Skip to content

RETROSPECTIVA DE LA CINEASTA EXPERIMENTAL ARGENTINA NARCISA HIRSCH

El Festival Internacional de Cine Documenta Madrid y el Museo Reina Sofía coorganizan para diciembre una retrospectiva de Narcisa Hirsch (1928), una de las figuras claves del cine experimental argentino y latinoamericano. En el auditorio del museo se proyectarán 15 películas de la cineasta, centradas en sus inicios, sus incursiones en la Patagonia y su trabajo más experimental.

La retrospectiva tendrá lugar del 11 al 13 de diciembre e incluye instalaciones, grafitis y performances realizados a partir de los años 70, elegidos para la ocasión en diálogo con la propia cineasta y el apoyo de la Filmoteca Narcisa Hirsch, a cargo de Daniela Muttis y Tomas Rautenstrauch. De esta manera, se presenta un corpus de trabajo de la cineasta que pone el foco en cuestiones espirituales y existenciales como el amor, el nacimiento, la muerte, el erotismo y el poder femenino tomando como eje la materialidad del cuerpo.

Narcisa Hirsch

En la obra de Narcisa Hirsch los paisajes interiores y exteriores de Buenos Aires y de la Patagonia funcionan como una extensión de una exploración a la vez formal y personal: el cuerpo, lo eterno, lo que se mueve, lo que permanece, lo íntimo y lo colectivo. Para Hirsch, “el cine experimental, también llamado ‘underground’ u oculto, es considerado muchas veces enigmático porque, junto con la poesía, su lenguaje requiere de una participación abierta, se diría casi ingenua, del espectador, quien generalmente ‘teme’ que las imágenes se vuelvan amenazantes por ser demasiado inesperadas”.

Y agrega: “La libertad de trabajar con muy poca plata es la libertad de no tener que vender, es la libertad de trabajar casera y artesanalmente, sin grandes equipos ni escenarios. Ni apremio de tiempo. Se hace un fotograma por día, o por año. Cada uno elige su tiempo y su espacio. Por eso y por todo lo demás, el cine experimental es un arte subversivo, más que el cine documental o político. Más subversivo que un cine intelectual o conceptual. Por eso hay pocos que van y menos aún que se quedan”.

Narcisa Hirsch, Marabunta, 1967, 16 mm, 7´55″, ByN, Beta SP PAL, 4:3, stereo, sin diálogo. Música: Edgar Varèse
Narcisa Hirsch, Marabunta, 1967, 16 mm, 7´55″, ByN, Beta SP PAL, 4:3, stereo, sin diálogo. Música: Edgar Varèse

Su obra más conocida es Marabunta, la documentación de un happening celebrado en el cine Coliseo de Buenos Aires el 3 de octubre de 1967, y que la autora define como “una ceremonia de antropofagia colectiva alrededor de un esqueleto de cuatro metros recubierto por completo de comida y que contiene en su interior palomas y cotorras vivas pintadas con colores fosforescentes, que salen volando mientras la gente come”.

Fue a partir de esta obra que Narcisa Hirsch ‘empezó a filmar’. Desde el inicio su cine fue experimental, un fenómeno que había empezado en los años 30 con Buñuel y Dalí en España, con Hans Richter y muchos otros en la Bauhaus en Alemania. Opacado por la segunda guerra mundial, este cine volvió con mucha potencia en los años 50 y 60 en Estados Unidos, sobre todo en Nueva York, bajo la batuta de Jonas Mekas, a quien Hirsch considera su gurú.

El ciclo proyectará esta y otras de sus películas: Muñecos/Have a baby, Manzanas, La noche bengalí, Testamento y vida interior, Retrato de una artista como ser humano, Taller, Come out, Ama-zona, Canciones napolitanas, Aleph, Myst, Rumi, A-Dios y Patagonia 2.

La retrospectiva está dividida en tres programas que representan tres etapas diferentes en el cine de Narcisa Hirsch: en el primero, con películas como Marabunta, Manzanas o Retrato de una artista como ser humano, se recogen sus primeras incursiones en el cine a partir del registro filmado de sus performances y happenings en la vía pública. Son acciones colectivas, registradas primero en 8 o 16 mm, en las que la autora y su grupo de trabajo buscaban interpelar directamente al espectador. Es en trabajos como estos donde se empiezan a vislumbrar las preocupaciones que Narcisa Hirsch desarrollaría en su obra puramente cinematográfica más adelante: la relación con la naturaleza o el misterio del nacimiento y la muerte.

Manzanas (1973) es el registro documental sobre el happening donde se repartieron cientos de manzanas en la calle Florida y Diagonal Norte de la ciudad de Buenos Aires; Muñecos/Have a baby (1972-1973) tiene a Buenos Aires, Londres y Nueva York como escenario de la repartija de 500 muñecos bebés en alguna esquina céntrica de estas ciudades (en una breve y dulce escena, se ve una niña pasándole a su madre la muñeca que lleva en sus brazos para recibir a cambio el pequeño bebé de plástico que le ofrece Hirsch).

Retrato de una artista como ser humano (1973), en tanto, es una película en forma de diario personal que documenta los eventos artísticos realizados por Hirsch a lo largo de una época junto a Marie Louise Alemann y Walther Mejía.

Narcisa Hirsch, Manzanas, 1973, 16 mm, 10’, color, 24 f/s, sonido magnético, mono, con diálogo
Narcisa Hirsch, Manzanas, 1973, 16 mm, 10’, color, 24 f/s, sonido magnético, mono, con diálogo
Narcisa Hirsch, Retrato de una artista como ser humano, 1973, 16 mm, 15’51″, color, 24 f/s, sonido magnético, video .avi, mono, sin diálogo
Narcisa Hirsch, Retrato de una artista como ser humano, 1973, 16 mm, 15’51″, color, 24 f/s, sonido magnético, video .avi, mono, sin diálogo
Narcisa Hirsch, Muñecos/Have a baby, 1972-1973, Super 8, 13’44″, color, video .avi, 4:3, muda
Narcisa Hirsch, Muñecos/Have a baby, 1972-1973, Super 8, 13’44″, color, video .avi, 4:3, muda

El segundo programa pone el foco en la relación entre el cine de Narcisa Hirsch y la Patagonia, territorio que juega un papel esencial y preponderante en sus películas, como un espacio de encuentro natural, de comunión entre el cuerpo y lo eterno, de diálogo entre lo íntimo y lo inmenso. Películas como Rumi o Patagonia 2 exploran estos paisajes argentinos y escenifican la relación de la directora con ellos.

Por último, el tercer programa muestra a la Narcisa Hirsch más ligada al cine experimental, con títulos que van desde lo estructural hasta lo más sensorial o poético, pasando por la abstracción, como son Taller, Ama-zona o Canciones napolitanas. Hirsch explora todos los caminos del cine experimental y los hace suyos acercándolos a temas que le son propios: el cuerpo femenino, el paisaje, la naturaleza y la tradición argentina.

En Canciones napolitanas (1971) se escuchan estas tonadas románticas mientras se observa una mezcla de imágenes abstractas y una gran boca en primer plano que se come un hígado crudo y luego una tarjeta postal. Taller (1976-1977) consiste en una imagen fija sobre la pared de una habitación mientras se escucha la voz de la artista que le describe a un hombre lo que no se ve, y Ama-zona (1983), basado en el mito de la Amazona, es una imagen fuera de foco que se transforma en una mujer que se despoja de la piel del pecho hasta que, transfigurada, toma nuevas armas: el arco y la flecha.

Narcisa Hirsch, Canciones napolitanas, 1971, 16 mm, 10´, color, HD, 4:3, stereo, sin diálogo

Nacida en Alemania en 1928, aunque residente en Argentina desde su niñez, el nombre de Narcisa Hirsch permaneció demasiado tiempo en la sombra, fruto de una doble excentricidad: ser mujer, y hacer cine fuera de los espacios centrales en los que se ha construido la historia del cine experimental: Estados Unidos y Europa, principalmente. Esta doble condición ‘descentrada’ no le impidió permanecer atenta a los movimientos mundiales del cine experimental y el videoarte, y su trabajo, personal, doméstico y místico al mismo tiempo, y con señas muy características, mantuvo relación con películas y nombres canónicos del videoarte y lo experimental, pero evitando siempre la mímesis y reivindicando el cine como un espacio de libertad.

Hirsch se inició en el arte como pintora y dibujante, en la década de 1960, y pronto saltó al espacio público, realizando happenings en busca de un nuevo tipo de espectador, así como grafitis y la publicación de fotonovelas y libros.

Comprendiendo el cine y la creación como un proceso colectivo de trabajo y pensamiento, y desde el comienzo de su carrera, construyó una fuerte comunidad en torno a su práctica cinematográfica y artística, una red dispersa de artistas y cineastas experimentales que se reunían a través de la Unión de Cineastas de Paso Reducido (UNCIPAR), en torno al Instituto Goethe y al Instituto Di Tella, y que en sus orígenes incluía a nombres como Marie Louise Alemann, Claudio Caldini, Jorge Honik, Juan José Mugni, Horacio Vallereggio y Juan Villola, que resultan esenciales en la formación de la escena independiente y experimental argentina. Una red y una concepción fuerte de lo colectivo que se prolonga hasta hoy en día, cuando, a sus 92 años de edad, Hirsch mantiene encuentros semanales (físicos antes de la pandemia, y por vías telemáticas ahora) con una extensa red de jóvenes cineastas y amantes del cine experimental que se cobijan bajo su figura.

Narcisa Hirsch, A-Dios, 1989, Super 8, 22′ color, 4:3, sonora

El 17º Festival Internacional de Cine Documenta Madrid se celebrará entre el 9 y el 20 de diciembre de 2020 en diferentes espacios culturales de la ciudad, como Cineteca Madrid, sede principal del festival; Matadero Madrid, Filmoteca Española y Museo Reina Sofía. Como novedad en esta edición, proyectará parte de su programación en la plataforma de VOD Filmin. Más información aquí.

También te puede interesar

HECHICERAS: LA TRIBU

"Hechiceras" es una celebración del empoderamiento de la mujer y el ecofeminismo transversal asociados a la contemporaneidad. El leitmotiv de la exposición está en la idea de que las brujas no son caricaturas o...