Walter Bee:selfie o el Doble Falso

La obra de Walter Bee interroga críticamente el modo en que el ojo percibe el mundo visible, pero también se pregunta por el surgimiento y transformación de las imágenes en sí mismas, que no solo emergen desde una realidad percibida por el sentido de la visión, sino desde múltiples orígenes, como construcciones del pensamiento o representaciones mediatizadas tecnológicamente. En Selfie, la muestra que presenta en Casa E, Valparaíso, hasta el 16 de agosto, el artista se concentra en el fenómeno de la reproducción y multiplicación de imágenes que componen el mundo digital, a la manera de una “realidad paralela” hecha de reflejos.

Vista de la exposición Selfie, de Walter Bee, en Casa E, Valparaíso, Chile, 2015. Foto: Prem Sarjo

Pareciera que la realidad ha sido reemplazada por su representación, su falso doble. Y no solo habitamos en una representación, sino que además hemos inventado una serie de tecnologías que permiten “ver” (entre comillas) lo invisible, utilizando cientos de mecanismos de diagnósticos basados en fotografía, scanner, radiografía y tantos otras tecnologías que hoy se desarrollan a un ritmo vertiginoso. Experimentando con estas mismas prácticas, Walter Bee explora un asunto de corte filosófico, que atañe a la existencia de una realidad y a nuestra posibilidad de acceder a ella. En su investigación las imágenes emergen desde cualquier origen: el azar, los sutras (especies de mantras que evocan ideas visuales), la memoria, y son sometidas a un sistemático proceso de traspasos.

Vista de la exposición Selfie, de Walter Bee, en Casa E, Valparaíso, Chile, 2015. Foto: Prem Sarjo

Vista de la exposición Selfie, de Walter Bee, en Casa E, Valparaíso, Chile, 2015. Foto: Prem Sarjo

El montaje de Selfie condensa y potencia distintos niveles: lo filosófico, lo sensorial y lo técnico. El espectador ingresa al recibidor que ha sido completamente empapelado por un motivo pictórico fotografiado e impreso que se adhiere a la pared generando la completa transformación del espacio. Al fondo, en una pantalla que casi pasa desapercibida, se proyecta un video en el que dos CDs digitalizados, intervenidos y animados se mueven lentamente, a la altura de los ojos del observador, devolviéndole una mirada especular. El movimiento sutil está ligado a una música de mantra, hipnótica, lo que produce una inmersión en la experiencia.

Luego, al acceder a la sala principal, el espectador se encuentra con una obra mural que es también una pintura sometida a múltiples procesos, hasta convertirse en una especie de mapa abstracto que remite, fantasmáticamente, al accidentado territorio de Valparaíso. Frente a ella, se proyecta la visión fugaz de un paisaje capturado desde la ventanilla de un auto.

Con esta exhibición, Walter Bee logra situarnos en el inquietante misterio de la imagen y el vértigo de sus transformaciones, desestabilizando la noción de realidad y, con ello, la idea de la propia existencia. Selfie: Autofoto, en español, habla de la extendida práctica de duplicarse a sí mismo como estrategia de sobrevivencia; de la necesidad de convertirse a sí mismo en una representación para poder circular en un mundo hecho de reflejos.