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UN ADELANTO DE LO QUE SERÁ LA 15° BIENAL DE CUENCA

La Fundación Bienal de Cuenca, dirigida por la artista y curadora ecuatoriana Katya Cazar, aspira inaugurar su 15° edición este 2021, por primera vez con un proyecto de Bienal sostenible, a través de la tesis curatorial Bienal del Bioceno. Cambiar el verde por azul, de la historiadora del arte, crítica y comisaria de exposiciones española Blanca de la Torre.

En el contexto de la pandemia que atraviesa el mundo, la institución se empeña en encontrar modos para reunir y activar diversos públicos. La Bienal de Cuenca se ha comprometido, además, con el rescate de la memoria y otros gestos, como la recuperación y puesta en valor de su acervo. Así, son cuatro los hitos que marcarán esta edición a lo largo de 2021.

Pamela Cevallos, Coleccionista, 2020, fotografía digital. Cortesía de la artista y Bienal de Cuenca

1. El pulso para abrir la muestra en 2021

La apertura de la muestra oficial está prevista para los primeros días de diciembre de 2021, con el importante peso de una trayectoria que se ha sostenido desde su primera edición (1987), casi a la par con la Bienal de La Habana.

La Bienal de Cuenca se realizará en cinco sedes y contará con 34 artistas y 33 proyectos. La lista de seleccionados por la curadora fue dada a conocer hace pocos días, e incluye a Karina Aguilera Skvirsky (Ecuador); María Thereza Alvez (Brasil); Eugenio Ampudia (España); Vasco Araújo (Portugal);  Augusto Ballardo (Perú); Ana Teresa Barboza (Perú); Ursula Biemann (Suiza);  Rossella Biscotti (Italia); Tania Candiani (México); Carolina Caycedo (Inglaterra/Colombia); Elizabeth Cerviño (Cuba); Pamela Cevallos (Ecuador); Juana Córdova (Ecuador); Natalia Espinosa (Ecuador); Regina José Galindo (Guatemala); Basia Irland (Estados Unidos); Fabiano Kueva (Ecuador); Glenda León (Cuba); Cristina Lucas (España); Mary Mattingly (Estados Unidos); Rosell Meseguer (España); Asunción Molinos Gordo (España); Amor Muñoz (México); Sandra Nakamura (Perú); Nohemí Pérez (Colombia); Marjetica Potrč (Eslovenia); Wilfredo Prieto (Cuba); Paúl Rosero (Ecuador); Avelino Sala y Eugenio Merino (España); Adán Vallecillo (Honduras); Marie Velardi (Suiza); Cristian Villavicencio (Ecuador); y Juan Zamora (España).

Después del anuncio del cartel de artistas para la 15° edición, la Bienal de Cuenca inicia su proceso de producción con el cometido de apoyar a los artistas en sus necesidades y —poco a poco— “medir el pulso a la crisis actual y avanzar en territorio, cuidando y cuidándonos”.

La directora afirma que no es fácil producir una bienal, aún menos en las presentes circunstancias. Por un lado, el proceso debe ser extremadamente cuidadoso en términos de bioseguridad, y por el otro se debe procurar que su presencialidad posibilite el sentido de pertenencia, pues «como bien se ha demostrado en este tiempo, la cultura es una luz en medio del caos». El apostar por una bienal ahora, para Katya Cazar, implica “negarse a la deshumanización y recobrar la experiencia de la realidad, el disfrute más allá de las pantallas, la posibilidad del recorrido, del debate y la reflexión”.

Karina Aguilera Skvirsky, El mimetismo como estrategia contra los enemigos, 2020, impresión digital, 50 x 60 cm. Cortesía de la artista y Bienal de Cuenca

2.  Comprometerse: una bienal sostenible

La selección de la curadora de esta edición, Blanca de la Torre, es sensible a los tiempos actuales. La propuesta Bienal del Bioceno. Cambiar el verde por azul, parte de una mirada optimista en un tiempo que para muchos es apocalíptico, pero que —para De la Torre— debe pensarse como la posibilidad de un nuevo comienzo “con la vida en el centro”, asumiendo las lecciones necesarias para el cambio. Así, se lee —a modo de manifiesto— en su texto curatorial:

La Bienal del Bioceno hablará de un mundo más justo y sostenible, desde contenidos y actitudes, proponiendo un acercamiento al arte como una forma de adoptar una posición ante la realidad, como un medio de toma de conciencia que abra un camino hacia una posible estética ecológica.

La potencia de este planteamiento, que se abandera del azul del agua para dejar atrás prácticas de falso compromiso como el criticado “greenwashing”, conduce a la institución a revisar algunas acciones que parten por adoptar compromisos a diferentes escalas, como evitar —en lo posible— el traslado de las obras y realizar la mayoría in situ, en cooperación con diversos profesionales locales, para así bajar la huella de carbono. También, se ha decidido reducir el número de artistas —que han llegado a ser 164 en anteriores ediciones— a 34, que trabajarán en una producción vinculada con la sostenibilidad, los ecofeminismos y los conocimientos ancestrales.

Del mismo modo, el concepto de esta 15° edición tiene implícito un pacto con sus públicos, y para ello se elaboran propuestas pedagógicas y de mediación en manos técnicas y creativas. No queda fuera, para la Fundación Municipal Bienal de Cuenca, el preocuparse de que su propio personal y sus colaboradores adopten prácticas más ecoamigables en su día a día.

Desde estos cimientos, y los de la memoria, se investiga y se piensa también lo intangible del proyecto. Por ejemplo, la presencia de un 25 % de artistas mujeres, frente al 75 % de presencia de artistas hombres en la historia de 34 años de la bienal, ha permitido replantear la visión y establecer en la siguiente edición la participación de un 70% de artistas mujeres, como un acto simbólico de equidad en coherencia también con la actual curaduría de este proyecto.

Carolina Caycedo, Yuma, o la tierra de los amigos, 2014, impresión digital sobre vidrio acrílico e imágenes de satélite, 580 x 473 cm. Vista de la instalación en la 8a Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín, Museen Dahlen (2014), Berlín. Cortesía de la artista

3. Apuntalar a la ciudad como protagonista

Los proyectos seleccionados dialogarán con la ciudad, constituida también como protagonista clave de la bienal. La andina ciudad de Cuenca, rodeada de agua por sus cuatro ríos, blindada por el macizo de El Cajas, fuente hídrica y reserva de biósfera del mundo -según la UNESCO-, es una urbe privilegiada a 2330 m.s.n.m. y a menos de 200 kilómetros del océano Pacífico, un Patrimonio Cultural de la Humanidad (UNESCO) que se convierte en un laboratorio y display de arte contemporáneo.

“Vale la pena recordar que la Bienal de Cuenca es el único proyecto de arte que se ha sostenido en Ecuador durante las últimas tres décadas, y su ciudad ha generado un apoyo incondicional para alcanzar este posicionamiento”, dice Cazar.

Asuncion Molinos Gordo, Como solíamos, 2020. Cortesía: IVAM

4. Cuidar la Colección Bienal a través de la apropiación

La Bienal de Cuenca tiene un recorrido importante: por ella han pasado 1.200 artistas, 86 curadores —entre curadores en jefe, curadores invitados, o como jurados—, más los protagonistas de sus proyectos paralelos, que han conformado delegaciones de casi 100 países, recuerda su directora.

A lo largo de este proceso se ha conformado la Colección Bienal, que contiene más de 60 obras, 37 de ellas premios-adquisición desde la primera edición, en diversos lenguajes y formatos, de artistas como Julio Le Parc, Oswaldo Maciá, Enrique Tábara, Arnaldo Roche, Matilde Marín, Magdalena Fernández, Teresa Margolles, José Alejandro Restrepo, Runo Lagomarsino y Meriç Algün Ringborg, entre otros.

Este acervo ha sido restaurado durante la actual administración y puesto en valor con diferentes proyectos, tales como la adecuación del espacio de la reserva, el montaje de las obras para su registro fotográfico, y la muestra Parábolas de Superficies —por primera vez montada en la Casa-sede Bienal—, que activó la colección en un inmueble patrimonial de singulares características.

La Colección Bienal de Cuenca hoy cuenta con un subdominio digital propio y ha desarrollado fichas educativas para 22 de sus obras sobresalientes, diseñadas con un lenguaje sencillo, cercano y ágil para infantes, jóvenes, familias y docentes. La experta María Consuelo Tome espera, a través de una propuesta lúdica desde la observación de una obra de arte, “gatillar una serie de preguntas conectoras para decodificar y construir significados que apelan al pensamiento complejo. Niños, niñas y jóvenes podrán hacer conexiones que desbordan sus aprendizajes formales hacia los aprendizajes de vida y las habilidades para el siglo XXI”.

La mediación y la educación son pilares fundamentales en una Bienal pensada desde procesos y encuentros sensibles más que desde el evento y la espectacularidad.

Katya Cazar profundiza en la importancia de mantener la Bienal de Cuenca porque el arte y la cultura son derechos que se deben precautelar como conquistas sociales, como herramientas o caminos para generar cambios ciudadanos. Se trata, como ella dice, de “generar conocimiento crítico y construir otra dimensión humana, incluso para paliar la crisis actual que vivimos, que no solo implica la enfermedad como tal, con sus consecuencias en la salud y en la economía, sino que ha derivado en daños en la salud mental. El distanciamiento que nos protege de la COVID-19 nos expone a procesos complejos como la violencia, el duelo, el desarraigo, la melancolía. ¡El arte, es necesario, más que nunca!”.


N.d.E: Todas las imágenes de obra son referenciales

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