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FIORELLA ANGELINI: IMAGINO EL MAR

Por Gonzalo Pedraza

Hoy es urgente pensar las relaciones entre la noción de lo humano y la naturaleza. El primero por su responsabilidad respecto a su entorno, y la segunda por su cualidad pasiva y dominada. El enunciar algo como “natural” se convierte en un objeto posible a explotar, cuestión que la artista visual Fiorella Angelini (Chile, 1990) reflexiona en sus distintos trabajos que toman a la fotografía como medio, pero que se convierte en otra cosa al experimentar sus límites físicos mezclados con técnicas del collage.

Las relaciones entre naturaleza y cultura están siendo hoy revisadas acuciosamente. Una extensa bibliografía teórica de ecólogos, antropólogos, economistas, historiadores, entre otros, han presentado el conflicto en un futuro inmediato de cómo nuestra relación con lo natural debe mutar a una ética aún desconocida por parte de los humanos. La cultura industrial que se produjo en el siglo XIX, y los mundos políticos de cada extremo –la producción capitalista o el comunismo productivista–, no pusieron atención a los efectos de la explotación. La bandera del progreso escondía una oscura cara de residuos, colonialismos y abusos. A pesar de la reformulación del mundo natural producto de la industria, la reformulación de un nuevo concepto de lo humano y de la naturaleza quedaron congeladas.

El arte, en ese sentido, tuvo una intensa reflexión desde el siglo XIX: los paisajes y los efectos de la industria podían verse a “lo lejos” en los paisajes pastoriles de Millet, como una abstracción en las pinturas de Turner, y en un escape a mundos exóticos y primitivos por parte de los posimpresionistas y la primera vanguardia. Estos paisajes realizados por europeos blancos y pertenecientes a una élite representaban sus proyecciones tan dominantes como el dominio que efectuaba Inglaterra o Francia a las colonias, creando una imagen de un paisaje virgen, exótico y distante.

En paralelo, los pintores no asociados al arte, sino a las expediciones botánicas, producían una serie de imágenes del paisaje enfocándose en la descripción fiel al modelo natural del suelo, las plantas, los minerales, el agua y los distintos recursos descritos tan detalladamente para presentar a los ojos del imperio la calidad y cantidad de recursos a explotar en cada colonia. Esta vanguardia capitalista se implementó a mediados de siglo XIX en América Latina, África y Oceanía.

Estas ideas se vienen a la cabeza al observar las obras de Fiorella Angelini, artista que ha trabajado el lenguaje fotográfico y sus extensiones materiales, y que en su exhibición en la Sala de Arte CCU Virtual propone una selección de sus principales trabajos producidos desde 2015 hasta la fecha.

Fiorella Angelini, Abajo, 2017, fotografías análogas impresas en tres planchas de cobre, 200 x 170 x 90 cm. Vista de la instalación en el XI Concurso MAVI Arte Joven del Museo de Artes Visuales (MAVI), Santiago, Chile. Cortesía de la artista

El recorrido comienza con la obra Abajo (2016-2017), instalación que consiste en tres placas de cobre, de tamaño humano, impresas con imágenes que evocan el paisaje de la minería: en lo alto montañas rugosas que se juegan con la percepción del espectador, y abajo, el cobre brillante que sirve como soporte y al mismo tiempo como material significante.

En continuidad con la idea de la materialidad presenta obras asociadas al cemento como elemento constructivo de la modernidad: Perro negro (fotografía análoga de un perro negro en un parque de cemento, 2015) y Half cement (díptico de fotografías de un cerro con naturaleza xerofita intervenido con cañerías y antenas y un cerro bañado en cemento, 2017).

El paisaje poscolonial se advierte en las obras Kew’s (fotografía del jardín botánico del Kew en Londres, 2018) y El Elqui no quiere palmeras del puerto (collage de fotografías de un cerro con palmeras superpuestas, 2020).

El jardín botánico es un lugar que se apropia de la naturaleza y la domestica –el Kew Garden fue un proyecto del imperialismo británico–, pero aquí aparece a punto de quemarse. La amenaza del fuego se mezcla con la amenaza a la imagen por la sobreexposición, y también con una tercera amenaza: la mano humana que puede trasladar especies exógenas, como la palmera, a un ecosistema que no le pertenece.

Fiorella Angelini, Perro Negro, 2015, fotografía análoga impresa en Dibond, aluminio compuesto, 120 x 180 cm. Cortesía de la artista
Fiorella Angelini, Kew’s, Londres, 2018, fotografía análoga, doble exposición, 60 x 90 cm. Cortesía de la artista

Por último, Mar (2019) y Half Whole (2019), dos fotografías que cierran la exhibición, muestran, por un lado, el mar inmenso y de profundos colores, y por otro, la mitad del rostro de una persona. Ambas están completamente blancas en su mitad. Al verlas juntas en la exhibición pareciera que la blancura es la juntura de ambas, como si tuvieran una conexión profunda e irreconocible.

Fiorella Angelini transmuta sus fotografías análogas en cuestionamientos sobre el paisaje, la poscolonialidad y las nuevas relaciones que establecemos como humanos frente a lo natural. El uso de la fotografía como medio y sus experimentaciones con las sobreexposiciones permite ingresar en sus reflexiones de un medio que aún puede dibujar los indicios del uso de la imagen en nuestra era contemporánea.

Según la artista, “la foto es una posibilidad para acceder a lugares anecdóticos, repensar el archivo y encontrar relaciones visuales por azar y por fuerza de ejercitar la mirada. Podríamos decir que existe una metodología del error y experimento, que también se refleja en la obra. Este método vuelve a simbolizar las imágenes que uso, cuando se cambia la configuración de los elementos que componen la pieza. Encuentros fortuitos entre imágenes y conexiones que se descubren caminando por las calles”.


Imagino el Mar, de Fiorella Angelini, podrá ser visitada virtualmente entre el 1 de septiembre y el 6 de octubre en www.ccuenelarte.cl/exposicionvirtual/imagino-el-mar/

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