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La Buena Estrella*

Entre os artistas propriamente, os visionários cegos criam empiricamente pelo tato, pelos contatos que ainda mantêm de certo modo e indiretamente com a paisagem exterior. Têm confiança na boa estrela, munidos de antenas que os mantêm virados para os bons ventos. São veículos, instrumentos operatórios, encostos mediúnicos. Os outros, de olhos abertos, dão diretamente expressão ás intuições da imaginação. Expressão em símbolos-objetos, vivências e realidades apenas em potencial.

Mário Pedrosa, Ciencia y Arte, Vasos Comunicantes, 1960

Cuando leí por primera vez este escrito de Mário Pedrosa me vi frente a un tipo de crítica de arte que pertenecía a otro tiempo, donde una especie de fe recaía sobre la manos de un artista, que también parecía pertenecer a otro mundo. Posiblemente la fe de Pedrosa nacía de una profunda pérdida de esperanza la cual se fundaba en la necesidad de combatir las limitaciones del pensamiento moderno con un pensamiento nuevo. Tras cientos de años de experimentos quedaba demostrado que los hombres, indiferentemente de las circunstancias étnicas, económicas y políticas en las que viven, desarrollan su existencia no solo en determinadas condiciones materiales sino también inmersos en sistemas simbólicos y bajo un velo ritual. El paradigma fundamental de la Ilustración había dejado reducida la realidad a pautas empíricas en detrimento de lo intersubjetivo, basándose en la idea del mundo como algo preexistente. Lo que Pedrosa propuso con estos artistas visionarios, intuitivos y sensibles no era una vuelta al Romanticismo, sino una mirada hacia un futuro construido sobre la experiencia adquirida. En éste los artistas ya no son cartógrafos que reflejan el mundo en el lenguaje de un paisaje exterior, sino seres que forma parte de un mundo que se encuentra en constante transformación donde el propósito del arte es presentar ese mundo y romper con el modelo caduco de la representación. Una obra de arte no describe un mundo dado de antemano, sino que participa activamente de él, transmutando la experiencia del artista en ella.

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Vista de la exposición «La Buena Estrella», en OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Vista de la exposición «La Buena Estrella», en OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Vista de la exposición «La Buena Estrella», en OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Vista de la exposición «La Buena Estrella», en OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

Aquellos símbolos, objetos, experiencias y realidades expresadas, recuperar un escenario que propone un campo de consciencia donde la razón se plantea como una nueva herramienta que no puede avanzar sino es unida a su cara opuesta: la Intuición*. En el presente la misión de esta dualidad es recuperar el equilibrio entre ciencia, moral y estética; entre mente, naturaleza y cultura. Las obras de arte nacidas con este principio fundamental tenderán siempre a elevarse en una verticalidad integradora abandonando la idea de ascendencia como imagen de poder y división. Es por esto que las más de 20 obras que conforman esta exposición, con cuatro artistas de la colección (Sol Lewitt, Anton Lamazares, Carlos León y Katharina Grosse) y 14 artistas invitados (Valeria Maculán, Alejandro Botubol, Rodrigo Arteaga, Johanna Unzueta, Cecilia Vicuña, Martín Kaulen, Pep Vidal, Stefan Rinck, Brock Enright, Francois Bucher, María Edwards, Theo Firmo, Till Gehrard y Monoperro), están dispuestas en tres niveles que constituyen metafóricamente una idea vertical del mundo integrada por tres estratos: primero, Lo Invisible, un espacio de opacidad que oscila entre lo denso y lo sutil, entre lo pasajero y lo eterno, que pendula entre lo circunscrito y lo mutante, esgrimiendo la materia hasta su desaparición. Aquí la Intuición* se mueve a tientas y las obras cuestionan las bases sobre las que se sostiene la realidad y el tiempo. El segundo estrato, Lo Visible, un lugar de abundante luz, donde las obras pueden vislumbrarse desde la distancia como un todo unitario, un macrocosmos que nos atrae hipnóticamente hacia el microcosmos del origen. En este espacio la Intuición* es capturada por la forma y la materia, la figura y el fondo, convocando un aguda mirada por parte del espectador. Por último, Lo Sagrado, un espacio oracular de expansión y contención, de difícil acceso, pero abierto a quien quiera acceder a una experiencia que amplíe su visión. En él se encuentran aquellas obras de alto valor simbólico y ritual. La Intuición* ha sido gobernada por un fluir creativo que guía directamente la mano, transformando la percepción de lo divino.

Carolina Castro Jorquera

Curadora

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María Edwards, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Carlos León y Martín Kaulen, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Francois Bucher, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Stefan Rinck, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Johanna Unzueta, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Anton Lamazares, Brock Enright, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Sol Lewitt, Martín Kaulen , parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

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Martín Kaulen, Conciencia de los árboles, 2014, 55 x 70 cm. Cortesía del artista

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Rodrigo Arteaga, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía del artista

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Cecilia Vicuña, Katharina Grosse, parte de la muestra «La Buena Estrella», OTR, Madrid. Cortesía: Carolina Castro J.

La Buena Estrella*

Rodrigo Arteaga (Chile), Alejandro Botubol (España), Francois Bucher (Colombia), María Edwards (Chile), Brock Enright (EEUU), Theo Firmo (Brasil), Till Gehrard (Alemania), Katharina Grosse (Alemania), Martín Kaulen (Chile), Anton Lamazares (España), Carlos León (España), Sol Lewitt (EEUU), Valeria Maculán (Argentina), Monoperro (España), Stefan Rinck (Alemania), Johanna Unzueta (Chile), Cecilia Vicuña (Chile), Pep Vidal (España)

OTR Espacio de Arte, C/ San Eugenio 10, Madrid, España

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