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UNA PREGUNTA (O VARIAS MÁS) SOBRE NOSOTROS

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Hoy, cuando parece que los márgenes se han ido difuminando a causa de la globalización, cuando parece que todos estamos tan conectados y que hay cosas que ya no son tan importantes o, más bien, que hay asuntos superados por las sociedades, emerge el trabajo desarrollado por Ingrid Wildi Merino -artista, investigadora, académica y curadora-, más algunos colaboradores, que hoy se encuentra en exposición en la Galería de Artes Visuales del Centro Cultural Matucana 100.

Un kilómetro de conocimientos invisibles propone una mirada en tres zonas a problemas que, al contrario de lo que se podría pensar, no se encuentran superados y que aún pueden ser visitados desde su génesis en una comprensión histórica que otorga respuestas, más dudas, o bien, otras formas de plantear en la actualidad los fenómenos que se abordan en el espacio.

La primera de esas zonas es un análisis sobre la modernidad, la cristiandad y la colonización; la segunda nos muestra la reflexión sobre la geopolítica del poder; y, la tercera, es la zona que aborda la comprensión crítica de la matriz de la dominación colonial.

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Los tres ejes contienen trabajos que fueron desarrollados mediante un esquema colaborativo con distintos actores de los círculos por los que deambula la artista, en donde no solo podemos ver obras de arte en lo visual, sino que también toda la trama de sentidos y reflexiones de hay detrás de las operaciones que se encuentran ahí. Fueron estudiantes, teóricos y académicos quienes dinamizaron las reflexiones que Wildi ya venía trabajando en exposiciones anteriores, como con Dislocación.

Mientras se recorre la muestra surgen dudas respecto al trabajo, dudas que me hacen preguntarme por las fracturas que tenemos como chilenos, como latinos, como personas que son parte del sur del mundo, y es ahí donde creo radica lo interesante de la exposición.

Si bien en el Sur del mundo tenemos diferencias culturales que nos hacen componernos y situarnos desde realidades distintas ante el resto del globo, hay un factor que de alguna manera nos hace reconocernos y es el haber sido/ser colonia. Es a partir de ahí que Wildi busca trazar una ruta de encuentro para la reflexión de nuestro tiempo presente y, por qué no, un análisis para pensarnos en un futuro alternativo al que podríamos seguir así tal y como estamos.

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La exposición nos muestra críticamente una realidad fragmentada de historias que fueron interrumpidas en su curso por medio de tanta violencia que ha azotado al sur desde su génesis. En el caso chileno, la invasión de españoles en el territorio de los pueblos que antes habitaban este espacio terrestre, donde el problema no fue solo el asentamiento de estas personas en ese lugar, sino que la imposición de una cultura por sobre otra a punta de garrote.

Lo anterior no solo se dio en términos de la conquista española, sino que ha sido una continuidad de gestos, acciones y medidas que el sistema se ha encargado de establecer para mantener la hegemonía del poder de unos por sobre otros.

Las operaciones que entonces Wildi nos invita a ver en la composición de la muestra van posibilitando recorrer la trayectoria de pensamiento de la misma artista, junto a otros camaradas, por medio de videos que pueden ser vistos con la calma de una clase magistral. Asimismo, se nos posibilitan imágenes que van dando cuenta de una historia de imposiciones y, al final, sincretismo.

Varios de los videos que nos podrían parecer aleatorios o incluso antojadizos se logran embrollar con los relatos de los diálogos presentes y los textos de los muros que entonces hacen evidentes la presencia de esa secuencia de imágenes, para que el espectador pueda completar o cargar con situaciones o experiencias que le hagan sentido.

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En la última sala de Matucana 100 hay una serie de portadas de textos que han sido históricamente icónicos para la lucha de los pueblos subalternizados por un sistema que no fue desde su génesis neoliberal. Sin embargo, siempre se ha tratado de un poder por sobre otro y de una violencia ejercida desde el poder sobre los que no lo poseen. Asimismo, existe la presencia de imágenes que hoy circulan por camisetas, banderas, stickers e incluso memes que, ya vaciadas de sentido, en la muestra se las vuelve a dotar de la épica de la lucha para recordar a quienes quisieron romper cadenas y dieron su vida al activismo social en todos los bemoles posibles.

Pareciera, entonces, que desde la primera sala con la visualidad que podemos asignar a un imaginario más colonial, el mundo -o mejor dicho nuestro mundo- siempre ha sido así, siempre ha sido este infierno donde el fuerte se devora al más débil, pero llegando a esa última sala retomamos la esperanza de que las personas encapsuladas en esa debilidad sistemática entonces puedan hablar y luchar por otra realidad posible.

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En el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos Wildi presenta, en paralelo, una pequeña muestra que aborda el tema desde las migraciones, un tema hoy total y absolutamente patente en el territorio nacional y global. Vemos videos de texto e imagen que nos dan cuenta de una realidad de la que los estados no se han hecho cargo en tanto el aseguramiento de derechos para las personas que van atravesando las fronteras y, desde el punto de vista cultural, cómo las sociedades no nos hemos hecho cargo del derrumbe de la frontera con otra persona del mismo sur. Así, esta pequeña sala busca estremecernos para que podamos sentir desde la empatía un dolor y reconocernos en él.

Las exposiciones instaladas en Matucana 100 y el MMDH pretenden provocar una serie de instancias en las cuales se permita abrir diálogo, debate y reflexión, acerca de temáticas que definitivamente no tenemos superadas como sociedades. Existe una clara intención de interpelar a partir del análisis personal que cada espectador puede realizar con lo exhibido. Sin embargo, lo más interesante de la muestra es lo que puede resonar en quienes habiten la exposición un momento y entonces quede la idea de una reflexión planteada por Wildi y compañía en el cotidiano, fuera del espacio de exhibición, en una charla familiar o con amistades. Es ahí donde este trabajo podría alcanzar su máximo rendimiento.

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Danae Díaz Jeria

Egresada en Teoría e Historia del Arte por Universidad de Chile. Presidenta de CODEJU (Comisión Chilena pro Derechos Juveniles).

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