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TONY VÁZQUEZ-FIGUEROA. BLACK SURFACE. THE UNDOING PROCESS

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Desde 2014, Tony Vázquez-Figueroa (Caracas, 1970) ha desarrollado un cuerpo de trabajo que tiene como foco de investigación el petróleo, única materia prima de exportación de su país natal, Venezuela. Su indagación es abarcante, casi exhaustiva. Por una parte, devela un afán por revisar las implicaciones que la monoproducción del hidrocarburo ha tenido en la historia, la cultura, la economía y los comportamientos sociales y políticos de ese país suramericano, y por otra, actualiza una experimentación en la que petróleo y sus derivados son usados como materia plástica de múltiples posibilidades.

Con ánimo retrospectivo, la exposición Black Surface. The Undoing Process, en LnS Gallery (Miami), reunió varias series de sus obras realizadas entre 2014 y 2018. In the Land es una serie que engloba más de veinte trabajos, formados por anuncios publicitarios, dibujos, y pequeñas cajas de plexiglás. El artista –que por muchos años se desempeñó como director creativo de importantes casas de publicidad en Venezuela– tomó anuncios producidos a mediados del siglo XX en los Estados Unidos, en los que Venezuela era mostrada como un destino rico, pujante, un país moderno y a la vez exótico, que sin duda se abría como un creciente mercado para la industria norteamericana. La imagen del país, transcrita en esos anuncios desde la perspectiva exógena del principal comprador del hidrocarburo venezolano, deja un sabor de extrañeza, como si una barrera insalvable de incomprensión (externa, pero también interna), hubiese estado allí guardada y ahora, a la luz de la distancia y del tiempo, empezara a develarse.

En un ejercicio casi meditativo, el artista se apropia de la imagen y los textos del anuncio, y realiza un fino dibujo tomando las líneas que bordean las figuras y las letras. Casi al mismo tiempo que reflexiona y dibuja con petróleo (para lo cual diseñó una estilográfica especial), surge una preocupación sobre las propiedades del material que está usando. Lleva a cabo entonces las pequeñas cajas de plexiglás que rellena con bitumen, un hidrocarburo de alta viscosidad que al interactuar con el acrílico se convierte en una especie de espejo negro distorsionante. En estas piezas son consustanciales el proceso de creación y el devenir. Cada una tiene un pequeño agujero en el fondo, por el que escapará una gota de bitumen aproximadamente en 9 años. Esta gota cristalizará –en el inmenso entramado conceptual de In the Land– en una semilla proverbial y primigenia: la simiente para “sembrar el petróleo”[1], vértice simbólico de la nación y su destino.

Desde 2015 Vázquez-Figueroa realizó estas cajas de manera independiente y en gran formato, en la serie titulada Black Mirror Box. Por su tamaño y configuración minimalista, en estas piezas se potencia el efecto distorsionador del reflejo, fomentando una lectura que pudiera sugerir las deformaciones que la riqueza petrolera acarreó en la psique colectiva de la nación caribeña.

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De esta experiencia surge toda una indagación propiamente pictórica sobre las posibilidades del petróleo como materia expresiva. En la serie Black Mirror, de 2017, Vázquez-Figueroa utiliza el bitumen como pigmento, valiéndose de un gesto mínimo: una mancha sobre plexiglás, resultante de dejar caer la sustancia líquida sobre la superficie. Su consistencia es gruesa y viscosa, brillante, y desencadena sensaciones hápticas y un sinnúmero de interrogantes sobre su comportamiento plástico. Siguiendo esta vía, poco después emprende la serie Black Mirror Painting, en la que establece un juego imitativo, al sustituir el bitumen por resina, aplicada del mismo modo sobre un lienzo negro.

Siguiendo algunas aristas la investigación emprendida con In the Land, en 2018 el artista inició la realización de la serie Black Archive a partir de fotografías de contextos urbanos venezolanos tomadas alrededor de los años cincuenta del siglo XX. Esas imágenes en blanco y negro muestran a un país aún provinciano con visos de industrialización, cierto desarrollo de infraestructura, y claros anhelos de modernidad. En las fotos, Vázquez-Figueroa cubre con resina negra algunas formas, que de esta forma se hacen significativas y subrayan esta tensión: el perfil de las torres del Centro Simón Bolívar en El Silencio visto desde la bucólica cima de El Calvario, la imponente figura del Concorde en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, o la caja de un televisor de la época, siendo llevado a un barrio pobre, por ejemplo.

La exposición incluyó algunas piezas de la serie In Memorian (2014-2018), en la cual el artista experimentó con volúmenes que reproducían botellas, cafeteras, envases, etc. Eran todos productos que comenzaban a escasear en Venezuela, y cuya ausencia anunciaba la enorme crisis económica que estallaría en el país poco tiempo después. Estas obras fueron realizadas encapsulando bitumen en bloques acrílicos.

La instalación The Unsustainable Message es un entramado hecho con cuerdas negras dispuestas horizontalmente, cruzadas en un sector por algunos listones verticales. Su configuración inevitablemente la vincula con las grandes obras urbanas cinéticas que, como ejemplos de la estética oficial, acompañaron el período del auge petrolero venezolano. Pero también nos recuerda la enramada tras la cual se coló la luz de Reverón. Aunque aquí trocada en negro, algo de aquel país auténtico se entreteje en esta obra, que espacialmente abre y cierra la exposición. Las confluencias e intersecciones se dan en la propia reflexión que Tony Vázquez-Figueroa actualiza, en un intento generoso por acompañar estéticamente una historia que hoy más que nunca nos esforzamos por comprender.

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[1] “Sembrar el petróleo” fue el título de un artículo escrito por el humanista venezolano Arturo Uslar Pietri en 1936. Con esta frase de gran potencia metafórica, el autor advertía sobre la necesidad de emplear los recursos provenientes de la renta petrolera en sectores que, como la educación, la cultura o la industria no petrolera, potenciaran el desarrollo integral y orgánico del país.

Imagen destacada: Tony Vázquez-Figueroa, Black Archive / Military Parade, 2018, resina sobre impresión vintage, edición de 3 + 2 PA, 43,1 x 33 cm. Cortesía del artista y LnS Gallery, Miami

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Katherine Chacón

Investigadora, curadora y crítica de arte venezolana asentada en Miami, especializada en arte venezolano y latinoamericano. Entre 1987 y 1994 fue Curadora en Jefe de la Colección de Arte Latinoamericano del Museo de Bellas Artes de Caracas, donde curó varias muestras, entre ellas «Beatriz González. Retrospectiva» (1994). En Caracas, fue Directora General del Museo Armando Reverón (1994-2001), el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez (2001-2006) y el Museo Alejandro Otero (2006-2008). De 2008 a 2011 se desempeñó como Directora Adjunta de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Cancillería venezolana. Fue coordinadora del envío venezolano a la XXI Bienal de São Paulo en 1991, y Comisaria del envío venezolano a la 51° edición de la Bienal de Venecia, en 2005. Sus textos críticos han sido publicados en revistas internacionales, como ArtNexus, Arte al Día y Artishock, así como en catálogos de galerías, museos e instituciones culturales. Asimismo, participa frecuentemente en conferencias, charlas, foros y encuentros sobre arte y literatura y, como jurado, en salones de arte de Venezuela y Latinoamérica.

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