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Marlon de Azambuja:brutalismo

Para Marlon de Azambuja los grandes arquitectos del mundo han erigido no sólo enormes construcciones, sino que también han proyectado un gran cúmulo de ideologías -en muchos casos utópicas- que han fijado en la conciencia colectiva modelos de pensar y habitar el mundo. La posibilidad de poner a prueba este sistema de fijaciones es el leit motiv de esta exposición. Partiendo de la solidez de las convicciones del espectador, el artista se propone volverlas inestables, casi destruirlas, para volver a levantarlas. Concretamente, Brutalismo, como propone su título, es el proceso de aceptar la naturaleza de los materiales, de observarlos en detalle y reconsiderar las condiciones urbanísticas de coexistencia humana.

 

Marlon de Azambuja, Brutalismo, 2014, cemento, piedras, cerámica, adoquines, ladrillos y sargentos, dimensiones variables, Vista de exposición en Galería Max Estrella, Madrid, Cortesía del artista

Marlon de Azambuja, Brutalismo, 2014, cemento, piedras, cerámica, adoquines, ladrillos y sargentos, dimensiones variables, Vista de exposición en Galería Max Estrella, Madrid, Cortesía del artista

 

Este artista ha crecido en un lugar donde las utopías existen a toda escala; su pensamiento ha sido influenciado profundamente por la arquitectura modernista brasileña y, más aún, por su contraste con la precariedad visible a los pies de sus edificaciones. Esta dicotomía lo ha llevado a considerar la esencia más pura de toda construcción: la nobleza de sus materiales y la geometría de sus formas. Desde su mirada espontánea y crítica materiales como el concreto y el ladrillo son poseedores de una integridad y veracidad que les otorga total autonomía. Como si en realidad el concepto, ese que ha transformado la idea de arte, no viniera del intelecto del artista sino que estuviera fundido en la materia esperando a ser descubierto. De este modo, la fuerza de la materia se enfrenta a la tradición ideológica de la arquitectura, cuestionando los límites que la ciudad crea por medio de su concepción urbanística.

La obra de Azambuja nos sugiere transformar las organizaciones ciudadanas en un proyecto emancipatorio mediante acciones sutiles pero de compulsiva belleza, socavar en los detalles mínimos de la ciudad para hacerlos visibles y, lo que es aún más importante, para hacerlos propios. Su trabajo encierra una filosofía de amplio alcance sobre la naturaleza del espacio social y del habitar, produciendo un nexo firme entre lo que tenemos y lo que necesitamos.

Las condiciones de uso de la ciudad, cuestionadas constantemente por este artista, dan fe de la gran importancia que tiene el oficio arquitectónico en nuestra vida. Como él mismo señala, «los tres momentos de la exposición son Ciudad, que habla del pensamiento arquitectónico, de cómo éste fija sus ideales y conduce a los ciudadanos a habitar la ciudad; Brutalismo, que señala los elementos constructivos para hacernos pensar qué es la arquitectura, qué es ser arquitecto, qué es construir; y por último, en la sala final, Mar de Estabilidad habla del modo en que vivimos la ciudad, cómo experimentamos nuestro paso por ella, cómo nos la apropiamos».

En esta ciudad las intenciones del arquitecto se cruzan con la del artista. De Azambuja cita las palabras que Le Corbusier utiliza para «iluminar a los ciudadanos presentes y futuros» acerca de los conceptos básicos de la planificación de la ciudad de Chandigarh en India. Este decreto establece que «los ciudadanos serán guardianes y protectores de la ciudad», y que «la veracidad de sus materiales constructivos serán mantenidos en cada edificio» [1]. En poco tiempo, el gran crecimiento demográfico de India modificó en gran parte las intenciones de Le Corbusier; sin embargo, ésta siguió creciendo y adaptándose a las necesidades culturales de sus habitantes, posiblemente porque las utopías no se planteen como ideas fijas y parte de su fuerza sea la fragilidad de estar siempre en el límite de su existencia.

 

Marlon de Azambuja, Mar de Estabilidad, 2014, adoquines, cristales y rotuladores, dimensiones variables. Cortesía del artista

Marlon de Azambuja, Mar de Estabilidad, 2014, adoquines, cristales y rotuladores, dimensiones variables. Cortesía del artista

 

Recorrer las ciudades implica una actitud. Podríamos establecer una genealogía de caminantes en base a sus experiencias. En Brutalismo, el artista plantea una tan incómoda como estimulante, al suprimir la tierra firme bajo nuestros pies, al hacernos caminar sobre unos adoquines sueltos en el suelo de la galería que en realidad son metáfora de esa ciudad inestable que él mismo percibe e interviene con sus Metaesquemas, constelaciones geométricas que parecen flotar en el espacio. De Azambuja pone en circulación una forma de crítica mediante la señalización de elementos -edificios, calles, plazas- que tienen una profunda connotación emocional e identitaria, pero que en muchos casos no percibimos en su compleja sensibilidad. Estos elementos se cuelan ante nuestros ojos y, al mismo tiempo, se imponen y fijan su imagen monumental.

Me atrevería a decir que hay una metáfora del vacío que opera directa y paradójicamente en el interior de lo sólido construido: la tensión entre el valor social de la arquitectura y la imagen de modernidad proyectada por las grandes construcciones del mundo. Y la ciudad actual es la apología de esa imagen. Aunque no puedo dejar de preguntarme ¿quién se iba a imaginar que un día las Torres Gemelas desaparecerían de la imagen postal de Nueva York?, es cierto que una vez construido un ícono arquitectónico como ese, es casi imposible ignorar su existencia. Y cuando éste es derrumbado, recién nos damos cuenta del peso de su significado y su valor trascendental como testigo de nuestra historia.

Cada transformación de la ciudad, cada reorganización territorial, cada nuevo edificio, megamercado o multicine, articula nuevas formas de relación o distanciamiento con la escena urbana. Cada edificio que desaparece o se transforma cambia un rito de paso, modifica nuestras pequeñas decisiones cotidianas. Marlon de Azambuja nos desafía a ser consientes de nuestra relación con la ciudad, a reclamar los espacios que son nuestros, nos tienta a intervenirlos, a experimentar un nuevo sentido de libertad aportando ironía y elasticidad a lo que parece fijo y establecido. Porque las ideologías proyectadas sobre las construcciones de la ciudad pueden no ser las nuestras, pero posiblemente la suma de pequeñas acciones, de modestas modificaciones en nuestro entorno, nos permitirán reafirmar nuestros ideales y experimentar nuevas maneras de vivir juntos.

 

Marlon de Azambuja, Sin título (Edicto), 2014, rotulador sobre cristal, aprox 95 x 180 cm, Cortesía del artista

Marlon de Azambuja, Sin título (Edicto), 2014, rotulador sobre cristal, aprox 95 x 180 cm, Cortesía del artista

 
 
Marlon de Azambuja, Sin título (Edicto), 2014, rotulador sobre cristal, aprox 95 x 180 cm, Cortesía del artista

Marlon de Azambuja, Sin título (Edicto), 2014, rotulador sobre cristal, aprox 95 x 180 cm, Cortesía del artista

 
 

[1] Edicto de la ciudad de Chandigarh escrito en 1951, donde también aparece la cita original de Le Corbusier utilizada en esta exposición: “The veracity of materials of constructions, concrete, bricks and stone shall be maintained in all buildings constructed or to be constructed.”

Texto de Carolina Castro J. para la muestra Brutalismo, del artista brasileño Marlon de Azambuja, en la Galería Max Estrella, Madrid. Hasta el 15 de marzo de 2014

Carolina Castro Jorquera

Nace en Chile, en 1982. Es curadora, y Doctora en Historia del Arte por la UAM, Madrid. Sus intereses están enmarcados por las relaciones que es capaz de establecer el arte con otras disciplinas como la ciencia y la filosofía, así como también con las diferentes dimensiones de la conciencia humana y su rol en la construcción de la historia y del presente.

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