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Tarsila Popular

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[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

Tarsila do Amaral (1886-1973), figura central de la primera fase del modernismo brasileño, es celebrada con su primera gran exposición en el Museo de Arte de São Paulo (MASP). Curada por Adriano Pedrosa y Fernando Oliva, Tarsila Popular propone una nueva mirada hacia los temas, personajes y narraciones presentes en el trabajo de la artista, especialmente en lo que se refiere a temas políticos, sociales y raciales, a través de 92 obras, entre pinturas y dibujos.

La palabra «popular» del título se refiere tanto al espectro de obras seleccionadas por los curadores, como al programa de revisión de la producción de nombres centrales en el modernismo brasileño realizado por la actual dirección artística del MASP. En 2016, por ejemplo, el museo realizó Portinari popular, una selección de obras de Candido Portinari (1903-1962) relacionadas con la cultura popular brasileña. Al igual que Portinari, el trabajo de Tarsila do Amaral sustenta la construcción de una identidad nacional en las artes, junto a nombres como Lasar Segall (1891-1957) y Anita Malfatti (1889-1964).

Sin renunciar por completo a la matriz modernista formal y europea de la que formaba parte, Tarsila recurrió a personajes, temas y narrativas vinculados a lo popular en Brasil. Ese aspecto se manifestó en varias obras, como es posible observar en sus escenas de Carnaval, barrios marginales y ferias al aire libre, además de la relación de su obra con la religiosidad, y también con las leyendas populares e indígenas, como es el caso de las obras A Cuca (1924), Abaporu (1928) y Bautizado de Macunaíma (1956).

“La exposición y el catálogo adjunto tienen como objetivo promover reflexiones más amplias sobre Tarsila, articulando su vida y su trabajo en el contexto de una visión política, social y racial de la cultura y el modernismo brasileño, un movimiento que en Brasil rara vez se aborda bajo estos prismas”, dice Fernando Oliva, co-curador de la exposición.

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Nacida en una hacienda en el interior de São Paulo, en 1886, Tarsila formaba parte de la aristocracia brasileña. Estudió técnicas académicas tradicionales en Europa, donde convivió con pintores como André Lhote (1885-1962) y Fernand Léger (1881-1955). De este período, llaman la atención los retratos que ya apuntaban a una idea de modernidad: en la pincelada, en la representación poco realista y en el intento de captar lo emocional en los modelos, como en Autorretrato con vestido naranja (1921).

Sin embargo, fue a su regreso a Brasil en 1922 cuando Tarsila se adhirió a las ideas de vanguardia europeas, incorporándolas a su forma de representar a Brasil. Fue presentada por Anita Malfatti al escritor Mário de Andrade (1893-1945), a su futuro esposo Oswald de Andrade (1890-1954) y al poeta y pintor Menotti del Picchia (1892-1988), formando con ellos el Grupo de los Cinco.

Guiados por la idea de encontrar y definir un arte «verdaderamente nacional», los cinco hicieron un viaje de redescubrimiento del país a través de las ciudades coloniales mineras, acompañados por el poeta franco-suizo Blaise Cendrars (1887-1961). Esta expedición dio como resultado una serie de dibujos de observación de Tarsila que están en la exhibición.

Es en este momento que comienza el período conocido como «Pau-Brasil», una de las tres fases principales de la carrera de Tarsila, junto con los períodos «Antropofágico» y «Social», todos presentes en la muestra. La fase «Pau-Brasil» está marcada por temas de colores y temas marcadamente tropicales, como la exuberancia de la fauna y la flora locales, pintadas junto a máquinas y senderos, símbolos, a su vez, de la modernidad urbana del país. De ese periodo hay obras únicas como Estrada de Ferro Central do Brasil (1924), Vendedor de frutas (1925) y Um pescador (1925), una pintura que forma parte de la colección del Museo del Hermitage en Rusia, y que se expone por primera vez en Brasil.

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Fue por la década de 1920 que Tarsila comenzó la fase «Antropofágica», en la que logró crear algo único y particular. En 1926, se casó con Oswald de Andrade y presentó su primera individual en París. Dos años más tarde, pintó Abaporu, cuyo nombre de origen indígena significa «hombre que come carne humana”, un tipo de ritual practicado por algunas tribus brasileñas, especialmente los tupinambás. La obra inspiró el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade, que proponía la apropiación y la deglución, por parte de la cultura nacional, del legado cultural europeo, para devolverlo al mundo bajo la forma de una producción cultural propiamente brasileña. Obras como Urutu (1928) y Antropofagia (1929) están en la exhibición, que cierra este 28 de julio.

La llamada fase «Social», que sigue a «Pau-Brasil» y «Antropofágica», deja en claro la aproximación de Tarsila a los problemas políticos y sociales. A principios de la década de 1930, la artista, empobrecida por la pérdida de la fortuna de su familia durante la crisis de 1929, tuvo que deshacerse de las obras de su colección particular. Así, reunió recursos para viajar a la Unión Soviética, acompañada por su entonces esposo, el psiquiatra Osorio César. Juntos fueron a Moscú, Leningrado y Berlín, entre otras ciudades. De vuelta en Brasil, fue arrestada, sospechosa de «actividades subversivas» por visitar países comunistas. Estos eventos marcaron su fase de temática social, representados por obras como Segunda clase (1933) y Operários (1933).

Tarsila popular integra un año de exposiciones, simposios, conferencias, talleres, películas y publicaciones sobre el tema Historias de mujeres, historias feministas. El ciclo temático de 2019 reúne varias exposiciones monográficas de figuras de renombre internacional, como Gego y Leonor Antunes, junto a artistas brasileñas de los siglos XX y XXI, como Lina Bo Bardi, Djanira da Motta e Silva y Anna Bella Geiger, además de dos exposiciones colectivas, Historias de mujeres, artistas antes de 1900 y Historias de mujeres, artistas después de 2000.

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TARSILA POPULAR

Tarsila do Amaral (1886-1973), artista que foi figura central do modernismo brasileiro em sua primeira fase, a partir dos anos 1920, ganha sua primeira grande mostra no Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand (MASP). Tarsila popular, com curadoria de Adriano Pedrosa e Fernando Oliva, reúne 92 obras da artista, entre pinturas e desenhos, e propõe ainda um novo olhar em direção aos temas, personagens e narrativas presentes no trabalho da artista, especialmente no que diz respeito a questões políticas, sociais, e raciais.

O “popular” do título refere-se tanto ao recorte da obra de Tarsila, pelos curadores, como ao programa de revisão da produção de nomes centrais do modernismo brasileiro, empreendido pela atual direção artística do MASP. Em 2016, por exemplo, o museu realizou Portinari popular, uma seleção de trabalhos de Candido Portinari (1903-1962) relacionados com a cultura popular brasileira. Assim como Portinari, a obra de Tarsila está na base da construção de uma identidade nacional nas artes, ao lado de nomes como Lasar Segall (1891-1957) e Anita Malfatti (1889-1964).

Sem abdicar por completo da matriz modernista europeia e formal da qual fez parte, Tarsila voltou-se para personagens, temas e narrativas ligados ao popular no Brasil. Esse aspecto se manifestou em diversos trabalhos, como é possível observar em suas cenas de Carnaval, favelas e feiras ao ar livre, além da relação de sua obra com a religiosidade e, ainda, com as lendas populares e indígenas -caso das obras A cuca (1924), Abaporu (1928) e Batizado de Macunaíma (1956).

“A exposição e o catálogo que a acompanha pretendem promover reflexões mais abrangentes sobre Tarsila, articulando sua vida e obra no contexto de uma visão política, social e racial da cultura brasileira e do modernismo — um movimento que, no Brasil, raramente é abordado sob esses prismas”, diz Fernando Oliva, curador da exposição.

Nascida em uma fazenda no interior paulista, em 1886, Tarsila fez parte da aristocracia brasileira. Estudou as técnicas acadêmicas tradicionais na Europa, onde conviveu com pintores como André Lhote (1885-1962) e Fernand Léger (1881-1955). Desse período, chamam atenção retratos que já apontavam para uma ideia de modernidade -na pincelada, na representação não-realista e na tentativa de captar o emocional dos modelos-, como em Autorretrato com vestido laranja (1921).

Apesar disso, foi ao voltar ao Brasil, em 1922, que Tarsila aderiu às ideias vanguardistas europeias, incorporando-as à sua maneira de representar o Brasil. Foi apresentada por Anita Malfatti ao escritor Mário de Andrade (1893-1945), ao futuro marido Oswald de Andrade (1890-1954) e ao poeta e pintor Menotti del Picchia (1892-1988), formando com eles o Grupo dos Cinco.

Guiados pela ideia de encontrar e definir uma arte «verdadeiramente nacional», os cinco fizeram uma viagem de redescoberta do país pelas cidades coloniais mineiras, acompanhados pelo poeta franco-suíço Blaise Cendrars (1887-1961). Dessa expedição, resultaram desenhos de observação de Tarsila que estarão na mostra.

É nesse momento que se inicia o período conhecido como “Pau-Brasil”, uma das três principais fases da carreira de Tarsila, ao lado dos períodos “Antropofágico” e “Social”, todos presentes na mostra. A fase “Pau-Brasil” é marcada por telas de cores e temas acentuadamente tropicais, como a exuberância da fauna e da flora locais, pintadas ao lado de máquinas e trilhos, símbolos, por sua vez, da modernidade urbana do país. Desse momento, são singulares obras como Estrada de Ferro Central do Brasil (1924), Vendedor de frutas (1925) e Um pescador (1925), pintura que faz parte do acervo do museu Hermitage, na Rússia, e será exposta pela primeira vez no Brasil.

Foi ainda nos anos 1920 que Tarsila deu início à fase “Antropofágica”, em que conseguiu criar algo de único e particular. Em 1926, Tarsila casou-se com Oswald e apresentou sua primeira individual, em Paris. Dois anos depois, pintou Abaporu, cujo nome de origem indígena significa “homem que come carne humana”, tipo de ritual praticado por algumas tribos brasileiras, especialmente os tupinambás. A obra inspirou o Manifesto Antropófago, de Oswald, que propunha a apropriação e deglutição, pela cultura nacional, do legado cultural europeu, para devolvê-lo ao mundo sob a forma de uma produção cultural própria, brasileira. Trabalhos como Urutu (1928) e Antropofagia (1929) estarão na mostra.

A chamada fase “Social”, que se segue a “Pau-Brasil”, e “Antropofágica”, deixa clara a aproximação de Tarsila com as questões políticas e sociais. No início da década de 1930, a artista, empobrecida pela perda da fortuna da família na crise de 1929, teve de se desfazer de obras de sua coleção particular. Assim, reuniu recursos para viajar à União Soviética, acompanhada pelo então marido, o psiquiatra Osório César. Juntos, foram para Moscou, Leningrado e Berlim, entre outras cidades. De volta ao Brasil, foi presa, considerada suspeita de “atividades subversivas” por ter visitado paises comunistas. Esses eventos marcaram sua fase de temática social, representada por obras como Segunda classe (1933) e Operários (1933).

Tarsila popular integra um ano de exposições, simpósios, palestras, workshops, filmes e publicações em torno do tema Histórias das mulheres, histórias feministas. O ciclo temático de 2019 agrega diversas mostras monográficas, com nomes da arte contemporânea internacional, caso de Gego e Leonor Antunes, ao lado de artistas brasileiras dos séculos 20 e 21, como Lina Bo Bardi, Djanira da Motta e Silva e Anna Bella Geiger, além de duas mostras coletivas, Histórias das mulheres, artistas antes de 1900 e Histórias das mulheres, artistas depois de 2000.

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