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Visibilizando a Jeanne Tripier, Artista Representativa del Art Brut

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La Casa Encendida, en Madrid, presenta Creación y delirio, una muestra en torno a la figura y obra de la artista Jeanne Tripier (París, 1869 | Neuilly-sur-Marne, 1944). Enferma mental, excluida, autodidacta y “médium de primera necesidad”, como gustaba autodenominarse, hoy está considerada como una de las grandes artistas del denominado Art Brut, el arte creado fuera de los límites de la cultura oficial, generalmente realizado por personas con alguna enfermedad psiquiátrica o consideradas marginales por la sociedad.

La muestra reúne una selección de obras realizadas entre 1934 y 1939, correspondientes a los primeros años que estuvo ingresada en el hospital psiquiátrico de Neuilly-sur-Marne, donde falleció. Su obra fascina por la relación de ésta con su enfermedad mental -psicosis crónica-, con sus crisis psicópatas-megalómanas o con la reencarnación en otras personas, como Juana de Arco, que la llevó a firmar sus obras como “MM J.T. Juana de Arco”.

Comisariada por Aurora Herrera, la exposición se agrupa en tres bloques: escritos; dibujos; tejidos y bordados, en los que priman paisajes coloreados, cabezas de animales, secciones del córtex cerebral, objetos de uso común, talismanes, tablas de videncia, pájaros, peces, flores y personajes. La obra de Tripier está creada de manera convulsa, sin patrones formales y guiada únicamente por la intuición, dando como resultado unas piezas de gran expresividad.

Creación y delirio presenta un aspecto de la creación artística relacionado con los estados alterados de la conciencia. Forma parte de una línea de investigación, abierta desde hace diez años en La Casa Encendida, que pretende reflejar una aproximación a las relaciones y pulsiones creativas de artistas calificados desde diferentes puntos de vista como marginales, y las vanguardias artísticas del siglo XX. Ejemplo de ello han sido las exposiciones dedicadas a Antonin Artaud (2009), Edward Gordon Craig (2010) y Loïe Fuller (2014).

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El artista francés Jean Dubuffet definió Art Brut como el arte creado fuera de los límites de la cultura oficial, un término que en 1972 Roger Cardinal traduciría como ‘Arte Marginal’. El interés de Dubuffet se dirigía hacia las manifestaciones artísticas llevadas a cabo por pacientes de hospitales psiquiátricos, artistas marginales que desarrollaban su creación sin ningún contacto con las instituciones artísticas establecidas.

Creación y Delirio está conformada por una selección de obras que Jeanne Tripier realizó entre 1935 y 1939, y que actualmente forman parte de los fondos del museo Collection de l’Art Brut de Lausana, en Suiza. El periodo seleccionado se corresponde con sus primeros años de internamiento en el hospital psiquiátrico conocido como la Maison Blanche, una ciudad-hospital en Neuilly-sur-Marne, cerca de París, creada con el objeto de acoger a enfermos mentales, histéricos, epilépticos y alcohólicos.

Dubuffet adquirió las obras de Tripier en 1948 y las llevó consigo a las grandes exposiciones internacionales (París, Lausana, Nueva York) que situaron el Art Brut en el terreno del ‘Arte’.

A petición de Dubuffet, el doctor Beaudouin escribió una nota sobre Tripier en la que repasaba las circunstancias de su internamiento y la evolución de su diagnóstico:

“Generalmente inmovilizada por su estado orgánico, pasa el tiempo haciendo dibujos o bordados, en apariencia estereotipados. En su cama guarda un juego de tintas de distintos colores. Todos los días, durante la visita médica, enseña estas producciones y se extasía, mostrándose sorprendida por haber realizado unas obras maestras que no ha ideado voluntariamente. La expansividad afectiva y la sobrexcitación intelectual son la base de estas producciones”1.

Basándose en estas notas, Dubuffet escribió una breve biografía para la presentación de sus obras:

“La señora Jeanne T. falleció en 1944 a la edad de 75 años y ejecutó los trabajos aquí expuestos durante los últimos años de su vida. Debido a una grave enfermedad del corazón pasaba la mayor parte del tiempo postrada en la cama, donde trabajaba rodeada de frascos de tintas de colores. Sus obras, por lo general, llevan la firma ‘MM J.T. Jeanne d’Arc, médium de première nécessité’ [MM J.T. Juana de Arco, médium de primera necesidad]. Decía estar en comunicación espiritual con poderosos espíritus ‘interplanetarios’ (en especial con el de Juana de Arco) que le dictaban mensajes numerosos y prolijos y guiaban su mano cuando dibujaba o bordaba”2.

Según expresan sus escritos, Tripier siempre se mostró sensible hacia los acontecimientos que permitían comprender o intuir los mundos no materiales que la rodeaban llegando a adscribirse a sesiones “mediúmnicas”. Esta conciencia de sí misma como “médium” está presente en toda su obra. Ella se consideraba un mero “reproductor” de las voces que oía en su interior, la de poderosos espíritus que le dictaban mensajes para salvar a la humanidad. Tripier no ha sido la única creadora en vincularse a sesiones “mediúmnicas”. Artistas como Hilma af Klint, Emma Kunz o Josefa Tolrà, entre otras muchas, también estuvieron estrechamente ligadas a los círculos espiritistas.

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ESCRITOS

La primera parte de la exposición está reservada a la escritura, esencialmente realizada al dictado de voces externas, y permite rememorar el pasado de Tripier y recuperar su universo referencial. Su caligrafía es sorprendente, legible y de trazo nítido y, en ocasiones, las líneas de texto se curvan y se adaptan para dibujar figuras. En otros casos, las letras se hacen diminutas, hasta el punto de resultar ilegibles. Carentes de corrección alguna, los escritos siempre tienen forma de mensaje, normalmente de una extensión de cuatro páginas tamaño cuaderno. A menudo, se trata de palabras dirigidas a Tripier por Juana de Arco, la “doble fluídica” de la creadora, con la que ésta se identificaba. En otras ocasiones, las comunicaciones proceden de poderes “divinos” o “demoniaco-divinos”. Tripier se convierte así en médium y misionera de estas instancias superiores -es la encargada de organizar en la Tierra los preparativos del “Juicio Final Definitivo”.

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DIBUJOS

En la segunda parte de la muestra se puede ver cómo sus cuadernos empiezan a incorporar dibujos -que la propia Tripier denomina “clichés”-, una suerte de mensajes a base de manchas de tinta manipuladas que se entremezclan con la escritura. Con el tiempo, los clichés cobran preponderancia sobre la escritura, hasta alcanzar el extremo en el que el texto desaparece y la mancha cobra un protagonismo absoluto en la página.

En el lenguaje de la fotografía se denomina “clichés” a las tiras de película fotográfica reveladas con imágenes en negativo. Esto demuestra la influencia que tuvo para Tripier tanto la fotografía como el cine. Ella misma clasificaba sus clichés diferenciando entre los geográficos, los atmosféricos y los agloméricos. En general, sus clichés suelen ser monocromos con diferentes grados de saturación en la superficie y pintados con una sola tinta, que puede ser negra, azul o violeta, o, en su caso, mezcladas con agua. En más de una ocasión introdujo otros materiales que tenía a su alcance, como tintes de cabello o laca de uñas, que ella misma utilizaba, a veces mezclados con otras sustancias de uso común. Solía aplicar la tinta mediante el frotado y la dispersión con las manos, aunque en ocasiones también se servía de un pincel. Mezclando tintas de dos o más colores, también obtenía diferentes transparencias y texturas que permiten descubrir un universo que va más allá de lo bidimensional.

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BORDADOS Y TEJIDOS

La tercera parte corresponde a los bordados y los tejidos, imágenes en positivo de muchos de los clichés que se presentan como mensajes, al modo de tablas “mediúmnicas”, talismanes o medallones astrológicos. Su obra textil está realizada con diferentes técnicas de tejido -festón, crochet, bordados con y sin relieve, tricotados y tejidos-, así como con diferentes materiales y colores.

Uno de los factores de la fascinación que despierta la obra de Jeanne Tripier es la utilización del bordado como expresión y terapia, la repetición que conlleva el bordado y el papel que juega como generador de un estado mental, que tanto acerca al mundo cotidiano de las mujeres que históricamente lo utilizan como escape de la realidad y descanso de la mente. Sin embargo, según indica la comisaria Aurora Herrera en el catálogo que acompaña la exposición, “a diferencia de la manera tradicional, rítmica y repetitiva, Tripier tejía de forma convulsa, aparentemente desordenada, sin patrones formales, guiada únicamente por su intuición, creando piezas textiles dotadas de una increíble expresividad”.

“Más tarde, cuando descubrí sus dibujos, me di cuenta de que Tripier seguía tejiendo a través de ellos, pues muchos de sus ‘clichés’ son bordados bidimensionales en los que podemos ver el relieve entre las texturas, entre los pocos espacios vacíos que dejaba la creadora o entre las marañas de líneas que nos sumergen en formas perceptivas no dimensionales. Formas, figuras que surgen de las manchas de tinta o de sus frotados convulsivos; una suerte de imágenes fotográficas a punto de ser reveladas que, no obstante, se detienen en un estado inicial de revelado, en los primeros rasgos o superficies de la forma. También he podido leer sus escritos, donde el texto teje un nexo entre el pasado y el presente que es fruto de la necesidad de tender hilos a otras generaciones, a su familia, a amigos, a personas situados en otros territorios de la memoria”, agrega Herrera.

Su manera de abordar su obra textil la acercan también a una de las principales obsesiones recogidas en sus escritos: su interés por las artes decorativas, que siempre está presente en sus creaciones. Como ella misma escribió: “Las artes decorativas gobernarán los territorios sin excepción”.

La exposición también incluye un conjunto de medallones que Tripier, según la comisaria, tejió “para preservarnos de los continuos embates de la realidad y cargarnos, a todos los que veamos sus obras, de poderes protectores”.

Su obra remite al credo creativo que Paul Klee describió en 1920, según el cual “el arte no reproduce lo visible, el arte hace visible”. Pertenece a esa categoría especial, la de habitante de un “mundo intermedio” que “existe entre los mundos que percibimos con los sentidos, y mantienen, o han redescubierto, la capacidad de ver, donde se encuentran las miradas más puras, […] no contaminadas de la civilización”3.

 


[1] Nota sobre la Sra. J. Tripier (Juana de Arco), escrita por el Dr. H. Beaudouin, médico jefe del hospital de Maison Blanche, octubre de 1948. ACAB, Lausana.

[2] Notas biográficas para la exposición de Heinrich Anton Müller, Jeanne Tripier y Auguste Forestier, Foyer de l’Art Brut, 22 de febrero de 1949-1 de abril de 1949. ACAB, Lausana.

[3] Marián López Fernández Cao, Memoria, ausencia e identidad: el arte como terapia, Madrid, Editorial Eneida (Biblioteca Ensayo, 12), 2011, pp. 111-112.

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CREACIÓN Y DELIRIO, DE JEANNE TRIPIER

La Casa Encendida, Plaza de San Martín 1,  Madrid

Del 10 de octubre de 2018 al 5 de enero de 2019

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Imagen destacada: Jeanne Tripier, Sin título, entre 1935 y 1939, bordado de algodón sobre tela, 20 x 25 cm. Foto: Sarah Baehler, Atelier de numérisation – Ville de Lausanne. Collection de l’Art Brut, Lausana

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