MARTÍN ELUCHANS. LAS HEBRAS QUE BORDAN EL EDÉN
Por Alfredo López J.
“Y tu campo de flores bordadas es la copia feliz del Edén”, dice el himno nacional de Chile que en 1847 escribió Eusebio Lillo como una forma de impostar las bondades de un paisaje en torno a una renovada espiritualidad republicana, una frase que para el artista visual Martín Eluchans (Santiago, 1984) se convierte en material de reflexión, un recurso que sugiere las formas en que una sociedad comienza a gestar una gloria a través de sus cualidades diferenciadoras, de sus ‘maravillas naturales’ que supuestamente servirán para construir el alma de un país naciente, una nación que aún no sabe si comenzar a escribir su historia desde su indómita naturaleza araucana, o desde el relato europeizante de su independencia.
El trabajo de Eluchans, frente a esa encrucijada, se propone hacer un nuevo relato del pasado. Pero no de cualquier manera, sino que a través de puntadas bordadas que contienen mensajes de libre albedrío para abrir el debate y dejar múltiples mecanismos de coerción en evidencia.
LA BANDERA DEL TORMENTO
Como figura central de la muestra que presenta desde el pasado 14 de marzo en la Galería Isabel Aninat, aparece una bandera chilena que el artista recuperó con paciencia de coleccionista, una tela que a él le parecía fantástica por su singular mitología. Un pabellón patrio que fue izado justo al día siguiente del 11 de septiembre de 1973 por un ex militante de Patria y Libertad, un general que la mantuvo flameando en su mástil por ocho años y que finalmente la bajó cuando fue despedido del ejército y se sintió traicionado por el entonces gobierno militar.
Sobre su anatomía descolorida por los años Eluchans bordó la letra de Miren como sonríen, una de las llamadas “canciones reencontradas” en Alemania que Violeta Parra escribió para desenmascarar con rima e ironía los mecanismos de injusticia social de Chile a principios de los años 60. “Miren cómo redoblan los juramentos, pero después del voto doble tormento”, prosigue el verso que, esta vez, tiene su eco en cuidadas hilvanadas de hilo rojo. Es la disidencia que se toma el símbolo para abrir los ojos. Lo que en principio parece un acto que destruye la reliquia, rápidamente se recupera y se rehabilita con elevada potencia cultural.
Antes de comenzar con su trabajo creativo, Eluchans parece encontrar enfermedad y antídoto en un mismo camino. Toma una conducta constante de abastecimiento de reliquias y objetos que después funcionan como testimonios de sistemas políticos frágiles, subversivos y desiguales. Los observa desde su naturaleza narcisista, los clasifica y los trae de regreso a través de una nueva propaganda solapada de justicia y, sobre todo, cargada de sus propios pensamientos que se yuxtaponen con la contingencia y el debate diario en torno al futuro de las estructuras de estado.
Es cuando a través de estas hilvanadas en hilo rojo -un hilo que se autopresenta como la sangre del desacuerdo y la opresión-, trae de regreso el antiguo y delicado oficio del bordado. Le confiere una supremacía de diálogo y lo lleva al plano de la memoria para encender la luz de alarma en torno al esquivo bienestar colectivo.
LOS BILLETES DE LA PRECARIEDAD
Desde que comenzó en el 2015 con la serie Fronteras y límites, no ha dejado esta ‘aguja narrativa’ para referirse a las crisis que aparecen en el planisferio mundial, sobre todo en la superposición de territorios en situaciones de conflicto o marcados por indolentes flujos migratorios. Lo hace, por ejemplo, a través de billetes que también recolecta con interés casi arqueológico. Sobre ellos inyecta la hebra roja para desmoronar la institucionalidad que les dieron vida y convertirlos en sutiles y poéticas pancartas de reflexión. Se trata de billetes que pertenecieron a viejas colonias, dominadas por monarquías, regímenes autoritarios o sencillamente fueron instrumentos comerciales en débiles estructuras de poder. Sobre ellos, aparecen los nuevos textos que sugiere Eluchans en torno a la diversidad, contra la porfía del sistema, o bien frente a la constante sensación de amenaza y fragilidad de los más necesitados.
Como si fuera una nueva forma de transmitir el deterioro y el desgano, Eluchans invierte los códigos lineales de la historia y les da fuerza con puntada asertiva y provocadora. Su lucha está bordada en su trabajo, tal como el himno patrio sigue cincelando con sus estrofas la equivocada noción de un territorio inmaculado lejos de la precariedad.
MARTÍN ELUCHANS: DULCE PATRIA, FELIZ COPIA DEL EDÉN
Curador: Thiago Verardi
Aninat Galería de Arte, Alonso de Córdova 4355 / El Pangue 1011, Vitacura, Santiago de Chile
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