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SALINEROS / CONDICIÓN POÉTICA / CONDICIÓN POLÍTICA

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Por Pablo Rivera

Conozco a Cristián Salineros desde hace ya muchos años. He estado en muchos asados bajo el nogal en su casa en Colina, he veraneado en su casa en el lago Huillinco, he conversado y debatido de múltiples cosas con él.  Quiero decir con esto que nos conocemos, que tenemos cierta intimidad, cierta amistad -yo lo considero mi amigo. Un gran amigo. Y sin embargo, curiosamente, nunca hablamos de lo que hacemos, o más bien nuestra forma de hablar de ello está circunscrita a mostrarnos las obras -son estas las que conversan-, nosotros nos limitamos a hacer y quizás a hacerle al otro un guiño, para muchos imperceptible.

Por ello, cuando hace unos meses le pedí a Cristián que presentara, junto a Sophie Halart, mi libro Material Insuficiente, fue grande mi sorpresa al constatar cuán articulada era su mirada y su escritura con respecto a mi trabajo, comentando lúdica y lucidamente algunos temas que pude vislumbrar parecían plantear también un interés común.

Son variados y múltiples los temas que nos parecen interesar a ambos: el espacio como estructura y material, las formas de habitar, los objetos presentes en el cotidiano o la ampliación crítica, política o –en algunos casos- hasta paródica del campo material escultórico. Sin embargo, a pesar de estas cosas en común, somos en esencia muy distintos, y tengo plena seguridad de que ello se transparenta en los procesos de trabajo de cada uno.

Por lo general yo trabajo sentado, atravesado en un sillón, pensando, leyendo, escribiendo un par de garabatos y rumiando algún encuentro que he tenido en la ciudad con algún objeto o situación. En ese sentido soy un voyeur y un inventor, pero sobretodo un animal de ciudad. Cristián, por el contrario, es un colono, es de los que camina tierra adentro allí donde no hay nada y vuelve cargado de piedras, ramas, cosas desconocidas y experiencias inmensurables. Es un investigador de la materia, de sus cualidades y energías; un observador de las formas, de su morfogénesis, y con ese capital entiende cómo producir formas y procesos nuevos e inquietantes.

No he tenido mucho tiempo para leer su libro tranquilamente y digerirlo con propiedad, pero puedo decir que es un libro generoso, que abarca muchos años –creo que más de veinte- de la obra de Cristián. Aun así, en una primera lectura, los textos y las obras me han dado mucho que pensar.

El texto de Stefanie Hessler penetra con claridad en la relación entre el diseño -forma y función- presente en las obras de Salineros y su relación metafórica con la capacidad estructural del poder político, dando a entender que habría quizás una mirada distópica en su aproximación.

El texto de Alexia Tala me parece también muy esclarecedor desde el punto de vista conceptual acerca de las estructuras, estrategias, capitales y polaridades que se van constituyendo en obra en los distintos procesos de Cristián Salineros. Me pareció especialmente sugerente la oposición entre lo lúdico y lo violento, y es donde yo también me he querido detener.

La entrevista con Catalina Mena es también muy iluminadora. Si las respuestas de Cristián nos ofrecen un panorama de su propio deseo de itinerario, Catalina siempre se las baraja para que las preguntas redireccionen el relato y podamos sonsacarle al artista una relación imprevista o la sospecha de un nuevo derrotero.

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El libro –ya lo tendrán en sus manos- me pareció en muchos sentidos excepcional. No solo como objeto, como diseño, como material de archivo, sino también como relato, como descripción y como construcción de esa especie de niebla que insistimos en llamar –a pesar de toda advertencia- territorio reflexivo.

En el caso de este libro y, por extensión, de las miradas que se posan y se ofrecen desde la obra de Cristián e, incluso, desde sus propias palabras en la entrevista con Catalina Mena, este territorio reflexivo, esta niebla en la que navegamos, se aparece siempre desde una doble condición. La experimentamos como condición poética, pero también como condición política. La experimentamos como oscuridad y también como encandilamiento. La niebla es ese territorio en el que hay navegar y en el que se puede emerger en múltiples puntos sin que con ello logremos articular un mapa completo del territorio.

Cristián, cual colono, cual navegante experimentado, surca esta niebla con soltura, controlando los avances mas no los destinos, y de ese modo nos ofrece momentos similares y a la vez muy distintos de orientación. Quisiera detenerme aquí en dos obras, producidas ambas durante 2016: Avis Territory (línea) y Paisaje Forzado / El fondo del Lago.

Paisaje forzado, exhibida en Local Arte Contemporáneo, consistía en una “estructura de acero tipo jaula”, ramas de árboles insertadas en los muros, 6 canarios, comida de aves, agua y algunos etc que completaban la instalación. La jaula, de forma orgánico-mecánica, ocupaba dos salones de la galería y tenía sus puertas abiertas, por lo cual los pájaros no estaban en el interior sino libres en la sala, posados en las ramas insertas en los muros o volando a través de los espacios. Solo cuando se sentían inseguros de la presencia de los humanos buscaban refugio en la jaula. Me pareció sugerente esta exploración de Cristián, en la que la jaula se convertía en una oferta de protección más que en la privación de una ilusoria libertad (noción que, alguien me dijo alguna vez, los canarios parecen desconocer). De este modo, la forma de estructurar el trabajo parecía desplazar el problema de la producción del relato a la volición misma de las aves que, de hecho, después de un tiempo, se acostumbraron a la presencia humana y devolvieron al “objeto tipo jaula” su condición puramente estética y escultural. Esta elasticidad autoral, sin control férreo y predeterminado del proceso, me parece clave en los últimos trabajos de Salineros.

De un modo que me parece completamente distinto, Salineros opera con las mismas materialidades para producir el otro trabajo que hemos citado: Avis Territory, exhibida en Galería Patricia Ready, que consiste en una repisa mural de siete metros de largo en cuya superficie se despliega una pieza de paisaje, un horizonte, una “cordillera” de excremento de aves.  Esta obra ha sido realizada modificando unas “estructuras de acero tipo jaula” de modo que las aves que habitan en su interior se ven obligadas a defecar en forma longitudinal y rectilínea, formando capas sobre capas de caca cuya apariencia topográfica es explotada por el artista.

La elasticidad autoral aquí se repite, no obstante, ambos trabajos se distancian tanto como Varela (ampliamente citado por Salineros) y Foucault. Si en el primer caso el material canario es desplegado como sujeto volitivo, en este segundo caso es desplegado como agente productivo. En el primer caso experimentamos ese emerger del espacio fenomenológico; en el segundo asistimos a la regulación productiva y biopolítica de esos cuerpos diminutos que son “ordeñados” transformando a través del dispositivo jaula todos sus excrementos en piezas altamente estetizadas.

Como dice Alexia Tala, Salineros nos ofrece “la posibilidad de repensar los objetos, los espacios y, con ello, nuestra propia escala en el mundo” [1], y eso es lo que me parece surge con vigor en estos dos trabajos, un repensar las mismas materialidades, un repensar la posición del autor respecto de las mismas y del mundo que construyen, movilizando la tensión de sus trabajos entre una clave poética y otra política.

Eso es un poco lo que me ocurre en las exposiciones de Salineros: no solo las disfruto con un placer rayando en lo obsceno respecto de la elegancia, acidez y humor negro con la que despliega su mirada política del mundo, sino que gozo también con sus lógicas absurdas, con la factura casi pornográfica de sus objetos y con la locura, controlada e incontrolada, que hay detrás.

Generalmente, salgo con muchas preguntas en mi cabeza.

 


[1] La diferencia entre el algo y la nada: el objeto y la cosa. Las dualidades recurrentes en la obra de Cristián Salineros. Tala, Alexia.

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LIBRO DE OBRA CRISTIÁN SALINEROS F.

Textos: Stefanie Hessler, Alexia Tala, Catalina Mena

Edición: Renato Bernasconi

Traducción: Vía Traducciones

Diseño: Rodrigo Araya

Impresión: Ograma Impresores / 1.000 copias

 

Proyecto Financiado por Fondart 2017

Con la colaboración de Galería Patricia Ready

 

Santiago de Chile, 2018

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