
BENE BERGADO: IRREVERSIBLE
Por Susana Blas Brunel | Curadora
La escultora Bene Bergado (Salamanca, 1963) ha concebido el proyecto Irreversible específicamente para la Sala Alcalá 31 de Madrid. Este título, usado por segunda vez por la artista, hace referencia a las repercusiones de nuestros actos individuales y socio-políticos, y en cómo estos están generando procesos que acaban haciendo inviable un retroceso.
El proyecto ha tenido en cuenta la especificidad arquitectónica de la sala y su funcionalidad pasada como lugar de transacción económica, que se funde muy bien con las reflexiones involucradas en las instalaciones en torno a la economía del bienestar.


“En esta exposición quiero aportar un nivel de comunicación lateral visibilizando cuestiones relacionadas con la industria alimentaria y la sobreexplotación de la tierra que vienen acompañándome en mis preocupaciones desde hace años. Al fin y al cabo, somos lo que comemos, y la alimentación ―y todo lo que conlleva― es un síntoma y un símbolo del modo en el que vivimos y nos relacionamos con el mundo”.
En el espacio central se presenta una gran instalación: Trampa del bienestar, acompañada por tres series anteriores involucradas con esta problemática: Los mapas de Gaia, Descomposición y Trampas.
Trampa del bienestar (2021) consiste en una nasa de pesca a escala humana, donde las estructuras metálicas son puertas de acceso con formas que recorren la historia del vano arquitectónico, desde el cuadrado al círculo pasando por el arco de medio punto. Con solo un embudo de no retorno, el espacio interior se convierte en un lugar-contenedor, simultáneamente hábitat, señuelo y trampa.

En la parte superior de la nave central, se incorpora la obra Prospecto (2016), proyección del listado de aditivos alimenticios de la Unión Europea (UE) que recorren la pantalla como si se trataran de créditos cinematográficos.
En muchas de estas piezas e instalaciones Bene Bergado reflexiona desde distintas perspectivas sobre cómo nos afectan las decisiones que se toman en la industria alimentaria, química y farmacéutica, moldeando un determinado tipo de sociedad, que camina impasible hacia la destrucción de los territorios empezando a sentir que la tierra desaparece bajo nuestros pies. Como la autora señala “desde la perspectiva de la psico-neuroinmunología, muchas de las enfermedades nuevas y epidémicas que está sufriendo la humanidad tienen causas ambientales”.

“Más allá de los estilos artísticos, estamos totalmente inmersos en una ficción hiperreal, y las cosas reales son ya representaciones. A eso se refería Claude Fischler cuando definió los OCNIS, Objetos Comestibles No Identificados: una fresa madurada y coloreada mediante gases, el brillo de las manzanas barnizadas, el sabor artificial de una mermelada de fresa, unas espinacas reverdecidas con sulfato de cobre, un vino coloreado con fucsina y ácido sulfúrico…”
Desde la consciencia de un momento histórico con muchos cambios por vivir, con un sistema productivo profundamente afectado por la transformación energética y tecnológica, la exposición apela a la reflexión personal sobre las responsabilidades y las posibilidades de afrontar un nuevo régimen climático.
Los procesos artísticos de Bene Bergado parten siempre de su contexto cercano y de las experiencias personales que se filtran a la obra de un modo involuntario. La artista considera que en sus obras participan tanto materiales físicos como inmateriales. En la elección de materiales tiene en cuenta no solo sus cualidades físicas, también sus resonancias históricas y culturales. Confiada en una relación mágica con los objetos, desde sus primeras obras mantiene una nutritiva tensión entre la imaginación y la realidad que se traslada a los largos procesos de elaboración de las piezas. Para la artista la forma es contenido y el contenido es forma.

“Siempre he sentido fascinación por los objetos. En muchas ocasiones les he otorgado un poder animado que choca con la desatención que provocan en una sociedad que aparentemente gira alrededor de su fabricación sin límites. Los fetichiza e inmediatamente los condena a una eternidad acumulativa y contaminante. Y como escultora, he observado como cualquier elemento que pasaba por mis manos, envoltorios y demás objetos desechables, se convertía automáticamente en basura”.
Siendo un proyecto específico, también funciona como una suerte de retrospectiva de sus procesos de trabajo: Gliptoteca II (1990-2021) es una estantería de almacén que funciona como resumen de su trayectoria, en la que se pueden ver algunas de sus primeras obras, así como objetos personales, libros, y otros elementos que aluden a su universo estético.

«A través de la cadena alimenticia, los plásticos microscópicos ya forman parte de nuestra dieta. De hecho, hay estudios que muestran restos de plástico en tejidos del cuerpo humano en los años 50. Y nuestra dieta plástica, consecuencia de la adicción generalizada a la comodidad, aumenta día a día. Como dice Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria, ‘nosotros comemos petróleo’. Todo nuestro sistema agrario actual depende de la energía fósil. El 80 % del coste de la agricultura hoy es el petróleo».

«Que somos lo que comemos es una sensación que he tenido desde hace años. Y que lo que comemos no viene de las fábricas, sino de la tierra, también. Cuando comemos, nos comemos el mundo, y ya no hay exterior e interior, sino una interacción total con el ambiente: nuestro cuerpo está literalmente hecho de lo que comemos ―sea lo que sea, para bien o para mal―; y al revés, comernos el mundo cambia el mundo. Es la actividad de contacto y comunicación más profunda con el ambiente, que nos recuerda que también nosotros somos el mundo, y que tenemos un destino común. Por eso alrededor de la comida se resume toda la cuestión ambiental, y viceversa. Un ecosistema es un festín donde los unos nos comemos a los otros…»

«La supuesta objetividad de los datos y las ‘planificaciones estratégicas’ se legitiman recíprocamente: los datos son argumentos para las decisiones, las decisiones se derivan de los datos… pero esa circularidad oculta unos procesos que no son científicos, sino políticos. La ‘estética de los datos’ que utilizo habla de esa parcialidad en los sistemas de medida, y de algún modo, mis mapas y gráficos se refieren a estas paradojas. Son datos locos, como medir lo inmedible».

«Mi relación con el campo y el pueblo a través de mis padres ha sido fundamental en mi configuración como persona, por lo que visibilizar la problemática que genera la industria de la alimentación, la deslocalización de la agricultura, el despoblamiento rural o la desmineralización de la tierra, como frentes a través de los que hay que abordar el cambio climático, son aspectos de mi reflexión en un momento de fricción y de crisis en la tierra y de la tierra».

«Que no se tenga suficiente conciencia de los graves problemas medioambientales, o que se ignoren, creo que se debe, por una parte, a lo inabarcable del problema a nivel individual y, por otra, a los cambios estructurales profundos que implicaría en nuestra forma de vida. Puede parecer que nuestro modo de vida no es negociable, pero a medio plazo habrá que cambiarlo. La conciencia implica responsabilidad, pero cuando esta no puede traducirse en decisiones y acciones, se ignora o se transforma. Nuestra vida está escindida entre nuestros actos y nuestros pensamientos, entre el lenguaje y la conducta, y creo que este abismo convierte lo ambiental en un asunto sobre el que se trata, y no en algo de lo que nos ocupamos».

«Es más difícil afrontar los problemas mediante planificaciones estratégicas responsables, que proyectar las representaciones de buenas conductas mediante signos o estéticas ambientales que limpien la conciencia personal y la imagen de las empresas o las administraciones mediante lo que ya se denomina como greenwashing… Este abismo entre las imágenes y las políticas, entre las palabras y los hechos, permite que nos mantengamos a menudo en el mundo de las disputas humanas, mientras la Tierra es devastada hasta hacer inviable la vida. El silencio sobre ese abismo entre los hechos y las palabras es abrumador».
*Las citas de la artista han sido tomadas de una conversación con la curadora, disponible aquí
Bene Bergado: Irreversible, se podrá visitar hasta el 25 de julio de 2021 en Sala Alcalá 31, C/Alcalá, 31, Madrid
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