Skip to content

CATALINA VALENZUELA. INFINITO PRESENTE, PRESENTE INFINITO

Por Catalina Bauer

La exposición Infinito presente de Catalina Valenzuela (Santiago de Chile, 1989) reúne una serie de trabajos realizados durante el último año, en el que, debido a la pandemia, la artista pasó gran parte del tiempo en el sur de Chile, en un entorno natural, gestando su primer hijo. Factores que de seguro ejercieron una influencia en el desarrollo de estas obras.

Quienes conocen la obra de Catalina no dudarán en reconocer su mano. La delicadeza de su factura es evidente y un aire de solemnidad y contemplación en las atmosferas creadas es, por decirlo de alguna manera, su sello. Eso mismo hace inevitable que, al referirme a estas obras, esté también pensando en todas las anteriores.

Una de mis primeras impresiones frente a los trabajos en pastel de Catalina es que hay algo vivo en ellos; no son solo representaciones bien ejecutadas del cielo o de una nube. Parece como si los habitara una especie de ser omnipresente, que lo abraza todo.

Podría simplificar esto que intento explicar atribuyéndolo a lo que se entiende por tratamiento de la luz, aspecto que la artista tanto ha estudiado. Tiene mucho de eso, pero no se trata solo de eso. Pienso que lo que Catalina intenta poner sobre el papel, y probablemente sobre cada cosa que hace, está vinculado con su experiencia de luz, algo que la traspasa. Una experiencia que me imagino alcanza a durar algunos instantes, momentos en los que ella pasa de percibir el entorno, a integrarse y participar del todo, y en ese estar consciente intenta fijar en sí esa emoción, ese asombro de existir, que luego se proyectará en su trabajo.

Catalina Valenzuela, Corrientes, 2020-2021, acrílico y pastel seco sobre papel, 118 x 84 cm, marco de mañío natural. Cortesía de la artista y Galería NAC.

Lo que tienen de particular estos trabajos es quizás un énfasis o una especial atención al ritmo y el movimiento de los elementos. El tiempo en cuarentena, la quietud de esos días inmersa en el bosque sureño, cercana al río, le sirven a Catalina para observar el fluir de la naturaleza, tanto fuera como dentro de ella.

Algo que leí hace un tiempo me resuena en este momento, como una imagen que refleja de cierta forma lo que quiero decir. Resulta que hace algunos años los médicos se sorprendieron al descubrir que durante el embarazo hay momentos en que el corazón de la madre y el de su hijo se sincronizan y palpitan a un mismo ritmo. Esto no dejó de maravillar a los científicos, que aún buscan posibles explicaciones. Esa sincronía y esa conexión es a lo que apelan estas obras. Estos paisajes lejanos que conviven con espacios interiores, estos flujos que corren en distintas direcciones, como en tiempos paralelos, al filo de la abstracción, nos figuran y nos interpelan.

De los ritmos observados en la naturaleza aprende la artista al trabajar, tempo y tacto, el pastel esparcido con los dedos, la arcilla modelada con las manos, la creación en capas, sus líneas ondulantes, degradaciones y planos recortados, patrones que fragmentan la composición y juegan entre un aquí y un allá, un adentro y un afuera, y así estos paisajes parece que respiran.

Vista de la exposición «Infinito presente», de Catalina Valenzuela, en Galería NAC, Santiago, 2021. Cortesía de la artista y Galería NAC.

Infinito presente, de Catalina Valenzuela, se presenta hasta el 8 de mayo de 2021 en Galería NAC (Av. Américo Vespucio Norte 2878, Vitacura, Santiago).

También te puede interesar