniendo en escena la criminalización del sector árabe migrante.

Como en las dos ediciones anteriores, la obra asume los rasgos del lugar donde se desarrolla, a partir de la historia de migración que le caracteriza en un determinado período histórico. En la primera edición en Marseilla (Francia, 2009), la protagonista era la migración africana con sus prendas de colores vivaces, cuyo lavado con cloro producía un choque visual importante entre el antes y el después. En Santiago de Chile (2017) se expuso ropa de migrantes latinoamericanos y sobre todo procedentes de Haití, por la considerable migración registrada en el país en años recientes.

Definitivamente, La ropa sucia se lava en casa es una obra que tensiona los lugares donde se exhibe y ofrece distintas posibilidades de lectura. La presentación de Albayalde asume aún más potencia en el actual contexto sueco donde se registra una significativa presencia de migración de países musulmanes, una segregación urbana importante y unos movimientos políticos y organizaciones de extrema derecha que están ocupando cada vez más la escena pública. Como parte del performance, se incluyó un poema de Patricio González para sus siete nietos, tercera generación de migrantes, hijos de pareja mixta, recientemente rescatados de un campo de refugiados en el Kurdistán sirio.

Patricio González es un artista chileno residente en Suecia ya hace varias décadas. Fue protagonista del trágico acontecimiento de la adhesión de su hija mayor al grupo terrorista ISIS junto a su marido sueco, con el cual fue a Siria a combatir. De esta unión nacieron siete niños que, luego de que los dos jóvenes perdieran la vida en el lugar, quedaron huérfanos en un campo de refugiados, en condiciones infrahumanas. Patricio intentó reunir a los nietos en Suecia, pero le fue inicialmente imposible. Hasta que fue por cuenta propia a rescatar a los niños del campo de refugiados y luchó durante casi dos meses para que el Estado sueco los reconociera ciudadanos y, por lo tanto, con derecho a entrar al país y mantener así sus vidas a salvo. Esta reciente historia emblemática que ha levantado interés internacional es el ejemplo y testimonio de la difícil situación de los hijos de identidades incómodas, con una carga importante de opinión pública sobre los diversos reflejos culturales que llevan adentro.

La producción del performance estuvo a cargo de Daniel Terres, curador y gestor cultural de Urban Konst/Göteborgs Konsthall. El lugar expositivo (Jenin Grill Konsthall) toma el nombre de una sobreposición entre dos espacios sociales aparentemente distantes: el arte contemporáneo y la clase trabajadora, en la periferia compuesta principalmente por inmigrantes, donde el espacio se ubica. Este espacio, no habitual en el arte contemporáneo, se incorpora a la programación de Göteborgs Konsthall, museo de la ciudad.

Una vez más, es importante destacar cómo desde el arte se puede ahondar en temáticas sociales, como lo hace Máximo Corvalán-Pincheira, desde la metáfora del artista que observa y vive en el mundo y que nos invita a preguntarnos cómo vivir juntos. El artista chileno demuestra un trabajo constante que domina las diferentes técnicas de hacer arte contemporáneo y, sobre todo, escuchando y viendo lo que pasa a su alrededor, es más, yéndolo a buscar, como a desahuciar a la bestia escondida de nuestras sociedades que se consideran mono-culturales, cuando en realidad son fruto de la mezcla que enriquece.

La ropa sucia se lava en casa, de Máximo Corvalán-Pincheira. Registro de la acción en Fondi Regionali d’arte Contemporanea (FRAC), Marsella, Francia, 2009. Cortesía del artista

[1] El síndrome de resignación afecta a niños y adolescentes; se manifiesta con iniciales síntomas de apatía, depresión y aislamiento del resto de la sociedad. Después, los niños dejan de hablar, de comer y beber, incluso de ir al baño, hasta que dejan de responder a los estímulos. Esta enfermedad se empezó a registrar en Suecia a finales de los años noventa, pero sólo en 2017 se dio a conocer al mundo por la publicación de una fotografía de Magnus Wennman, quien ganó el premio World Press Photo en la categoría People (gente).


Cristina Bianchi, italiana radicada en Chile, es socióloga y periodista, investigadora asociada del Programa Flacso-RD.

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