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GLENDA LEÓN: QUÍMICA CELESTE

Por Diana Cuéllar Ledesma | Curadora

Química celeste recorre veinte años de la trayectoria de Glenda León (La Habana, 1976) a través del concepto de la elevación en sus diferentes derivas materiales y metafísicas. En esta lectura curatorial, la ascensión y sus simbolismos vinculan el misterio de la existencia con la concreción de lo cotidiano, activando paralelismos y dialécticas entre la fuerza y la fragilidad, lo personal y lo absoluto, lo fugaz y lo trascendente.

Históricamente, el vuelo y el ascenso han sido metáforas recurrentes en la simbolización de la espiritualidad humana, cuya ruptura con el orden terrestre, mundano, acusa un anhelo profundo de trascendencia y libertad. León se adentra en lo espiritual como búsqueda interior, pero un acercamiento situado hacia su obra también permite advertir una sublimación frente al autoritarismo y la precariedad a los que se ha visto sometida la vida en la historia reciente de Cuba.

En las obras aquí reunidas, la artista recurre al repertorio visual propio del ámbito tecnocientífico para resignificarlo, ampliando sus posibilidades de relación con lo real y de acceso a lo místico. Ondas de sonido, formas moleculares, modelos e instrumentos de medición son el punto de partida desde el cual León persigue la elevación intelectual, espiritual y sensorial, a menudo buscando materiales plásticos en su propio cuerpo o en la naturaleza.

Como misterio, conocimiento, contemplación, gozo extático o ampliación de la conciencia, la alegoría de lo celeste es aquí a la vez material y espiritual. Convoca a la apertura de regímenes sensibles y refuerza procesos poético-imaginativos, sin renunciar por ello a su capacidad como potencia crítica.

Glenda León, Cielo Prohibido (México), 2023. Pintura acrílica sobre muro. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024
Glenda León, Cielo Prohibido (México), 2023. Pintura acrílica sobre muro. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024

En las más diversas espiritualidades y mitos alrededor del mundo, el cielo es una fuerza creadora activa, fuente de calor, humedad, poder y vida. Gracias al desarrollo tecnológico y al estudio de los microsonidos (partículas sonoras cuya duración es inferior a una décima de segundo), hoy es posible aislar el ruido que genera una gota de lluvia al caer sobre un cuerpo de agua. Obtenida mediante un programa informático, la silueta de ese sonido, por siglos imperceptible para el oído humano, se presenta en la instalación Escuchando la lluvia como homenaje al territorio lacustre del Valle de México.

En la versión de Cielo prohibido creada específicamente por la artista para esta exposición, las formas moleculares de las sustancias psicoactivas de plantas enteógenas, consideradas sagradas por algunas civilizaciones mesoamericanas, emulan constelaciones de la bóveda celeste.

Aunque su estudio y aislamiento químico en laboratorio puede rastrearse hasta el tardío siglo XIX, fue en la década de 1960 cuando tres moléculas, la mescalina, la psilocibina y el LSD, se convirtieron en protagonistas de una revolución cultural que entendía la amplificación de la conciencia como motor para la transformación personal y social.

La ingesta de estas plantas con fines recreativos a menudo ocurre desde el desconocimiento de los ritos y la complejidad cultural bajo la cual se produce su veneración; así, su popularidad también ha propiciado procesos de consumismo, apropiación y extractivismo cultural. El título de la obra alude a los mecanismos sociales y jurídicos que regulan los usos y el acceso a determinadas sustancias, así como a los saberes botánicos tradicionales.

Las plantas representadas en esta obra son Salvia divinorum, Salvinorina-A; Loto azul, Nuciferina; Ayahuasca, Harmina; Hongo sagrado, Psilocibina; Colorín, Erythrina; Ololiuqui, Ergotina; Cannabis, Tetrahidrocannabinol; Peyote, Mescalina; y Toloache, Hiosciamina.

Glenda León, Estrellas masticadas (serie I, núms. 6-10), 2020. Carboncillo graso sobre fotografía. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024
Glenda León, conjunto de obras con cabello, encáustica y tinta sobre papel, 2020. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024
Glenda León, Todo está en tu cabeza (Peinado Controlado), 2020. Cabello y tinta sobre papel. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024
Glenda León, Biocéntrico, 2023. Rama de árbol y acrílico sobre madera. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024
Glenda León, Biocéntrico, 2023. Rama de árbol y acrílico sobre madera. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024

En sus inicios en la década del 2000, Glenda León se caracterizó por su lenguaje minimalista y el empleo de materiales desechados como chicles, jabones usados o su propio cabello. Siguiendo esa inclinación, en la serie Estrellas masticadas la artista traza líneas sobre fotografías de chicles y otros desechos arrojados a las aceras, transformándolos en constelaciones.

En 2020, durante el confinamiento a causa de la pandemia por COVID-19, León volvió a emplear su cabello como material plástico, creando reflexiones visuales sobre entes abstractos o metafísicos.

Vista de la exposición “Química Celeste”, de Glenda León, en el Museo Amparo, Puebla, México, 2024. Foto cortesía del museo.
Vista de la exposición “Química Celeste”, de Glenda León, en el Museo Amparo, Puebla, México, 2024. Foto cortesía del museo.
Glenda León, Efecto mariposa (La luz invisible), 2023. Polvo de alas de mariposa, ala de mariposa y óleo sobre lienzo. Foto cortesía del Museo Amparo, Puebla, México, 2024

GLENDA LEÓN: QUÍMICA CELESTE

Museo Amparo, 2 Sur 708, Centro Histórico, Puebla, Pue., México

21 de octubre de 2023 al 05 de febrero de 2024

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