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TANTO QUE ME HABLASTE DEL FUTURO: ¿CUÁL FUTURO?

Por Alejandra Sarria | Curadora

La frase que le da el título a esta exposición en Espacio Odeón es parte de la letra de una canción de merengue que se llama Hoy será la última vez, que, como muchas otras canciones, habla de la decepción amorosa, de haberse ilusionado para después darse cuenta que todas las promesas serían incumplidas, que la persona no es lo que parecía y que ese futuro del que tanto hablaron no llegará a pasar. Esa decepción frente a un futuro romántico, no parece muy lejana de la que generan todas las promesas y compromisos frente al futuro en general: el político, el biológico, el social. La “tusa” es la misma, la desilusión frente a un porvenir que no va a ser.

Quizás el problema con ese discurso de futuro es que siempre se manifiesta dentro de una misma idea de linealidad, de algo que viene después. Y entonces nos quedamos esperando a que el futuro llegue y a que llegue igual para todos. Bien sea desde el optimismo pedante de la tecnociencia que cree que está por encima de la vida misma, o del pesimismo radical que está esperando la catástrofe ecológica absoluta y que, con la misma petulancia, cree que “se va a acabar el mundo” (como si los humanos fuéramos el mundo).

Al final, las dos nociones responden a la imposición de una forma dominante -la​ del neoliberalismo-, ​en la que el futuro no existe más que como la reproducción incesante del status quo​. Es por eso que solo se ofrecen dos alternativas posibles: la producción o la destrucción; y, entonces, de lo que se habla cuando se habla del “futuro” es realmente de una forma específica de visibilidad, una que está íntimamente relacionada con el poder.

Esa sería la noción del Futuro con F mayúscula, uno que como distopía o utopía es homogéneo y “universal”, y que se crea con antelación para asegurar que ningún otro pueda aparecer. Pero, así como se ha desafiado la idea de la Historia con H mayúscula, es necesario oponerse a esta idea de un único futuro posible. Sobre todo, cuando depende de un presente que se​ vuelca cada vez más hacia las ultraderechas represivas y asesinas, y en nuestro contexto particular a la muerte y la desaparición que parecen superar cualquier esperanza de reconciliación.

Vista de la exposición "Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?", en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición "Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?", en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición "Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?", en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vale entonces la pena preguntarse por las promesas incumplidas, y así como con la “tusa”​ -de​ Eddy Herrera y Magic Juan- encontrar​ potencialidad en la decepción, en ese espacio vacío que deja lo que al final nunca pasó, y que puede ser ocupado por otra posibilidad: por otras muchas formas de futuro. Podemos preguntarnos ¿cuál futuro?, como quién dice ¿cuál futuro si futuro no hay?, o ¿cuál futuro, de todos los posibles, vamos a realizar, habitar, performar?

Más que una apuesta enfocada en la especulación o la creación de escenarios de lo que pasará en 10 o 100 años, la muestra Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?presenta proyectos que se resisten a la idea lineal de un futuro que está por venir. Más bien, los proyectos articulan tanto la memoria como la potencialidad para presentar ficciones que generan encuentros entre los trazos dejados por lo que ya fue, y las preguntas sobre lo que podría llegar a ser.

La exposición reúne el trabajo de un grupo de artistas que parten de la decepción para explorar formas de disidencia, ruptura y denuncia frente a la opresión y la invisibilización de diferentes formas y posibilidades de vida; y a la vez, crean y proponen nuevos imaginarios, en muchos casos insurgentes y desobedientes, que se resisten a la imposición de un único futuro​-el​ de la F mayúscula.

Los proyectos presentados se refieren a la creación de utopías fracasadas, la simulación del mundo que crean la tecnología y la virtualidad, la cibernética, a la invisibilización de la mujer y su reclamo sobre el espacio, la autonomía de lo no-humano, las revoluciones armadas y los acuerdos fallidos, el lugar de la muerte, el baile como terapia y la conversación como forma de crear juntos. En lugar de esperar sentados a que el “Futuro” llegue, se trata de dar lugar a esos cuerpos, afectos, colectividades y gestos en los que múltiples futuros ya están sucediendo.

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición "Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?", en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón

Vista de la exposición «Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro?», en Espacio Odeón, Bogotá, 2019. Foto: Ambiente Familiar. Cortesía: Espacio Odeón


Tanto que me hablaste del futuro: ¿cuál futuro? estará abierta hasta el 2 de noviembre de 2019 en Espacio Odeón, Carrera 5 # 12C – 73, Bogotá, Colombia.

Artistas participantes: Juan Betancurth (Colombia), Milena Bonilla (Colombia), Tania Candiani (México), Harun Farocki (Alemania), Regina de Miguel (España), Mónica Restrepo (Colombia), Carlos María Romero + Astergio Pinto (Colombia), Radio Bestial (Colombia), Óscar Santillán (Ecuador) y Tatyana Zambrano (Colombia).

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