FÓRMULA PRESENTE: IVÁN CÁCERES, LAS VANGUARDIAS ANDINAS Y TIGRE 100 AÑOS DESPUÉS
En La Orejona (objeto/escultura/máquina, video/performance/acción y dibujo, 2019), de Iván Cáceres, hay una recuperación histórica de las vanguardias latinoamericanas del siglo pasado que es pertinente, aunque el artista no lo plantee como tal. El trabajo que desde hace mucho tiempo realiza Cáceres sobre el subconsciente le permite hablar/discutir/retratar/performar pasados remotos, pasados cercanos, y algunos de sus caracteres. Incluso, a veces, Cáceres afirma reencarnar trabajadores coloniales, re-acomodándolos en el presente, desencadenando, incluso, la sanación de esos personajes, y a través de ellos, una sanación de la historia.
Casi como un médium, Cáceres abarca los silencios históricos, aquellos vacíos que, como sus personajes, le reclaman, necesitan llenarse, oírse, y formula, a través de su performance, una invocación presente del universo andino colonial y republicano. Como hubiera dicho T. S. Eliot sobre de la definición del arte, Cáceres es una suerte de receptor, de contenedor para absorber y guardar innumerables sentimientos, frases, imágenes que se quedan dentro hasta que todas las partículas que pueden unirse forman un nuevo compuesto en el presente.
No es de sorprenderse que este mismo ejercicio de fórmula/refórmula presente se hubiera repetido en la Residencia URRA, donde Cáceres participó desde octubre pasado. El resultado de esta inmersión creativa ha sido la recuperación y adaptación libre de uno de los íconos más importantes del indigenismo de comienzos del siglo XX: el pescado en la figura encarnada de una mujer. Generalmente, uno reconoce los elementos visuales del código colonial ya cuando están plasmados en obra. En este caso, es interesante pensar cómo Cáceres construye, recicla, y formula en el código presente. Para que Cáceres llegue al pescado o a La Orejona, ¿qué pasa? ¿Qué elementos se conjugan de manera que él escoge hablar de un pescado? ¿Cómo llega ahí? Y, ¿por qué debemos entenderlo?
En la entrevista con Cáceres sobre la creación en URRA, se entienden diferentes momentos que desencadenaron un proceso extraterritorial en el que se vuelve a demarcar el espacio indigenista con la clásica apelación de Gamaliel Churata al Pez de Oro (1957), aunque totalmente liberado de las demarcaciones geográficas de ése. No es un capricho que se asuma a Cáceres como un artista contemporáneo-surrealista, como lo ha hecho ya María Teresa Rojas, su curadora [1], y que sus referentes sean aquellos de la vanguardia andina. Lo importante y que no hay que olvidar es que Cáceres no los refiere políticamente, es decir, él no hace un ejercicio consciente de recuperación histórica, sino que los intuye a través de sus sueños. Aquí siguen algunos de ellos.
Primer Sueño: Los otros en URRA
El 2 de octubre se despide para ir a Buenos Aires. Al inicio, Cáceres se reúne con Melina Berkenwald, artista y directora del proyecto URRA. A Melina la había conocido años atrás en una revisión de portafolios que coordinó Raquel Schwartz, cuando recién comenzaba la residencia Kiosko en Santa Cruz. Juntos, se acordaron que ella había compartido la residencia con Narda Alvarado en esa oportunidad. “Entonces el día que me recibieron, ya me parecieron como caras conocidas,” dice Cáceres.
Entre no conocer el lugar y, a la vez, tener la sensación de reconocimiento, Cáceres se encuentra en Buenos Aires. Le llaman la atención los temas que desarrollan los demás residentes, se detiene particularmente a pensar sobre los perros callejeros de otro residente. En El Alto, son bandas que andan por veintenas, en Buenos Aires no los ve sueltos. Otra cosa que lo interpela del trabajo de sus colegas es el conocimiento que algunos portan “de generación en generación” sobre algún elemento, material, etc.
Segundo Sueño: Los espacios y los materiales
“Ni bien llegué era increíble el lugar, y sobre todo la cocina y un taller, increíble, hermosísimo taller.” Arquitecto de formación, Cáceres ejerce a veces en Bolivia. Su conocimiento espacial y de materiales hace de él una máquina de habitar espacios. En otro proyecto, reconoce abiertamente su afinidad por la topofilia. Bocetea, día a día, cada espacio y cada sueño.
En dos días, se había ubicado espacialmente, y encontrado una manera de habitar ese taller de trabajo y el galpón de exposición que URRA le ofrecía. Se trataba entonces rápidamente de comenzar a manipular los materiales. “Me puse a buscar materiales y el material lo empecé a encontrar y yo soy bambú”, dice. Comienza a manipular este material, sentirlo, deformarlo. El bambú de construcción viene en barras. “Son barras de 22 y media pulgada más o menos, y compré además 7 metros de largo de mimbre. Entonces, compré porque estaban baratas y después no compré más material”. Comienza otro momento clave en la experimentación con el material: se van dibujando las formas, se desencadenan las posibilidades, cuán extensas pueden llegar a ser, a parecer. Dibuja y bocetea todo el tiempo.
Tercer Sueño: El pantano
Ahí, comienzan a fijarse ciertas imágenes. Para Cáceres, ese momento estaba asediado por sueños de mujeres con orejas, con orejas grandes, un personaje que es recurrente en su obra, pero esta vez, sabía que la mujer salía de un elemento líquido: “Era como que salía del agua o no sé si de algún lugar, como un pantano”.
Entonces, comienza a imaginar a su personaje viviendo en Tigre (el nombre de la localidad donde está ubicada la residencia URRA Tigre). ¿Cómo cultivar, sembrar o manejar las cosas que ellos no sabían en ese lugar? Comenzó a soñar y leer los comentarios sobre mitos andinos y ubicó a la Sirena. La suya tendría orejas grandes y sería de cualquier lugar, con tal de que fuera la de su sueño.
Comenzó a imaginar el baile de la morenada, la elegancia que figura el círculo, la flexibilidad del círculo. A medida que iba construyendo ese recorrido figurativo, Cáceres comienza a sentir el olor de Tigre.
Cuarto Sueño: La Casa/Taller de Xul Solar
“Como esos olores que sientes cuando llegas a un lugar la primera semana”, había algo en ese olor que descolocaba a Cáceres, algo en lo que no se llegaba a reconocer. Uno de esos días, les dicen que van a ir a pasear por el Delta del Tigre. Los conduce Pela en un bote por los ríos, Cáceres siente que el señor conoce el Delta como la palma de sus manos (Pela es el apodo de un amigo de URRA que ha nacido en el Delta y que conoce el río a la perfección). Mientras él conducía, les narraba las historias de las casas que pasaban, los momentos interesantes de Tigre, quiénes, cuándo, y mientras se sueltan en ese recorrido por la memoria de Pela, a Cáceres lo inunda el olor a pescado.
Llegan a la Casa/Taller de Xul Solar en Tigre y pasan el día conociendo la amable vida ahí; con quienes charlaba las tardes en el Tigre, comienza a entender que es una suerte de vacación esa vida amable. Cáceres sale de ese espacio a seguir correteando: ya al día siguiente empezó a trabajar el pescado.
Quinto Sueño: La geometría universal en el número 3
“Yo pensaba y pensaba y, no sé, se me partió como dos veces la cabeza solucionarlo. Lo hice como una bolsa de noviembre. Después, bueno, empezar a hacer los aleros, ahí sé que cuando uno hace los arcos son conjuntos triangulares, el número, 360 grados en una cosa redonda dobla, pero también me resultaron como 300 resultados”. En esto, se mezcla otro proyecto sobre la montaña Illimani: “Es mucha simbología eléctrica cuando estábamos hablando del 3, las tres puntas, no sé, que estamos configurados en 3333, así”. El triángulo le sirve para dar volumen a una estructura plana: “Si te dan volumen 4 barras de bambú pensar cuántas semanas has estado en total”. En esto pasaron 7 semanas volando.
Son cinco pasos, sueños que hacen a un proceso extraterritorial, ya no importa si es andino, o es en Tigre, o es la suma universal de ambos. Cáceres no parte de una ideologización del mundo indígena, parte más bien de sensaciones y geometrías universales que lo llevan a reconocer esos elementos en la mitología andina. Cuando Borges se sentaba con su gran amigo Xul Solar en las tardes de calor del verano de Tigre, dos lenguas se dibujaban para comunicarse lo más primario. También Cáceres quiere hablar en esos lenguajes: el Neocriollo y la Panlengua.
[1] María Teresa Rojas, texto curatorial de “Retro” exposición de Iván Cáceres, Museo de Arte Contemporaneo de Santa Cruz, 2018.
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