ESCULTURAS MIGRANTES, MIRADAS DE ÉLITE
Es una lluviosa tarde de invierno en Santiago de Chile, y me dirijo en micro hacia Vitacura. No estoy muy familiarizada con el barrio alto, y el metro queda lejos de la Galería Patricia Ready. Voy tarde a la inauguración de Espera Cero, la primera exposición individual del artista venezolano Endi Paredes (Maracaibo, 1979) en el país.
En la Sala Gráfica, diecisiete figuras humanas están distribuidas por el espacio. Son esculturas de niños y niñas a escala realista, que cargan mochilas sobre sus espaldas y adoptan diversas posturas de espera: abrazades a sus rodillas en el piso, agazapades con la espalda curvada, mientras otres están de pie, sosteniendo las correas pectorales de sus mochilas. Al fondo, se visualiza un ruco fabricado con tela y ropa de cama.
La galería está llena de personas que no tuvieron problemas en enfrentar la lluvia para llegar. Beben copas de vino y espumante, mientras les garzones ofrecen sus bandejas con comida. El ambiente es compartido por adultes de élite en posición erguida y esculturas de niños y niñas migrantes a ras del suelo, estableciendo un contraste visual entre las posiciones sociales. La instalación está siendo habitada. Adquiere un carácter performático más próximo al arte de la calle que a la programación de una institución artística del sector oriente.
Las esculturas están hechas con tela de desecho, modelada, secada y tallada, la misma técnica empleada por Endi Paredes para realizar su serie Fronterizos en 2021. En ella, construyó estructuras de madera sobre las que modeló figuras de infantes con telas reutilizadas. Fronterizos se basó en un ejercicio conceptual sobre el impacto social del exilio y las migraciones en América Latina. Por esta razón, recolectó ropa de personas que, como él, vivieron esa experiencia en carne propia.
“Una vez que esta población logra estabilizarse en estos grandes guetos verticales, pueden deshacerse de parte de la carga/ropa que llevaban consigo, que singularmente continúa representando recuerdos de su viaje y dificultades”, afirma el artista.
Las telas que conforman cada pieza de Espera Cero fueron donadas por vecines del barrio San Cristóbal de Recoleta, en Santiago. Allí se emplaza la Galería #420, donde el artista desarrolló una residencia de creación junto a la comunidad antes de inaugurar en Vitacura. En sus palabras, “haciendo confluir los dos Santiagos”.
A pesar de que en su nueva serie utiliza y perfecciona la misma técnica que en Fronterizos, Endi Paredes realiza un inédito giro autobiográfico al incorporar sus memorias de niño en situación de calle en Venezuela. De ahí nace su obsesión por la infancia, término que, en su origen etimológico, designa una falta, imposibilidad o incapacidad de hablar.
Esta reflexión se hace presente en los rostros sin ojos ni boca que vemos en la instalación. Las esculturas infantiles son blancas y se funden en la pulcritud de la sala de exhibición, revelando el carácter invisible de las imágenes, sentidos y emociones producidas por la experiencia migratoria.
Considerando lo anterior, la palabra Cero condensa la sensación de vacío del momento previo a iniciar un desplazamiento geográfico forzoso y en condiciones de vulnerabilidad, como cruzar una frontera por un paso ilegal o verse o verse forzade a huir de un hogar presa de la violencia doméstica, siendo aún menor de edad.
Para Endi Paredes, estas obras deberían estar en la calle, donde las personas puedan tocarlas, jugar con ellas y sentarse a su alrededor. Aunque su exhibición en la Galería Patricia Ready no cumple ese propósito, Espera Cero genera un acontecimiento político al confrontar la mirada de la clase alta santiaguina. En una estrategia espacial sutil pero esclarecedora, el artista dirige esta mirada hacia abajo.
Espera Cero, de Endi Paredes, se presenta hasta el 21 de julio de 2024 en Galería Patricia Ready (Espoz 3125, Vitacura, Santiago).
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