SOLIMÁN LÓPEZ: INVISIBLE PEGASO
Invisible Pegaso es un proyecto desarrollado por el artista español Solimán López en colaboración con el biólogo Andrés Yarzábal, como parte de la primera residencia de arte y ciencia organizada por la Universidad Católica de Cuenca. La residencia incluyó una estancia in situ de diez días y casi cinco meses de diálogos continuos entre el artista y el científico.
Bajo la curaduría de Katia Cazar, el proyecto se enfocó en la creación de una obra sensible al contexto ecuatoriano. La muestra estuvo abierta del 30 de abril al 30 de junio en la Antigua Capilla del Museo de la Medicina de Cuenca, e incluyó un proyecto educativo. Además, se presentó un documental sobre el proceso de elaboración de la obra en una serie de visitas programadas.
El proyecto comienza con un viaje al glaciar Chimborazo en Ecuador y se presenta como una instalación interactiva inmersiva que gira en torno a la biolixiviación de residuos electrónicos utilizando el agua pura del glaciar. A través de este proceso, el artista crea una pequeña réplica del antiguo volcán, recubierta con cobre extraído por bacterias involucradas en la biolixiviación.
Invisible Pegaso explora de manera crítica lo posible, lo visible e invisible, los estados de la materia y el impacto humano a escala universal, un fenómeno que en el proyecto se denomina «Solarceno». Desde una perspectiva artística y científica, esta propuesta plantea un enfoque sostenible y biotecnológico de la vida más allá del planeta Tierra, sustentada en la colaboración entre la biología y la química, para cuestionar los sistemas colonialistas actuales mediante el uso de la tecnología.
Invisible Pegaso aborda la problemática de los desechos espaciales y la contaminación biológica causada por la actividad humana más allá de la línea de Kármán, y su impacto en la superficie terrestre actual. Para ello, se centra en un lugar muy específico en la Tierra: el Chimborazo, un volcán extinto que ahora es un glaciar, y que simbólicamente se conecta con las fallidas misiones espaciales lanzadas por Ecuador, resaltando el problema del «progreso».
Científicamente, Invisible Pegaso propone el uso de organismos extremófilos como una alternativa «extraterrestre» para degradar los desechos espaciales que orbitan nuestro planeta. Estos desechos, invisibles durante el día, se revelan como estrellas en el cielo nocturno, transformando nuestro firmamento en el testigo de una nueva era espacial, marcada por la improvisación, la falta de control y la amenaza latente.
La obra se materializa poéticamente a través de un proceso de biolixiviación de residuos electrónicos, como placas de circuito impreso y memorias USB, sumergidos en una solución junto con agua extraída del glaciar Chimborazo.
Este proceso de extracción de cobre de los residuos electrónicos permite al artista crear dos materiales artísticos: un pigmento negro llamado «Solarcene», que bajo luz visible tiene un tono azulado, pero se ve negro bajo luz ultravioleta, y la materia prima para pintura metálica mediante la hidrolisis y solidificación del cobre suspendido. Estos materiales se utilizan para crear una serie de microesculturas que recrean el propio glaciar y narran su evolución.
Invisible Pegaso se despliega como una instalación en tiempo real, donde el proceso de biolixiviación y creación de pintura metálica ocurre frente al público, configurando un centro de reciclaje simbólico y poético que transforma los desechos electrónicos en medios artísticos.
Además, el proyecto tiene un importante enfoque social, ya que informa sobre la gestión crítica de los desechos espaciales y electrónicos, y sobre la liberación de metales pesados en mares, ríos y tierras, proponiendo a la biología y la química como aliados sostenibles.
Uno de los propósitos principales de López y Yarzábal era analizar la composición bioquímica del agua fósil del glaciar y evaluar su capacidad para ser un medio óptimo para bacterias extremófilas.
Una de las obras que deriva de este proceso es Copper Volcano, una escultura basada en un modelo en 3D del volcán Chimborazo. Sobre esta réplica, se aplica cobre extraído durante el proceso de biolixiviación mediante técnicas de galvanoplastia. Esta pieza encarna la «alquimia poética» del proyecto, en la que los residuos electrónicos se transforman en medios artísticos.
Otra obra que compone el proyecto es Eco-Bale, una reinterpretación de los fardos de paja utilizados históricamente por los comerciantes de hielo del Chimborazo. En esta pieza, el artista recicla los fardos utilizados por Juan Ushca, yerno de Baltazar Ushca, considerado el último comerciante de hielo de Chimborazo, para envolver bloques de hielo.
Solimán López crea un fardo de paja natural que contiene placas de circuito impreso, y otro hecho con alambre de cobre con un billete de cinco dólares en su interior, que representa el precio actual de cada bloque de hielo en la actualidad. Este gesto es un homenaje a la tradición centenaria de la región, a la vez que cuestiona las economías y los valores asignados a los recursos naturales y tecnológicos.
Land-Scapes, por su parte, es una serie de impresiones digitales sobre paneles compuestos de aluminio, donde se adhiere cobre reciclado mediante una técnica de «pintura electrostática». Las imágenes, que mezclan la documentación del viaje al Chimborazo con ficción generada por inteligencia artificial, presentan vistas microscópicas de las bacterias utilizadas en la instalación, así como trazas del satélite Pegaso y otras intervenciones pictóricas con cobre disuelto en agua del glaciar.
El resultado es un paisaje que refleja un futuro geológico en transición, desde la era volcánica hasta la glacial, con la posibilidad de regresar a una «edad de metales» marcada por los residuos electrónicos.
INVISIBLE PEGASO
Por Katya Cazar | Curadora
El arte contemporáneo, en su desarrollo creativo y estético, ha seguido diversas líneas de acción que proporcionan conocimiento crítico a través de múltiples temáticas y estrategias. Una de las agencias más relevantes en la actualidad es el vínculo renovado entre el arte y la ciencia. Esta relación surge del acercamiento del arte hacia la ciencia, reconociendo que las problemáticas que lo movilizan provienen de distintos ángulos de la existencia y de diversos saberes. Por ello, el arte contemporáneo ha buscado reencontrarse con la ciencia, una ciencia que ha transformado el mundo de manera sin precedentes, especialmente después de una pandemia global.
En este intercambio de saberes, muchos artistas han desarrollado trabajos significativos en colaboración con científicos o han utilizado tesis científicas para transformar ese conocimiento en obras de arte.
Invisible Pegaso es un proyecto artístico en desarrollo, resultado de la colaboración entre un artista y un científico. Cobra forma dentro del formato de residencia artística y muestra el avance de un proceso en una etapa inicial. Dicho proceso se ha construido a través del diálogo y el trabajo conjunto de estos profesionales, con el objetivo de inocular la ciencia con una instalación artística.
Solimán López, creador de esta propuesta, viaja a Cuenca, Ecuador, en una travesía investigativa acompañado del científico Andrés Yarzábal. Juntos analizan diversas cuestiones, como el mundo de los satélites abandonados, los componentes microbiológicos en el hielo de los glaciares situados en la cima de los volcanes, y la contaminación provocada por la tecnología. Trabajan en conjunto para trasladar el conocimiento científico al mundo del arte.
Invisible Pegaso es el primer resultado de un trabajo en el que el artista encuentra en el laboratorio las herramientas estéticas para hablarnos de lo que sucede en el universo astral, poblado de elementos invasivos. Su propuesta ofrece una narración poética sobre el significado de las micropartículas milenarias que habitan y configuran el centro de la Tierra y el núcleo de un volcán, elementos que, a su vez, nos constituyen como país en un imaginario tan antiguo como la historia del planeta.
La propuesta de López nos invita a explorar varias rutas que nos llevan a cuestionar nuestro entorno mítico con formas telúricas. Estas primeras acciones testimonian un «work in progress» que, aunque aún tiene mucho que revelar, ya muestra la presencia de un palimpsesto tanto de la naturaleza como de su memoria.
Paralelamente, López, desde su perspectiva conceptual y plástica, presenta una alegoría de la belleza de la información codificada. Su investigación artística evoca las rutas trazadas por Alexander von Humboldt y Charles de La Condamine, así como los hieleros que han explorado los alrededores del Chimborazo en su imponente y frágil majestuosidad.
El artista participa en este encuentro con Ecuador en un viaje en el que, como un flâneur contemporáneo y un viajero artista-científico, construye un nuevo relato sobre la historiografía del país. Desde una mirada sensible y acuciosa, López propone un sendero mágico y geo-localizado en el volcán más cercano al cielo, invitándonos a imaginar el gran coloso cubierto de cobre a través de la inteligencia artificial.
Invisible Pegaso es un intento por volver al centro, al núcleo, de reflexionar sobre nosotros mismos como caminantes incesantes y curiosos que indagan sobre la naturaleza no solo como paisaje, sino como un sujeto vivo. Este proyecto de Solimán López busca revisar este entorno, preocupándose por su conservación y trascendencia en medio de conflictos armados y desilusión. El arte nos invita nuevamente a observar la órbita celeste, activando en metáfora visual la figura de Pegaso, el mítico caballo que golpeaba el suelo para hacer brotar agua.
Invisible Pegaso es rastrear en la base eterna de los volcanes, donde el agua y el fuego se amalgaman como esencia vital.
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