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Joan Rabascall:tout va Bien

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Tabacalera Promoción del Arte presenta la primera gran exposición individual en Madrid de Joan Rabascall (Barcelona, 1935), artista cuya obra se caracteriza por tener un claro mensaje de crítica social, y utilizar diferentes soportes como el collage, la fotografía, las instalaciones y ocasionalmente el video.

La muestra, comisariada por Berta Sichel, presenta una selección de casi 180 obras creadas desde 1964 hasta hoy. Para la ocasión, se ha producido una nueva versión de la obra de 1991, Monumento a la Televisión, titulada Monumento a la Televisión después de la catástrofe, tercera obra de esta serie. La serigrafía Tout va bien, en la que se inspira el título de la exposición, es una apropiación de una página de Le Monde, donde se anunciaba la película de 1972 de Jean-Luc Godard.

Tout va bien, el título de esta exposición, resume a la perfección la esencia del trabajo artístico de Joan Rabascall, quien, con un lenguaje visual crítico e irónico, ha reflexionado a lo largo de su carrera sobre la gran crisis de las sociedades capitalistas contemporáneas, en las que los medios de comunicación de masas se han encargado de transmitir mensajes de felicidad para tratar de anular el pensamiento y ocultar los grandes problemas de nuestro tiempo a una humanidad idiotizada y desbordada por la imagen.

Joan Rabascall es uno de los primeros artistas que consiguió retorcer esos mensajes, los códigos visuales de los medios de masas del siglo XX para convertirlos en obras de arte, en medios de reflexión crítica, eligiendo la televisión como su icono más representativo. La televisión, que hoy agoniza, es el protagonista de muchas de sus series y el elemento omnipresente en la colección personal de pequeños exvotos televisivos que desborda las estanterías de su estudio parisino.

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TOUT VA BIEN

Por Berta Sichel

 

«Cuando era estudiante en Barcelona intentaba ir a ver todas las exposiciones que podía, normalmente lo más interesante era la SalaGaspar, donde podías ver Clavé, Picasso, Miró, Tàpies…, pero en general el panorama de la época franquista era muy mínimo, y a veces negro. Se había dado el caso que un grupo llamado Guerrilleros de Cristo Rey rompían los escaparates de una galería que tenía expuestos grabados de Picasso, porque Picasso estaba maldecido, porque no había vuelto a España y era considerado comunista, contrario al régimen. Ahora que el Guernica está en el Reina parece mentira, ¿verdad?»

Joan Rabascall [1]

«Me enteré de este cursillo [mientras estudiaba en la Escuela Massana de Artes Decorativas]. Había que yo recuerde tres materias distintas: Historia Contemporánea, de Coll i Alentorn; Literatura, por Joan Triadú, y el curso de arte impartido por Cirici Pellicer. Era un curso clandestino, se hacía por la noche. Cirici nos abrió muchas puertas, explicándonos por ejemplo las vanguardias de principios del siglo XX, comparando el arte catalán con lo que se hacía en el mundo occidental. Realmente creo que fue determinante para mi evolución posterior»

Joan Rabascall [2]

 

En 1962, una riada descomunal asoló la provincia de Barcelona, después de registrarse 200 mm de precipitaciones en menos de dos horas, cobrándose más de 800 vidas en lo que aún hoy se consideran las peores inundaciones de la historia en España.

También en 1962, Marshall McLuhan se encontraba trabajando en La galaxia Gutenberg, una obra en la que desarrollaba sus anteriores apreciaciones sobre cómo los medios alteran la sociedad y rastreaba la evolución de la cultura de la imprenta a la transmisión oral y visual. McLuhan, junto a otros pensadores, como el conocido intelectual y sociólogo francés Pierre Bourdieu, ejercieron una gran influencia en los integrantes de la generación de la posguerra [3], entre ellos Rabascall.

Estos fueron algunos de los parámetros locales e internacionales que marcaron aquel año.

Menos de un mes después de las inundaciones, un joven estudiante llamado Joan Rabascall entraba en la decimonónica Estació de França y se subía a un tren con rumbo a París. No tardaría mucho en aficionarse a viajar, mostrando una especial predilección por Londres, con sus museos y galerías. Nacido en Barcelona en 1935 y criado en el asfixiante panorama de la posguerra, Rabascall estudió en la Escuela Massana de Artes Decorativas, lo que le abrió las puertas a las vanguardias occidentales y a otras muchas realidades («La militancia política clandestina tenía sus grupillos dentro de la Escola y en contacto con ellos te enterabas de cosas que estaban lejos de ser legales»). En 1962, la Diputación de Barcelona le concede una beca para estudiar grabado en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Allí conocerá a otro artista y compatriota, Antoni Miralda, con quien colaboraría en numerosas ocasiones. Como apunta Jean-Michel Bouhours en su texto («Joan Rabascall, intrusión en los medios de masas»), en esta época «el predominio internacional de las corrientes artísticas abstractas (expresionismo abstracto y abstracción gestual) se ve cuestionado por tendencias heterogéneas neodadá, posduchampianas y pop».

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A Rabascall también le interesaban las nuevas ideas sobre la sociedad de masas, mientras las tradiciones de la cultura lineal y de la imprenta dieron paso a culturas electrónicas y táctiles. La televisión, y más adelante el formato portátil del vídeo, ha ejercido una gran influencia en su obra, aunque —amén de un puñado de vídeos, algunos de los cuales se muestran aquí, como Bio Dop, una crítica del típico domingo español repartido entre misa y fútbol (en colaboración con Benet Rossell)— nunca ha pretendido dedicarse al videoarte. Su aproximación a la creación artística siempre ha sido más bien la de un teórico —un teórico sarcástico y burlón, claro está—. Le fascina la teoría de los medios y la sociedad de masas, y sus obras tienden a generar una suerte de visión apocalíptica de cómo los medios, con la televisión a la cabeza, afectan a las masas [4].

La mayoría de las instalaciones, objetos y trabajos fotográficos seleccionados para Tout va bien se inspiran en la aldea global, en relación con el tema de la televisión. El término «aldea global», que inevitablemente recuerda a las ideas fundacionales de McLuhan, define la experiencia moderna de deslocalizar la información en el espacio y el tiempo. Si bien las teorías de McLuhan habían pasado de moda al término de los años 70, fueron rescatadas a finales de los 90 por el pensamiento posmoderno contemporáneo. En esa misma década, Jean Baudrillard también se interesó por la televisión tras el gran auge de las telecomunicaciones, que transformó la aldea global en una sociedad global. La singular veta irónica e incisiva de Rabascall es esencial para entender los mecanismos sociales contemporáneos.

En la sociedad mediática actual, los métodos del arte dan fe de un cambio significativo: el arte se ha liberado de las fronteras y los límites.

Con el apoyo incondicional del destacado crítico Pierre Restany, entre otros, Rabascall se dio a conocer como uno de los primeros exponentes del arte sociológico, un movimiento de artistas y críticos —entre ellos Fred Forest, Hervé Fischer y Jean-Paul Thénot— que se juntaron para fundar el Colectivo de Arte Sociológico en 1974. Pretendían fomentar, al combinar teorías y métodos sociológicos con corrientes y medios artísticos innovadores, un arte más receptivo y sensible al mundo. Tanto ese grupo como el propio Rabascall siempre consideraron la actividad social como un campo natural del arte: un territorio fértil que podía ampliarse y trabajarse desde múltiples perspectivas. También contemplaron la posibilidad de expandir la vida artística a través del uso de las nuevas tecnologías de comunicación que habían cambiado radicalmente desde la Segunda Guerra Mundial. Y aunque el tándem terminológico «arte y sociología» efectivamente haya desaparecido del léxico del arte contemporáneo, sus vínculos con el arte conceptual no dejan de otorgarle cierta legitimidad en la actualidad.

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Hasta hace poco, la historia del arte convencional no se había interesado por cómo la televisión influye en nuestra manera de percibir y entender el arte. La inserción de los medios de comunicación en contextos artísticos era una práctica nueva en los años La televisión existía, pero no se solapaba con el mundo del arte, lo que sin duda era una de las razones por las que los críticos de esa década tenían más en cuenta el arte pop, el minimalismo o el arte conceptual. Los medios de comunicación y su uso por parte de los artistas no eran percibidos como agentes de cambio. Solo algunos planteamientos críticos fueron capaces de detectar una serie de estímulos provenientes de la expansión de la sociedad de masas, entre ellos, la posibilidad de cambiar las reglas de creación y recepción del arte, o la capacidad de manipular imágenes aprovechando su bajo coste y rápida reproducción, así como su difusión simultánea.

Tout va bien —la primera muestra individual del artista en Madrid— presenta una selección de casi 180 obras, creadas entre 1964 [5] y la actualidad, incluida una nueva obra de la serie Monumento a la televisión, iniciada en 1993. Monumento a la televisión después de la catástrofe es la tercera instalación de la serie, que ya ha viajado desde Barcelona a Nueva York. En conjunto, las distintas series y obras plantean interrogantes sutiles sobre la mediación y la proliferación de las imágenes y el presente digital, incluyendo la transición de la cultura analógica a la digital. Tout va bien es además el título de una serigrafía expuesta aquí, la apropiación de una página de Le Monde que anuncia la película homónima de 1972, dirigida por Jean-Luc Godard y protagonizada por Jane Fonda. No hay intervención, solo una toma fotográfica de la página del periódico.

La exposición también presenta una colección de «monumentos» televisivos de diferentes tamaños, la mayoría de ellos de unos 60 cm, que se asemejan a juguetes pequeños, con la estética y el diseño de televisores antiguos. El tamaño reducido de los monumentos y su estilo de presentación cambian la apariencia del aparato de televisión, aumentando así su atractivo para un público que tiende hacia obras aparentemente cómicas que, sin embargo, representan la locura de la sociedad.

Mientras el arte conceptual es conocido como un «movimiento antiforma» que defiende que el arte es sobre todo una idea, íntimamente relacionada con el lenguaje y el texto, la obra de Joan Rabascall opera en un doble plano: su enfoque conceptual se junta con una exploración de las nuevas infraestructuras culturales de la sociedad contemporánea, apropiándose quizás también de la intensidad múltiple de la televisión. Su narrativa es un conjunto no lineal de conceptos y banalidades de nuestro mundo actual donde, a pesar del desastre y de la catástrofe, tout va bien en la pantalla del televisor.

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[1] http://www.camilayelarte.org/2012/11/entrevista-con-joan-rabascall.html

[2] Íbid.

[3] Marshall McLuhan, El medio es el masaje: un inventario de efectos (Barcelona: Paidós, 1988) y La galaxia Gutenberg (Barcelona: Planeta Agostini, 1985).

[4] John Hartley, Communication, Cultural and Media Studies: The Key Concepts (Londres & Nueva York: Routledge, 2002), 166, 167.

[5] Las obras de 1964 son La Fragilité des apparences [La fragilidad de las apariencias] y The Interesting Woman [La mujer interesante]

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Joan Rabascall: Tout va bien, se podrá ver del 7 de febrero al 12 de abril de 2020 en La Principal. Tabacalera Madrid, Embajadores, 51, Madrid, España.

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