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PANORÁMICA DE LA SOCIEDAD MEXICANA A TRAVÉS DEL VIDEO

Abusos de poder, corrupción, políticas económicas y sociales que ponen el dedo en la llaga en los más desasistidos son, y han sido, marcas indelebles de la cultura política latinoamericana. México no escapa a ello. Su historia está además signada por desapariciones, narcotráfico y asesinatos violentos. También por la anestesia mediática. La sociedad mexicana, en particular sus sectores más vulnerables, está en un constante ejercicio de resistencia. Algunos artistas también. Con su trabajo, apuntan a estos males desde una mirada a veces irónica, a veces directa, a ratos emotiva.

Nosotros ya no somos los mismos (Seres de luz del trabajo inmaterial). Con ese sugerente título, el artista mexicano Gabriel Escalante ha curado una estimulante muestra de video para la Galería Concreta de Matucana 100 en la que artistas de distintas generaciones y con lenguajes diversos ofrecen su mirada ante las injusticias sociales que arropan al país. El material seleccionado destaca aspectos sociales y culturales que casi no han cambiado en los últimos veinte años, como la violencia, la apatía y la desigualdad.

Los 22 artistas invitados han sido agrupados en tres núcleos o ejes temáticos. Una sala reúne trabajos que interpelan la perversa relación de la sociedad mexicana con los medios de comunicación. La segunda sala presenta piezas relacionadas abiertamente con temas políticos y sociales, como las diferencias de clase, las desapariciones forzadas o el narcotráfico. El tercer grupo es el más abstracto y tiene que ver con el paisaje urbano y el paisaje ficticio, una mirada acaso más optimista y poética de la realidad actual en México.

Nosotros ya no somos los mismos incorpora varios videos que tienen un carácter documental, que son apropiaciones o registros espontáneos de situaciones -al estilo de un home video-, material low tech o de bajo presupuesto. El repertorio incluye, por ejemplo, un registro de la aparición de Horacio Cadzco en el programa Sábado Gigante de Don Francisco, en el que el artista es premiado con 2.000 dólares en un concurso por revelar su «secreto»: no haberse bañado ni cambiado de traje por un año (una performance, claro está). También se proyecta El Gringo, de Francis Alÿs, en el que el artista belga, como «gringo» -un extraño– que vive en el D.F, irrumpe en un poblado de bajos recursos y se enfrenta con su cámara -epítome del poder- a una jauría de perros.  Otros artistas en la muestra son el cineasta Carlos Reygadas, Guillermo Santamarina y Joaquín Segura.

Gabriel Escalante estuvo en Chile para la inauguración y con él compartimos algunas impresiones sobre esta muestra de videoarte que, hasta el 30 de enero, presenta una panorámica de las cualidades, vicios y particularidades de la sociedad mexicana contemporánea.

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Horacio Cadzco, Don Francisco, 2010, broadcast HD, 3:43 min. Cortesía del artista

Alejandra Villasmil: La muestra se enfoca claramente en la identidad mexicana, enfatizando ciertas problemáticas políticas y sociales que poco han cambiado en las últimas dos décadas. ¿En qué características de forma y contenido basaste tu selección?

Gabriel Escalante: Principalmente trabajé con obras que a través de los años me hicieron sentido en aspectos que compartimos en México, como la desigualdad, el aislamiento, la violencia. También con situaciones loables como la generosidad, ciertas tradiciones, o el paisaje; también el humor producto de la relación con un contexto tan específico. Al igual que otros trabajos curatoriales que he realizado, he agrupado diferentes ideas que, por alguna u otra razón, no había podido utilizar, pero siempre había querido hacer algo con ellas. Recurrí a un espectro amplio generacional para tratar de incluir un rango mayor de puntos de vista sobre la práctica del video en México. El artista de más edad en la muestra tiene 60 años y el más joven 26. Quería que fuera una muestra constituida por video como soporte principal, ya que hay algunos artistas que hacen cine pero que igual participan aquí con video, pues me interesaba guardar una unidad formal y que la muestra no se dispersara a otros recursos como la animación o el film.

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Francis Alÿs (en colaboración con Rafael Ortega), El Gringo, 2003, video HD, 4:37 min. Cortesía del artista

A.V: ¿A qué se debe el título de la exposición?

G.E: El título hace alusión a la idea del paso del tiempo como forma de crecimiento y reflexión, como espacio de maduración o entendimiento. Resulta una paradoja en el sentido literal, pues al no ser los mismos, se asume un cambio de actitud mental de cara a la cotidianidad. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto, pues la situación actual en México sigue siendo esencialmente la misma, o peor, derivada de un sistema neoliberal donde el rico es más rico y el pobre más pobre cada día y tiende a desaparecer la clase media, que es generalmente la que tiene que ver con movimientos intelectuales y políticos. El ámbito de la cultura es manejado por el Estado, las becas son un derecho ciudadano, no son propiedad del gobierno. El gobierno mexicano ha corrompido éste y otros programas al querer utilizarlos como medios de cooptación. Esa es una realidad que urge cambiar, por darte un ejemplo. Muchos personajes han brincado de un puesto a otro, salen de un partido para militar en otro y finalmente extender su participación y existencia dentro del régimen que lleve la administración de turno. Los personajes pertenecientes a la llamada “clase política” han sido responsables de la situación económica y social del país que vivimos actualmente. ¿Será que cada país tiene los políticos que merecen? Esta pregunta la dejaría lastimosamente abierta. Sí, tal vez no somos los mismos, las prácticas sí.

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Renato Ornelas, Charlize 20%, 2009, video digital, 28:37 min. Cortesía del artista

A.V: Me comentabas el día de la inauguración que son tres los núcleos de la muestra. ¿Podrías elaborar más sobre cómo subdividiste el material expuesto?

G.E: Podría parecer una exhibición ambiciosa por su extensión, en cuanto a los temas del contenido y tiempo, pero pensamos que sería más agradable leer cada hub como una narrativa que se iría hilvanando una a una con la otra. La primera sala agrupa las piezas mas irónicas, más irreverentes, que tienen que ver con cuestiones de los medios de comunicación, o la televisión principalmente. Nuestra relación con este medio es ciertamente macabra; generaciones de niños son “entretenidos” con contenidos aberrantes que conforman, salvo algunas excepciones, la programación de la televisión abierta en México. De ahí que en muchos otros países seamos más conocidos o relacionados con personajes como El Chavo, Thalía o Verónica Castro, insignes emblemas de la hueca cultura popular mexicana. La siguiente sala agrupa las piezas que tienen que ver con ideas más claramente orientadas a la política o a lo social, como es el caso de obras que tocan las llamadas “diferencias de clase”, las desapariciones forzadas o situaciones producto de algún vínculo con el narcotráfico. El tercer grupo es el más abstracto y poético – quizás el más críptico en ese sentido-, con obras que desde mi punto de vista tocan rasgos como el paisaje urbano, el paisaje ficticio, y que ofrecen una cierta mirada sobre los colores y tonos que compartimos en el campo o la ciudad.

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Carlos Reygadas, Este es mi reino, 2010, video HD, 12:10 min. Producido por Canana. Cortesía del artista

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Carlos Reygadas, Este es mi reino, 2010, video HD, 12:10 min. Producido por Canana. Cortesía del artista

A.V: ¿Podrías comentarnos de algunos videos emblemáticos dentro de tu selección?

G.E: Personalmente me gustan todas las piezas incluidas y tienen un por qué de estar. Si tuviera que hablar de alguna obra en particular sería difícil, pero podría escoger Este es mi Reino, de Carlos Reygadas, donde el experimento, que fue real, consistió en invitar a una fiesta en el campo a muchos de sus familiares y amigos, en su mayoría miembros de una clase intelectual y acomodada de México. Por otro lado, también invitó a trabajadores y gente del pueblo donde sería el evento. Todo esto sin que nadie supiera quiénes estarían invitados a estar ahí. Se limitó a registrar el asunto, ofrecer a todos los invitados comida y bebida sin restricción alguna, para que en un punto se rompiera la distancia entre estas “dos sociedades”, y que este choque de clases se suscitara de una manera espontánea, aunque también premeditada e impuesta por la convención de estar reunidos en una mesa. Conforme pasan las horas, los invitados beben y comen. Podemos ver cómo señoras «educadas» empiezan a realizar “limpias energéticas” a los pobladores, las “güeritas” (chicas rubias) son invitadas a nuevas fiestas e intercambian sus direcciones de email con caballerangos y jornaleros de la zona, entre otras cosas atípicas. La fiesta va subiendo de tono, hasta que se sale de control y terminan todos los invitados, niños y adultos, siendo partícipes del incendio de un automóvil. Para mi este trabajo resulta importante de leer en el contexto de cómo funcionan las relaciones de poder y la situación social y económica en nuestro país, ya que el racismo que vivimos en México no es racial, sino social. Es solo un velo pues no existe ninguna disyuntiva ética en que ambos grupos convivan por el simple hecho de habitar el mismo espacio, aunque no la misma realidad.

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Thomas Glassford, Autogol Kiss: Autorretrato, 1995, Betacam trasferido a video digital, 40 seg. Cortesía del artista

A.V: La muestra reúne material de distintos periodos. ¿Cómo ves el estado actual del video arte en México?

G.E: Como mencionas, la muestra abarca un periodo más o menos amplio, de unos 20 años a la fecha. Como en todos los lugares, entiendo que los formatos cambian, se modernizan y tienden a ser mucho más accesibles. Hacer un video o realizar una película en formato digital no sólo vino a democratizar la forma de hacer cine, sino que se convirtió en una plataforma recurrente en muchas de las prácticas contemporáneas en México. En México encuentro un panorama un poco mediado por los criterios de mercado, que poco apuntan a formatos como el video. Sabemos que la pintura o la gráfica son los medios que principalmente llevan el mercado del arte a nivel global. México tiene apoyos para la cultura como mencioné, sin embargo, pienso que la práctica del video se ha ido restringiendo a los artistas con intereses conceptuales más fuertes, pero al no conseguir la atención o el apoyo de las galerías por usar un formato poco viable comercialmente, optan por medios mucho más realizables en términos económicos. Lo crucial en mi opinión no es, o será, la producción; será la distribución.

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Martín Núñez, Autorretrato amarillo, 2006, video digital, 1:35 min. Cortesía del artista

A.V: Comentabas en tu texto curatorial que esta muestra destaca aspectos que casi no han cambiado en los últimos veinte años, como el lenguaje, los tipos de relaciones, el pensamiento y ciertas prácticas sociales que reflejan su incapacidad de ejercer la autocrítica. ¿A qué te refieres con eso?

G.E: Me refiero al hecho de que con el paso del tiempo no necesariamente uno es más consciente de sus problemas, de nuestros errores o vicios. Vivimos en una especie de narcisismo y egoísmo que nos impide ver nuestras fallas, o hacerlas ver en los demás. Es como estar cerrados en nuestro propio espejo como en la pieza de Thomas Glassford. El lenguaje que utilizan los medios de comunicación, las campañas y partidos políticos, las groserías que nos identifican, las maneras de pedir dinero o la manera de reaccionar a esto forman una cadena en la que nos hemos acostumbramos a vivir. Una cotidianidad que no busca nuevas formas de convivencia, sino cercar el poquito espacio vital que nos queda. Creo que a pesar de que han sucedido hechos que conmocionan, no ha surgido el principio del fin de una era muy anquilosada. No se abre una nueva era de autodeterminación nacional y soberanía del Estado para que la gente se de cuenta de sí misma como una nación capaz de asumir la responsabilidad de su propio destino. La palabra autocrítica alude principalmente a que somos el país que hacemos: México somos nosotros, quienes nacimos y vivimos y trabajamos en él. Existe un dicho muy fuerte que ha perdurado por todos estos años hasta poco antes de que cambiara el régimen partidista que durante 80 años condujo al país. Hasta el 2000, año en que ganó por elecciones democráticas la llamada “alternancia” o partido de oposición, había un gran sector de la población que pregonaba: “Estábamos mejor antes con ellos… robaban… pero dejaban trabajar”. A mi me parece muy sintomático el hecho de pensar que estábamos mejor antes, con la corrupción a tope, con las diferencias en su máximo, con menos posibilidades de ir a la universidad y con el mayor porcentaje de pobres en el país, de casi el 60 por ciento.

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