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SOBRE BIO-ARTE Y LAS REDES (DE LA WOOD WIDE WEB). UNA CONVERSACIÓN CON FIBRA

FIBRA* es un colectivo de artistas peruanas conformado por Lucía Monge, Gianine Tabja y Gabriela Flores del Pozo, quienes se reunieron en 2019 con el objetivo de abordar problemáticas medioambientales entretejiendo distintas perspectivas y disciplinas. Como colectivo, conciben la creación de conocimiento como un proceso colaborativo que genera vínculos sociales, medioambientales, políticos y culturales. Esto las ha conducido a explorar y utilizar materiales sostenibles que —en ciertas ocasiones— han sido creados de la mano con otras especies. Tal es el caso de Desbosque: desenterrando señales, que se exhibe actualmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima.

Desbosque: desenterrando señales es una bio-instalación colaborativa que —a través de la combinación de naturaleza, sonido y luces— transmite el ritmo de la deforestación en Ucayali. Se trata de una de las cinco regiones con más bosques del Perú y que cuenta con el mayor número de denuncias de tala a causa del comercio ilegal de madera, el tráfico de tierras y los cultivos a gran escala.

Como mencionan las artistas en el manifiesto que da la bienvenida a la exhibición, la propuesta «toma como punto de partida las redes de comunicación e intercambio que se forman entre las plantas y los hongos debajo de la tierra. Estas redes llamadas micorrizas han sido popularizadas como la Wood Wide Web porque permiten un flujo de información e intercambio similar al del Internet».

Así, FIBRA establece una red de colaboraciones en las que el hongo ostra es protagonista, siendo el agente encargado de informar acerca de la reciente deforestación en la zona a través de esculturas que toman la forma de artefactos de comunicación humana, como megáfonos, teléfonos, radios, televisores, entre otros. Desbosque: desenterrando señales es una experiencia inmersiva y conmovedora que confronta al visitante con un llamado de alerta proveniente de la tierra.

Acerca de colaboraciones, redes y fibras profundas que desentierran señales de la naturaleza, me reuní a conversar con FIBRA.

Vista de la bio-instalación “Desbosque: desenterrando señales”, del colectivo Fibra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima, 2021. Foto: Juan Pablo Murrugarra

Luisa Fernanda Lindo: ¿En qué contexto surge FIBRA?

Gianine Tabja: Después de varios años de intercambios constantes como colegas artistas y amigas —en los cuales hubo mucha retroalimentación y sesiones grupales— nos reencontramos en Lima en el 2019. Las tres habíamos sido parte del colectivo ¿Emergentes? (2010-2017) y fundadoras del taller Santa Rosa (2008) y, ya que las dinámicas de trabajo e intercambio entre nosotras se daban de forma orgánica, pensamos que la unión hace la fuerza, y que era momento de retomar el trabajo colectivo.

Gabriela Flores: También pensamos que trabajando juntas podíamos hacer más visible nuestro trabajo artístico en un medio donde —casi siempre— los que obtienen más cobertura son los hombres.

LF: ¿Y por qué FIBRA?

GF: Pensamos en diferentes nombres y en la lluvia de ideas salió el nombre FIBRA, el cual tiene muchas connotaciones. La fibra se refiere a la fibra muscular, la fibra óptica, o al término coloquial “tocar fibra”, como algo muy íntimo y profundo.

GT: Pensamos en que era un buen nombre porque las fibras se entrecruzan o tejen para crear mallas/redes con mayor fuerza, y creemos que nuestro trabajo en colaboración crea lo mismo: juntas nos hacemos más fuertes.

Lucía Monge: Además, desde el comienzo queríamos que nuestras colaboraciones sean interdisciplinarias, por ello las muchas connotaciones de la palabra nos permitía jugar con distintas perspectivas o interpretaciones.

LF: El trabajo colaborativo es patente en la práctica artística de las tres, tanto en las interacciones que puedan aparecer en el taller como en el colectivo.

GT: Sí, definitivamente. Creemos que la colaboración fortalece cualquier práctica, así como abre posibilidades de acción, de generar nuevas preguntas y de resolver problemas. En nuestro caso, nos interesa el trabajo colaborativo entre nosotras —en lo personal, considero que son artistas súper capas, profesionales y de las que aprendo constantemente— y también con otrxs humanxs y no humanos. Creemos en la generación de conocimiento de forma colectiva y entendemos que en la práctica artística la investigación y el proceso de cada proyecto es igual de importante que la obra.

LM: Hay algo muy paja en el trabajar en colectividad: no siempre sabes a dónde va a ir o cómo va a terminar un proyecto, porque no depende de una misma sino de la combinación de todas nuestras ideas, del intercambio colectivo. En el caso de Desbosque: desenterrando señales la escala de la instalación y la profundidad de la investigación es producto de nuestra unión y de la colaboración con otres.

Vista de la bio-instalación “Desbosque: desenterrando señales”, del colectivo Fibra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima, 2021. Foto: Juan Pablo Murrugarra

LF: En ¿Emergentes? el trabajo estaba orientado a la intervención en el espacio público, poniendo en cuestionamiento justamente el derecho al uso de ese espacio que —en una ciudad como Lima— se torna exclusivo. Con FIBRA, ustedes plantean un trabajo orientado a abordar problemáticas medioambientales en un contexto de emergencia global. ¿Consideran que este es un cambio de perspectiva o una progresión de la mirada?

GT: Los intereses que motivaron ¿Emergentes? a intervenir el espacio público no necesariamente son lejanos a los intereses de FIBRA, si pensamos en cómo se pasa por encima del otrx y cómo es que se vive en colectividad/comunidad. Nuestro interés por trabajar problemáticas medioambientales fue común, por lo que cada una estaba investigando y haciendo en ese momento. Coincidimos en que problemáticas medioambientales, como la deforestación, son transversales a ámbitos económicos, sociales, culturales, ecológicos, humanos y —de alguna forma— esto hace que cada una tenga una mirada desde su posición y aporte a la conversación, investigación y formas de proponer el proyecto/trabajo.

LM: Ambas preocupaciones —el espacio público y el medio ambiente— están íntimamente ligadas. ¿Quién usa el espacio público y cómo lo usa? Es una pregunta que refiere a nuestras relaciones sociales en un espacio compartido y cuestiona la privatización de un espacio que debería ser para todxs. Lo mismo ocurre dentro de la problemática ambiental donde nuestras relaciones sociales se expanden para incluir a otrxs seres vivos. En este ámbito, la pregunta se adapta un poco: ¿cómo son nuestras relaciones con lxs seres vivos con los que convivimos (directa o indirectamente)?

LF: Hay una patente sinergia en los intereses y prácticas de las tres que vincula espacios verdes, memoria e interrelaciones interespecies, las cuales se potencian en FIBRA. ¿Cuál fue el origen del proyecto Desbosque: desenterrando señales?

GT: A partir de juntarnos a colaborar como colectivo es que iniciamos investigaciones alrededor de problemáticas medioambientales. Lucía ya venía investigando con biomateriales y, sobre todo, el trabajo con hongos. Este fue un gran aporte para el colectivo, no solo porque trabajar con el hongo permite crear esculturas sostenibles, degradables y con un mínimo de impacto en cuanto a contaminación medioambiental, sino porque al incorporar los hongos de forma conceptual terminaba siendo el anclaje para hablar de comunicación, intercambios, relaciones y conexiones. Era trasladar conceptualmente la forma de ser y de vivir de los hongos y del bosque a la instalación.

LF: Ustedes conciben este proyecto como una bio-instalación que combina sonido y luces, para lo cual invitaron a colaborar a otros actores sociales. ¿Es como si —de cierta manera— las redes de micorriza se extendieran?

LM: Sí exacto, las redes de micorriza permiten el intercambio de nutrientes e información entre hongos y árboles en el bosque; son un ejemplo de colaboración en la naturaleza. De la misma manera, nosotras apelamos a la colaboración en nuestro proyecto. Consideramos a los hongos como colaboradores en la creación de nuestras esculturas y, además, colaboramos con personas de otras disciplinas para hacer una instalación inmersiva que permita a quienes visiten la muestra experimentar desde el cuerpo el ritmo de la deforestación, en vez de cifras. El sonido y las luces en la instalación traducen data sobre deforestación en Ucayali, que obtuvimos de la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW).

GT: Brian House fue nuestro colaborador para desarrollar el sonido de la instalación que toma como punto de partida las redes de micorriza. Se trata de redes distribuidas, por eso es que el sonido se reproduce por 30 parlantes ubicados en diferentes puntos de la instalación.

GF: Otro colaborador del proyecto fue Ariel Weil, quien tradujo la data de las alertas de cinco años de deforestación de GFW en la región. Así, a través de las luces se puede sentir el proceso de deforestación que toma como referencia los halos de luces que se forman cuando un árbol cae en el bosque. Y el proceso de aprendizaje con los hongos fue gracias a la colaboración con Jorge Díaz, especialista en hongos comestibles en Lima.

Vista de la bio-instalación “Desbosque: desenterrando señales”, del colectivo Fibra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima, 2021. Foto: Juan Pablo Murrugarra

LF: En una reciente presentación expusieron que buscaban dotar al hongo de agencia; es decir, permitirle seguir haciendo su trabajo comunicativo —por fuera del bosque— en el espacio expositivo. ¿Cómo ha sido esta experiencia colaborativa con el hongo?

GF: Entender que el hongo es un ser vivo y que tiene como función el comunicar a otras especies (árboles) en el bosque, no es algo que todes entiendan. Generalmente, se asume que los humanos son el centro del mundo, cuando en realidad la vida es posible gracias a las relaciones que se dan con y entre otros seres. Nuestra intención con Desbosque es que el propio hongo tenga la capacidad de comunicarnos sobre la deforestación a través de una serie de esculturas que son producto de nuestras investigaciones teóricas y prácticas con biomateriales. Para esto, construimos moldes de artefactos de comunicación humana y, luego, los rellenamos con un sustrato orgánico previamente esterilizado. Después, agregamos al hongo ostra para que este crezca y se reproduzca en el sustrato. Al crecer, las hifas del hongo —que en su conjunto se denomina micelio— se adhieren al material hasta componer una matriz compacta en la forma del molde. Creo que la colaboración con el hongo también confronta las formas que habitamos/existimos en el mundo, en qué lugar nos ubicamos y qué lugar le damos a los otros seres.

LM: Yo incluso agregaría que nosotras no dotamos al hongo de agencia, simplemente reconocemos su agencia y valoramos sus cualidades y maneras de ser. Hay mucho que aprender de los hongos como organismos. Los hongos ostra, por ejemplo, son grandes descomponedores que pueden “romper” o procesar metales pesados y químicos que lxs humanxs creamos y luego no tenemos cómo deshacer (¡aunque con esto no digo que sea su tarea tampoco!).

LF: Esto que mencionas es muy valioso porque, imagino, les ha exigido replantearse las maneras de vincularse con el entorno, incluso el cómo nombrar a la naturaleza. ¿Qué reflexiones han surgido en este proceso respecto al uso del lenguaje?

LM: La definición que se tiene de la palabra naturaleza en la mayoría de contextos urbanos y de cultura occidental es problemática. Como resultado, el lenguaje que se usa para explicar o interpretar a ese “mundo natural” refleja esa concepción y sus asociaciones con ideas como el excepcionalismo humanx, la competencia en vez de colaboración —como una característica natural— y la supuesta otredad de seres vivos que permite su cosificación y explotación. Creo que el arte es una manera de practicar las ideas y conceptos que tenemos de nosotras mismas y de nuestro entorno, de reimaginar nuestra relación, buscar maneras de ponerla en práctica y desaprender lo ya conocido.

GF: Además, se ha construido la idea de que lo “natural” se encuentra fuera de las urbes, en lugares alejados y remotos, cuando la naturaleza está en todos los lugares.

GT: También pensar que —como humanxs— somos parte de la naturaleza más allá del lugar en el que estemos. En ese sentido, si no sentimos que estamos fuera de ella sino en y con ella, la forma de estar y ser en el mundo se replantea.

Vista de la bio-instalación “Desbosque: desenterrando señales”, del colectivo Fibra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima, 2021. Foto: Fibra Colectivo
Vista de la bio-instalación “Desbosque: desenterrando señales”, del colectivo Fibra, en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima, 2021. Foto: Fibra Colectivo

*FIBRA ha sido ganadora de los Estímulos Económicos 2019 del Ministerio de Cultura del Perú en la categoría de Producción para las Artes Visuales con el proyecto DESBOQUE: desenterrando señales actualmente en exhibición en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima. Asimismo, ha sido seleccionado entre los 10 finalistas del Premio COAL 2021- Bosques. La muestra se puede visitar en el MAC Lima

Luisa Fernanda Lindo

Lima, 1979. Curadora, escritora y trabajadora del arte. Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y Magíster en Estudios Curatoriales por la Universidad de Navarra (España). Ha obtenido diversas becas y residencias, como la Beca de Posgrado de Fundación Carolina 2018–2019; Beca a la Excelencia de Programas Especiales para Artistas de AMEXCID/SRE (México, 2015); Beca de Residencia Artística de SEGIB y Casa de Velásquez (Madrid, 2015); entre otras. Es directora y curadora de SUERO, espacio temporal para la reflexión, creación y exhibición de arte contemporáneo.

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