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Una Entrevista a Agencia de Borde Sobre “liquid Landscapes”, su Primera Individual Internacional

En el contexto de la primera exhibición individual internacional del colectivo Agencia de Borde en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Vijfhuizen, Países Bajos), titulada Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?, la curadora e historiadora del arte holandesa Madelon van Schie (1982) conversó con los artistas sobre su propuesta.


Madelon van Schie: Liquid Landscapes es una iniciativa de Agencia de Borde. ¿Cuál es el trasfondo y la composición de este colectivo de artistas?

Agencia de Borde: Es un proyecto de investigación artística que busca explorar los límites de las nociones de paisaje en relación con el territorio y sus habitantes. Nuestro objetivo principal es comprender desde una perspectiva interdisciplinaria la interacción, las negociaciones y los diálogos que se producen entre personas, lugares y cosas. Nuestro interés es investigar, comprender y develar estructuras de poder que apoyen las nociones contemporáneas de paisaje. De esta manera, utilizamos las prácticas artísticas como un medio y la antropología como un método, ubicando, estudiando y produciendo material visual, de audio y escrito para nuestra investigación. Colaboramos con diferentes expertos, según las necesidades de cada proyecto. Actualmente, Agencia de Borde está formada por Rosario Montero, Sebastián Melo y Paula Salas, todos artistas chilenos que llevan unos 7 años trabajando juntos.

Rosario Montero es fotógrafa, artista e investigadora. Analiza temas relacionados con la representación del paisaje desde una mirada anti-colonial, cruzando las fronteras entre el arte y la antropología. El trabajo de Sebastián tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías de medios y las experiencias de paisajes corporalizados. Sus obras cruzan continuamente los límites entre el arte y la ciencia. Desde 2005 dirige y produce documentales. Paula Salas se especializa en investigación artística, vinculando su práctica creativa por un lado a la academia y por otro al arte colaborativo. Su práctica artística se centra en los procesos comunitarios de creación de identidad, integrando herramientas de diversos campos, como la antropología, la pintura y la cartografía.

MVS: Su exposición en el Kunstfort bij Vijfhuizen combina dos proyectos, uno basado en la intervención militar del paisaje holandés, y otro en el paisaje chileno; ambas operaciones están destinadas a defender y proteger el territorio. ¿Pueden decir algo sobre su fascinación por este tema?

AB: Nuestro punto de partida en ambas obras es nuestro interés en el papel que juega la tecnología en la experiencia contemporánea de paisaje. O, como alguna vez indicó Sergio Rojas, en el estatuto del paisaje en la era de la técnica. Un ejemplo de tal técnica son las minas antipersonales, ya que desde la perspectiva del paisaje son una tecnología que crea fronteras virtuales, un medio que divide y cambia radicalmente la relación entre el paisaje y el lugar habitado. En particular, el Landmine Project (2015 a la fecha) explora los campos minados en Chile (en el desierto de Atacama y en la frontera con Perú) y cómo estos han transformado el desierto en un paisaje / arma. Al darnos cuenta de que solo podemos tener un acceso mediado a los territorios minados, intentamos reapropiarnos de estos territorios mediante el uso de diferentes medios, como drones, fotografía y cartografía. Es así como la apropiación artística de una tecnología militar, como la filmación con drones, detona una serie de problemas éticos para nosotros como artistas críticos de las usurpaciones territoriales. También, las consecuencias de elegir una zona militarizada como tema de exploración artística, están igualmente cargadas de dilemas éticos. Este proyecto explora no solo la militarización del paisaje, sino también cómo se construye un territorio armado en el imaginario de las comunidades de los alrededores y de todos aquellos que tienen que convivir con ello cotidianamente.

Desde una perspectiva del paisaje, el caso de Kunstfort y sus alrededores es muy similar a los campos minados chilenos. Las personas cercanas al Stelling van Amsterdam (Anillo de Amsterdam), del cual es parte el Kunstfort, son testigos de un momento en el que los Países Bajos idearon una estrategia defensiva que transformó su paisaje en arma. Al utilizar el agua como una herramienta disuasoria, el Stelling, desde finales del siglo XIX, creó un complejo sistema de fuertes, canales y esclusas que podrían proteger a Amsterdam de las invasiones extranjeras inundando temporalmente la tierra. Teniendo en cuenta que el Stelling ya no es un mecanismo activo de defensa y se ha convertido en una parte del paisaje, nuestro objetivo es hacer visibles sus efectos en la forma en que las personas experimentan su territorio.

Vista de la exposición "Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?", de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

Vista de la exposición «Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?», de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

MVS: El primer paisaje que investigaron fue el desierto de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, en el que se colocaron más de cien mil minas durante el régimen de Pinochet para proteger las fronteras entre Chile y sus países vecinos, Perú, Bolivia y Argentina. Aunque ya no hay necesidad de defender el país, todavía están allí ¿Cómo afecta esto a la población local?

AB: Para responder tu pregunta, permítenos contarte una experiencia personal. Como jóvenes entusiastas del montañismo, alrededor de 1998 planeábamos escalar una de las montañas más imponentes del desierto de Atacama: el volcán Licancabur. El Licancabur parece un cono perfecto en medio de una alta meseta altiplánica. Una imagen clásica de lo que se supone que es un paisaje andino. Al planear este viaje, nos dimos cuenta de que la antigua ruta (aquella utilizada por siglos por los pastores aymaras) estaba interrumpida por la presencia de minas terrestres. Este campo minado, invisible a la vista, no aparecía en ninguno de los mapas del área. Solo nos enteramos de su presencia una vez que nos topamos con un pequeño cartel rojo de advertencia que decía «Peligro Campo Minado, Peligro Minefield, Peligrowa Aka Pampa Minatawa». Como consecuencia, tuvimos que cambiar nuestros planes y cruzar hacia Bolivia, para alcanzar un camino en la cara este del volcán.

Nuestros planes fueron interrumpidos solo con consecuencias menores, pero este no es el caso de otros que viven, cruzan y caminan alrededor de esta área a diario, poniéndose constantemente en peligro al recorrer las rutas tradicionales que han permitido a las personas del altiplano sobrevivir desde la antigüedad.

Durante las décadas de 1970 y 1980, el ejército chileno plantó minas en zonas de conflicto ubicadas a lo largo de la frontera internacional en lo que ahora son las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Magallanes. En septiembre de 2013, todavía había aproximadamente 35 mil minas instaladas de un total de 182 mil. En 1997, Chile firmó el Tratado de Ottawa sobre la prohibición del uso, almacenamiento, y producción de minas antipersonales, elaborando un plan para la eliminación de todas las minas terrestres antes de 2025. En Chile, más de la mitad de las minas han sido removidas, pero aún quedan muchas más por eliminar y, lo que es peor, la mayoría de la población desconoce su presencia, particularmente aquellos caminantes ilegales que cruzan la frontera sin enterarse de los riesgos.

Desde la perspectiva del paisaje, el efecto de los campos minados es producir un territorio inaccesible, un paisaje que no se puede experimentar directamente debido al riesgo evidente de explotar. En este sentido, los campos minados pueden entenderse como una tecnología que crea fronteras virtuales, que divide el territorio y modifica la forma en que se experimenta el paisaje.

En nuestro trabajo de campo, entrevistamos a residentes y visitantes del área. Hablamos con artistas, una familia de pastores, guías turísticos, turistas extranjeros, estudiantes universitarios, escolares, trabajadores, empleados municipales, docentes y militares. Todos dibujaron mapas representando la forma en que atraviesan el territorio, incluidos los campos minados. Construimos un pequeño archivo de mapas subjetivos que revelaron el lado íntimo y cotidiano de los campos minados en los paisajes costeros y el altiplano. La presencia de las minas es poderosa en la mente de los habitantes, no solo en sus rutinas a través del territorio, también en sus recuerdos e historia de la comunidad.

Nos dimos cuenta que la única forma de acceder a los campos minados hoy es a través de la representación. Luego buscamos apropiarnos de estos territorios vetados utilizando diferentes medios. Por medio del drone, viajamos dentro de un campo minado como si fuésemos un caminante, para ver y experimentar, a través del ojo mecánico, lo que estaba prohibido al ojo humano. También la cartografía subjetiva con los habitantes, la pintura y la fotografía tuvieron un rol en la apertura simbólica de los campos minados.

Vista de la exposición "Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?", de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

Vista de la exposición «Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?», de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

MVS: En Holanda, el Stelling van Amsterdam, contrariamente a la presencia invisible del campo minado en el desierto de Atacama, en el que el peligro siempre está latente, se ha convertido en un hito, un monumento histórico inofensivo. ¿Qué es lo que más le interesa de esta construcción holandesa en relación con los campos minados?

AB: Teniendo en cuenta que el Stelling ya no es un mecanismo de defensa activo y, de hecho, se ha integrado al paisaje, como dices, nuestro objetivo es involucrar al público local del Kunsfort confrontándolos con una exposición site-specific (situada) que explora la naturaleza de un paisaje armado. Liquid Landscapes plantea la pregunta: ¿cómo puede un paisaje cotidiano convertirse en un arma?

Ciertamente toda representación, incluidos los nuevos medios, permiten acceder a territorios extraños, sin embargo, el desafío es hacer visible los territorios vividos, aquellos que solo existen en la mente de quienes los experimentan. En la instalación del Kunstfort, lo que se muestra no es un paisaje específico, sino una forma de observarlo. Ofrecemos una inmersión en una experiencia marginal, y la posibilidad de explorar al límite de lo que se conoce de un lugar. Las pantallas, fotografías, sonidos y dibujos nos ayudan a descubrir el peligro potencial de un paisaje armado.

Queremos desafiar al público a considerar una noción fluida de paisaje que escapa a cualquier caracterización permanente, que es una constante negociación entre la geografía del lugar y quienes habitan en él. Por un lado, la exposición muestra una nueva versión de la exploración realizada en el desierto de Atacama, al mismo tiempo que creamos una nueva obra que indaga, desde las vivencias locales de los vecinos y visitantes del Kunstfort, la vida en un territorio-arma. La exposición busca hacer tangible la inestabilidad de ambos territorios, el desierto de Atacama y el Stelling van Amsterdam.

MVS: Tanto en Chile como en Holanda trabajaron activamente con las poblaciones y audiencias locales. Los resultados de estas colaboraciones son parte de la exposición ¿Qué descubrieron y aprendieron de esto?

AB: Trabajar con vecinos locales es muy importante para nosotros porque aportan ideas, sentimientos e imágenes a nuestra investigación, con lo cual logramos construir un conocimiento situado. Al mismo tiempo, nos permite localizar la investigación en un territorio cercano a las audiencias que asisten al museo de modo que la lectura de lo que ocurre en Chile no convierta el desierto en un lugar exotizado por la mirada colonial del europeo que mira.

Las personas que colaboraron con nosotros en ambos lugares, el desierto de Atacama y Holanda, experimentan el territorio de una manera que nunca lo haremos nosotros, porque ellos viven allí; tienen recuerdos de ahí, tienen intereses particulares que los guían por el lugar. Trabajamos con 18 personas en Holanda, quienes nos enviaron textos, fotografías y dibujos a partir de una serie de preguntas sobre su percepción del paisaje Stelling van Amsterdam. Algunos nos contaron de la historia del lugar, otros, nos ilustraron sus sensaciones y emociones emergidas en ese paisaje; otros documentaron, a modo científico, las especies y objetos encontrados. Al ver estas diversas representaciones del paisaje, nos dimos cuenta de cuán fragmentario y fluido podría ser el paisaje en realidad. Nos gusta pensar que la tierra bajo nuestros pies es estable; confiamos en su resistencia. Sin embargo, el territorio cambia todo el tiempo, tanto en nuestra imaginación (culturalmente) como en su forma física. Las contribuciones que recibimos muestran muy vívidamente el significado líquido del paisaje: cada subjetividad crea una capa del territorio que se superpone con las visiones de otras personas, construyendo un panorama caleidoscópico del Stelling van Amsterdam.

Vista de la exposición "Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?", de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

Vista de la exposición «Liquid Landscapes: what if the ground under your feet cannot be trusted?», de Agencia de Borde, en el museo Kunstfort bij Vijfhuizen (Holanda), 2019. Foto cortesía de los artistas

MVS: ¿Es la primera vez que la Agencia de Borde expone fuera de Chile? ¿Qué otros lugares tienen en mente para el futuro?

AB: Hemos mostrado nuestro trabajo en Estados Unidos, Alemania, Perú, España y Chile. Este proyecto en particular ha sido parte de exposiciones colectivas en Perú y Alemania, pero esta es nuestra primera exposición individual en el extranjero. Como colectivo, siempre estamos pensando en cómo cruzar otros paisajes fracturados, creando estrategias para explorarlos y aprender de las comunidades locales. En este sentido, últimamente hemos estado trabajando en un nuevo proyecto de investigación titulado Bosques de fuego, sobre los monocultivos de eucalipto en la zona sur. Estamos descubriendo la doble identidad de este árbol como un ser vivo natural, y también como un artefacto cultural que cambia la experiencia del paisaje en una gran parte del mundo. Nos interesan las formas en que las personas se relacionan con este árbol y las plantaciones: cómo se sienten, cómo los perciben, cómo definen los eucaliptos. Tendremos una primera obra en la Bienal de Nuevos Medios de Chile, en noviembre de 2019, y más tarde en la Galería Barrios Bajos en Valdivia, en enero de 2020.

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