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CASA MA. ACTIVISMO Y ARTE CONTEMPORÁNEO DESDE COSTA RICA

Casa MA (Casa de Mujeres Artistas), en San José de Costa Rica, es una comunidad enfocada en la difusión de prácticas generadas por mujerxs, queers, personas no binarias, mujeres trans, de género fluido e identidad diversa en los territorios de Centroamérica, El Caribe y de su diáspora.

A través de una red de aliadxs -que incluye artistas, músicxs, pensadorxs, curadorxs, agitadorxs, activistas y maestrxs, así como organizaciones, fundaciones, museos y universidades- organiza talleres, exhibiciones, debates públicos, críticos y comunitarios para construir colectivamente espacios para pensar problemáticas urgentes.

En la intersección entre activismo y arte contemporáneo, el proyecto se ha convertido en una plataforma activa de exhibición e intercambio para personas que históricamente han sido poco representadas, con el fin de subvertir la invisibilización y el silenciamiento de sus voces.

Piñatas para el 8M, acción realizada por Casa MA y un grupo de aliades, San José, Costa Rica, 2019

QUE SE SEPAN SUS NOMBRES

Por Maya Juracán

Unas ganas de crear inmensas, al mismo tiempo de sentirse acuerpadas en el proceso, las unió. La comunidad no fue una opción, esa fue una necesidad, porque juntas no eran voces, sino gritos que exigían con todo ímpetu no ser olvidadas.

Uno de los primeros pasos de Casa MA, que en su esencia no era la de exponer o regresar a los grandes hitos de la genialidad del artista, era más bien su más íntima necesidad de acompañarse, de hacer comunidad, muy en la geneologia de Judy Chicago y Miram Schapiro con Woman Art House (Los Angeles, 1972): comunidades de artistas vivas y activas, conscientes de su cuerpo como lugar político y de enunciación.

Así fue como Casa MA empezó en 2018 de la mano de Ingrid Cordero, Gala Berger y Karla Herencia, un grupo de artistas, curadoras e investigadoras. Hijas, hermanas y amigas, conscientes de sus privilegios y sus opresiones. Desde este espacio han logrado hablar de lo que les atraviesa, sin ser interpretadas por ojos paternalistas o miradas que falsamente ofrecían la inclusión para evitar la insurrección.

«Hablemos de aborto en un espacio de arte, hablemos del arte no como una visión estética, hablémoslo como decisiones políticas de nuestro cuerpo territorio». Fue así como empezó un mapeo y los rumores corrieron, pues los rumores de libertad son los que corren más rápido.

Durante el 2020 debido a la pandemia, Casa MA produjo el podcast Relatos Extemporáneos, que incluye -entre otras voces importantes de la historia oral feminista- una entrevista a Regina Aguilar. En la imagen (izquierda), Aguilar se encuentra realizando el monumento Triada Escultórica y un Sabio, el cual luego sería censurado y desmembrado por las autoridades (arriba), en Tegucigalpa, Honduras, 1994. Cortesía: Regina Aguilar.

Pero para crear un espacio para mujeres, primero se tenían que repensar todos los procesos. Algunos de estos procesos siempre han existido en el mundo del arte, visiones que eran verticales, paternalistas, opresoras y caudillistas. Esto solo lo iban a lograr mediante el diálogo, pues la idea no era comer el mismo pastel que el mundo del arte ofrecía. La consigna siempre fue la de entender que todas eran pasteleras y, por tanto, ellas podían ser transitorias, estáticas y hasta fugaces en este proyecto.

Todo tiene un principio y todo tiene un final; pensarse como sujetas históricas era la clave para hacer memorias de las mujeres en el campo del arte. Comenzó de este modo un proceso de “curadurías colectivas”: las artistas abrazarían el proceso de otras artistas, y así guiarían una exposición. Era una exposición que tenía muchas curadoras y muchas artistas, de tal forma que se crearon comunidades reconociendo a otras, a través de los sentidos y la empatía. Luego, tras este ejercicio, se rompía con las lógicas de poder, porque se comprendió que eran tan importantes los productos como los procesos. Las relaciones que se creaban con base a conversaciones, ya no solo de obras, sino de vidas, ideas, visiones del mundo y afirmaciones que solo otra mujer podría dar con certeza, lo cambiaron todo.

En el camino fue importante hacer un simposio feminista, un formato que traería voces jóvenes y disruptivas centroamericanas que organizarían la rabia, crearían palabras y confrontarían los privilegios.

Orientaciones feministas para un mundo confuso era un título que cuestionaba más de lo que buscaba afirmar. Era preciso no replicar lógicas determinantes y unilaterales. Voces multidisciplinarias e intergeneracionales acompañaron el simposio, desde prácticas artísticas hasta el mero proceso comunitario, y desde cuerpos diversos. Una chispa se prendió y ahora era un incendio.

En el año de la pandemia, el grupo se redujo por razones obvias, y fue así como Gala Berger y Susana Sánchez Carballo toman la dirección, demostrando que otras formas no solo son posibles, sino también viables, sanas, coherentes y respetuosas de sus tiempos y espacios; hablamos de formas acopladas a nuestros contextos.

En el proceso de producción de Relatos Extemporáneos, Casa MA digitalizó archivos de la exhibición de mujeres artistas centroamericanas MUA-instala 99‘. Izq: Retrato de una de las fundadoras de MUA, Josefina Dobinger. Der: plano de montaje de la representación hondureña en el MUA-Instala 99′, Tegucigalpa, Honduras, 1999. Cortesía: Mujeres en las Artes (MUA).

La única aspiración de Casa MA radica en su propia existencia, que es rizomática, transitoria y libre de las reflexiones feministas que el contexto necesite en ese momento y merezca. En esta pandemia, y sin financiamiento, se ha desarrollado una serie de podcast llamada Relatos Extemporáneos, sobre la historia reciente del arte hondureño, que realizan de forma colectiva Casa MA y LL Proyectos (Honduras) para borrar las fronteras centroamericanas. En ellos se investigan narrativas, revolviendo en el pasado de los protofeminismos y la historia oral feminista del arte.

Para mí, Casa MA es una espiral de posibilidades que, sobre todo, defiende y empodera el cuerpo de las mujeres. Como historiadora, curadora y activista, veo este proyecto como parte de un acontecer histórico de Costa Rica, un hito que nos acompañó a muchas mujeres centroamericanas como referente.

No se trata solo de ellas, porque cuando ellas hablan, nos acompañan a todas.

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