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LOTTY ROSENFELD. ENTRECRUCES DE LA MEMORIA, 1979-2020

Con curaduría de la destacada académica Nelly Richard y la investigación de Mariairis Flores, esta primera retrospectiva de Lotty Rosenfeld en América Latina incluye una selección de obras individuales de la artista y otras que son parte de su participación en diversos espacios de activismo, como el Colectivo Acciones de Arte (CADA) y organizaciones de mujeres feministas.


Por Nelly Richard y Mariairis Flores

El Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado presenta la primera retrospectiva latinoamericana de la artista chilena Lotty Rosenfeld (1943-2020), cuyo trabajo ha sido decisivo en la reformulación conceptual de los vínculos entre arte y política en tiempos de oscuridad y miedo. Esta exposición incluye una selección de obras individuales de la artista y además destaca su participación en el Colectivo Acciones de Arte (CADA) y su colaboración con organizaciones de mujeres feministas.

En plena dictadura militar, Lotty se agachó en el pavimento para intervenir los ejes de calzada que regulan el tránsito marcando una cruz. Su gesto de desacato en la vía pública aspiraba a cuestionar de manera metafórica el autoritarismo de los sistemas de control y los mecanismos de disciplinamiento social que norman las conductas. Rosenfeld entrecruzó sus intervenciones urbanas con videoinstalaciones, innovando con las tecnologías de grabación, edición y montaje que forman parte de la problemática del archivo.

Durante toda una vida, la potencia estética del gesto desobediente de Lotty Rosenfeld usó la cruz (+) para quebrar la funcionalidad de los signos, abriendo líneas de fuga que activan el disenso crítico en un mundo uniformado por el formato mediático de la cultura neoliberal.

En constante diálogo y confrontación con los virajes políticos e ideológicos que marcan el acontecer internacional, el imaginario de Rosenfeld recoge las trazas periféricas de cuerpos atravesados por tragedias históricas, conflictos raciales y étnicos, tensiones migratorias, dramas bélicos, precariedades existenciales, dominaciones de género y revueltas de identidad.

Lotty Rosenfeld trabajó obsesivamente con la atormentada memoria de la dictadura chilena: con los fragmentos documentales y testimoniales de un pasado de luchas y derrotas, que nos transmite hoy su insustituible legado como resguardo y advertencia frente a las borraduras del presente que buscan disolver toda historicidad social. La obra de Lotty Rosenfeld es un ejemplo de cómo movilizar la imaginación artística y la memoria crítica para hacerlas parte del devenir comunitario de nuevas subjetividades emancipadas.

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

“Utilizo como modelo un signo de tránsito (-) el que modifico físicamente, generando como resultado un signo +; el entrecruzamiento de dos líneas, la primera impuesta por un código de reglamentación social y la segunda propuesta por el arte a modo de insumisión”.
Lotty Rosenfeld.

En la década de los ochenta, cuando Chile padecía tiempos de castigo, persecución y censura militares, Lotty Rosenfeld marcó distintos lugares emblemáticos de Santiago con el signo desobediente de la cruz, tanto para cuestionar el poder político (el Palacio de La Moneda) y el oficialismo cultural de la dictadura (el Museo de Bellas Artes) como para armar un vínculo solidario con quienes se encontraban injustamente confinadas en zonas de reclusión (la Cárcel de Mujeres).

Con motivo del fallecimiento de la artista en 2020, la Brigada Laura Rodig de la Coordinadora Feminista 8M, realizó un llamado a “una acción relámpago situada y rebelde de las cruces en el pavimento” como homenaje público a la trayectoria de Rosenfeld. Cuarenta años después de sus primeros trazados, la ciudad -en aquel entonces condicionada por la pandemia y sus restricciones de movilidad- se volvió a llenar de cruces graficadas por mujeres feministas que insistieron en su rechazo hacia un modelo neoliberal (NO +) que, exacerbado por las ultraderechas, propicia hoy múltiples violencias antidemocráticas.

En 1978, en el marco del “Año de los Derechos Humanos”, la Vicaría de la Solidaridad y el Arzobispado de la Iglesia Católica realizaron en el Museo de la Iglesia de San Francisco la exposición Todo hombre tiene derecho a ser persona. Treinta artistas reunieron sus obras en una carpeta de grabados de la que participó Rosenfeld con la serigrafía Puzzle para un buen domingo, que interviene -con su llamado ético a respetar la integridad humana- la página del crucigrama de El Mercurio, el diario oficial que, desde el golpe militar del 11 de septiembre 1973, operó como el aparato de propaganda más fiel de la dictadura militar en Chile.

En otra serigrafía de 2007, Rosenfeld recubre la portada de El Mercurio con la portada de La Nación, un diario de centro-izquierda que en 1991 se encargó de publicar, íntegramente, el Informe Rettig de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, el cual detallaba los casos de violaciones de los derechos humanos en Chile.

Rosenfeld superpone ambas portadas atravesándolas gráficamente, ante la necesidad de acoger la memoria insatisfecha de las Agrupaciones de Familiares de detenidos-desaparecidos que, durante los años de transición democrática, reclamaron incesantemente por los insuficientes avances de la justicia chilena en materia de verdad y reparación.

Lotty Rosenfeld, La Nación / El Mercurio, 2007.

No, no fui feliz (2015) de Rosenfeld representó a Chile en el Pabellón de la 56ª Bienal de Arte de Venecia. Esta video-instalación entrecruza imágenes procedentes de distintos registros históricos, políticos y sociales: el bombardeo de La Moneda el 11 de septiembre 1973 en Chile; los crímenes de lesa humanidad cometidos en distintas partes del mundo; los flujos de la economía mundial y sus transacciones de valores bursátiles; los saqueos urbanos en América Latina; las guerras de Medio Oriente; los sublevamientos indígenas; la red Anonymous y su desafío a los aparatos de seguridad y defensa del estado; los genocidios, éxodos y migraciones; las protestas antineoliberales, etcétera.

Este desfile de imágenes de la mundialización capitalista, que incluye los pliegues locales de las periferias (memorias y resistencias) y su cuestionamiento al dominio económico y político, va acompañado de un montaje en donde la materia sensible del lenguaje corporal sirve de contrapunto físico a la lengua numérica y digital de la comunicación en serie.

Lotty Rosenfeld, No, no fui feliz. Video instalación, Chile, 2015. Cortesía de la artista

“Desde luego el NO + de 1983 fue, desde mi perspectiva, el momento más emocionante e inclusivo de la obra de CADA. Proliferó y lo hizo a un nivel asombroso hasta convertirse en un signo social que todavía invoca. Fue esa la escritura anónima y ciudadana la que dio sentido a los años CADA en aquella parte que quiso interrogar la relación arte-política. Porque se deslizó desde un colectivo artístico que pensó esa forma participativa hasta un colectivo social que lo activó en todas y cada una de las dimensiones. El NO + será necesario siempre”.
Diamela Eltit, escritora y ex miembro del CADA.

El primer colectivo del que participó activamente Rosenfeld fue Espacio Siglo XX, un centro de arte alternativo, fundado y dirigido a mediados de los años setenta por el historiador del arte chileno Alberto Pérez, quien integró el frente cultural que se articuló en oposición a la dictadura militar.

En 1979, Rosenfeld cofundó el grupo CADA junto con la escritora Diamela Eltit, el poeta Raúl Zurita, el artista visual Juan Castillo y el sociólogo Fernando Balcells. El CADA se convirtió en uno de los principales referentes del activismo artístico en América Latina. Sus “acciones de arte” supieron dotar al vínculo arte-política de audacia conceptual, gracias a una vasta creatividad de lenguajes y medios que traspasaban las fronteras de las disciplinas.

En los años ochenta, Rosenfeld participó del colectivo Mujeres por la Vida, una agrupación de mujeres que, con una perspectiva feminista, reclamaron por justicia y democracia desde una transversalidad de organizaciones sociales y partidos políticos opositores a la dictadura militar.

La consigna del “No + porque somos +” que usó Mujeres por la Vida en el Día Internacional de la Mujer del año 1986 es una de las demostraciones más elocuentes de la potencia de intersección de las cruces elaboradas por Rosenfeld, unas cruces que dicen ¡Basta! frente a los poderes dominantes (NO +), sumando los cuerpos en acción (Somos +) para reforzar lo expansivo de su capacidad de resistencia y oposición crítica.

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

A partir de 1983, se intensificaron en todo Chile las protestas sociales en contra de la dictadura desde las poblaciones periféricas como territorios de lucha y resistencia populares. El aparato represivo del gobierno militar castigó severamente a quienes osaron vencer el miedo, desatando una cadena de persecuciones, secuestros y desapariciones.

El retrato de una viuda cuyo compañero había sido asesinado en una de esas protestas nacionales fue la imagen que eligió el grupo CADA para darle forma, en 1985, a lo que llamó una “prensa-acción”, que consistió en la intervención fotográfica de cinco medios editoriales opositores a la dictadura: las revistas Apsi, Análisis, Hoy, Cauce y el diario Fortín Mapocho. La imagen de esta viuda le da protagonismo al rostro anónimo y popular de quien simboliza afectivamente el duelo colectivo.

1982 fue el año de una profunda crisis económica que hizo tambalear el modelo de las políticas económicas implantadas por los llamados Chicagos Boys -en alusión a los discípulos de Milton Friedman-, quienes convirtieron a Chile en el primer laboratorio neoliberal a escala planetaria. 1982 fue un año de cesantía, hambre y miseria en un país devastado por el capitalismo salvaje que iba de la mano del terrorismo de Estado.

1982 fue el año en el que Rosenfeld realizó una acción de arte en la Bolsa de Comercio de Santiago de Chile, ocupando dos monitores habitualmente destinados a seguir el curso de la venta de acciones. En uno de ellos, proyectó -a modo de interferencia y corto circuito- la imagen de la cruz trazada frente a la Casa Blanca de Washington, el máximo símbolo de la hegemonía norteamericana en materia de poder financiero e intervenciones geopolíticas en América Latina. De esto modo, recordaba que Estados Unidos había apoyado decididamente las fuerzas opositoras al gobierno de Salvador Allende y pavimentado el camino del golpe militar del 11 de septiembre 1973.

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Still de video «Paz para Sebastián Acevedo» © Lotty Rosenfeld

“El obrero Sebastián Acevedo se quemó a lo bonzo, el 11 de noviembre de 1983, delante de la Catedral de Concepción en una acción desesperada para conseguir la liberación de sus hijos después de su desaparición por parte de los servicios de inteligencia de la dictadura. Este impactante suceso público fue reconocido como una forma de resistencia política y remeció los imaginarios sociales antidictatoriales, dando forma a la creación del Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo por parte del sacerdote José Aldunate.
Lotty Rosenfeld realizó su obra Paz para Sebastián Acevedo mediante una línea que se prolongaba hasta la infinitud de signos en la acera. Proyectó la linealidad de la imagen de una carretera interminable intervenida por sus signos. En ese camino solitario que se reproduce a sí mismo, el trabajo repetido del signo + evoca ese + como un velatorio por la muerte de Sebastián Acevedo y lo des-vela o lo devela como un acto de intercambio de muerte por vidas entre el padre y sus hijos”.
Diamela Eltit, escritora y ex miembro del CADA.

«Moción de orden», video proyección en “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

«Moción de orden», video proyección en “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

Moción de orden reúne un conjunto de intervenciones practicadas en 2002 por Rosenfeld en distintos espacios: el Estrecho de Magallanes, el Centro Cívico de Santiago, la Galería Gabriela Mistral, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Contemporáneo MAC. La ocupación de estos distintos territorios y superficies intercala sus paisajes -tecnológicos, urbanos, institucionales- en una video-proyección que se ve recorrida por líneas de hormigas que se desorganizan y reorganizan, introduciendo su poética de la extrañeza en el mundo de la experiencia y comunicación de todos los días.

Las hileras de hormigas que entran y salen misteriosamente de cavidades y ranuras, antes o después de formar columnas, hablan de los sujetos anónimos sometidos al control que busca uniformarlos, pero, también, de su capacidad de romper la fila y migrar hacia lo desconocido.

Las hormigas de Rosenfeld transitan por el adentro y el afuera del arte, armando recorridos imaginarios que conectan los despoblados confines patagónicos de cuyo mar se extrae el petróleo hasta el sobrepoblado centro metropolitano. Esta video-proyección moviliza una tensión -poética y política- entre concentración y dispersión del orden, confinamiento y fugas, sumisión e indisciplina, alineamientos y tumultos imprevisibles.

Vista de la exposición “Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020”, en el Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Buenos Aires, 2024. Foto: Nicolás Villalobos

 


LOTTY ROSENFELD. ENTRECRUCES DE LA MEMORIA 1979-2020

Sala PAyS (Presentes, Ahora y Siempre), Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745, CABA.

Del 27 de abril al 14 de julio de 2024

Lotty Rosenfeld. Entrecruces de la memoria 1979-2020 es un proyecto producido por el Parque de la Memoria, dependiente de la Subsecretaría de Cultura Ciudadana y Derechos Humanos del GCBA. Fue posible gracias al fundamental apoyo de la Embajada de Chile en Argentina; Varinia Brodsky, directora del Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile; y Alejandra Coz Rosenfeld, directora de la Fundación Lotty Rosenfeld.

Puedes descargar el catálogo producido por el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile aquí. La muestra se presentó por primera vez en el MNBA entre el 28 de septiembre de 2023 y el 27 de enero de 2024.

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